viernes, 29 de febrero de 2008

Al otro lado de la persiana


Cuado le vio salir tuvo la impresión de que ya no arrastraba los pies. Que algo había cambiado. Que dentro de la vieja, pero limpísima bolsa de deporte, además de una poca ropa usada, pero aún digna y de una camisa extra, había, escondido, motivos para salir a flote.


Bueno, ya se verá, se dijo la señora, y un poco fatigada volvió a la plancha, mientras esperaba que llegase algún que otro en busca de ropa y un poco de conversación. Un café, soñó su paladar, pero ni tuvo tiempo de pensarlo. Me queda tanto por hacer.

jueves, 28 de febrero de 2008

Nihil novum sub solem (II)

Don Gonzalo Redondo nos enseñó tres cosas sobre la historia. A mi me gusta mucho la historia. Porque me gusta mucho la política. ¿O era al revés?


Don Gonzalo nos contó, con su voz nasal y su aspecto de Guardia Civil enfurruñado que te acaba de trincar sin papeles, con un coche de tu primo, por decir algo disimulado, y con una taja como mi piano, que enla Hitoria pasan muy pocas cosas. Que las pocas cosas que pasan, pasan cada mucho tiempo. Y que esas pocas cosas que pasan, pasan muy despacio.

Luego explicaba que lo que pasaba, casi siempre había pasado antes y soltaba el latinajo aquel, lo de Nihil novum sub solem. Ahora a los catetos de la modernez, lo del latín les suena a cosa rara de los jardines botánicos porque nunca oyeron declamar en latín, lo que confirma que son tontos retontos. Y el que se pique, que se rasque, pero escuchar el latín que leemos nosotros, deficitario, mal pronunciado, soso y aburrido es ya un lujazo digno de paladares exquisitos. Viva el latín.

Don Gonzalo nos contaba eso: que le dábamos importancia a las cosas que cambian, a lo más superfluo, a las tontadas. Pero que de Roma a aquí había habido dos acontecimientos, y encima parecidos. Yo estoy con que estamos en el tercero, pero ya no puedo discutirlo con él.

Le tuve un aprecio y un respeto silencioso, así como soy yo. Cuando pienso en las cosas de la polis, le echo de menos. Y recuerdo su tímida sabiduría.

Haciendo lo de ayer -por el lunes, el I, como si dijéramos-, me he acordado de él.

Es justo compartirlo.

miércoles, 27 de febrero de 2008

El genocidio de los cítricos

A la que llegaron los primeros fríos, la mesa se iluminó con aquellos colores que tanto me placían. Brillantes, frescos, alegres, saludables, líquidos, armóncis, en suma, placenteros. Su piel tersa, jugosa, tierna y perfumada, a veces con rabito y un par de hojas,a veces peladas sin más. En cuanto tuve ocasión, me zampé las dos mandarinas.

Y luego una naranjota de casi medio quilo, puro jugo.


Porque yo me creí las recomendaciones del ministro, o del colegio de médicos o de un frutero valenciano. Los de la salud, que cuando no se empeñan en darle matarile al personal, pues muy bien oye. Ya sabéis, miedo me da el tío del gatillo fácil que a la que te ve un poco gagá, te mete jeringazo y a tocar el arpa. Deja que mi mente se apague, déjame volver a ser niño cuando más lo necesito, déjame tranquilo despedirme como lo que fui, déjame amar las cosas como hay que amarlas, con sencillez, a golpe de risa, a golpe de lágrima, como hacen los críos. Déjame ser niño cuando estoy arrugadito como una pasa, pero calentito como un hogar de esos que tanto me gustaron. Pero eso hoy no toca y los idiotas son incapaces de entenderlo. Hay algo aquí que va mal.

Estábamos en las virtuosas cualidades de los cítricos, que además de irnos bien por los antoxidantes, las fibras, las vitamina no se cómo y el resto de la matraca, están para zampárselos sin descando. Ahora el chavalerío come pocas naranjas porque cuesta uno de aquello y la yema del otro pelarlas. Hay que ser vago, no me digáis que no. Pues eso, que a todas las virtudes saludabnles se le añade que están rebuenos los cítricos. Es que hasta el limón de los yintónics o las limas de las caipiriñas, que me parece que están muy de moda y que una vez me enseñó a hacer un cocinero colombiano mulatón de ojos azules que es que se me caía la baba verle trabajar entre pucheros y que tamnbién me explicó lo que es desgrasar. También hablábamos de Cartagena de Indias, de la cándida Eréndira, del estilo colonial. Cosas de cocina, digo.

O sea que por segundo invierno, por decir algo, que luego están los del cambio climático que si si que si no, me hice el propósito de zamparme al día al menos una naranja y alguna mandarina. Y si bien alguna que otra gripe traicionera y los días de jornada bocatil me han impedido manterer esa media inglesa, me he desquitado algún que otro día liquidándome varias piezas de una tacada y brindando con un buen ginebrazo para celebrarlo.

Un día pasearé por Valencia, por el pario d elos naranjos, por Córdoba, no se, y alguno de aquellos árboles me dirá "tus mondas son la memoria de mi dolor". Y yo le contestaré "si estoy aquí es gracias a vosotros". Y por eso os honro.

El genocidio de los cítricos.

martes, 26 de febrero de 2008

El tintero

Cuando cruzó el umbral se sentó con la espalda pegada a la pared. Igual se ensucia, pensó, pero también pensó ya lo arreglaré. Todo es empezar y ya he comenzado.

A medio camino, creyó que su buena idea era una idiotez. Claro, la mesa rústica, por no decir desportillada y vieja, parecía lo que andaba buscando desde que tomó la decisión de volver. Una mesa de raíz, sencilla, sólida, como las que ya no se hacen, le dijo el amigo que le colocó la burra, porque si tan buena era, por qué se desprendía de ella. Pero de eso no se dió cuenta, porque estaba en otra cosa. Tampoco cayó en que no entraría en su ascensor. Claro, es lo que pasa a la gente de las letras, se dijo para justificarse, bromear y no sentirse tan bobo, que nos perdemos con las medidas. Y luego no hay ascensor que valga. Y ni corto ni perezoso, siguió subiendo los dos pisos que le faltaban. Con la tontería echó la tarde y se pegó una sudada de las que hacía tiempo no padecía. Ni en verano, creo, creía.

Se decidió el día antes y se dijo, rapidito, antes de que se me pase la idea. Volveré a escribir cartas. Pero, ¿a quién escribo? Y se puso a buscar en una caja vieja donde guardó, durante una temporada algunas postales, cuatro felicitaciones navideñas, alguna que otra invitación a bodas y una agenda vieja en la que le sonaba tenía algunas direcciones de parientes lejanos, como el tío cura que vivía al borde de Portugal, el primo aquel jipilongo que terminó de agente de bolsa en Italia o en Bélgica, el otro primo que apuntaba para ejecutivo pero que dió un volantazo y terminó de jipilongo en la Costa Azul o en Croacia o por ahí, y unas de unas medio novias antiguas o medio antiguas novias, que parece que son lo mismo pero que dónde va a parar.

