martes, 26 de enero de 2010

De nuevo

Comenzar de nuevo el viaje.
Dice: ¿Y ya estábais preparados? y contesta: si, ya estábamos preparados.
El fotógrafo fotografía -claro- al patinador del patinete que pasa patinando -claro- junto a él. Ni le mira. No mira, sólo pasa cerca de los paseantes que, probablemente, quedarán difuminados en las estampas, las sombras de la luz.
Hay una bandera descolorida del Tíbet.
El paragüas, pañuelo de los ángeles tristes.
Dice: Y entonces preparábamos las tiendas. Y contesta: claro, así si que se puede.
Los de colorines son bonitos.
Buscaba, busco el Rastro de Ramón. Pero hoy tampoco llueve.
Dice: Mira, yo ya me he hartado de reclamar para que no me hagan ni caso Y contesta: si es que todos esos son iguales, si yo te contase.
Y no se si le contará o no.
De viajes.

martes, 19 de enero de 2010

De la calle, en la calle


Del sitio ya he puesto cosas otras veces. En una ocasión explicaba lo de los Cure, que siempre asociaré, a falta de Londres frío, gris, húmedo y hermoso a la zona de las tiendas de discos. Mapas de la memoria de cada uno, según.

Por allí deambulaba el que hoy es un pobre vagabundo, bastante más visible. A mi me recuerda con su cara de honda tristeza a Roger Hogdson, el de Supertramp. La ironía, que pasa serlo, ha de ser crudelísima. Es un hombre entristecido, pero su boca dibuja una especie de sonrisa. Ahora suelo verlo frente al ventanal de una franquicia de bocadillos. Pelo largo, sucio, raya en medio. Dreamer, parece que se podría poner a cantar en cualquier momento. El sueño y el despertar calamitoso de todos, legión, los que han dado con sus huesos en la calle.

Me suena su cara de verle una, mil veces, en las incursiones en busca de discos por la zona. De cuando desenterrábamos los piratas de los Floyd, grabados en casets, guárdame el Pompeya, que he de ahorrar, que es un pastón. Y a la vez siguiente, sigue guardándomelo que ya casi lo tengo, y así. Hasta conseguí el dificilísimo Wet dream de Rick Wright en vinilo, castigada carpeta y un poco maltrecho pero aún digno. Por todo eso, me lo dejó bastante rebajado. Seguro que ahora está en una página de esas que compras en Connecticut o Alabama o por ahí. Pero no es lo mismo, se entiende.

Por aquellas calles, por los bares, las panaderías, tenía visto yo a Roger Hogdson, lo mismo que al abuelo de la gorra y el bastón lleno de llaveros, a veces charlando con el dueño de Edison’s, que tiene pinta de ser un perla de mucho cuidado, pero que es amable en las ventas, lo que cuenta. Un día me fijé y me cuenta de que Hogdson había rebasado la línea. Ya no era un personaje de los de la calle, de los habituales, paseantes ociosos, mirones, un carajillo de prestado, hablar de fútbol o de Deep Purple, te doblo unos cartones y te presento a uno que viene de mi parte a vender unos vinilos, ahora era un hombre en la calle. Y cada vez que le veo, me da la sensación de que está un poco más deteriorado. Más sucio, más cansado, aún más triste y con esa mueca, casi sonrisa dibujada.

Me da miedo pensar que algún día le hagan algo malo los bestias que pueblan la noche –y el día- porque es un jipi vulnerable, una presa fácil para la basura, una gracia para los desgraciados, que de eso hay mucho aquí. Da asco. Cuando le veo, me da un poco de reparo mirarle, porque es el drama con sonrisa, el fracaso de la ilusión; es un poco lo que a veces nos debe de pasar a todos. Y me avergüenza pensar que todos –yo el primero- deberíamos de hacer algo más y que, cobardones y asquerosos, no lo hacemos. Hasta me daría vergüenza pedirle perdón. Porque estoy seguro de que me sonreíria, sonrisa jipilonga, y me perdonaría.

