viernes, 4 de diciembre de 2009

El pedal

Pues resulta que hace unos días, unas semanas, noto un ñec ñec en la bici. Uy. Vaya, parece que hoy no lo hace. dos días. Ñec ñec, otra vez. Y s eme aparece el fantasma de la avería irresoluble. Una vez, un listo de un taller de bicis me dijo que qué chula, si, pero que los recambios cuestan la tira de conseguir y que llantas, bielas y hasta una rueda con freno de contrapedal son relativamente fáciles de encontrar, pero que como se me rompiese el pedalier, íbamos apañados.
Uno dice pedalier y ya parece que haya hecho do
ce veces la Lieja Bastogne Lieja, o como se llame, cambiándole las gomas a Poulidor. El listo, digo, en plan agorero, que mejor me vaya haciendo a la idea y tal. Y me suelta que si me decido por tirarla y cambiarla por otra, que é le la aceptaría, porque anda coleccionando bicis antiguas y tal. Y el muy tacaño me dice que valor no tiene, porque en el cuadro hay unas marcas como de haberse dado un castañazo de cara considerable, así que como antigüedad no vale un duro. Pero por si acaso, que se la regale. Tócate las palometas.
Apesadumbrado por los negros presagios del listo, yo me veía con el pedalier a trozos en una mano y con el revólver en la otra, a punto de descerrajarle un perdigonazo en el manillar, como hacía John Wayne con el fiel caballo de la pata rota, que también se la podían entablillar. digo yo, y dejarle por el monte con su pasto y con sus yeguas, que una cojera bien puesta siempre ha resultado elegantísima y a los hechos me remito. Mira Byron, por decir.


Igual es cosa del lubricante, me engañaba yo, y le metía medio litro de tres en uno al pedalier, que tenía que ir de suave como las bielorrusas del patinaje artístico cuando se caen de culo, que se van de punta a punta sin despeinarse. Entre el fútbol y las bielorrusas dándose culetadas, pues en fin, o sea. Aquello parecía que dejaba de sonar, pero sonaba al cabo de un ratico. No podía ser cosa de aceites. Y yo viendo, como en los dibujos animados, al listo frotándose las manos y a John Wayne por allí, con el capote en la granja del hermano.
Pasan días. Unos suena, ñic ñic, otros no. Hasta que anteayer noto que clec, se me traba un pedal. La verdad es que estaban un poco viejales, pero tiraban, y esa es la cosa. Ojo, aparece un rayo de esperanza, igual el pedalier, extraordinariamente bien lubricado, está de fábula y lo que anda hecho unos zorros es el pedal. Para quien lo haya padecido, es extraordinariamente antipático que rueden los dientes, gire la biela y que el pedal quede fijo. Más aún si uno frena con los pedales, que es cosa que entendemos los del contrapedal. Para los que no hayan entendido ni media palabra de esto último, la idea es que es muy molesto. Y ya está.
Total, que en un semáforo me paro, miro y veo que se me están saliendo los cojinetes por todas partes. Eso también es molestísimo, ni falta que hace el decirlo.
Atención, moto 2, se confirma que se escachuflaron los pedales. Y eso le tranquiliza a uno por lo del pedalier, pero trae anexas otras dificultades. Una vez hube de cambiar los primero pedales y el listo de la tienda u otro de otra, que anda que no hay centellas en el asunto, me cambuó un pedal y me dijo que el otro no podía. ¿Cómo que no puedes? No, es que está muy duro. Ya, joer, ¿y ahora voy con uno si y otro no? Y el tío cutre me perdona la vida y me dice que no me cobra la hora de trabajo. La cosa es que acabé en el Yudego, que es un mecánico de coches que había enfrente de casa y que es como un Terminator pero en amigo. Dame, dame, le mete al pedal un lubricante anticorrosión industrial que un poco más y nos ahogamos, saca una especie de hélice con un agujero enmedio que es como una llave para sacar tuercas y hala, a girarla sacando bola, que ya digo, le arrea media torta a Mike Tyson y le pone las orejas al bies. Estaba un poco duro, pero ha salido. Joer.
Los Yudego, porque eran tres hermanos, dejaron su garito y andan ahora viviendo la vida por ahí, muy bien por ellos, pero fatal para mi negociado. Me veo tra vez en el listo blandengue. Pero antes consumir todas las posibilidades. Comentando estas cosillas con una ciclista del trabajo, me dice que ella hubo de cambiarse los pedales hace un tiempo, y que se apañó a su aire. A ver, es maja y tal, pero no daría el perfil de bricopija. Quiero decir, que si ella pudo, un auténtico bricomán no sólo puede hacerlo, sino que debería, al menos, colocar tres tubillones y con una sierra de calar darle el cambiazo al sobre de la cocina por el mismo precio. Y con la barba bien peinadita. Qué tíos.
Ayer me trae la llave del 15 y un puñado más. Cuando llego a casa me preparo un capuchino, a veces, pero no en este caso. Trato de probar a ver si cede el pedal, porque si es así, me compro la pareja y me los cambio. Pues si, si que cede. Y el otro también. Vale, ahora si que voy a por el capuchino.
En un rato de tarde nos escapamos Txispi y yo a Correos, que he de recoger unos libros y tal y de camino, en un taller de coches me dicen que ahí cerca hay uno de bicis, a ver si hay suerte y los encuentro. El figura que atiende al negocio está reparando algo, me dice que espere y se ore el rasrarsras de una cadena recién puesta y finísima de grasa. Me gusta ese sonido, como el de un cambio que salta bien. Ya ves tú qué tontería.
Es una gozada hablar con gente que entiende del oficio. ¿Es mountan bike?, me pregunta. No, de paseo, holandesa, vaya. Y me dice que mejor ese otro, que es más amplio y grueso. Hablamos un poco y le pregunto que si se me escacharra el pedalier tendía recambios y me dice que si, que algo podría apañar y del contrapedal también hay cosas pero caras. Ochenta euros o por ahí. Bueno, le digo, es que a mi me gusta más que el freno normal, es más cómodo, más seguro y para ciudad mucho mejor para esquivar gente. Y tanto, me contesta en su castellano un poco de Georgie Dann, lo cual pega mucho con ser coequipier de un gascón en la París Roubaix, pongamos por caso.
En el portal de casa le doy a las llaves y cambio los pedales en un pispás y tres manchas de grasa. Para probar, le doy la vuelta a la manzana con la excusa de ir a por pan. Fantástico. Georgie Dann tenía razón. El pedal es mucho más cómodo, porque pisas más ancho y aprovechas más la fuerza.
Y el pedalier rueda que da gusto.
Hala, hasta la próxima. Y para el agorero, morcilla.