Eso según se le ocurrió. Dicho y hecho. Luego hizo lista del material que iba a necesitar. El papel finito, para poder poner más por sobre, los sobres, claro, los sellos, un secante, porque escribía con estilográfica, la estilográfica, otro papel un poco más grueso por si calaba demasiado y aquello se le convertía en un estropicio, la bomba de la estilográfica, el tintero de color negro y el tintero de azul marino, casi negro . Tenía la idea de que las cartas en azul normal, el azul de los bolígrafos era una frivolidad, una horterada propia de gentes vulgares y gritonas. Bueno, cosas que piensa la gente.

Por la mañana, aprovechando un recado en la pasantía se acercó donde la papelería de los suministros y le compró a Jose María, el tendero de gafas y manguitos todo el material. Como siempre, José María le recordó la de años que hacía que compraba por allí. Un día se jubilará y ya nada será igual, pero casi nadie se habrá dado cuenta. Y pensó que también le podría escribir una carta a José María.

Y ahora estaba allí, con la espalda sudada sobre la pared pintada hacía pocos meses, con la mesa en mitad del recibidor, de pie, de canto, o sea, los aparatajes para la escritura sobre la mesita de centro donde tenía las botellas de licor de las que daba buena cuenta cuando releía sus libros viejos y con la cabeza llena de ideas en constante ebullición y a punto de convertirse en cartas.

En tres golpes de riñón más, colocó la mesa en su sitio: en mitad del cuarto que había habilitado como biblioteca. En otros dos más, la adecentó y la libró de mugre antigua. Se pegó un duchazo y se sintió en perfecta disposición para cumplir si recién descubierto anhelo.

La silla. la silla de tiras de madera en la espalda, brazos anatómicos, un poco estilo años treinta, como sacada de Perdición, que le compró a base de mucho inisistir a un trapero de su barrio, que se hacía pasr por anticuario y que gracias a su estupenda palabrería y a que consiguiese hacer estallar el amor propio de sus clientes, les colocaba a precios inverosímiles sus productos. Te llevas una ganga, cuando me muera de hambre, espero que me traigas un bocadillo, y le colocaba al personal lo que le interesaba. Pero la silla era bonita.

O sea, que lo tenía todo.

Dispuso el material de la papelería, se sirvió una limonada fresquita y se puso cerca las cosas por si le daba por fumar en pipa, por dar ambiente y ese olorcito que tanto le gustaba.

Se sentó. La estilográfica casi a punto. Se apoyó como hacía en sus lejanos años escolares cuando escuchaba atentísimo a sus maestros. Se quedó dormido de inmediato.

Cuando despertó, el tintero seguía allí.

lunes, 25 de febrero de 2008

Nihil novum sub solem (I)



"Engañan a todos, a cada uno de un modo diferente, y en ello reside la genialidad del gobierno"

Victor Klemperer. 24 de febrero de 1934.

domingo, 24 de febrero de 2008

Resumido resumen

Bueno, va, en resumen resumido, que se va haciendo tarde y todos tenemos cosas que hacer, ver el furbo o cosas de esas.

La semana pasada le pegué una limpieza al asunto y me quedó como los chooros del oro. luego le puse lo de los comentarios y oye, nao de santo. Que todos me habéis dicho pues vale, bien, si es menester. Y pese a la incomodidad que supone el no verse pegado al momento, pues vais entrando, ha habido hasta algún comentarista nuevo y ha regresado alguno que otro de toda la vida. Y de este tema, poco más diré. Buen balance.


Luego, para los preocupados por mi incipiente vida criminal. Que no, que para esto no valgo. Pirulas en el tranvía aún, pero poco más. Aunque no descarto que la inflación y las cosas se ponen aún peor no termine pegándola un palo al banco aquél que os conté una vez.

Vale y ahora cierro y que comience la pachanga.

Feliz semana a todos, amigos.


sábado, 23 de febrero de 2008

Hoy no robo


Estaba pensando en qué cuadro robar hoy, pero se me ha reinicado la maquinorra sola. O igual he sido yo, no se, que me he emocionado dándole a los botones y ni me he dado cuenta. Al vecino JSVico ayer se le crujió el invento y supongo que a estas alturas seguirá en la batalla con las teclas. Igula haciendo un buen collage, del ordenata te sale una tostadora, o algo.

Estos poetas... Bueno, pues voy a buscar una imagen al azar, la pego y asunto arreglado, que hace muy buen día, y más que de tecleteo, apetece pasear, dejarse brillar por el sol, sentir el fresquito en retirada y tomar, si se presenta la ocasión, unas cañas con poquita espuma, que aunque se que no es muy correcto, a mi no me va. Cosas.
Al final he encontrado eso, bucando "en retirada". Son soldado de Napoleón buscando refugio en la derrota. Me parece que no lo robaré. Aunque si hubiese sido un gigantesco cuadro de esos italianos pintados para loar las glorias garibaldinas, en aquellas guerras sin muertos que solían hacer -lo que dicen del ejército italiano: que nunca retrocede. Se da la vuelta y sigue avanzando- y que, oye, en una pared comedor enorme queda fantástica.

viernes, 22 de febrero de 2008

Victoria

Al verse en la luna de un escaparate se dio cuenta de cómo iba. Al verse de refilón en un espejo de una tienda de baños volvió a reconocer aquella combinación de colores imposibles. Cuando volviese, pensó, le diría a la dueña de la pensión que tenía que cambiarle la bombilla y que necesitaría un espejo. También pensó que, ahora que volvía a trabajar y que las cosas empezaban a enderezarse un poco, podría volver a comprarse una camisa de las bonitas de verdad. Luego se acordó de la señora aquella que le dijo toma hijo, aunque no sea muy bonita, te abrigará y es de buena tela, al añadírsela al paquete de ropas que le preparó en el comedor popular de la parroquia. Mi suerte cambia. Mi camisa es fea, pero es bonita.

Y siguió andando decidido, valiente y esperanzado. Y se dijo, lo celebraré tomándome un cortadito ahora mismo. Y sin que nadie le viese palpó en el bolsillo del pantalón si llevaba monedilla para permitirse semejante lujo.

Un café con sabor de victoria.

jueves, 21 de febrero de 2008

Geranios

Bueno, pues a ver, Mamádelpianista, que yo iba el otro día por la calle y vi en una floristería unos geranios la mar de majos, para que renovases ls del balcón y tal. Primero les pegas un tiferetazo alos otros a ver qué pasa, que luego espabilan y se ponen como la zarzamora, pero sin llorar, a lo bestia que terminan tapando media calle.


Pues eso, que pensé en lo de la Operación Geranio, que suena a asalto paracaidista de la villa de verano del Führer por fuerzas de la RAF coordiunados con la resistencia local -joer, qué pelis me monto-, cuando me vino a la mente lo del pisito de soltero que se ha montado el ministrón. Que oye, a lo tonto a lo tinto, empezó por cambiar los apliques, que si el portarrollos del papel higiénco, que es cosa fea de comentar, pero oye, a ver quién no lo usa, que si cambiamos el perchero del abuelo requeté por una cosa moderna y minimalista que luego no se sabe si es un colgador o un trozo de viga que está escupiendo la pared y ponemos una mesita con la espada toledana para abrir la correspondencia, que desde que sólo escribe ienegé y matracas por el estilo, ha perdio un interés que pa qué. Y el macetario. Eso es fundamental, cambiar la macetas. Y claro, a lo tonto, cuando el ministrón echa cuentas, se le ha puesto por un pico. Por un pico de pasta, digo, no de la obra. En un quilo s ele ha puesto la broma al pobre hombre, por ponerle una réplica de ánfora de esdas de colorines, con símil calamar petrificado y restos de mejillones paelleros. Y claro, el ministrón tiene su dignidad faltaría más, joer, pero no menos que el menda y mucho más la Mamádelpianista a ver qué va a pasar aquí. Y claro, yo que iba a regalarse unos geranios, pero viendo lo que le ha pasado al prócer, pues claro, si se me pone en un quilo, pues me cruje el presupuesto, no se si me explico.

