miércoles, 25 de abril de 2007

La farola

Llevan ya un tiempo con las obras en la Cuesta de Moyano.
De allí trasladaron las famosas, casi mágicas casetas de los libreros de viejo al lateral del Jardín Botánico, en el Paseo del Prado. Ahora, uno, según sale o entra, o va, o viene, o pasa, o queda por el lugar, le puede echar un ojo a los libros de viejo, a un euro, a dos, a lo que sea.
La Cuesta de Moyano tiene su encanto, no digo que no, pero el final del Paseo con sus librerías de color gris azulado, las persianas de madera que se levantan a modo de toldo, las mesas hechas de maderón malucho y patas de caballete, le dan un aire muy libresco, entintado y hasta leído a un final de tramo del Prado que parecía poco lustroso para coronar el paseo del arte.
Al parecer, en la Cuesta de Moyano, o sea, debajo, van a instalar o a trasladar una subestación eléctrica, de enlace o similar, para que con los veranos achicharrantes y tanto aire acondicionado, me imagino que al personal le debe de saltar los plomos con una cierta facilidad. Total, que la calle ha estado despanzurrada desde hace una buena temporada.


Entre otros muchos cargos, don Claudio Moyano fue,
en su día, diputado por Toro,
que sería como decir que lo fue por...pistolas.
Más chulo que un ocho, o sea.

Ahora han retirado parte del vallado, con lo que empieza a verse cómo quedará cuando se termine. El gran avance es que han hecho peatonal la vía, con sus bordillos y todas las cosas. Aún faltan por terminar bastantes cosas, creo, porque la caseta de Dragados o del que sea, siguen allí. Esta mañana, al pasar camino de
la estación, he visto a un operario, llamémosle electricista o puro manobra, que estaba enderezando y dándole la altura correcta a una especie de cuadrángulo móvil en cuyo centro sobresalía un tubo rugoso de color naranja lleno de cables. El hombre del mono azul, manobra, electricista, qué mas da, ajustaba el encaje y su altura, mientras enderezaba el tubo. Digo yo que sería currante del bocata de tortilla, copita y cafecito, tiene usted un Farias, jefe; o de Audi y chalé alicatado, porque en estas cosas la peña gana un dineral de miedo. La rutina poniéndolo, pim, pam, listo y a por otro. Y he seguido adelante, claro.
Y he seguido adelante, y dándole vueltas a la cabeza a propósito del cuadrángulo. He pensado que estaría bien que, entre tanto hormigón y cable pelado, el manobra se tomase su tiempo, como el del hierro colado que hace la farola para que quede estupenda, supongo. Y he pensado en la farola que iluminará, el día que lo terminen, el cruce de Moyano y Prado, con uno debajo pidiendo un taxi; con la cuerda del perro que se lía y el otro que pide disculpas, perdón señora, señorita, pues perdón también a la señorita, que ha estado a punto de tropezar; con otro que se detiene un segundo, deja el maletón en el suelo, se apoya, toma aire y piensa en sus cosas justo antes de irse de Madrid o de volverse a su casa; de otro que dice pues parece un intermitente cuando la luz flojea y no se sabe si quiere encenderse para alegrar la noche o apagarse para alegrar a los noctámbulos que se apoyan en el farol, como si fuesen de una vieja historia de portuarios marselleses y morenazas faldicortas.
Un farol, una farola da mucho juego. Y hasta luz, según las horas
Como la Cuesta de Moyano. Y los libros viejo.
Los paseos por Madrid.

4 comentarios:

Anónimo dijo...

Pues a mí me parece muy fea. Muy literaria pero fea.

Antes se notaba menos la inclinación, porque ibas por las orillas. Pero ahora no. Todo cemento gris, aburrido, insípido.

Y porque, a ver. ¿Cómo se les ocurre hacer peatonal una cuesta? !Si los coches la subían en primera! ¿Quien va a pasear por una cuesta? Bajar en patinete, en bici, o rodando, pues vale, pero ¿y subir después?

Seguro que ha sido cosa de la SGAE para boicotear a los libreros y a los compradores.

Anónimo dijo...

porque el comentario de Dulcinea me ha descolocado. Tal como lo cuenta el pianista, me lo había imaginado bonito, hasta romántico (un poco como Paris i los "bouquinistes"), pero ahora... me imagino un paseo de cemento, gris, como tantos de Barcelona.
A ver si os ponéis de acuerdo...

Anónimo dijo...

ya-no-se-qué-decir,

lo que han hecho con la cuesta es un petardo. Era una cuesta con árboles en las aceras y casetas de libreros.

Ahora es una pista uniforme y gris.
Créeme. Servirá de etapa para la San Silvestre.

Otra cosa es el encanto de los libros y los libreros en el Paseo del Prado.

Y otra cosa que nuestro pianista sea, además, un poeta.

Nodisparenalpianista dijo...

jo, de verdad, es que sois unos comentaristas un poco chafaguitarras. ¿Sabéis lo que os propongo? Que la primera convencion mundial ya de yatengogüeberos tenga como primer actio n desagravio a la esquina de la Cuesta de Moyano. Allí, todos con bufandas umbralianas y txapelones barojianos pegando gritos (si las amígdalas nos lo permiten) contra todo el orden establecido. Y luego a ponernos ciegos de calamarees y d etorrijas, en el orden que fuese menester.
Aún no he taladrado con Boris Vian, ¿no? Me lo está pidiendo el cuerpo. O eso o me sube la fiebre...