lunes, 5 de marzo de 2007

El quiosco

El otro día me cambié el zapatófono móvil y he cogido uno por dos duros y
con cámara de fotos para hacer pijadas como ésta.

Hacia la mitad del trayecto que recorro diariamente en bicicleta camino del trabajo, paso junto a un quiosco. Me gustan los quioscos. Suelen ser como los bazares de las palabras y de las imágenes, donde hasta el más denostado mercachifle de los mass media -cursi, cursi, recursi- puede intentar colocarnos su burra en cartoné y pantone para solaz y deleite de nuestra vista y, a veces, hasta de nuestra mente. El exceso de letras aturde e incluso aloca, como dicen que le ocurrió a Quijano; y dice tambien la cosa de la leyenda que la tinta es cancerígena. No se yo, porque los amputados de dedos suelen ser exempleados de serrerías, y no devoradores de papel prensa. Devoradores en lo metafórico, porque me da que si comiésemos periódicos si que nos daría algo muy malo por la zona de los bajos.
Me he acordado de otra cosa, pero esa os la cuento mañana, impacientes.
Pues eso, un quiosco.
A la hora que paso está el señor que lo atiende montando el chiringuito. Las montañas de periódicos, los encartes, los albaranes y las devoluciones. Y allí que paso, zigzagueando entre la farola, el aparcamiento de bicis, la pila de sillas del bar de enfrente, las mesitas donde coloca la prensa, la señora rubia gorda que está esperando el taxi, la otra que corre hacia el autobús que siempre le para fuera de parada y el semáforo que con su tonta cadencia parece que o nos mire o nos retrate verde, naranja y colorado.
Ese quiosco estuvo de traspaso una buena temporada. Al parecer nadie picaba. La verdad es que está situado de una manera un poco extraña y los peatones han de desviarse un poco de la marcha para comprar. La peña que lee poco, los gratuítos que dan mucha morcilla y que se trata de una profesión de horarios largos, márgenes cortos y calendario cuasi estajanovista; pues aquello no lo cogía nadie.
Y un dí vi al señor de la perilla regentándolo. Es silencioso, ordenado y educado, lo que ayuda en su trabajo. Alguna vez le he comprado la prensa y tal, pero siempre de peatón. De ciclista sólo le esquivo. Que no es poco, por otra parte. A las horas en que lo hago, casi nunca ha empezado a vender, sólo de vez en cuando algún tipo en mono azul le compra los deportivos, que ya son horas y ya son ganas, la verdad.
Me gustan los quioscos y me parece meritorio el trabajazo que se pegan los quiosqueros, y más, tras haber tenido la oportunidad de echar una mano en uno durante una temporadita. Entonces se agradece que la gente sea educada y respetuosa -bueno, eso siempre, ya me entendéis-, que te facilite el cambio, que no se mosquee si te equivocas y le das el Auto 4x4 en lugar del Motor 16 y que te diga "bueno, ya está bien así" al ver el churro de celofán que te ha quedado al intentar envolver no se que chorrada de regalo que pide el cliente.
Si os quedáis con más ganas de quioscar, leed aquí y aquí también que os gustará.

9 comentarios:

Anónimo dijo...

Momentito pianista.

Por alusiones. ¿Qué es eso que te atreves a decir de mi churri?

"El exceso de letras aturde e incluso aloca, como dicen que le ocurrió a Quijano"

¿Acaso te prestas a los rumores?
Como diría Raphael, ¿Qué sabe nadie?

Se me explique, por favor.

dalr dijo...

Fantástica postal tu descripción de ese momento de la apertura. Por lo que veo en la foto, yo también he pasado infinidad de veces por ese quiosco (trabajé muy cerca) pero cuando estaba el anterior inquilino.

Gracias por pensar en nosotros. :)

La mosca dijo...

Hola pianista ¡Ósea que tu eres el de la bici!
Agradecido por tus palabras, buena prosa para describir nuestra profesión. En su momento nos tomaremos un cafetito con mucho gusto.
Me gustó tu articulo dedicado al tema del día, el del asesino ese. No comprendo lo que hace ese descerebrado de Presidente que tenemos, espero que haya elecciones pronto y nos pongan algo distinto, aunque sea el Q.T.R. ¿Que, que es el Q.T.R?
¡Que Trabaje Rita!

Un abrazo y gracias por tu artículo.

kioskero dijo...

como se nota que trabajaste en un kiosko, pues esa forma de hablar de este trabajo solo puede ser de alguien que lo conoce por adentro. Un saludo y gracias por la descripcion. Podria ser cualquiera de españa.

Anónimo dijo...

Veo que se está creando una comunidad de quiosqueros en la Red y me alegro. Yo los veo en Bilbao, cuando se levanta viento o empieza el sirimiri, correr a retirar los cartones y los libros de César Vidal y de los ufólogos expuestos al aire libre. Sufrido oficio.

Nodisparenalpianista dijo...

A ver, quiosqueros, ¿teneis algún coleccionable sobre cómo toca las maracas el churri de la Dulcinea?
Si es que lo mío es vocación de servicio.
Ay, y no os perdais lo de mañana, que sigue... de aquella manera.

Anónimo dijo...

Quiosqueros,
no ayudeis al pianista a salir del atolladero. Que salga solito él del huerto.

Se ha metido con Don Alonso Quijano y ahora mira para otro lado.

En el Toboso también tenemos montañas de coleccionables con un pobre quiosquero en medio.

Anónimo dijo...

Cerca de casa, hay un kioskero que no acierto a saber las horas que trabaja.

Si pasas a las 6, las 7, las 8 de la mañana abierto.

Que vuelves a casa a las 20m las 21, las 22 también abierto.

Yo pienso, este hombre debe amar su trabajo.

Resulta que me enteré el otro día que traspasa su local. Todavía no he salido de mi asombro.

Lidia

Nodisparenalpianista dijo...

Bueno, Dulcinea, la cosa es que no le prendais fuego a la pira del pobre quiosquero...
Uy, no quería darle ideas al zumbado de tu churri.
Por cierto AnónimoLidia, ¿eres tú el del Lazarillo?