miércoles, 10 de enero de 2007

La última vez que actuó Pink Floyd



Fue el 2 de julio de 2005, en el concierto londinense del Live 8.



Resumir la trayectoria de Pink Floyd en las cuatro (o cinco) canciones que cubrieron los treinta minutos de concierto asignados parece complicado. Sin duda, las cuatro elegidas no son, ni de lejos, las mejores, pero dadas las condiciones del tiempo asignado, no hay ni un pero que hacerle a ese minirepertorio.
El concierto se celebró dentro de los espectáculos del Live 8, un macroconcierto contra la pobreza en el mundo que, en realidad conmemoraba los no se cuántos años del Live Aid que organizó Bob Geldof. Para esta ocasión, uno de los platos fuertes fue la reunión de Pink Floyd tras su violenta ruptura a comienzos de la década de los ochenta.
Muchos fueron los afortunados que los vieron en el césped de Hyde Park y muchos más los que lo pudimos ver por la tele.



La apertura, con el introductorio Speak to me seguido de Breathe, le dio el tono que a partir de ese momento tendría el conciertín. Se trata de una canción de carácter intimista, tranquila, sin grandes alardes pero para disfrutar casi desmenuzándola. De sus notas cabe destacar la extraordinaria forma de Nick Mason, que llevaba demasiado tiempo recostándose en la doble batería que la banda llevaba en sus últimas giras, haciendo un papel que parecía de mero figurante. Ahí, él solo en la sección de ritmos, demostró mesura y agilidad devolviéndonos a sus mejores momentos del directo rodado en las ruinas ce Pompeya. Rick Wright, siempre conforme en su papel de segundón, abrigaba con el teclado y le daba cuerpo a una de las mejores piezas del, en mi opinión, algo sobrevalorado Dark side of the Moon.
Money, en un concierto contra la pobreza pega mucho. Lo de siempre, suena un tanto cínica esa crítica al vil metal por uno de los grupos que más pasta ha movido en la historia, aunque tras ese primer topicazo, hay que analizar hasta qué punto ese ha sido un motivo para desperezar a los Floyds de su sofás y sacarles al ruedo. Según posteriormente ha declarado David Gilmour, fue gracias al argumento sobre la lucha contra la pobreza que se pudiese reunir a toda la banda por última vez. Y de hecho, tras este concierto, los contratos en blanco parece ser que se acumularon sobre las mesas de los cuatro para llevar a cabo la tan ansiada gira de reunión.
Con solvencia, sin aspavientos, interpretaron el que sigue siendo gran single del grupo. Precisamente en la moderación estuvo la virtud y se hizo muy agradable de recuperar para aquellos a los que ni esa canción ni el disco en el que se incluye nos parece lo más relevante de Pink Floyd.
La lastimosa voz de Waters entrando en Wish you were here castigó bastante la, hasta entonces, impecable ejecución. El pobre Waters, simpático, disfrutando del concierto como si tuviese quince años, se reveló como un cada vez más gastado cantante. El propio Gilmour ha perdido, pero ha sabido ajustar su voz al repertorio a la vez que ha crecido aún más como intérprete, huyendo de las cucamonas y las gansadas tan habituales entre los guitarristas. Como si la cosa no fuese con él, vamos. Como últimamente es habitual, Waters dedicó esta pieza a Syd Barret, el primer líder del grupo. Entre la nostalgia, la mala conciencia, el talento desperdiciado y la cumbre psicodélica que fue, la presencia de Barret sigue pesándole al grupo.
A pesar de sus carencias, el doloroso recitado de Waters al inicio de Confortably numb resulta perfecto como interpretación tanto musical como argumental para esta pieza. Gilmour se recrea en una de sus canciones predilectas y hace vibrar a todo el personal, salvo, aparentemente a él mismo. Sin duda, un colofón digno de la historia de la banda.



¿Qué pudo ser distinto? Pues si, y mucho peor también. ¿Qué donde esté Echoes que se quite lo demás? Claro ¿Qué donde estaba el legado del gran Syd Barret? En esa sombra siempre presente ¿Qué la parte en directo de Ummagumma le da mil vueltas? Sin duda ¿Que si no puedes hacer el show completo para que te metes? Probablemente si. Pero al menos, siempre nos quedará que no interpretasen el cansino soniquete de la segunda (y peor de las tres) parte del Another brick in the wall.



Muchas gracias, buenas noches, se despidió Gilmour en nombre de toda la banda, casi veinticinco años después de su último concierto juntos. Casi cuarenta años después de lasprimeras actuaciones de The Pink Floyd Sound.



Dulces sueños pinkfloydianos.


2 comentarios:

Eclipse dijo...

Estuve allí y aun estoy asimilandolo.

Un saludo!

Nodisparenalpianista dijo...

Yo suelo estar cada vez que lo escucho de nuevo, pero creo que, desafortunadamente para mi, no es lo mismo. Bienvenido, Eclipse, y cuando quieras, se te invita para que nos lo cuentes.