Total que, Mamádelpianista, si quieres ponemos unas guirnaldas navideñas y a correr.

Porque claro, lo que no me puedo plantear de ninguna de las maneras, por favor, por favor, es que el minstrón nos esté metiendo una bola, que ese esté arreglando el picadero a costa del personal y que nos tome a todos por idiotas. Eso nunca, no jorobemos.

Mamádelpianista he visto en los chinos un ficus de goma. ¿Hace?

miércoles, 20 de febrero de 2008

Un comentario dedicado para A tiza y papel (y para todo el que quiera leerlo, claro), como los discos antiguos, las radios de antes, la memoria,...

...el recuerdo, más poderoso que las cosas que por ahí pululan.




Me gusta la lluvia porque me hace sentir cosas que me gustan. Lo explico raro pero es así. Como Sinatra, que me pone eufórico, hasta cuando canta lo de One for my babe...


Bailando en París. Saltando charcos. Disfrutando los minutos, los nuestros, los de regalo, los que nos inventamos. Como en las fotos de Cartier Bresson -esa suma de reloj y de cineasta-, como los tules de Cyd Charisse, como las piernas de Gene Kelly, que parecía que fuesen con otro cuerpo, como el blanco, como el negro, como los minuticos de Belén, como los grises de Ansel Adams y del oso Yogui, Sinatra de fondo.

Y Dino en la barra del bar.

¿Un gintonic?

martes, 19 de febrero de 2008

No vi la tapa

El que sale del vagón, embutido en el plumífero, proque fuera hace frío, pero es un poco exagerado. Que sale leyendo porque se saba el escalón y no hay riego de dar con sus huesos en el frío y sucio, no nos engañemos andén, tan transitado. El del plumi que sigue la marea de currelas que, con el bocata debajo del brazo, oyendo el emepetrés, hablando a voces sobre si el turno, la jefa, el descanso, las varices o el parte de baja y lo mal que pagan las horas extras. El del plumi, que sigue la marea leyendo, como si con él no fuera la cosa. Lee que te leerás. Y no ve al choricillo de la minicresta y los anillos que se termina su porro antes de salir de la estación, que sin mirar esquiva a la señora que insiste, porque la pagan, en pasar la mugrienta mopa por el suelo sucio sucio, que tampoco ve las tremendas cachas de la rubiaza que parece dispuesta a escalar mal que le pese la minifalda y al precio que sea, que ni se da cuenta de que esta vez el número que vende el que vende números es el 68.474, uno bonito, de los que tocan, que te lo imaginas cantado por los críos aquellos y que parece que esté llamando al dineral que, irremisiblemente, se te viene encima.



El del plumi que sigue en su mundo hasta que sabe que está llegando fuera porque le atiza una brisa fresca en los mofletes que él llama gélida, porque auque sabe lo que significa , ya hemos dicho que es un poco exagerado para eso de las temperaturas.
El del plumi que echa el libro al macuto porque ya no puede leer más. Aún es de noche y tampoco puede quedarse ciego tan pronto.

Buenos días.

lunes, 18 de febrero de 2008

La espiral del crimen

Fue comenzar el otro día y precipitarme sin remisión. Que, salvando las distancias, ya me veía yo como James Cagney o algún actor segundón, de aquellos que hacían de boxeador segundón, que por un mal paso en las carreras, o mejor dicho, mal paso en las apuestas, porque el que corría mal sin duda era el caballo en cuestión, Jolly Joker -porque los caballos aquellos siempre se llamaban o Jolly o Joker, a ver si no-, se animaban a amañar un combatillo de segundones contra Joe"pedazo de carne" Taylor o contra Ernie "quebrantahuesos", ya sabéis de lo que estoy hablando. Porque la cosa es que al final, el aprendiz de brujo siempre terminaba besando la lona. La lona de sudor, pisadas, restos de golpes, tiqués rotos, rubias fatales que desvían la mirada cuando el protector dental sale volando y fracaso, quilos de fracaso macerados en güisqui de garrafón y en perfume de derrota. Y luego en un mugriento callejón, con un matarife descerrajándole cuatro tiros en la barriga. Film Noir.


Cojo el otro día el tranvía. Voy leyendo, tal. A la vuelta, en el tranvía, hago una pirula inintencionada: marco un billete ya validado, pero de verdad que fue sin querer, que llevaba dos y creo que cogí el otro. Pipip, hace un pipip diferente del pipip bueno, pero como no termino de estar acostumbrado del todo, no se si seguro del todo es el pipip que toca o el que no toca, así que paso de todo y que le den morcilla al alcalde.






Otra cosa sería que cogiese el 28 y que me encantase entre los chirridos, la sesquinas que parece que nos van a seccionar el vagón y que esqueivamos de milagro, la señora del bigote, el señor de calcetines blancos, la ejecutiva de Donna Karan y con bigote, un alemán y una alemana que para mi que viven allí dentro, y el chavalerío bullanguero y ruidosín. Sólo por un viaje camino a la Alfama vale la pena pagar billete. Pero también me colaba.


Adoro los tranvías.

domingo, 17 de febrero de 2008

Del mundo del crimen, las películas y las encuestas exitosas

Lunes

Empiezo la semana con un asunto cinematográfico. Una cita y la pongo al lado de una foto. Oye, qué reacción.

Martes

Voy con otra de pelis, pero bastante más triste que la anterior. O sea, la anterior es un poco asquerosa. Esta da pena, porque a uno le sabe mal que caigan sus admirados. Teddy, me he bajado All that jazz, para rever. Y a tí, que te den morcilla, porque no quiero que pases hambre, pero si que dejes de vivir a pan y cuchillo. Y de camino, le haces extensiva a los vividoes de tus colegas mis deseos. Roy Scheider vive entre sus admiradores. Bye, bye happines...


Miércoles

Una historia de tanques y de bares y de módulos y de apuntes que no tomé. Me gusta segur descubriendo esas aventuras.

Y Marta por fin comenta. Un poco más y la abronco.


Jueves

Gracias a Oriol comenzamos a poner las primeras piedras del Club de los Lupas, el único que no puede reservar el derechode admisión porque el conserje es como Rompetechos. Le haremos la competencia a la bulla. Joer, vaya imán es mi güep para los cegatones, que, menos Altea (la muy pingüína-traidora) sois todos. Ep, que la pela es la pela, se acepta patrocino de Ópticas Gato de Escayola, por decir unos.
Por otra parte, AnónimoLidia (no hay linc, ¿por qué será?), he movido ficha en la encuesta. A ver qué pasa ahora.