PD: FestivaldeBelenes, que nadie falte

11 comentarios:

Juanluís dijo...

Jeje, no sé si son homologables los artistas de las bicis de Sevilla a los tuyos, pero es difícil dar con alguien que no ponga pegas cuando le llevas la bici: me ha sonado muy familiar [en especial lo de las bielas y el pedalier; lo del contrapedal no lo conozco].

Nodisparenalpianista dijo...

A fuerza de buscar, al final se encuentra, Juanluís, creo. El contrapedal es el sistema de frenos típico de las bicis holandesas (y alemanas, creo). Consiste en dar la vuelta "hacia atrás" con los pedales, lo que frena la rueda trasera por un sistema misteriosísimo que lleva. Ya te digo: magái, peor funciona. Oye, ¿ya te has pasado pro el FestivaldeBelenes? Seguro que te gusta!!!

Dulcinea dijo...

Pero qué entrada más divertida; que si ruedan los dientes, que si te dan problemas los cojinetes (ejem), que si John Wayne, que si Georgi Dan, que si las bielorusas, que si los clac, los ñec ñec, los ñic, los ras...

jua, jua, jua, jua,

Nodisparenalpianista dijo...

¿Juajua, Dulci? Como te toque a ti cambiarte los pedales vas a ver, maja!!!

Juanluís dijo...

Sí, sí, lo sigo, lo sigo. Muy buena idea.

Nodisparenalpianista dijo...

¡Pues dinos algo, Juanluís!!!! (Mayormente bonito, claro)

Txispi dijo...

A cualquier cosa se le llama "pedal".

Juan Manuel Macías dijo...

Qué mundo este de la bici. Yo le cogí mucho respeto desde que me metí una castaña considerable de pequeño, y desde entonces me puse a estudiar griego.
Pianista, cuando vi el título de la entrada ya creía que el pacharán cuervo había vuelto por sus fueros...

Atiza dijo...

Qué bueno pianista! A mí como a Dulci; lo de los cojinetes, no me gusta mucho; mi mecánico es un tipo encantador como lo era su padre. Porqué será que estos oficios pasan de padres a hijos?
Sí; deberíamos invitar tanto a Juanluis como a JMM. ¿Oye y porqué no invitamos a más?

Myriam dijo...

Esta entrada es muy larga y tiene muchas letras así que ya me la leeré en otro momento.

¿Alguien me la puede resumir?

¿El Pinista se ha quedado sin dientes?

¿Quien ha llamado al ratoncito Pérez?

Nodisparenalpianista dijo...

Eso, tú anima a estos, Txispi.

Ahora me explico que no haya ningún ciclistapoulos en el Tour, JMMacías. Auqnue quien no se haya dado una torta de pequeño en la bici...

Atiza, hija es el periodismo verité: se me salían los cojinetes. Tomo nota de sugerencias beleneras, si.

Juajua, Myram, peazo vaga. Anda, deja de echarte esas siestras de cutro horas que te pegas cada día y leeun poco, jolines.