lunes, 10 de agosto de 2009

Crónica del tenderete (I)


El Mercado de San Antonio ha sido el punto habitual de reunión de los filatélicos y coleccionistas de cromos y cosas así. También numismáticos, pero esos trabajaban la zona de la Plaza Real, un espacio tradicional de variopintas actividades, alguna de ellas incluso legal. En San Antonio la cosa tenía un tono más lúdico, por así decirlo, lo d elos libros, los tebeos, los críos cambiando cromos de Churruca y Pirri, Migueli y Arteche. Qué legión los defensas antiguos. Los coleccionismos se diversificaron y uno se encuentra tipos de lo más raro: los
que coleccionana postales antiguas, unos que pagan el oro y el moro por calendarios de esos de canroncillo, de los de guardar en la cartera, con fotos de perros y así. Luego los que tocan, con perdón el calendario ese chiquito de moza en cueros, como si dijéramos, el del medallero de la guerra, los de las letras y cédulas de empresas antiguas, las Minas del Rif y así, las montañas de revistas cochinas de los setenta, el 34, he encontrado el 34, y los "Dirigido" con olor de humedad y reportajes de Stanley Kubrick que tanto se cotizan.


Paseando se me ocurrió fijarme en si seguían allí los libros dinosaurio, que por mucho que uno despierte, es que no desaparecen jamás. Un clasificación apresurada.

1. Odessa.
Si es que lo tiene todo. Es una novela larga, entretenida, con nazis y conspiraciones. Resiste el paso del tiempo como si fuese de hierro. Se merece su propia cruz de hierro.
2. Cualquiera de ovnis de Erik von Daniken.
Claro, es fácil, tiene tantos que akguno ha de resistir. LA cosa es que cuando se encuentra uno, si se levanta, prácticamente siempre hay otros dos debajo. Y se suele reproducir por resporas. Esto es, uno los hojea y brotan nuevos Danikenitos a su alrededor. Cosa de ovnis, está claro.

3. Yo Claudio. Robert Graves
El mérito del césar cojo es que es un volumen doble, lo que duplica la dificultadpara encontrarlo completo. Para mi que hay más ejemplares del primer volumen, porque el personal se debe de creer que el otro tocho, el de Mesalina, es como la segunda parte aquella chunga de Lo que el viento se llevó, que nadie se lo cree y nadie compra. Cuando de todos es sabido que Mesalina estaba mucho más sabrosa que el buen Claudio.

4. Siddharta y El lobo estepario. Herman Hesse
Mira que lo he visto veces y sigo sin saber cómo se escribe. Siddharta, digo, que lobo es así, como el de Caperucita. Cuando los veo me imagino entre estudiantes melenudos de los setenta, con Juan Salvador Gaviota, un Capital de tapadillo, Siddharte y El Principito. Y me entra un cansancio que no hay vitamina que me espabile.

5. La colección esa de clásicos de portadas de cartón malo y papel peor.
Uno encuentra ahí desde Nietzsche a Dante, Defoe o Descartes. Mucho d ela D, como se ve., También clásicos grecolatinos, que fiomentan mucho las dudas. Seguro que también os ha pasado en alguna ocasión. Homero, Ovidio. Ovidio o deubedé. Y hala, pues el que esté de oferta, si total, con lo malucha que es la edición, a ver quién es el guapo que la abre y mantiene todas las hojas juntas.

Hay más, La Busca, de Baroja, Mafaldas de todos los tamaños y colores despintados, mucho Woody Allen arrugado -ya tiene una edad, claro- cosas sueltas de Gómez de la Serna -aunque imposible seguirle la pista a su Rastro- y tres de Shakespeare, Hamlet, Macbeth y las alegres comadres y el Sueño de una noche de verano. Una vez vi un Coriolano, que me parece que es el que me compré. U otro, ya no se. De Umbral Las Ninfas, pero pocas, que es que el que es snob lo es hasta para ir de segunda mano, Gironella, pobre, tan denostado, por un tubo y algún botarate moderno tipo la melocotona helada, el nocilla plasta o el kronopio que estuvo en el concerto aquel de Nirvana, pedazo currículum tiene el mañoso.

Total, que uno echa la mañana, se gasta el parné en libros viejos y se lo pasa fenomenal viendo a la tropa por allí, los troncos y las jais, los niños de los cromos y el poquemon, los abuelos de las monedas de la Repúblcia y tres jipipunquis que venden libros arrugados y robados, vaya usted a saber en qué orden, que igual de esos le doy a la tecla otro día. Y así.

4 comentarios:

Le poinçonneur dijo...

Una de las imágenes más tétricas de mi vida fue la de un viejo mohoso, allá a principios de los 90, que, en el Mercat de Sant Antoni, al verme acompañado de otro amigo -ambos quinceañeros y, según se conoce, pajilleros en potencia-. Se abrió la gabardina y nos ofreció un par de Playboys a precio de saldo.

"Cent peles", dijo, con una voz que aún me retumba en el cerebelo.

Atiza dijo...

Qué bueno recordar el Cropan, pianista!

Nodisparenalpianista dijo...

Joer, Lepoin, hasta a mi me ha dado miedo en la distancia, oye.

Ay, Atiza, cuando lo vi estuve a punto de irme al asalto de lo de lo de los bollos del super. Otro dia nos dedicamos a las Panteras Rosas.

Dulcinea dijo...

Ahí es dónde tú querías llegar, Pianista. A la sección de panteras.
je, je, je, je, je