Viernes
Y yo, abro mi corazón y el doble fondo de mi chupacuero para dejaros entrever lo más sórido del mundo del cimen y os lo tomáis a choteo. Bueno, pues muy bonito. Peor si encima os ha divertido, pues bien. Néstor, no te olvides los bocadillos con limas.

Sábado
J (punto), vale, me voy a dormir. Mientras, escribo esta cosa y me acuerdo de Urabayen, de la elegancia de la boina, de la gabardina, de la pasión, de las imágenes. De Cartier Bresson, de Winson Mc Cay, de los siete grises de Ansel Adams y de todo aquello. Un día cuento algo. Prometido.


Domingo
(Casi) Aprovecho un ratillo para adecentar esto un poco. Pero no como el guarro de la estampa, quees una cochinada echar la mugre debajo d elas alfombras. Lo mismo que meter los muertos en el armario, que luego la tropa se pone de los nervios cuando se los sacan. Y ya se sabe con los muertos que se dejan por ahí, que al final vuelven Y, habitualmente apestan. O como decía donde Don Juan sobre la buena salud de los que se pulía el otro.


Venga, lo de siempre, buena semana y disfrutad con la nueva encuesta que espero, tenga tan buen resultado (en votos al menos) como la anterior.

sábado, 16 de febrero de 2008

El agua

Como ayer estábamos de robos y sumar más delitos a mi lamentable currículum, hoy me quedo y admiro. Porque la idea era echarme un cuadrico o algo al macuto, peor mejor que no. Aunque nunca se sabe, que le da a uno un golpe de sangre, le mete un tirón al tema y pies para qué os quiero.

Pues para huir y para atrapar lo que atrapó el tipo que hizo la foto. El instante


El tiempo detenido. Ese momento, ni antes ni después, justo el instante antes de que la quietud sea perturbada por un acontecimiento imprevisible que la transformará, la estropeará, la hará distinta, la cambiará, en suma, la hará otra. Y nos quedaremos sin saber ni como sería su segundo siguiente, si querría que hubiese sido así, si pudo soportar el resto de su existencia siendo otra cosa distinta y sin la seguridad de que querria ser así.



Es agua. Claro.



Railowsky. Como la espléndida librería valenciana. Ha llovido tanto que el charco sigue igual. O parecido.



PD: Según leo en un lugar de dudosa fiabilidad, lo que ponía en el cartel no era Raylowsky sino Brailowsky, y se refería a un colega de este vuesto amigo, un pianista, o sea. Bueno, como el sueño a punto de desvanecerse, como el agua a punto d ehacer olitas y dejar de ser espejo. Cosas, si.

viernes, 15 de febrero de 2008

Soy un mangui

Y ahora sólo pido piedad, y que Néstor me eche un capote, porque como me pillen, la hemos liado.


Esto fue ayer, que iba a por dos pijadas al Mercadona y me metieron un sablazo de campeonato. Que esa es otra, pero no nos desviemos, que lo mío no fue por ansia de hacerme el Robinjud, sino por mi habitual inclinación cinematográfica por los bajos fondos. Pero oye, que también hay que contarlo. Que por doce botellas de leche semidesnatada de litro y medio me clavaron casi dos mil pelas. Que la cosa va bien dice el de la ídem, pero, ya digo, por cuatro chorradas me dejé un riñón y, como decía el inconmensurable Tip, la yema del otro.


O sea, dos cosas del Sanex, champuses de ricitos de oro, que la melena hay que trabajársela, el Denenes -no, no es Nenuco, es Denenes, aún hay clases- por si se me termina la ginebra, y pasta de dientes para dejar en el trabajo. Mira que chula, pues cogeré de clorofila. Tres chorradas más y allá que voy. Y en plan Espidi Gonsales, que desembarco ante la cajera de Omaha, le coloco allí todo el material, hola nena, hola majo, y salgo disparado a dejar el carro y que me devuelva el duro. Y cuando estoy a punto de aparcar le veo allí, medio agazapado. Porque, llegamos al meollo, en realidad el culpable fue él.


Señor juez, señoronga, como se diga, tú, el del mazo, que fue él, que saltó desde la cinta esa negra que la mitad de días no va, que me parece que iba con un botón, pero que también me parece que hay unas que les dan con el pie como si fuese la bici estática, o sea , señoronga que me dan los nervios en la barriga, Néstor por ahí vamoss mal, ¿no? que se me echó al cesto, ayayay, que se me van los pulsos, o sea.

O sea, miro el carro al dejarlo mientras saco el duro y veo que está allí, solo, al borde del estallido en llanto de menta el botecico de pasta de dientes. Y a ver que hago yo. Porque ya he tenido que ir corriendo a coger una botella para que la nena pudiese pasar el código de barras sin descuajeringarme la caja y tampoco me apetece seguir confraternizando con la tropa. Asi que, ni corto ni perezoso, señorona, en un arrebato tan complicado de detener como si fuese Tom Waits delante de un Jack Daniels, me he echado el frasco al bolsillo de la chupacuero y a vivir.



Tiene toda la pinta de haber comenzado como yo, mangando dentífricos. Y su amigo el del bigotín, chorizando cremas depilatorias, que dicen que son un portento, pero como aquí uno es de abigarrada melena, pues no sabe. Sólo de referencias.

Y, claro, ahora se me agazapan los remordimientos en la boca del estómago a mano izquierda, como si dijéramos, y temo que se hundan los Mercadonas a causa de mi insensata acción. Y oye, Que tampoco es plan que Roig termine de pedigüeño por mi culpa. Y oye, tampco las embarazadotas que curran ahí, que son las mejor cuidadas de todas las empresas de la cosa, porque aunque estén las pobres como peonzas, con los tobillos como una tuberia de gasoducto, los tíos las contratan, les dan la mejor baja por maternidad que hay en los mercados, les mantienen puesto y cosas y se portan como campeones. Más de un progre de salón podría tomar ejemplo. Fatal, fatal ya digo, estamos.
Vuelvo a la caja, la nena me cobra ¿¿¿¿¡¡¡...!!!???, ministro joer, presi, el tema, que se os va la pelota, que un año así y me veo cazando palomas para comer, guardo las cuatro cosas en el carro y me vuelvo como un campeón temiendo que a última hora salga el francotitador del Mercadona y me dispare varios dardos paralizantes como al elefante ese del NaxionalYeografic de La 2 que todos vemos, pero que a nadie le suena. Así que salgo, con un aplomo digno de mejor empeño, pero enorme al fin, mirando a los lados por si acaso y con una extraña mezcla de sentimientos: el orgullo del trabajo bien hecho, por la compra, el remordimiento, por el latrocinio y un cierto pavoneo bobalicón porque he rebasado la línea de la ley que separa a los golfos de los buenos. Ya se sabe, el orgullo por lo simple es una idiotez, pero a ver quién no ha tenido un día tonto.

