jueves, 3 de abril de 2008

Miguelangel

Hoy estuve hablando con mi amigo, contaba Miguelangel a sus otros amigos ¿El del hogar? Si, ese.

Miguelangel buscaba un hueco una, dos veces por semana, según, para acercarse al hogar dle transeúnte, que era un ssitio donde daban sopa boba y donde dejaban dormir tres días seguidos a los transeúntes, a los que no tenían techo donde cobijarse, a los que no tebnían dónde caerse muertos. Miguelangel iba allí, servía comidas, fregaba platos, barría, limpiaba y, a veces, si le daban conversacion, hablaba. Como iguelangel era un hombre d emundo, tenía conversación y gustaba de recolectar experiencias y vidas para su inexistente carrera literaria, los transeúntes buscaban al chico para hablarle de sus cosas. Y Manolo le contaba cómo una mala mujer le había arruinado a vida. Una mala mujer y una mala amistad con la botella de Fundador. Y una señora ala que se le había ido la chaveta y se pintaba las uñas con rotulador y que comía delicadamente las sopas de fideos. Y un chico que ya estaba sin drogas pero que no había recuperado la vida que le decía "déjame, déjame" pientras le impedía que se le llevase el plato, porque era demasiada humillación que ya no pudiese hacer ni eso, echar la monda de la pera, o de la naranja o de lo que fuese, al cubo de las basuras. Miguelangel escuchaba y respondía, serio y tímido, pero siempre claro y veraz, comobuenamente podía. Y luego se volvía a su casa con un nudo en el estómago. Y te lo encontrabas por la calle y decías oye, echamos un café. Y entonces te contaba.

Ellos, todos, creéis que soy yo el que va a ayudar allí un rato, el que va a hcer una buena obra. Y es justo al revés, decía Miguelangel. Son ellos.

Son ellos los que me ayudan a mi, me hablan, me hacen ayudarles, consiguen que haga cosas buenas, me quieren hablar y me cuentan sus cosas. Y yo, poco puedo hacer, escucharles y decirles que bueno, vale. Pero era más, porque él decía mucho más que eso: estaba allí, volvía, preguntaba por los ausentes, les explicaba lo que había hecho, las cosas. Y le querían, claro.



Miguelangel preguntó por el chico alto aquel. Le salió un trabajo y empezaba ayer. No anteayer, repuso la mujer del rotulador, que parecía ausente pero que estaba a la que saltaba. El de Fundador le dijo ese chico es majo, pero ha de ir con cuidado, que no le pase comoa mi, que se me crruzó una mala mujer y me arruinó la vida... y se quedó callado porque allí no había nada a lo que darle un trago y, como otras veces, unas pocas, se dio cuenta de lo suyo. Ayer se pasó por aquí hecho todo un caballero, porque en la parroquia le habían dado unas ropas. Dijo que igual mañana vendría. No, pasado, que hay lentejas. Pues eso. ¿Y estaba contento? preguntó Miguelangel. Bueno, como todos.


Esa noche, después de terminar unos planos y unos presupuestos que tenía medio atascados, depués de haberse leido el Marca y después de haber hablado con un primo suyo que tenía algo en la vesícula o así, mucho no se había enterado, volvía Miguelangel cansado a su casa. Iba pensando en las cganas con las que pillaría la cama, ya casi saboreando las horas de sueño que le esperaban. Absoro en ese pensamiento ni oyó la puerta abrirse ni vio al joven que salía del Vienés.

6 comentarios:

Anónimo dijo...

Bien este chico. Los demás le ayudaban a él... otra manera de enfocarlo.

Lidia

Néstor dijo...

Dedicar tiempo a los demás es la mejor inversión, sin duda.
Yo -creo que ya lo he contado en alguna ocasión- echo una mano a servir cenas en un asilo de ancianos, los domingos por la tarde; y puedo confirmar que no es una heroicidad: es más lo que ellos hacen por mi, que lo que yo pueda hacer por ellos.
Dale un abrazo a Miguel Ángel, de mi parte.

Anónimo dijo...

Jo, pianista ..... ¡ pero quien era el joven que salía del vienés y que le paso a Miguel Ángel por no oirle?

Dulcinea dijo...

Otro héroe anónimo, ese Miguelangel. De esos hacen mucha falta. La madre superiora del colegio donde yo estudié, cuando se jubiló dedicaba su tiempo a estar con los sin techo de las de Calcuta; les daba de comer. Lo hizo hasta muy poco antes de fallecer. Almas grandes, grandes personas.
Néstor, un beso por los domingos que regalas a los demás.

Nodisparenalpianista dijo...

Bien dicho, AnónimoLidia. Es es el buen enfoque, me parece a mi.

Néstor, pues mira que soy fiel seguidor tuyo desde el princuipio y no me acuerdo de haberte leçído esa historia. Me parece muy interesante y muy generoso por tu parte. Transmitiré tu abrazo a mi personaje.

Hola AnónimoDesconocido. No soy muy amante de los Objetos Escribientes No Identificados, pero en aras de la comprensibilidad y para que no me sacudan con lo de publicar o no publicar te comento: pincha lo de abajo y podrás ver todos los capítulos de esta historia sin rumbo. A poco que leas, descubrirás quién es. Pero eso, popr otra parte, casi es lo de menos.

Bueno, es importante sdacarles del anonimato, Dulci, y hacerles noticia, portada del día, en lugar de prestar atención al chisgarabís que llama a ocho palabras de saludo cumbre bilateral o a los golfos del balompié, por decir dos casos flagrantes. Un hurra por los héroes como Néstor, como la Superiora de tu cole y por Miguelangel. Y si descubrimos más, hablaremos muy bien de ellos, faltaría más.

Anónimo dijo...

Rozando el posteeeee, Pianista, pero llego a decir algo, que es mi capítulo semanal ¡je! Y además, estoy como Miguelángel, sólo pensando en irme a dormir. Y todo lo que me queda por hacer, madre míaaaa...
La historia es PRE-CIO-SA. Y lo que dicen Néstor y Dulci... pues que así es, la pura verdad.