viernes, 15 de enero de 2010

Llanos y fontanas en Guadalcanal


Alejandro Llano es una montaña de inteligencia muy difícil de escalar pero sin lugar a dudas apasionante para todo aquél que gusta de poner en marcha la cosa de las neuronas. He tenido la suerte de no ser alumno suyo -porque me temo que me habría suspendido hasta la extenuación- pero si he disfrutado de la fortuna de escucharle en unas cuantas conferencias y sesiones interfacultativas que trasladaban el asunto filosófico al periodismo. Y aquello era tremendo. Aveces costaba seguirle, porque te apsaba de los Simpson, como conformadores de la neomodernidad a las Revoluciones Atlánticas y la ontología del ser en párrafo y medio. Y, claro, a veces, con tanto cambio de marcha, te ibas cuneta abajo.
Entre los filósofos estaba Llano, que due mi primer Rector en pamplona, lo que me llena de orgullo, haber formado parte de sus h
uestes universitarias. Tambien estaba Polo, Leonardo Polo, que era el más admirado de su especie. Tenía Polo la cabeza tan gorda, como decía mi querido amigo Pablo, porque llevaba todo el saber de la humanidad dentro. Leonardo Polo escribió una obra enciclopédica de diez, doce, yo qué se, muchos tomos, titulada El ser. Aquello era tan complejo que hubo de escribir otros dos tomos, Introducción al ser, para que alguien entendiese algo. No consta, por ahora. También estaba Daniel Innerarity, que si me dio clase, un tipo complejo y muy interesante. Se conocía su pasión sociopolítica que terminó por llevarle de candidato al Senado por Navarra en la candidatura del PNV. Del batacazo que se pegó no se si se recuperaría o qué, pero le suelo leer mucho -e interesantísimo- en El País. Recuerdo cómo vislumbró el auge de lo verde a raíz de los programas electorales de los partidos en las primeras legislativas de la Alemania recién reunificada. El cambio de lo rojo a verde, que nos sonaba a chino. Costaba seguirle, pero era estimulante. Sus libros, un tostón. De todos, me quedo, sin desdeñar a los ya mencionados, ojo, con Alfredo Cruz, que me dio clases en primero. Una evez, hablando con una amiga, le dije algo sobre mis clases de Pensamiento.

Antonio Fontán fue honrado, en 2008, con el Marquesado de Guadalcanal, por Su Majestad el Rey, por sus muchos méritos, sus años en el Consejo de Don Juan III y su labor en la presidencia del primer Senado de la Democracia. Mola. A mi me gustaría el de Ducado de Birmania o el Condado de Midway, con sus portaviones y todo. Hay que recuperar el bélico, si.

¿Tenéis clases de pensamiento?, se asustó. ¿Pero que forma de lavaros el cerebro es esa??? ¿Os enseñan que pensar y cómo pensarlo??? Se trataba de una chavala un poco anti Opus, más de la Iglesia progre y tal, con lo que aquello parecía gasolina para el debate. Y le expliqué. Es Historia del Pensamiento Social y Político, o sea una especie de Historia de la Sociología y de la Política. Pero claro, el nombre confundía.
La cosa es que empezamos en los griegos y llegamos a Hobbes, pero por el camino nos topamos con el derecho natural y la Ciudad del Hombre y la Ciudad de Dios. Lo que llegamos a aprender. Cruz es autor de un magnífico librito -por lo breve- de su disciplina que, por cierto, a ver si le pego una releída, por refrescar temas.
Los sábados tenía organizada una tertulia en el comedor de un bar, en el piso de arriba, en Tudela 2 o 22, ya no me acuerdo, frente al pulgoso parquin de la Estación de Autobuses, sobre el despacho de billetes de la Renfe aquel siempre tan concurrido. Era una tertulia abierta, sin temas, pero con las reglas del diálogo a la inglesa. Era muy estimulante conversar a calzón quitado con el único recurso de los conocimientos propios y de la habilidad dialéctica. Nos congregábamos allí unos veinte alumnos y hablábamos de todo. Tomábamos café o no y nos íbamos. Un buen profesor y un gran maestro. Cuando le veía por el campus le saludaba, aunque no se si se acordaría de mi. Ahora está El Corte Inglés.

