jueves, 23 de octubre de 2008

El revisor

Esto fue en Praga, donde estaba pasando unos días de vacaciones. Allí salió mi parte más incívica y hasta delictiva, o casi. La tentación era grande, porque a la paupérrima juventud se añadía la facilidad para el cuele en el transporte público. A mi no me importa pagar abusivas entradas en los museos –y más pagaría si eso sirviese para evitar a los gritones consumidores de letreritos, que es una cosa muy curiosa que me reservo para otro día y así voy haciendo acopio de temas-, ni desorbitados precios por catálogos bien editados, ni fortunas por una ensalada allende los Pirineos, pero el metro, pues no.

Pues en esa estaba, que iba de aquí para allá, hacia en puente o un sitio de esos, cuando veo, apostados al final de la escalera mecánica a dos con pinta de sicarios de alguna red de trata de blancas pidiendo cosas al personal. Pero no a cualquier personal. Sólo a los guiris. Imposible eludirlos, así que abrí la guía, lo único que tenía a mano para distraer la vista, y traté de rebasarles haciéndome pasar desapercibido. Pero aquel par de percebes me percibió. Tal vez el percebe era yo, claro.

Pachungu Ninotchka billetovski, me dice el tío. Yo, non capisco niente. Y trato de seguir. El tipo que se me pone delante y me dice que nanay. Yo, cara de ángel, ¿mande? Y el tío aquel que no cuela, que el billete, pringadillo, pero en checo, que suena fatal, os figuráis. Sacoel billete que llevo y con cara de digno a la par que educado se lo tiendo al madero camuflado. Vale chato, pero esto no está validado. Claro, tarugo, esa es mi escapatoria cutre: que no me he aclarado con la máquina y que pensaba que era así. Vale, pero no cuela. El tío va y me acompaña a la maquinorra que tiene las instrucciones en checo, alemán y ruso, con lo que mi débil excusa tenía base, pero tampoco. Hala, majete, a pasar por taquilla. Y le casco al tío las tropecientas coronas. Ni me da un papel ni me da nada, con lo que me temo que el tío se lo guarda en el talego y así se va sacando un sobresueldo para pagarse el Skoda, que también tiene un precio. Por el camino, mientras intentaba escaquearme de la cosa, vi como un tío grandón acompañado de una churri espectacular intentaba salir por piernas del acoso del par de sicarios, probablemente por pensar que fuesen del clan rival, los Montescos, o como se llamen en checo. El muy canalla había dejado atrás a la macizorra y trataba de zafarse de los dos choripolis. Luego, después de medio retenerle, le dejaron ir porque sólo querían billetes, nada de cacheos o cosas así. Aquello parecía muy turbio, pero ya se sabe, los fans de la novela negra somos así.

Unos días después, hablando con Marie, una pelirroja estadounidense que había conocido el día antes, me cuenta que ella nunca paga en transporte público y que si le piden billete directamente saca la cartera y paga, porque tiene tabulado que, aunque de vez en cuando la trinquen, sale mucho más barato pagar la multa que los abonos. A veces los revisores, por llamarles así, se enfadan cuando directamente pago, sin protestar ni poner cara de póquer, sin intento de escaqueo, por las bravas, toma las coronas y déjame que llevo prisa. Claro que, siendo pelirroja estadounidense, no sería lo mismo, tampoco.

Cuestión que, matemática recreativa, me salió, pese ala multa, mucho más barato darme al cuele que haber pagado todos los viajes de transporte público. Vale, si, es cierto, no hay que hacerlo, pero oye, es una manera de luchar contra los monopolios estatalistas. Y si cuela cuela.

8 comentarios:

Néstor dijo...

Vaya... Así que lo de tu carrera delictiva viene de lejos... De cualquier manera, he de reconocer que ha valido la pena que te colaras, solo por disfrutar ahora del relato.

Anónimo dijo...

Estaba yo pensando lo mismo que el TopLetrado.
Mira, serás un poco "chori", la verdad. Pero si no... a ver cómo íbamos a disfrutar de capítulos como éste, que parecen cortometrajes, con toda la tensión, hasta ver si al final le pegan al "prota" o se salva porque es el güeno... ¡juas juas!
Y toma, da gusto empezar así la mañana.

Myriam dijo...

No, el pianita no es un chorizo, es amigo de lo ajeno.., muy bien contado pianista, me llevo el premio de todas maneras ¿no?

Nodisparenalpianista dijo...

Bueno, Néstor, en realidad es una cosa de justicia, pero vale, no cuela, he pillado la idea. Menos mal que le sacamos algo de provecho, si.

Bueno, Marta, todo por el arte, hasta el crimen...

Myriam, te regalo mi agilidad con las teclas. Pianita suena muy bonito.

Es un placer que os guste, de verdad.

Manuel de la Rosa -tuccitano- dijo...

juas¡¡¡ eso te pasapor ir devacancesa sitios raros...si te hubieses venido a mi chiringo...la arenade la tortilla es gratis y las hormigasdel queso también...y macizorras que te voy a contar...mientras no venga mi suegra....saludos

Dulcinea dijo...

Ya lo pillo. Digamos que en Praga hiciste las prácticas y luego en el Mercadona el postgrado ¿no?

Claaaaro y mis Meninas serán el doctorado.

Myriam dijo...

Ja ja, gracias pero como se junte tu agilidad con la mía, vamos de ala.

Desde este momento te nombro Pinista.

Nodisparenalpianista dijo...

Juajua, ManuelTucci, si me garantizas que en tu garito hay pelirrojas estadounidenses, amigas de la pelirroja estadounidense, checas en general, cervezas checas y ni un guardia, te tomo la palabra. Suegra si, tuburones ni en pintura!!!!

Llámalo Erasmus, Dulci. Lo patrocinaba una oenegé: Mangutas Mundi, o sea, Chorizos sin Fronteras (especialidad salto de vallas).

Myriam, vigila el arroz y déjate de rebautizarme!!!