lunes, 12 de mayo de 2008

El futbolero que nunca fui


Futbolero nunca he sido, claro. A ver, que estando donde estamos, es complicado no haber pateado algún que otro balón, pero con más que entusiasmo que sentido, más por lo circunstancial que por convicción o sea, echando el rato en lugar de viviéndolo apasionadamente. Supongo que, aún sin saberlo, me atrajo la elegancia y un poco la pereza del portero, allá al fondo, viendo los acontecimientos de lejos, pasando bastante y luego, resignándose ante la derrota. Hermosa la estética del perdedor, lo único bueno de la derrota. Ganar es de horteras.

A mi me gustaba ver saltar a los porteros, pero de ahí a hacerlo yo, un trecho. Eso de arrastrarse como una lombriz no era para mi, con lo cual, por alto iba bien y hasta donde me llegaban las piernas también, pero tirarme al suelo, eso si que no. Y mi trayectoria se fue truncando salto a salto que no daba. Pero mantuve mi egregia dignidad. Eso ante todo.

A ver sino tengo razón: un señor de negro, con gorra, como un campeón d ela elegancia, aunque sea enseñando los muslos, pero sin tirarse por el barro como si tuviese vocación de lombriz o de croqueta. La elegancia del arquero que permanece perpendicular al suelo.

Claro, ante ese sentido tan, digamos, estético del fútbol, fui sobrepasado por algunos desaprensivos que no tenían ningún problema para ir dando brincos de punta a punta del área. Y, dada mi poca pasión por la idea, me tuve que reciclar en lo más descansado que quedaba en aquél extraño juego. Me reconvertí en defensa leñero, central, para correr podo y fácilmente regateable, esa es la verdad, las pocas veces que iba al trote a enfrentarme contra los atacantes. Pero eso fue después.

En los partidos del cole, me quedaba con mi amigo Paco bajo los palos. Paco era de esos que he comentado, un loco que se tiraba al suelo y todo. Con los años, siguió jugando y rompiéndose los dedos cada dos por tres por balonazod mal chutados, pero bien parados. Bueno, pues nos quedábamos en uan de las porterías, superpobladas, en el patio, que los Jesuístas nos animaban a compartirlo todo y salir entero del pario era un modo de instrucción como cualquier otro. Allí se podían jugar simultáneamente seis partidos o más, con sus seis porteros, seis pandas de atacantes y de defensores, seis balones que se cruzaban entre ellos, que a veces hasta chocaban y que causaban cada día alguna baja entre los despistados jugadores que renunciaban a la visión periférica para fijarse en su pelota. Enonces, como surgido de la nada, un balón de cuero gastado, hinchado a punto de reventar les impactaba, con suerte en la mejilla, con mala suerte, en plena cara. Caían como fulminados. Oye, y cada día uno. Tipo diez negritos. Una vez, en el baloncesto, que pasaba parecido, a una amiga de lieron tal castañazo que se fue al suelo y del coscorrón, conmoción cerebral. Todo se arregló, porque andar entre Jesuítas curte y sirve para los combates del cuerpo y del alma. Pero el chichón no se lo quita nadie, pobre.
Paco y yo charlábamos, esquivábamos goles ajenos, hasta a veces disimulábamos para paráselos accidentalmente a metas amigos y solíamos detener los nuestros. Era jugar con portero y medio, ya digo. Pero aburrido, un rato. Hasta que un día me dio por innovar.

Supongo que sería a la salida de un córner, que pide mucho el jugar por alto. Paco, me aburro, le dije, Esto es un rollo, no tiene emoción. Te voy a hacer penalti, ¿vale? ¿Qué cómo?, un momento, un momento... Y zas, despejo de puños de modo impecable. Los malo que gritan penalti, penalti y Paco que chilla, no, no, el portero es él, es él, Nodisparenalpianista eres un... y no sigo que puede haber niños. Yo, en una esquina, partido de la risa, los de mi equipo que si estaba loco, los malos diciendo, pues es majo este chaval.

Claro, me lo perdonó, porque es un buen tipo, pero de vez en cuando se lo iba haciendo, y pasaba lo mismo, despeje excepcional, el portero es él, Nodisparen eres un... penalti y gol. Y nos echábamos unas risas.
Con el tiempo nos hartamos del fútbol, lo normal, y nos pasamos al baloncesto. Y aún nos reímos más, porque formamos dos equipos que siempre jugábamos igual: los serios contra los del pachangueo, que, además de reirnos más, terminábamos ganándoles. Estaba mi tiro de piedra, el tiro de espaldas de Pedro, Puny atacando a carcajadas -qu-e tío, a veces se paraba, dejaba el balón solo y se doblaba de la risa, Paco diciendo "estáis locos" mientras hacía el loco y Risitas, que era el mejor de los buenos, mosqueándose porque les vacilábamos y les ganábamos. Un día se liaron a tortas él y Pedro. Cosas entre amigos. Pero esa será otra historia.

15 comentarios:

Dulcinea dijo...

ja, ja, ja, ... qué bueno, lo del patio de tu cole.