Pienso, pienso, pienso pero para el ganado, mejor cereales. Esto es un chiste malo, peor es que es viernes. Un día, pienso, sin chiste, dejo un eurico y poco más de propina. La cajera me mirará con cara de "este tío está tonto", pero yo me entenderé. Y me quedaré más contento que unas castañuelas. Y con los dientes impecables. Que era la cuestión.

jueves, 14 de febrero de 2008

Lupas

Pues vaya, ahora van los vacilones estos de la blogueada y nos ponen a los miopes a ocho centímetro de la pantalla. Porque a ver, quién es el graciosillo que ha reducido el tipo d eletra a seiscon cinco puntos, como mucho. Joer, que me veo en plan XerlocJolms con pipa y lupa para echarle un ojo a los amiguetes de la cosa. No se, espero que no sea un perverso plan para jubarizarnos las ideas, que últimamente la peña anda de los nervios. Lo normal, claro, cuando el caradura sabe que están a punto de pillarle. Bueno, a lo que íbamos.

Hablando de topillos, lupas y tal, me viene como anillo al dedo comentar una cosica que, oye, igual os da lo mismo, la verdad, pero que como estamos aquí, pues lo cuento y vale. Que resulta que a Oriol, el Papá Noel Oriol, ¿os acordáis? le van a poner lupas, porque está en plan Mister Magoo.

Aquí Oriol, demostrando que si se lo propone, hace unos dibus la mar de chulos.



Aquí en cambio, trabajándose una de sus especialidades, los circuitos de carreras, demuestra que un poco marranote tabién es. Pero oye, para comérselo con patatas fritas.

Que le han visto que anda deficitario de dioptrías y que por eso se arrima tanto a la tele para ver el Caiou o el Pocoyo (de la Liga anti acento final del pocoyo: fin al Pocoyó), y que por lo mismo coge bien el lápiz, pinta que alucinas, pero se arrima al papel que parece que se lo va a comer. Otra cosa es que es un guarro, que le pides dos dibujos para regalar y el muy trapero los hace uno en cada cara del papel, que ya le vale al tío, joer, que parece de la cofradía no se si del puño o de Al Gore. Bueno, pero pinta bien, que es lo que toca.

Como tiene la nariz chiquita pues le han de poner gafotas de puente bajo, que es como le llaman los técnicos a las gafotas para los chavalitos que tienen nariz de pitiminí. Que igual es una obviedad para los técnicos de la cosa, pero como tampoco os conozco a todos, prefiero aclarar, mejor. Unas lupas redondas a lo Lennon, como si dijéramos. Bueno, bien, le quedarán graciosas. y lo que más cuenta, uno más en la peña de los miopes. Si montáramos partido, nos retirábamos todos. En fin.

PD: a ver, los del bloguer que nos pongáis en el idioma y al tamaño que toca, que es que cada día estáis más despistados, joer.

miércoles, 13 de febrero de 2008

Los módulos

Los lunes iba a comer con el cartapacio de las facturas y todo aquello. Los lunes del trimestre, porque los otros lunes, cada quince días, a veces menos, según, se acercaban a comer por echar el rato, tomar café hablar de cosas y pelear sobre si las Ardenas, el Alamein o Kurst. Todo había empezado por una apuesta, hacía años, cuando empezaba a tontear con su hija. Una tarde de apuros en el casino de su pueblo, tomando un carajillo, viendo al personal jugar al dominó, echando la tarde, espantando las moscas, el calor, los olivos, se pusieron a darle sobre si los tanques y los blindados. Y le preguntó al pretendiente que cuántos tanques juntos sería capaz de imaginarse. Pues muchos, le dijo inteligente y conservador, por no pisarle un callo al futuro suegro. Este chaval no se moja ni debajo del agua. Quince, dijo, porque una vez le contaron de un desfile. Más, más, fíjate, en las grandes batallas de tanques había cientos por cada contendiente, soltando unos pepinazos de miedo para contener los avances de los adversarios. Cientos. Pues si, cientos. Y le dijo, venga, te apuesto mi caña de pescar a que no me dices cuántos hubo en la batalla de tanques más importante de la guerra.
Y con la dichosa broma se puso a buscar. Y compartieron la broma, la tontería. Y se pusieron a leer sobre cosas de mecánica, de blindajes, de depósitos y de orugas, de calibres y balas trazadoras, de compartimentos estanco, de torretas de vigía y de tácticas envolventes.

Y con unos cafés por delante pegaban la hebra sobre Montgomery o el general Guderian y los porcentajes de inclinación o si como vadear un río. Una tarde que las chicas se fueron a ver a una amiga o a tomarse medidas para el vestido de un bautizo o una cosa de la que ya ni se acordaba, terminaron sacando un planisferio para decidir cómo invadirían Suiza desde los Sudetes. Que cuando lo pensaba, se le ocurría que de contarlo, podría ser el cúlmen del aburrimiento terminar elucubrando esas cosas, pero los dos se divertían. No les gustaba el fútbol.

Tráeme las facturas y ya te haré yo lo de los módulos, le dijo un día que pasó a tomarse unas croquetas de su hija con un vinito y que le encontró sudando la gota gorda con la calculadora aquella del rodete que tanto ruido hacía. El primer lunes después del primer tostón de los módulos le llevó un tanque de juguete.
Cuando necesites, otra vez, que de algo me ha de haber servido ser contable media vida. Y hablaban.

martes, 12 de febrero de 2008

Otra de pelis

He visto esta mañana en la cosa digital de la prensa, por llamarle de alguna manera, que se nos había muerto Roy Scheider, el inolvidable policía de Tiburón. A mi, más que por eso, se me viene a la memoria por su papelón en All that jazz, la magistral peli de Bob Fosse, el señor aquel que hacía coreografías y bailes y tal. Los musicales a mi me han costado un potosí. Porque nunca me los creía, claro. O seak, que no era normal que a un tío le preguntasen "¿qué tal por ahí?" y que se pusiese a cantar y a bailar. Pues no, oye, incomprensible. Pero vi All that jazz. Y me quedé alucinado.




Claro, ahí el elemento del bailongueo está justificadísimo, porque trata de un coreográfo de mala vida y de talento desbordante que hace el último espectáculo de su vida. Cine dentro de cine o de teatro, o de bambalinas, reflexiones sobre la vida y la muerte, sobre el crápula de despendolada existencia que en el fondo es buen tío pero que le cuesta, uan música brillante, la hija, el padre4, la madre, las mujeres, unas interpretaciones de saltársele a uno la boina, el alcohol, las drogas, malos malos, sin nada de glamur ni chorradas de esas de los pijoprogremodernos, las referencias a Lenny, uno de los inventores de esa cosa tan divertida que son los monólogos a la americana que en su versión española vía Club de la comedia, Buenafuente y otros especímenes de la secta nos terninan remitiendo a la nausea, Lenny, digo, el de verdad y Lenny la peli que le dedicó el propio Fosse, gruesa y estupenda, a ratos desagradable a ratios imprescindible, arte y espectáculo para el uso y disfrute de las neuronas. No se, todas esas cosas y algunas más son All that jazz, Bob Fosse, el que cantaba con él en el número final, con esa cara de poli negrito bueno y majete, y claro, Roy Scheider. Supongo que en parte gracias a esa peli he podido ir degustando el musical de verdad y eld e mentirijillas. Y me acuerdo de Cotton Club, y de Corazonada -la maravillosa Corazonada, con música de Tom Waits, dcho sea de paso- o de Gene Kelly y sus bailes inverosímiles en París, París sin Gene Kelly, una aldea de cursis, Sinatra de marinero, Cabaret , que se me olvidaba, Fiebre del sábado noche y mi secreta aspiración de ser un Toni Manero de melena crepada, hasta Brannagh de crooner trabajando perdidamente sus amores.