Escribo esto después de oir la noticia de urgencia relativa al fallecimiento de don Antonio Fontán, uno de los mayores impulsores de la Universidad de Navarra, la mía, o sea. Periodista, intelectual, filósofo, docto profestor, opositor sin tregua al Poder y dicen que muy buena gente. Buena gente dice que era buena gente, así que fiabilidad total. Descanse en paz y que nos siga echando capotes, que falta nos hace. También leo que Alejandro Llano va a colaborar semanalmente en un confidencial que frecuento. Pues mejor para nosotros.

miércoles, 13 de enero de 2010

El regalo estrella

Esto tenía que haber ido el día 7, por lo de la prontitud y todo aquello, estar al pie de la noticia, el reporterismo de chinchingoma, toda esa murga de las prisas. nPero mira, por mor de las circunstancias, hasta hoy, nada. Mira, quien quiera informarse, que lea el Marca, como los próceres. Pero no, no iba por ahí hoy.

Días antes del advenimiento de Sus Majestades, los analistas de la cosa, los agoreros, lectores del vuelo de las golondrinas y otros analistas de la res pública nos decían que este año, el regalo estrella traído desde Oriente ina a ser el libro electrónico. Los letraheridos nos echábamos las manos a la melena, qué va a ser de nosotros, sin los papelajos amarilleados, sin poder forrar los libros -hay que for
rar los libros, amiguitos, que si no se marranean un montón-, sin poderlos datar y firmar o hasta ponerle el cuño ese, como hacía el pobre Joaquín.
Todo son ventajas, nos martillean desde el Abecé Cultural que cada uno lee, que ahora se llama de un modo cursi y rediseñado logotipado, qué memez.
Un día, un mes y pico antes de la Epifanía, hablando con uno del ramo, me decía que ellos tenían anunciado que los pondrían a la venta para echarlos al zurrón de los Reyes. Pero que no sabían casi nada de como iría. Los apar
atos si, tienen precio, caractersticas y toda la pesca, pero no tenemos ni idea de cómo venderemos los libros, si será directamente con las editoriales, las güeps o qué. Y el pirateo. Uy, eso va a ser la monda.
Lo cual que tanta expectativa se quedó en agua de borrajas.
Porque el regalo estrella ha sido la cafetera. Para vagos. Y guarros.

Hay rumores que dicen que esas tarrinas de café dan una diarrea tremenda, en plan mascletá, con perdón de la mesa. O eso, o es que han injertado carajillos cabezones en algunas partidas de nespresos.

¿Qué te han traído los Reyes? Una cafetera. Hombre, más que una corbata es, pero suena un tanto rácano. Pues nada, la rediseñamos un poco, la revestimios de glamur y a vender las tarrinas de la cosa, que es donde hacemos apsta. Hale hop, inventada la nespreso. Luego pones al Cluni, Martini beibi, a hacer anuncios y dicho y hecho, todos como locos a hacer cola para pagar una pastita por la cosa. Y la renta en tarrinas. Es más barato que en un bar, te dicen. Ya, pero mucho más caro que la melita de toda la vida y el café del mercadona. Y total, para tomarlo con leche, ya me dirás, prenda. Ya, pero a ti no te sale espuma. Eso también es verdad. Pero da bastante rabia pedirte un cafetón que al final es la mitad espuma y sólo un culín de sustancia.
Además es una cochinada, porque a ver: cómo se limpia. Hay un género de guarros que dicen que las cafeteras no hay que lavarlas. Puajpuaj, eso es una cochinada, hombre. No cada vez, vale, pero de vez en cuando, hay que darle un fregado y hacer una con agua y vinagre opara limpiar las tuberías, como si dijéramos. Luego se vuelve a lavar, se hace con agua y a usar de nuevo. Pero las nespresos y alrededores, a ver, ¿cómo se limpian? Pues una vez cada no se cuanto, con agua destilada y no se qué cosa que te venden con las tarrinas. Vamos, anda.
A mi, de la cafetera me encanta el misterio. En las de vaqueros. En las pelis de vaqueros, cuando John Wayne dice, vamos a acampar, allí, en mitad del desierto, con Eli Wallace y Dean Martin o quien fuese, echan las sillas para hacer de almohada, lo que ya suena a barbaridad, que han de ser como piedras. Luego asan una liebre recién cazada, bueno, vale, eso aún, y erminan haciéndose un café. O sea, que en el capacho, llevan su cafetera, el agua, supongo que de la cantimplora y un frasco de judías reciclado para llevar el torrefacto. Que lo de la cantimplora tiene tela también: Cinco tíos beben de una sola cantimplora mientras cruzan durante una semana el desierto camino de los Apalaches. Venga, va, joer, que es que nos los creemos todo. Y luego que el campamento ese ha de oler a zorrillo. Tres tíos sin ducharse una semana, los sudores, los caballos y las botas camperas, que sería quitarse una y fulminar gaseado al pobre cheroqui. El hombre blanco tiando a marroncillo mugriento. Me parece que un día escribí de todo eso.
Lo cual, que me tomo un café de melita mientras forro primero y leo después alguno de los libros que me han traído los Reyes Magos. Y a los modernos, que vean más pelis del Oeste.