Después de llorar de risa, te cito.

"es complicado no haber pateado algún que otro balón, pero con más que entusiasmo que sentido, más por lo circunstancial que por convicción o sea, echando el rato en lugar de viviéndolo apasionadamente."

Parece la declaración al final de un partido de algún jugador crac de esos que ganan millones.

Nodisparenalpianista dijo...

Si, es lo que yo digo, Dulci: sólo me falta ser multimillonario para pasar por uno de esos gladiadores del furbo.

Altea dijo...

El fútbol y Pianista: un amor imposible. Parece que lo tuyo con el futbol fue como lo mío con la goma esa que se retorcía en los tobillos al son de alguna cancioncilla hortera. Que de vez en cuando había que hacerlo y tal. Fue como una plaga.
Y yo mirando cómo mis compañeros jugaban al fútbol.
Aing.

Paco Becerro dijo...

En mi cole también (supongo que en muchos) se jugaban esos partidos simultáneos...

Y yo, por supuesto, tampoco soy muy futbolero, soy más futblo-guero.

Abrazos felices (por un año el atleti sale de España...)

jajjaja.

Nodisparenalpianista dijo...

Jaja, Altea, ¿mirando a los futboleros con ganas de entrar a jugar? En mi patio también jugaban algunas nenas, pero la mayoría, como eran basnte más espabiladas nos dejaban allí haciendo el tonto.

Pensé en hacer un juego de palabras en el título con eso FutBlo. Al menos si echáis al entrenador, podrá volver a Osasuna. AUnque entonces qé hacemos con el bueno de Ziganda. Si es que el furbo es un no vivir. Mucho mejor el mus, dónde va a parar.

Anónimo dijo...

Jajaja, muy bueno; me has hecho reír.

En mi cole había también varios partidos de futbol a la vez pero con pelotas de papel de plata. Decían los profesores que las de goma nos podían hacer daño y no sabían que las de plata eran peor.

Lo de cambiarte al básket fue, sin duda, una buena opción. ¿Para cuándo una pachanga de los blogeros?

Lidia

Anónimo dijo...

Pianista, ¡qué ataque de risaaaa, jaja!
Pues a mí me pirran el fútbol y el basket. Y en los partidos, me transformo. Ya dice mi abuela que es poco de "señorita" pero... me vuelvo loca.

Nodisparenalpianista dijo...

Uy, AnónimoLidioa, una vez estuve a punto de dejar tuerto al Natillas de un bolazo de papel de plata. Y si no llega a ser por mi famosa agilidad felina, otra vez él me habría abierto la frente de un castñazo de borrador (de los mazacotones de madera) que terminó por atravesar la puerta de cristal de un armarito de materiales. Oye, está hecla lo d ela pachanga, pero te aviso: 1. cuento con buenos aliados 2. soy peor aún jugando al baloncesto: tiro de pena y los de mi equipo se tronchan de la risa. Eso si, el rival queda tan desconcertado que es incapaz de botarla tres veces seguidas.

Marta, tu abuela si que sabe y no tú, que eres una desaprensiva tirnado un poco a zumbada. Así no haremos de ti una princesita. Aunque, la verdad, viwendo como está la monarquía, pues casi mejor que no... Venga en que equipo te apuntas, ¿en el de AnónimoLidia o en el mío?

Atiza dijo...
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
Nodisparenalpianista dijo...

Uy, Altea, te mando la foto del carné para cuando montes tu güep. ¿O nos tendremos que eperar a que tu Atleti vuelva a volver a la copa de Europa??? Aúpa el vasco Aguirre!!!

Anónimo dijo...

MArta yo también enloquezco jugando a básquet. Es la vía de canalización de mi estrés.

Lidia

Néstor dijo...

Me has hecho troncharme de risa con los partidos simultaneos en un mismo patio. Y los seis balones y los balonazos y el espíritu de supervivencia que te hacía salir ileso del patio...
Ahora, eso de forzar penalties no se lo perdono ni a mi hermano. Que el fútbol es una cosa muy seria, sí señor.

Nodisparenalpianista dijo...

Tú es que también estás como uan regadera, AnónimoLidia. Oye, ¿no te darían un balonazo en la cabeza también? ;-) Por cierto, cómo va la organización de la pachanga??

Oye, Néstor, que parecía el Viernam aquello. En mi cole siempre había un par o tres de tiós por curso con alguna cosa tora, brazos, piernas, narices, un poco de todo. Entre los patios Viretnam y los jamaos del balonmano y del hockey, es raro que no hubiese tres muertos por semana. Y mira lo guapetón que nos quedó el sos del Urdangarín, oye.

Anónimo dijo...

¡Me apunto a la pachanga! ( de basket, por supuesto)

Manuel de la Rosa -tuccitano- dijo...

Vaya tela con el pibe...tu lo de disparador lo llevabas en la sangre... lo tuyo era que te "jalearan2 , auqnue fuese marcando en propia puerta...Bueno...antes si que se jugaba...ahora...ja...en mi cole los/las ves tirados por tierra...en el recreo....en fin ...na. Saludos