miércoles, 28 de julio de 2010

Lo de los toros


Están a punto de votar lo de los toros.
Yo creo que perderemos.
En la lucha entre la libertad y los que la devoran, perdemos los de la libertad. Lo normal, los que tanto se llenan la boca son los que más aman las prohibiciones, la imposición, su neomoral y su sucio interés por recrear la mente de las personas. Porque, evidentemente, en las personas creen poco. Al final, el hermano mayor, lo que quería es que su víctima le amase.


Lo de los toros es liturgia, que nadie se deje engañar.

domingo, 18 de julio de 2010

Hasta Faustino


Uno lee por ahí que ahora los títulos universitarios no son nada, si es que alguna vez lo fueron. Ahora, si no los adornas con ocho másteres y tres posgrados, la cosa no pinta nada bien. Pingües beneficios se sacan no pocas instituciones de medio pelo montando pachangas de rimbombantes títulos a medio quilo el curso para completar tres líneas de ridículum, como le llamaba el buen malvado de mi amigo Pablo.Son fáciles de reconocer. Usan siglas de dos o cuatro letras, que siempre ponen en mayúscula, le meten un palabro en inglés y luego queda la coletilla del sitio de donde son. Probad y veréis: ULUM Bussiness de Cintruénigo. BMDA Publishing de Calaceite. ARPT Consultants de Castellfollit de la Roca. Luego, debajo ponen que sus alumnos han hecho prácticas en las grandes empresas del Ibex, lo que significa que han corrido escaleras para estafar con cambios de contrato del gas o del teléfono o que han repartido publicidad en la boca del metro de algún préstamo hipotecario. Y oye, al peña traga, que sólo hay que ver los cuadricos de nombramientos del Expansión y aledaños. Y ecima se pelean por lo de Bolonia. Bobos de Bolonia. Había un bar de un corsario que me gustó mucho en Bolonia.
La mastodoncia universitaria es lo que es. Pero la grandeza no sólo está en sus graníticos muros y en sus quilométricas bibliotecas. Es más, para mi que ahí hay tamaño, pero no interés. No voy a entrar en bajezas sobre los tamaños, porque no es cosa de dandis meterse en esos menesteres. Las universidades, las escuelas, los sitios, los hacen los grandes personajes normales. No hace demasiadas fechas os tostaba con Josep Maria, uno de mi cole. Hoy, con cierto pesar pero también con la alegría del admirador, os pongo media línea sobre Faustino.
Faustino es un bar. El bar del Edificio Central de la Universidad de Navarra. Muchos lo onoceréis y todos a partir de ahora. Los bares en la Universidad no tenían nombre, asi que se llamaban como los que los regentaban. Faustino dirigía el suyo, pues Faustino. Yo, por cosa de donde tenía las clases, fui más de Manolo, el del edifico de Arquitectura donde morábamos los periodistas y las nenas de Pedagogía, que no estaba nada mal el vecindario y hasta aquí puedo leer.

Leo en el Diario de Navarra que se nos ha muerto Faustino, a los noventa y tres añazos en su pueblo, me parece. En el linc de antes, más información. Porque lo que aquí quiero decir es que Faustino es un nombre que, me parec a mi, no olvida ningún alumno que haya pasado por allí. De los ayudantes te vas olvidando, de los profesores titulares tal vez menos, peor también, hay capellanes que pasaron a los meandros del olvido a gran velocidad, y para qué hablar de muchos compañeros y vecinos de aquellos de amistad eterna y tal. Pero de Faustino no hay quien se olvide. Yo fui, ya digo, más de Manolo, que también se nos murió prematuramente. Y de Juan, el yerno de Faustino que ya por entonces medio capitaneaba el asunto de su suegro.
La Universidad estaba hecha de profesores y tradición, de científicos y de libros, de codos y de exámenes, pero también de Faustinos y de señoras de la limpieza que educadamente les decían a los recién llegados que echasen los papeles a las papeleras, que para eso estaban, pero que igual no las habrían visto aún, los bedeles, que de todo habñía, unos con peor sombra que otros, la vida misma, Manolo y sus huevos, saladitos, gaditanos o d epor ahí, sus fritos de huevo, quiero decir, que es una especialidad que un día podría glosar. Los pilares que decía en lo de Josep Maria. Pues eso, un gran pilar, Faustino, que además de dar nombre a un bar, se lo dio al boletín de exalumnos de Periodismo, nuestro Hola pero mejor.

Bueno, un pincho de tortilla es esos jugosos y cruditos, a la temperatura exacta, ni frío ni caliente y con pan recién cortado, zurito y bullangue en memoria de Faustino, el grande. Brindis y oraciones.

jueves, 15 de julio de 2010

De Sanfermines, pelotas, misceláneas y semanas de largo recorrido

He disfrutado del de verde en particular y de los encierros en general. Con mayor dedicación he añadido unos cuantos más corredores a los que me fijo. Son como cromos pero moviéndose. O no. Hay uno calvorota y pequeñito en la Cuetsa de Santo Domingo que para mi que tiene muchso más años de los que aparenta y que corre valiente, poquito y corajudo. Con par de pimientos del Piquillo. Madna que está para sopas de ajo y que un poco más y me lo espachurran dos torazos. Yo, cada día que me fijaba, se iba al suelo. Le veo con chichonera. Y el de la gorra que le entusiasmó al Ciudadano García. Se pone cerca del de verde y mola verles juntos. Luego, en lo de la tele, me ha gustado lo de hablar con algunos corredores, de los que se arriman y de los que no, que se les ha visto a todos. Un fenómeno el mazas canoso. Dijo algo que me gustó, a propósito d elos quites del de verde en el de Jandilla: que además de los pastores, los corredores veteranos dan seguridad y salvan de apuros en el encierro. La cosa heroica y colectiva.