sábado, 9 de enero de 2010

La revolución en los calcetines

Comenzó como un juego
Calcetines y jerseis del mismo color. ¿Negro? ¿Azul marino? Bueno, también. Rojo, verde, hasta naranja, eso era lo complicado, lo osado, lo atrevido, lo divertido. La chica de lacia melena negra que le levantaba los pantalones para verle los tobillos. ¿Hoy? Si, aivá, sorpresa, hoy también los llevas igual. Y así todos los días.

Y pasaba el tiempo.

Y pasó.
Los calcetinbes blancos son imperdonables.
Y levantar un pinrel cuando hacen la foto, cursi hasta la lipotimia
.


Un día surgió la vocación de snob. Pero si uno no fuma en pipa, las cosas se complican. Las casacas rojas de los ejércitos coloniales, la lectura de los diarios vespertinos, póngame la copa de siempre, un whisky con poco hielo, y déjela junto a mi sillón, en la sala de lectura del club, el corbatín o la pajarita, según fuese invierno o verano, los botines de charol, no, mejor las botas de cuerdas, recuerdo de la gloria imperial. Todo se complica.

Los calcetines de colores. De rayas, de colores chillones. Soberbio en la vestimenta, eclosión en los calcetines, que casi nunca se ven, sólo al cruzar las piernas para pensarse muy bien las respuestas. ¿Te escribes las respuestas?, le preguntó una vez la rubita. Si, y a veces hasta te escribo las preguntas. Pero no le entendió.
Luego resultó más fácil encontrarlos, porque todo se envilece, pero la cosa no estaba en el qué ni en el dónde, sino en el cómo.
Y si me apuran, en el desde cuándo.

martes, 5 de enero de 2010

Pioneros


Solemos encumbrar a los primeros. Tienen su mérito, claro está, pero hacer pedestales a los agonías no es algo que parezca, dicho asi, la mejor idea del mundo. Una cosa es ser el primero en llegar a América. Otra cosa es llegar y ver que ya estaba llena de gente, tíos en taparrabos y todo aquello. De la cosa de felicitar al fulano que ha hecho algo por primera vez, se ba pasando a darle la mano a cualquier pelanas y de allí al libro Guiness hay sólo un paso. Un lib
ro de excesos, decía Javier Krahe cuando no era un tío tan rastrero. Por entonces hasta me gustaba, lo que hay que pasar para llegar hasta hoy, jolines.