Prefiero recordarle en esa, All that jazz que en la del tiburón, que vi un día de mucho, mucho, mucho miedo, ya mayorzote, porque a mi los escualos, como algún día expliqué (y otro continué), me dan un miedo que pa qué.

lunes, 11 de febrero de 2008

Una de pelis


Le dice el Padrino a Bonasera:

"Algún día, y puede que nunca llegue, te pediré un servicio.
Pero hasta entonces acepta esta justicia como regalo en el día de boda de mi hija."

Sin duda, uso mal al Padrino, comparándole con los aprendices de matarife del GAL y derivados. Pido perdón a las Siete Familias. Cruces y puzles.

Es divertido. Continúa el Padrino encargándole a Tom Hagen, el gran Tom Hagen del siguiente modo:


"Que se encargue de esto Clemenza. Quiero gente que no se entusiasme demasiado. No somos asesinos a pesar de lo que diga ese funerario.
"

domingo, 10 de febrero de 2008

De toros, recortes y tesis victoriosas

Rapidito, que me pilla el toro

LunesMartes
Infiel/fiel, que poner palabras con una barra que las separaba/pegaba también era muy umbraliano. Como los comentaristas son muy espabilados sale lo de si serlo o no es bueno o no. Ser fiel a las trolas, malo, ser infiel a los rebaños, bueno. Por ejemplo. Para mi gusto, al menos.

Miércoles
Uso una cierta técnica de collage inspirada, entre otros, por mi fiel poet/astro de cabecera para probar por dónde van los tiros en mitad del fuego cruzado preelectoral. Y confirmo mos sospechas. Como decían los Platters, el humo ciega nuestros ojos. Como dijo una fiel de esta güep, mejor no borro al maleducado, porque la una se defiende muy bien y el otro ha quedado como eso que empieza como el señor aquel un poco mafioso que fue alcalde de Marbella y que termina por eso que rima con lo que es como una perola pero a presión. No es que quiera ser críptico, jolines, es que igual hay nenes.

Jueves
Por culpa de Marta, digamos, recuerdo unas líneas antiguas, sopa de letras y las pego. También la foto de los puntitos. Tengo más. igual otro día sigo poniendo.



Viernes/Sábado
Me parece que ha sido hoy o igual antes, no se, que Rocío nos explica lo de su exitazo con la tesis. Oye, muy bien. Lo que pasa es que se fuga a París a celebrarlo. Lo que hacen algunas para ahorrarse unos vinos, joer.

As times goes by, siguiendo con la cosa crúner, enero, febrero, oye. Bueno, hace solecito. Bien.

Domingo
Pego la foto y lo dejo, que llego tarde. Ay, la encuesta. Bueno, la próxima semana, esa que os deseo sea feliz y luminosa, la pego, ¿vale?

sábado, 9 de febrero de 2008

En febrero

Y, de pronto llegó el final, como todos los días a la misma hora.
Mejor, peor, así.



Al día siguiente otra vez.
Iba pasando.

viernes, 8 de febrero de 2008

En enero

Hace unos días tocaba la cosa de cuándo se dejaba de felicitar el año nuevo. Hoy vuelvo a mirar el calendario para comentar una impresión que tengo desde antiguo. Enero es el mes más corto del año. Altea hablaba el otro día de estoi Bien, Altea bien..




Por favor, enero, pero qué cursi




Y se, ya se, parece una tontada, no digo que no, pero a ver, pensadlo un momentillo. Echas media vista atrás y te ves al borde de la asfixia por un polvorón mal deglutido. Echas otra media y aún estás con la zambomba y el espumillón en la frente, retaja perdido. Si le das otra miradita, rebuscando en un cubo de ropa de las rebajas. Por no hablar de los niños, jugueteando como locos y volviendo a la cruda realidad del cole. Además este año peor, que, aún rebuscando la última tirita de guirlache, ya han aparecido tres tontos disfrazados de cosas como teléfonos móviles, empanadillas de aún o calendario en la hojita del jueves. Qué mal repartido está el tiempo, digo yo.

Y más lo digo ahora, que ni son horas ni es nada para ir andando, tocando, componiuendio los güeps. Bueno, ya nos entendemos.

jueves, 7 de febrero de 2008

No tenía título y no se lo pondré ahora

Escrbe Marta una cosa que me ha gustado mucho- Marta, ya sabéis los asiduos, un portento- y que me ha recordado unas letras que se me vinieron una vez a la cabeza, tras un paseo, por otra Gran Vía.





Desentierro carpetillas, archivillos y cosas de la maquinorra y doy con el texto. Lo pego.



La Gran Vía. Por Nodisparenalpianista, hace algún tiempo, con la Canon Eos, no la clásica, sin trípode y al borde de la apnea.Pero mereció la pena. Para mi, al menos.


Hay gente que va por ahí como contando sin querer si vida, su historia y sus cosas.
Como quien no quiere ver, pero ve, con una cierta vergüenza parecida a la del analfabeto en el museo arqueológico, que mira las bombillas de las vitrina y pasa de los pedruscos, se encuentra uno de vez en vez con alguien de esa gente que, en cualquier lugar se le cruza y le cuenta su vida.




Y así es, que en cualquier lugar, como la Gran Vía, por decir uno, donde el pintor ese que parece que hace fotos intenta hacernos creer que ni un coche hay, y mira que tiene guasa el tío, porque coches hay para contar y decir basta; pues es ahí, en un sitio como ese, que de pronto alguien nos asalta con su vida escrita en su rostro, en la sonrisa, en el ceño apretado, como sin querer, como el abuelete que te cuenta ocho veces la misma batallita y qué vas a hacer tú, pues escuchar y decir que si, que qué bien.

miércoles, 6 de febrero de 2008

Puzzle

Aquí os dejo unas piezas y que cada cuál las monte como buenamente pueda


Los hombres están por encima de las mujeres porque Dios ha favorecido a unos respecto de otros, y porque ellos gastan parte de sus riquezas en favor de las mujeres. Las mujeres piadosas son sumisas a las disposiciones de Dios; son reservadas en ausencia de sus maridos en lo que Dios mandó ser reservado. A aquellas mujeres de quien temáis la desobediencia, amonestadlas, confinadlas en sus habitaciones, golpeadlas".

Azora IV de El Corán versículo 38 ( traducción de Juan Vernet)





http://www.20minutos.es/noticia/343156/0/mansur/escudero/islam/














http://www.gaceta.es/04-02-2008+socialistas_vascos_batasuna_retomaron_contactos_enero,noticia_1img,1,1,11461






martes, 5 de febrero de 2008

Soy fiel

A mi marca de ginebra.

Para empezar.


Aunque se rebote el bodeguero.



