miércoles, 16 de septiembre de 2009

Jan y la galleta

Esto pasaba en el autobús.
El pequeño Jan se sentó la mar de formalito. A su lado, su mamá y su hermanito, aún más pequeño, lo que tampoco es tan sencillo, porque Jan es un buen peque. Su mamá le pregunta por el cole.
Jan es rubio, lleva unas zapatillas deportiv
as de esas de cordones de mentirijillas, una camiseta de Espíderman y un paraguas de Espíderman. Seguramente llevará una mochila, pero no la veo. La debe de llevar su mamá entre el otro peque y las cestas y las cosas, no se.

Lloraba. ¿llorabas? Lloraba. Pero, ¿has estado todo el día llorando? Si, mama. A ver la lengua, interrumpe su madre. Saca la lengua como hacen los críos, o sea, con alegría, toda para afuera, y allí quedan restos, bastante sólidos, de un huevo quinder o de chocolate y coco, o algo así. Un asco. Angelito, per un asco.
Pero hombre, ¿aún no lo has terminado?, desde que te lo han dado ya tenías que habértelo acabado. Deja la boca un poco abierta y trata de tragar, salivando a tope, el pobre.
Hace que no. Bueno.


Oye, y entonces , ¿qué? ¿has estado todo el día llorando. Y el pobre Jan le contesta con una sobriedad a prueba de bomba, con una paz que ya hubiese querido cualquier flemático Lord después de ver cómo su brigada ligera caía pesadamente bajo el inmisisericorde fuego punjab o bosquimano, "si, todo el rato". Si es que sólo le faltaba un gintonic al pobre Jan.
Y su mamá que le explica con la ternura de las mamás que además acarrean con el otro bebé a cuestas, que no, que el cole es para pasárselo bien y para aprender, no para llorar. Pero al pequeño Jan, con sus Espidermanes y todo, para mi que no le van a convencer tan rápidamente.

Oye, ¿y qué has comido?
Nada.
¿Nada?
No, nada.
Digo de comer.
Si, nada. Una galleta.
¿Una galleta?
Si, una galleta.
Ya, si, bueno, eso, al salir, pero no, quiero decir, de comer, a mediodía antes del patio, de primero y de chicha, ya sabes, como en casa.
Nada. Una galleta.
Pero... a mi me parece que habrás comido algo más.
No. Una galleta.
Arroz. O verduritas. O espaguetis con tomate.
No. nada
¿Nada?
Bueno. Una galleta.

No me extraña que llorase, pobre Jan.

Su madre ha seguido intentando sacarle qué había comido, pero me he tenido que bajar antes de saber cómo terminaba el asunto. Probablemente acabaría en galleta, porque el pobre Jan, parecía un tipo duro de pelar, con esos pelitos tan rubios y su paraguas de Espéderman.

Espero que hoy le haya ido mejor que ayer. Pobre Jan.

8 comentarios:

Nodisparenalpianista dijo...

Joer, qué lapsus. Lo publiqué tardísimo, por eso lo de este ensordecedor silencio.
Pobre Jan.
Lo dejaré algún día más.

Dulcinea dijo...

¿Seguro que tu Jan no se llamaba Clint Eastwood?

De la galleta no te fies. A lo mejor llama galleta a todo que come. Una niña que quiero mucho, cuando era chiquitita llamaba pilipili a todo aquello que volaba, todo, desde un mosquito a un F-16.

Pablo Otero dijo...

Qué alegría ver un blog que no es rancio pero tampoco moderno en el peor sentido de la palabra.

No sé si me explico.

Un saludo!

Nodisparenalpianista dijo...

No, pobrete. Dulci, era un angelito tristoncete, pero lo levaba con esa dignidad que tienen los toreros cojos, que sólo les retira la desdicha, como si dijéramos. Un campeón, vaya. Y todo lo que vuel se admira de lejos, pero de cerca, al suelo por si acaso. Sabia tu amiguita.

Te explicas, Pablo, te explicas. Oye, viva la vecindad!!!!

Marta dijo...

Pobre, Jan.

"Una galleta. Sólo una galleta".

Las personas mayores no entienden nada.

"Sólo una galleta. Una".

Menos mal que tiene a "Espíderman".


Marta

Nodisparenalpianista dijo...

Ya, menos mal que a veces hay algún pianista marujo para hacer memoria de estas cosas, Marta...

Lidia12 dijo...

Me encanta el diálogo!!!!

Lidia

Nodisparenalpianista dijo...

Oye, AnónimoLidia, ¡palabra que fue así!!!!