Leo que andan en la Nasa en un sinvivir con
lo de la sonda marciana Spirit, que, tras seis años de trabajo, parece que anda medio escacharrada.
Hablando de agonías, los de la Nasa. Llamémosles por su nombre: son unos pesados de tomo y lomo. Que si ahora cohetes, que si transbordadores, que si aviones por encima de la atmósfera, que si cohetes otr
a vez. Que el vaquero nos recorta la pasta, que el negro nos promete duros, que si nos trasladamos, que si viene el de la Virgin. Que si base lunar, que si sonda al sol, que si el Hubble está miope, que si ahora se animan los chinos. Joer, qué plomos y qué quejicas. Me los imagino en la cena de Navidad, ¿cogemos costillas con salsa barbacoa o algas liofilizadas de entrante? Mejor chopped... o alitas de pollo. Anda ya, hombre.
Luego que a la nave espacial le llamen sonda suena a choteo y da mal rollo, que las sondas son requetechungas. Ya pero van bien
. Pues te la pones tú, majete.
Lo cual que mandaron a la pobre Spirit a currar a un destino interplanetario, pero la mandan con un contrato de tres meses. ¿Y cuándo se acabe? Pues te buscas la vida, joer, a ver si después de darle media vuelta al Sistema Solar nos vas a salir con que no tienes currículum para buscarte algo por los mares de la tranquilidad. Y el agonías de la Nasa ¿pero ese no estaba en la Luna? Como se temían que les reclamase plus por desplazamiento, le dejaron bien clarito que
tres meses y listo y que si se le desencajaba una rueda por meterse en un cráter, que eso no lo cubría el seguro ni la mutua. Para exiliarse a Júpiter, sin duda. Y sin vacaciones ni fines de semana, unos negreros, a ver si no.

Esto es como los planos del metro, que te dicen dónde estás pero no cómo salir de allí. Y la pasta que te sacan, panda de choris municipales.

Total, que la Spirit se pone a echar fotos y a coger trocicos de piedra, se va sacando brillo a los paneles solares y, hala, a transmitir datos. Y como es muy pulidita, va tirando. Llega el fin de contrato y a ver qué haces, ni finiquito, ni una triste carta de recomendación ni un mal desfililloo por algún suburbio chungo de Houston. Pues a seguir, a ver si te dan una beca o algo. O te fichan los chinos, que andan cogiéndolo todo, mayormente los bares castizos de tapas. Tenemo cocleta y chistolas. Joer.

Ahora hilo con lo primero. Resulta que Spirit, el cacharrico, ha sido el primer fotógrafo que ha retratado el planeta Tierra desde otro mundo. Ahí está. Y uno, que es aficionadillo a lo de las estampas, pues le reconoce el mérito al pobre cascajo. Resulta que ahora los pringados de la Nasa -¿suena el teléfono o es un mensaje extraterrestre? coge el móvil, tarugo- dicen que ya está un poco descuajeringado y que cualquier día se le caen las tuercas. Pues venga, a trabajar, paniagüados. A montar tres cohetes con unos John Glenn -eso si que eran astronautas y no los de ahora, que parecen un casting de Operación Hermano o como sea: por primera vez uno de Bali, una bibliotecaria sefardí, uno que le tocó el viaje con la ortodoncia, el de la Bruja de Oro, un alemán que es el único que hace algo y un ruso que se le están licuando los huesos, pero que no para de reirse, angelito. Pues eso, tres mecánicos, bricomanes espaciales, la cajita naranja del Ikea para las herramientas, un rollo de cinta americana y el palillo en la oreja para la cosa de la precisión. Unas chapucillas, el polo positivo, el polo negativo y me apañáis al amigo fotógrafo para que se de unas vueltas más por allí a nuestra salud, hombre. Y para la próxima, queridas sondas que estéis leyendo esto, a ver si negociamos mejor los contratos, que te pillan con el temporal y ya veremos y termináis cegatas, como el Hubble, por cierto. Yo metía a los liberados sindicales de la Nasa por un agujero negro, como poco.

sábado, 2 de enero de 2010

Más alto y más claro

El arzobispo de Granada compara el aborto con el genocidio

El arzobispo de Granada, Francisco Javier Martínez,
ha comparado el aborto con un "genocidio silencioso". Lo hizo en la homilía del pasado domingo en la catedral granadina, donde dijo que la nueva ley sitúa a los profesionales sanitarios en situaciones "muy similares" a las de los oficiales de los campos de concentración nazi.
La ley somete a los médicos y enfermeras, según Martí
nez, a "obligaciones" parecidas a las que tenían los soldados bajo el régimen de Hitler o Stalin. Para el arzobispo granadino, "matar a un niño indefenso" y que lo haga su madre da a los varones "licencia absoluta" para abusar del cuerpo de la mujer.


