martes, 8 de mayo de 2007

Tintoretto de verano (o de primavera, para ser exacto)

El sucedido aconteció hace ya algunos días, Para ser más exactos, fue en Semana Santa. Semana Santa madrileña. Días de asueto, viaje relámpago y programa de actos como suele ser en estos eventos, más bien apretadito y muy divertido, a la par que interesante. Es bonito decir a la par. Centrémonos.

Un dia de esos vi a Tintoretto.Ya, claro, pensaréis, viste lo de Tintoretto en el Prado y tal. Si, si, por supuesto, pero es que vi al auténtico Tintoretto. Bueno, si, el autorretrato ese de juventud que tan poco ha rodado por el mundo y aquel tan bonito de madurez que algunos relacionan con Durero y con Rubens. Si si, también, también, maravillosos, dicho sea de paso, pero no no voy por ahí.

Al qyue vi fue al auténtico. Que para mi que es como lo de Elvis y Marilyn, que hacen duetos en Honolulú o alrededores, o lo de Jesús Gil, que dicen por ahí que lo han visto en Venezuela, que también son ganas, tal y como está el patio irte a Venezuela para terminarencondrándote a Jesús Gil. Cualquier día que tengan que legalizar algo raro, me lo veo esposadito camino de la Audiencia Nacional.

Resultó que el madrugón fue regularcillo, porque había que desayunar, se nos cruzaron unas torrijas por el camino, un paseíto y, vaya por Dios, menuda cola para entrar al museo. En la cola bien, unas gotitas de lluvia, unos gabachos que decían que España parecía un país africano y que allí no trabajaba nadie, y un señor calvete que tocaba la flauta en una esquina y que, cuando le fui a echar una monedita, me dio un saludo ladeando un poco la cabeza que sólo faltaba por allí la reina Ginebra y un muslo de cordero para abrir el banquete medieval. La cola que si avanza, la cola que no avanza y de pronto, veo un perfil que me suena.

Repaso mental: no es el atracador de bancos, no es la chinita/chinorra/china-a-secas (no quiero pisar más callos, que estais de un sensiblón que no veas), no es el lobo de mar, tampoco es Roger Waters ni Abebe Bikila. Se me acaban mis persecutores fantasmagóricos.

Me sigo fijando mientras aprieto el oído a ver si pillo algo de lo que dice por si me da alguna pista. Nada, los francesones (¡toma pisotón!) siguen dando la murga escandalizados porque aquí estamos todo el día comiendo frutas de postre. Pues todo el día no será, cebollón, será sólo después de las comidas, estoy a punto de soltarles, mientras pienso en las torrijas que me comeré de postre, precisamente. En esas, el personaje se mueve un poco, deja ver el letrero y caigo.

Es Tintoretto. El original.


Oye, pues para tener cuatrocientos años largos, está hecho un chaval. Se mueve de fábula, lleva cerca de una hora de pie, y se le ve con una fuerza compositiva y un impacto de color que ya quisiera más de un pintamonas moderno del CAC de Málaga, por decir de un sitio. Luego entramos, después de lo del bardo, los vecinosde arriba y todo aquello. Y ya en la exposición, propiamente dicha, le pierdo la pista.

No se, si tuviese ínfulas danbrauneras le podría poner a esta hitoria El enigma Tintoretto, sobre unos expedicionarios franceses que siguiendo unos mensajes criptográficos de unas canciones medievales terminan buscando en los sótanos del Prado un misterioso cuadro custodiado por un conserje flojo de muñecas, que responde al nombre de Rodian Grey, que envejece -el del cuadro y el conserje, claro- pero que mantiene como un clavel al gran maestro veneciano.

Menuda torrija.

7 comentarios:

Anónimo dijo...

Pianista,

tal vez se está estrechando el círculo de tus perseguidores, y el tal Tintoretto es un elemento más de tu, ejem, mundo interior.

Mi churri empezó como tú y ahora está reponiéndose del tema de los molinos.

Anónimo dijo...

lo que los demás no saben es que era, de verdad, el Tintoretto.

Tú ni caso.

Tienes una pedrada dada, es verdad, bendita pedrada que te abrió una brecha en la chorla, por la que te escapas hacia el infinito.
Lo demás, envidia.

Como dijo Hilario Camacho, los demás son de piedra, y tú vas volando.

La fantasía y la imaginación son los colores que nos permiten sobrevivir en el gris ambiental.

Go on.
Dulcinea estuvo siempre muy sobrevalorada, hasta el quijotesco quijote tuvo que grillarse -este sí- para verla sin bigotes.

Escuchad, por favor, ambos entrambos, la canción de Serrat De Cuando Estuve Loco, una para afeitarse el bigote, y el otro para emocionarse

Nodisparenalpianista dijo...

Bueno, Dulcinea, debo de engordar, porque mi mundo interior está cada día más poblado.
Iznoguz, en tus planes de liquidación del califa, ¿has pensado en endosarle cuadrafonicamente lo de Camacho y Serrat?
Por cierto, desde hace unos días soy inmune a las pedradas... Seguiré informando.

J. dijo...

Hay que tener cuidado con los espíritus que habitan nuestra biografía poética.

Fíjate no vayas a irte de copas con Toulouse Lautrec, o Van Gogh.


Eso mal.

Anónimo dijo...

Habría que preguntarle a un psiquiatra la diferencia entre una imaginación desbordante y un delirio...
No, en serio, es divertido ver cómo te vas por las ramas una y otra vez.
El último párrafo, apoteóscio.

Nodisparenalpianista dijo...

En Saint Germain Des Pres juraría que vi la sombra de Boris Vian corriendo en busca de un pianocktail...

Anónimo dijo...

Pianista,

lo de París no tiene mérito porque París está lleno de fantasmas ;)

Y, efectivamente, soy una mujer de bigotes.