jueves, 28 de junio de 2007

Más sobre tiburones

Hablando de tiburones en lo de hace unos días, rescato un tema que se me quedó enganchado en el ancla. Pero oye, hay que reciclar, dicen, así que allá va.

Lo prometido es deuda, así que apartad a los tiernos infantes y adultos atemorizables porque ahí va, la historia del horrible tiburón-lupas.
Su origen se pierde en las aguas del centro del Mediterráneo aunque gracias a su fácil adaptabilidad -incluso comodidad parasitaria según dicen algunos- le lleva a otros hábitats como en el Atlántico Norte, donde primero reproduce su nicho ecológico y finalmente se asocia al propio del lugar donde siempre le recuerdan su procedencia pero dentro de un ambiente en el que se mezcla la admiración, el miedo y por qué no decirlo, la envidia por tener los dientes tan afilados.
Las crías más jóvenes suelen ser agresivas y muy impulsivas, vivaces y muy defensoras de su territorio. Algunos estudiosos han querido leer en los movimientos de la aleta dorsal mensajes como "¿me estás hablando a mi?" ante la presencia de otras especies. También se observan comportamientos impulsivos que les llevan a procesos anoréxicos y bulímicos asociados al daltonismo, visión en blanco y negro e incluso mottas de manchas en su piel y tendencia a darse golpes con otros congéneres. También pueden ser muy peligrosos si te los encuentras en malas calles o en compañía de los suyos.



La terrible sonrisa del tiburón-lupas,

a punto de zamparse una quisquilla dorada.

Con los años se va haciendo más reposado y hasta aburrido, aunque de vez en cuado da muestras de lo que fue con chispazos de su antigua agresividad. A veces recurre a disimular su espíritu acomodaticio con mordiscos provocadores y ruidosos, aunque bastante vacíos de contenido y tediosos al fin, porque sus dientes ya no son lo que fueron. Es una tentación tomárselo demasiado en serio, porque lo único que provoca es el enfado de los parroquianos.
También suele cambiar sus manadas y compañeros de caza, con lo que pierde su antigua efectividad. A veces, cuando se produce el reencuentro ocasional con algún viejo compadre el pavor se extiende por los mares que los contemplan, aunque la cosa suele terminar en agua de borrajas y ha de llevárselos alguna sirena de ambulancia lisérgica. Al final suele terminar recordando batallitas por cualquier casino o inventándose excéntricos viajes en avioneta. Últimamente se le ha visto disfrazado de cazador de tiburones camuflado de tiburón, pero de las finanzas. Un verdadero lío.
De todos modos, nunca os fiéis de su aparente sonrisa, porque a la mínima os arranca las chichas de modo inmisericorde. Ya sabéis: jamás podremos ser uno de los suyos.

8 comentarios:

Anónimo dijo...

Qué manía con el horario de actualización...

Lo mejor, la última frase.

Lidia

J. dijo...

Poco me queda -y lo que queda no lo pienso ver- de Scorsese. Y me parece antipático, tal vez por las cejas esas que tiene, tan negras. Pero todo lo que he visto de él me parece de una calidad extraordinaria -hay películas mejores que otras, claro- A parte de lo extrictamente visual, la construcción de los personajes es de una gran hondura.

María dijo...

Yo... aunque me guste la playa, no quiero ser tiburón, y menos si son como tú los describes. Por eso a mi también me ha gustado la ultima frase

Paco Becerro dijo...

Otiá!!!

Anónimo dijo...

Jo, pues en mi trabajo hay unos cuantos de esos. Cumple todos los requisitos que describes. Deben de ser una subespecie de secano ;)

Pianista,
Scorsese es una boquita de piñón comparado con Concha Velasco.

Bueno, queda patente que para el pianista cualquier motivo es bueno para traernos al blog motivos playeros.

María dijo...

Pianista andas desaparecido ¿¿¿te ha comido el tiburón??

Nodisparenalpianista dijo...

Oye, AnónimoLidia, aún te quejarás encima de mi trasnoche para daros vuestra dosis diaria de güeps... ¡Desagradecida!
J (punto), a mi se Scorsese me gusta alguna y las que em gustan, me gustan mucho,. Efectivamente lo de los personajes, pero mucha parte de ese mérito de su guionista Paul Schrader. Aunque tambíen perpetraon aquella cosa de las ambulancias...
Jaja, María, tiburón nunca, nunca.
Nunca seremios unos de nosotros mismos.
Vale FuturoBloguero!
Pues es cierto Dulcinea, tengo una fijación playera que da más miedo que Concha Velasco haciendo de la Madrina, la mafiosa de la Cruz Roja, con Tony Leblanc gracioso y llorando, o sea, lo suyo.

Nodisparenalpianista dijo...

Juasjuas, María, es que no tengo (aún) helicóptero para huir de los tiburones!