Un día el bodeguero, el auténtico, el padre, o sea, me estuvo haciendo una apología de la Tanqueray por mi buen gusto escogiendo ginebra. Redujo la cuestión a las dos grandes: Tanqueray y Bombay, con esa extraña pasión moderna que le ha dado al personal por la Saphire. A mi, beber cosas azules me da mal rollo. Será porque de crío tenía tebeos de los pitufos, no se. Fuera quedaban la Beefeater -mis respetos a la Reina Madre, que en Gloria esté y que era lo más salado de Buckingham. El orejas es majo y elegante, pero le falta ese espíritu de oso de peluche y Lord Mountbatten le llenaba la boca a uno, pero el pobre no tuvo tiempo de envejecernos bien por culpa de la basura que le mató- y la muy castiza Larios. Ni que hablar de la Arpón que un día cité por aquí y que el sin paro FutBlo - nuesto Orejas con mayúscula- resultó que conocía. Tmpoco el Gin Giró de Menorca, herencia de cuando los ingleses, que se toma en pomada y que es responsable de más de una insensata cogorza. Aquelkla vez los de la radio, en una jornada de extenuante calor, que vimos como el comercial pesado, claro, se agarraba una melopea de campeonato brindando que te brindarás en la pequeña villa en fiestas.





Los marineros, las jais, la zona, Català Roca.



El bodeguero me explicó lo de que la bebida de calidad, tomada con una cierta mesura no tiene mayor peligro que una cierta propensión al pachangueo y cierta dificultad para enherbrar el verbo. Aunque, ciertamente, hay a quien se le desboca la sin hueso, si se da un lingotazo de más. Casuística. Me cuenta una cierta pillería de juventud. En el portal del Teatro, no se si tú lo habrás conocido, me explica, donde el BArrio Chino de antes, a donde iban los marineros y las que iban con los marineros, había una taberna que abría de madrugada, cuando despuntaba el sol. Allí, sacaban una cjaa de madera y montaban un tenderete donde vendían aguardiente, licor y cazalla. Uno, cuando va un poco tocado, ya me entiendes, un día que se le va la mano, ojo, no normal, o sea, si, si, ya nos entendemos, le ayudo, pues eso, lo mejor, una copita, un traguito de orujo y a dormir, con una botella de agua cerca, por si pertoca -que es una catalanada que quiere decir "si es menester"- y oye, como nuevo, ni resaca ni nada. Cuando yo era joven, sigue, terminábamos yendo al portal aquel donde el de la caja, a tomar el orujo y listos, a dormir o a trabajar, porque trabajábamos todos los días. Los marineros, las jais -igual no dice jais, pero es que leo mucho a Umbral- a su aire, peor nosotros no éramos de esos, ya me entiendes. Si, si, le entiendo. Bueno, pues nada a disfrutarla. Y salgo con mi Tanqueray y un buen consejo antiguo, de foto hermosa y de vida de vaqueros casi contemporáneos.

Ya digo, fiel. Aunque el hijo del bodegero no sea lo mismo. Ya aprenderá.

lunes, 4 de febrero de 2008

Soy infiel

Ya está. Así de sencillo, dicho queda y luego que nadie me diga que no cojo el toro por los cuernos. Es que oye, quince días sin reponer, pues te buscas la vida. Porque vale, el bodeguero muy majo y tal, pero ¿qué es eso de que no le reponen las Tanquerays?


Que si en el almacén no hay, que si se les están terminando hasta las Beefeaters, que si a ver la semana que viene. Y claro, la primera semana pues aún, resisto. Que tan blando no soy como para pasarme a la Bombay y que por unos días aguanto. Y el sábado voy. Oye, que no que siguen sin reponer.


Y claro, el bodeguero bailando va, y en la bodega se baila así,al ritmo alegre del chachachá, entre frijoles, papayas y al ritmo alegre, yo me quedo sin Tanqueray. No, no, no, muy malamente. Porque vale, si, apoyamos al pequeño comercio, al tendero de toda la vida frente a la presión de los chinosesos que no duermen y todo lo demás, pero es que ya estoy dos semanas a verlas venir, sin el agua de fuego del hombre blanco. Y eso tampoco.


Si el bodeguero me trae un pedazo de botella como esa, es que le compro ya para los restos. Y a la rubia borracha ya la facturaré para que se vaya a Soria o a Salamanca a estudiar la sangría y a los poetas muertos, que a las sueconas y las auténticas WASP eso les mola mogollón

Total, que me acerco al súper del Corte Inglés y la veo allí, a mano derecha como si dijéramos, nada más entrar. En dos minuticos, asunto resuelto y salgo con el frasco debajo del brazo, oye.


A lo que se ve, mi fidelidad resiste quince días. Pero es que una Tanqueray bien vale darle esquinazo al bodeguero. De todas formas, como me duran poco, a la vuelta de unos días, vuelvo a donde el bodeguero, disimulo un poco y le vuelvo a comprar a él. Como es hobre experimentado, sabrá comprender mi pequeña infidelidad.

Y tan amigos.

PD: Escribiendo esto, me acuerdo e Iñaki, de San Sebastián, de Fernando y del gran, enorme, extraordinario Nat King Cole, cómo no.

domingo, 3 de febrero de 2008

En sus marcas

Bueno, va, resumen rápido que es tarde y tampoco tengo muchas ganas.

Esta semana ha habido un poco de todo, como todas las semanas, aproximadamente. Uno mira al instante y todo parece extraordinario, pero a la que se ven las cosas con perspectiva, pues no se, acontecimimientos, pocos. La caía del imperio Romano y el descubrimiento de América. Poco más.


Desde el últomo resumen hasta hoy han caído dos marcas en el record-datorio de esta güep. El número de comentarios y el de votos en la encuesta. Ha habido una innovación que ha sido el colocar dos comentarios en la misma jornada, por necesidad de ampliar el tema. A mi me hacía gracia batir el número de comentarios, porque eso significa que hay vida más allá de las teclas y que es vida parlanchina. El intercambio de comentarios -sostengo que debate no puede ser-, no fue el más agradable del mundo, la verdad. Lo positivo es que se sostuvo en unos niveles de corrección muy estimables, y con una dosis de fuerza y apasionamiento muy interesante. Sostengo que no es debate porque no se trataba de defender posiciones opinables sobre un tema opinable. O sea, que si Raúl a la selección o no. Tambíen se ha dado pie a nuevos debates a partir de ese comentario y como lo prometido es deuda, un día pongo una cosa sobre el diálogo y su sentido a ver.

Sigue lo del bar, para solaz y deleite de Marta y de algunos más (espero). Coloco un rollo de cuidado sobre mi paseo matutino en bici y FutBlo apunta una cosa que siempre me ha parecido curiosa: por qué unas entradas generan más comentarios que otras. A propósito de eso, le debo a Altea una entrada en blanco, a ver qué pasa. Ya os he desvelado la idea, pero igual la pruebo un día.

Bueno, os deseo una feliz semana a todos y que compartáis la alegria por todas partes.

sábado, 2 de febrero de 2008

Los tenía

A ver hoy, porque esta semana ya he robado un cuadro de refilón y tampoco es cosa de arriesgarse tontamente. Mientras le doy al piano estoy comprobando si, Tedi, en su día me bajé unos discos de Boris Vian.