"Pocas imágenes en la historia más tristes que la que han ofrecido nuestros parlamentarios aplaudiendo lo que por fin se ha convertido en un derecho: matar a niños en el seno de su madre. ¿Y a eso le llaman progreso?", se preguntó Martínez

viernes, 1 de enero de 2010

Bailando la orquesta

Le hacen a Valentino un publirreportaje en el descanso de lo de Viena que tiene tela. Muy apropiado, claro. Resulta que es el autor del vestuario de los bailarines del Concierto de Año Nuevo, que vuelve a dirigir Georeges Pretre, que tan grato sabor de boca dejó en 2008. Tiene 86 tacos el tío y sigue bailando sus direcciones con una agilidad y una simpatía que ya quisiera más de una gogó de por ahí. Pertre, más que dirigir, baila a la orquesta, que le sigue los gestos, los guiños, las muecas, sus divertidos ademanes, el cosquilleo que parece que le esté haciendo a las notas, el bailoteo ese tan educado y elegante, divertido y fascinante. Se merece un canal temático.
Nos deja boquiabiertos los tules y las enaguas de las bailarinas que al levantar los muslos parecen ramos de rosas. Es un auténico pecador de la pradera, Valentino, digo, con esos pelos de rata a la plancha crepados, pero menudos trajes más hermosos ha confeccionado el tío.


Me podría ensañar con la momia, pero con lo bonitos que le han salido los trajes, estaría muy feo por mi parte. De todos modos,¡ aúpa Pertre!!! y Valentino, no te crepes más, tío.

El concierto, dirán los agoreros, que incluso en año nuevo madrugan, es la misma matraca de siempre. Un poco si, no nos engañemos, porque el concierto es lo que es, los valses, los tutús, el de la carraca y el Lorin Maazel que toque cada año. Y los chinoc, chinos por todas partes, jolines, que están de yenes que les salen por las orejas, los tíos. Pero siempre es un poco diferente y, para mi gusto, un poco mejor. Este año todo estupendo, lo de la escopeta con flores me daría para una puñalada sobre los ejercotos de organdí de los ministerios de la cosa pacifista, pero no, vamos a descansar por un día. Todo el concierto es esperar el Danubio Azul. Me ha encantado antes el vals aquel del bosque de no se dónde, con sonidos de pajarillos, patos y tal. Pretre ponía cara de animalito del bosque y movia los dedos como acariciándoles las plumas, un delicadísimo baile que le metía a uno en el arrullo de las hojas por el aire. Aquí hace un viento tremendo hoy, peroe sa es otra cosa.
Luego el Danubio Azul. Pero qué bonito. Y cómo estaba Pretre, que se le veía navegar, la suavidad de las olas, los meandros, los cáñamos, el paseo por Europa bailando un vals, y de ahí, al espacio, todo uno. Qué bonitas las lámparas, también. A mi me gusta mucho cuando parece que se termina, cuando cambian los ritmos, cuando se revuelve y vuelve al tarareo en cuestión. Me encanta el Danubio Azul. Así, es complicado que a uno no le guste lo del Concierto de Año Nuevo. Y para terminar, todos haciendo palmas, la matraca, los japoneses enseñando las dentaduras, muy divertido todo. Y Pretre batiendo marcas. Lo de la edad es lo de menos. Lo mejor es ver lo bien que lo pasa y lo bien que lo hace. Un fenómeno, si señor. Feliz año, hombre. Y el que viene, más

No es lo mismo, vale, de acuerdo, pero en la sala noble abrimos el año por todo lo grande. A ver quién le pone pegas hoy.