viernes, 1 de enero de 2010

Bailando la orquesta

Le hacen a Valentino un publirreportaje en el descanso de lo de Viena que tiene tela. Muy apropiado, claro. Resulta que es el autor del vestuario de los bailarines del Concierto de Año Nuevo, que vuelve a dirigir Georeges Pretre, que tan grato sabor de boca dejó en 2008. Tiene 86 tacos el tío y sigue bailando sus direcciones con una agilidad y una simpatía que ya quisiera más de una gogó de por ahí. Pertre, más que dirigir, baila a la orquesta, que le sigue los gestos, los guiños, las muecas, sus divertidos ademanes, el cosquilleo que parece que le esté haciendo a las notas, el bailoteo ese tan educado y elegante, divertido y fascinante. Se merece un canal temático.
Nos deja boquiabiertos los tules y las enaguas de las bailarinas que al levantar los muslos parecen ramos de rosas. Es un auténico pecador de la pradera, Valentino, digo, con esos pelos de rata a la plancha crepados, pero menudos trajes más hermosos ha confeccionado el tío.


Me podría ensañar con la momia, pero con lo bonitos que le han salido los trajes, estaría muy feo por mi parte. De todos modos,¡ aúpa Pertre!!! y Valentino, no te crepes más, tío.

El concierto, dirán los agoreros, que incluso en año nuevo madrugan, es la misma matraca de siempre. Un poco si, no nos engañemos, porque el concierto es lo que es, los valses, los tutús, el de la carraca y el Lorin Maazel que toque cada año. Y los chinoc, chinos por todas partes, jolines, que están de yenes que les salen por las orejas, los tíos. Pero siempre es un poco diferente y, para mi gusto, un poco mejor. Este año todo estupendo, lo de la escopeta con flores me daría para una puñalada sobre los ejercotos de organdí de los ministerios de la cosa pacifista, pero no, vamos a descansar por un día. Todo el concierto es esperar el Danubio Azul. Me ha encantado antes el vals aquel del bosque de no se dónde, con sonidos de pajarillos, patos y tal. Pretre ponía cara de animalito del bosque y movia los dedos como acariciándoles las plumas, un delicadísimo baile que le metía a uno en el arrullo de las hojas por el aire. Aquí hace un viento tremendo hoy, peroe sa es otra cosa.
Luego el Danubio Azul. Pero qué bonito. Y cómo estaba Pretre, que se le veía navegar, la suavidad de las olas, los meandros, los cáñamos, el paseo por Europa bailando un vals, y de ahí, al espacio, todo uno. Qué bonitas las lámparas, también. A mi me gusta mucho cuando parece que se termina, cuando cambian los ritmos, cuando se revuelve y vuelve al tarareo en cuestión. Me encanta el Danubio Azul. Así, es complicado que a uno no le guste lo del Concierto de Año Nuevo. Y para terminar, todos haciendo palmas, la matraca, los japoneses enseñando las dentaduras, muy divertido todo. Y Pretre batiendo marcas. Lo de la edad es lo de menos. Lo mejor es ver lo bien que lo pasa y lo bien que lo hace. Un fenómeno, si señor. Feliz año, hombre. Y el que viene, más

No es lo mismo, vale, de acuerdo, pero en la sala noble abrimos el año por todo lo grande. A ver quién le pone pegas hoy.

2 comentarios:

Dulcinea dijo...

Por partes.

VALENTINO se ha lucido pero ha puesto mucho repollo y muchas capas de tul en los vestidos. Si la tela tiene caída, en las vueltas gira más.
No es que yo quiera enmendar la plana al costurero, pero siempre he soñado bailar como esas pibas y tengo controladísimos los vestidos.

PERTRE ha estado genial, ágil, lúcido, divertido, simpático. Pensaba mientras le veía, que si fuera español, le habrían arreado un ERE que flipas y estaría el pobre dirigiendo el coro de su Parroquia. Un aplauso a Pertre y a su talento.

JAPOS. Por lo visto ha habido tantas quejas por tanto quimono que se veía en palcos y platea que han restringido su presencia con un cupo. Lo que yo decía.

FELIZ AÑO A TODOS.

Nodisparenalpianista dijo...

Feliz año, Dulci y feliz año a todos, hasta a los japos, claro que si.