domingo, 11 de febrero de 2007

Sobre las camisetas dedicadas a la iconografía comunista

En las tiendas de recuerdos berlineses es fácil encontrar camisetas con estampas. Estampas de todo, como se puede comprender.

Por mor del veranillo en cuestión, abundan las del fútbol, sobre todo las de un gladiador alemán que ha de ser de campeonato y que gusta mucho al turista patrio. Al patrio nuestro, vaya. Al español, o sea.

Pero las que predominan en los sitios más emblemáticos de la ciudad, tipo Checkpoint Charlie o alrededores de la Puerta de Brandemburgo son las del Che Guevara, las estrellas soviéticas, el CCCP, tan del gusto de nuestros modernillos, o con escudos de la RDA. Incluso, en un paseo por la antigua zona de las embajadas se puede contemplar un busto de Lenin esculpido en una fachada de algo que parecería una escuela, instituto o centro deportivo.


Contrasta esta elevación como iconografía pop de los motivos soviéticos con la rigurosa prohibición de cualquier representación alusiva al Tercer Reich. En camisetas y demás productos de venta es evidente, pero tampoco se reseña en informaciones turísticas las alusiones históricas a monumentos y edificios erigidos durante el periodo nazi.
Sorprende esa curiosa doble vara de medir, por la que una simbología no sólo está permitida, sino que está más que muy bien vista; mientras que la otra pertenece o al ámbito del delito o al de la perversión moral más abyecta. Y claro, cuado uno tira de lo que hay que tirar, ¡sorpresa!, descubre que entre la lista de los principales genocidas, los que actualmente gozan de mayor permisividad social han sido ( son, algunos vivitos y coleando, otros un poco más comatosos) los que más crímenes han cometido.

Y claro, la caterva de analfabetos, que te llaman de todo para arriba cuando lo dices.

En Alemania hay campamentos de verano para los chavales en los que se les explica cómo funciona una excavación en campos de concentración y exterminio. Campos de aquellos que usaron los nazis. Y que a partir del 45, reciclaron los marxistas en campos de concentración. Y de exterminio. Camisetas letales.

Este edificio fue el antiguo Ministerio de la Propaganda, construido por Albert Speer y que actualmente se destina a algún tipo de oficina del land berlinés, o algo parecido. Por supuesto, en ninguna parte se encuentran referencias al uso anterior a la Segunda Guerra Mundial de dichas dependencias o al hecho de que fuese proyectada por uno de los principales arquitectos de la época. Foto con bici, cosas mías.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Así es la vida. Y así es la ignorancia. También aquí pasa con la memoria histórica.

Anónimo dijo...

En sintonía con lo que apunta Peter, yo le propongo al señor Mayor Zaragoza que en el tema de las fosas que hoy anuncia la prensa y del él se presume adalid, que se empiece con Paracuellos, por ejemplo.

Por cierto, ¿sabían ustedes que Mayor Zaragoza fue Rector de Universidad en el franquismo y que para ostentar ese cargo debió jurar fidelidad al régimen, a los principios del movimiento y el Fuero de los españoles? ¿O que el papá de nuestra vice-vogue fue falangista insigne de primera linea? ¿O que Cebrián fue censor también en el franquismo? ¿O que Polanco amasó su incalculable fortuna a la sonbra del franquismo?
¿O que la gauche divine de Barcelona la integraban los hijos del as familias más acaudaladas de la época? Ninguno de los que frecuentaba los locales de la calle Tuset madrugaba para ir a trabajar. Ni para estudiar. ¿O que Maragall pertenece a una de las cien fortunas más importantes de Cataluña?

¿Y no será que la memoria histórica de la que tanto hablan es la que justamente no pueden despegar ni con agua caliente de su propia biografía personal?