Ayer, en plan "no se qué bajarme" pinché una cosa que ponía que eran tres discos de Vian. Además me puse a bajar la versión original de la peli que filmaron inspirada en la primera, Escupiré sobre vuestras tumbas, de sus tres novelas escritas bajo el seudónimo de Vernon Sullivan. En realidad no fue exactamente así.
Se inventó a ese autor estadounidense para escribir tres novelitas de serie negra llena de personajes un poco fuera de la sociedad y sobre unas historias bastante sórdidas y hasta cierto punto estrafalarias, bastante en la línea de sus obras más surreales, como La espuma de los días o El arrancacorazones, por decir dos. Él se presentó como simple traductor para evitar problemas legales por si se consideraban obras para mayores de 18. Imagínate, con lo que corre ahora por ahí. En fin.


La leyenda cuenta que la peli es tan mala que, al salir del preestreno, al pobre Vian le dio un jamacuco y se fue, de inmediato -pasión musical, sin duda- a tocar el arpa sin mayores trámites. RIP. En realidad, Vian padecía una malformación o defectillo o algo muy malo en el corazón y le pasó lo que suele pasar en estos casos: que o te lo arreglan o palmas a los cuarenta y pico. Pérfida casualidad lo de la peli. Pero, dado el personaje que era, le hubiese pasado donde fuese, seguro que habría para construir una leyenda.


Un segundo que miro.


Vale.


Pues si, ya me lo había bajado. Qué memoria la mía. Bueno, mira, con la cosa ha salido lo de hoy. Pues bien.

viernes, 1 de febrero de 2008

Era agua

Pues era agua. Lo que me había parecido primero lluvia y luego rastro de que habían regado la calle, al final resultó que era el resultado de algún chaparroncillo ligerito. Porque son así, dicen que van a tener que restringir el agua de consumo y siguen regando con agua potable todos los viernes de madrugada, para espantar a los borrachuzos que dormitan en los parques, me malicio. Cosas.


Arranco. Al bajar el escalón, no he visto al mendigo que hace un tiempo aparece en distintos puntos de la acera. Un día hablaba con él una patrulla de la policía local. Está alcoholizado y su mente carbura mal. Pero las cosas son así, si no quieren ayuda no se les da. Aunque estén completamente dementes. Luego pienso yo mal y la liamos. A ver si no. Pues eso, no le he visto y porque no arranco como una moto que si no, me lo llevo por delante.





El señor que vive en la escalera B y que trae a casa con dificultad a sus padres los domingos, porque son muy abuelitos y les cuesta mucho andar, ha abierto el bar. Le veo, bien peinado, serio, responsable, detrás de la barra, todo vacío. Se llama Bar Manolo, o Pepe, o Gutiérrez, no se, algo así como castizo, digamos. A ver cuánto aguanta con ese letrero. A ver cuanto aguanta, en general.



Noto en la cara una finísima lluvia y siento más el fresquito. Es tremendamente agradable ir así en la bici, a oscuras, un pelín de frío, poco tráfico por donde los coches, un dulce calabobos. Al calabobos le llaman txirimiri, que es ruidosín, cariñoso y periférico, pero en el fondo no significa nada. Tú dices calabobos y le has endosado una tesis doctoral en el entrecejo al bobo que ha terminado calado. Tu dices txirimiri y lo menos quedas como un cursi. Me parece.



A la altura de un edificio que hacen, veo, como alma que lleva el diablo, correr a una iza, rabiza o colipoterra negra de color negro afroamericano del Senegal o alrededores, que suele estar con otra de la profesión y que salta sobre los coches del semáforo ofreciéndose a gritos para una suerte de variadas marranadas. Por un momento he pensado que le perseguía alguien, pero me parece que iba al encuentro del vigilante de la obra esa del edificio. Los amos de las esclavas se suelen esconder. Allí, delante de la sede de un partidito que medio mandaba mucho y que sigue purgando penas, pero con pan. Mucho pan. Vaya contrastes.


Llego a la callejuela que me gusta. Hay un tramo adoquinado y he de poner el dedo en el timbre porque si no, no para de hacer ¡clinclin!, lo que termina resultando algo molesto. El quiosco está ya abierto. Las panaderías también. Hay tres, cuatro panaderías en ese tramo. Antes las panaderías eran fascinantes. Los dulces, la crema, el crujir del pan, las panaderas. Las panaderas eran chicas hermosas, me parece, sabrosas, según. Sería porque olía bien en las panaderías. Ahora hacen pan hasta en las gasolineras, y los gasolineros de Repsol, unos tíos más bien grandones y con un mono feísimo, te sirven educadísimamente unas barras más bien crudas, no sea que se les vaya mano con los tiempos y estalle el almacén de las gasilonas. Desde que cualquiera en cualquier parte se pone a hacer pan -hasta yo mismo un día que me puse- las cosas no han sido lo mismo. Y el pan sabe peor. De las panaderas mejor ni hablamos.



Tiro a ritmillo, gracias al fresquito y el calabobos que ya está neguando, por donde me solía cruzas con Abebe Bikila.



Un poco más adelante veo a cuatro que van corriendo. Son cuatro vaqueros, veteranos de la cosa, que van ocupando el ancho de la calle y hablan sin perder el resuello. Según me acerco y veo que son más que veteranos. Entre todos, apostaría que rondan los doscientos cincuenta años. Es como lo de sumar las edades de los componentes de las bandas de rock sinfónico, que echas cuentas y te sale casi rock medieval. No en vano Ritchie Blackmore ronda ahora esos territorios. Y si me apuras, Jetrho Tull nunca salieron de allí. Aunque sinfónicos no se si eran. No me oyen y le doy suave al timbre. No aflojan mientras se avisan, bici, bici, y marcan hueco con la mano. Que tíos, parecen alemanes, echándose todos a la vez hacia la derecha para dejarme espacio por donde poder adelantarles. Al pasar, les digo gracias y levanto la mano. Me dicen adiós y siguen a ritmo. Cuando me tengo que parara en el semáforo de un poco más adelante, les veo rebasarme y girar a mano derecha para enfilar su recorrido por las calles peatonales.



Si hubiese cruzado un poco antes, en un regiro de calle que hago, nos hubiésemos llevado medio susto un conductor y yo al encontrarnos de frente súbitamente. Como he salido unos segundos más tarde del semáforo, nos esquivamos educadamente. Bien.



Hay un cruce un poco complicado, porque pasa algún ciclista fitipaldi, los camiones que recogen contenedores de las obras, los camiones de la basura del reciclaje, que son enormes, llevan una grúa, hacen mucho ruido y no sólo no dejan espacio, sino que, los muy chuletas, para mi que apuntan a dar al ciclista. Lo paso bien. Bien.



Me pilla otro semáforo. No es habitual que me tenga que parar dos veces en los semáforos. Muchas veces no toco el suelo desde el portal de casa al descansillo del trabajo. Tampoco voy a enumerar las infracciones que cometo, porque no se sabe dónde puede terminar todo esto, claro. Hoy, la chica de los rizos que me mira medio disimuladamente cuando paso, no estaba. Cuando paso y está, la chica de los rizos me mira disimuladamente. Hoy no.



Liquido el tramo final, aparco y eso. ¿Has venido en bici? me pregunta uno. Pues como siempre, un campeón, ya sabes. La lluvia, la gente le tiene miedo a la lluvia. Con cuidado de no resbalar ni de constiparse, es lo mejor, ya lo he comentado otras veces.



Mañana (por hoy) será diferente. Pero esa es otra historia.