¿Que no había lo que debía de haber para agruparse el feisbuc con el de verde? Pues hala, a buscar, amigos.


En El Mundo están que se salen. Esto viene de lejos, pero es que cada vez se les nota más. Una vez le oía a uno decir que entre El Mundo y El País no había diferencia. Bueno, tampoco era eso, epro cada vez se nos están arrimando más los dos.
Yo alucino cuando el personal sostiene que El Mundo es un medio de comunicación de la derecha. Eso si que ni por asomo. Cuando uno oye a alguien decir eso, lo que ha de tener bien clara es una cosa: quien lo dice no ha leído El Mundo en su vida. Si no, otro gallo le cantaría. Si El Mundo no es lo que parece, Elmundo.es le supera. Del petardo a la traca, como si dijéramos.
Abre sus informaciones sangermineras en portada, habitualmente. Y cuando uno pincha - habría que decir "pica", en plan catalán o pardillo, según- le aparece esto
. Navarra, el viejo Reyno no da para una sección, así que en plan Aranesco, lo fagocitan lso vascones esos del árbol de Guernica donde juraban los fueros ante el Señorío de Burgos, que todos sabemos a qué rey servía. Uy, tengo una cosa sobre Burgos y las peñas que tengo ganas de pegar. En unos días, vale. Bueno, pues eso, El Mundo volviendo a demostrar que a progre no le gana nadie. Y a anticlerical menos. Elmundo.es basurero. Ay, Pedro José, que está muy feo pegarle a los maestros, tío.

El fútbol a mi me da lo mismo, pero algo digo, vale, joer, que sino parece uno tonto. A mi no me gusta como ha jugado España. Pero me da igual y me ha divertido lo de Pujol y la Reina. Los dos me caen bien y me gustaría que hubiese más gente como ellos.


Con cinco millones de parados, la cosa financiera a medio paso corto de la quiebra y con la judicatura que está para un bombardeo, lo que importa es que somos campeones y ya está. Entre toda la mugre de la política, las sangujuelas del estado y sus periferias, la guerra de las manderas y los millones de manifestantes menguantes, lo que importa es lo de las pelotas. El Tribunal Constitucional -es que es escribirlo y pensar en Derribos Arias- no suspende cautelarmente la ley del aborto que agrava aún más la ley criminal que ya imperaba. la ley del salvaje que protege al fuerte frente al débil y da amparo al asesino frente a la vítima. La democracia basura se equipara a los idolatrados nazis y soviéticos, que es lo que mola al uno y pretende heredar el otro. Y si hay que hablar de algo, hablamos de fútbol.


De las pizzas del otro día, hechas por error al comprar, con harina vegetal -como si las otras fuesen de otra cosa- y que salieron, perdón por la inmodestia, bastante bien, lo mejor fueron las bruchetas al estilo Topo Gigio, que es un sitio de aquí de un siciliano que parece que estás allí, con la Peroni y la Moretti y la Nastro. La Nastro no me gusta mucho, pero me encanta como las otras. Viva la Moretti. Otro día le hago fotos al asunto para solaz y deleite del personal, los hambientos y Fublo, mayormente. Y sobre todo de los que nos las zampemos.


Después de un castañón que daba penica verlo, al pobre Armstrong le meten una minutada de cuidado después del Col de L'Aspirín, la Cruá de Rouge y la Cote de l'Ibuprofen, que cada día se me ocurren idioteces más idiotas viendo el Tur. Me gusta la camiseta de la Caisdeparch y que se pongan el pañuelico sanferminero y admiro cómo resiste el Rabobank, con sus esprínteres peleones y sin grandísimos triunfos en las supercarreras, y el rusonavarro Menchov, que un día les dará una alegría, seguro. Me parece que se acabó la era Armstrong y que aguantará por pundonor y porque si no, el equipo ese que se hizo a medida se quedará en agua de borrajas. El otro día dos acabaron a puñetazos por no se qué lío que se traían, pero a pesar de esas cosas y de todos los temblores d elos dopajes que a ellos les controlan y a otros no, me parece un deporte mucho más sano y divertido que la mayoría, donde el trabajo en equipo, la ayuda al que lo necesita, el sacrificio y la redención, la modestia en el triunfo y la grandeza en la derrota son valores en positivo. Frente a ello, el chulo Villa, los karatekas holandeses, los árbitros al remate para que no eliminen a Argentina, el caradura que promete reformas le cueste lo que le cueste, cuando no le cuesta nda y el otro cradura que espera y espera a ver si le cae el momio, los vagos, los que no saben qué quiere decir madrugar y trabajar. Me gusta el ciclismo.


No me gusta la palabra miscelánea, me enrabieta mucho. Pero a veces pega y todo.

sábado, 10 de julio de 2010

El sur sin norte

Este fin de semana unos cuantos nos entristecemos, pese a la algarabía general de los pesados del balón. Por cosa de la radio.
Resulta que con los cambios para la próxima temporada, en la COPE se han pulido al mejor radiofonista que tenían en este momento. Bueno, es mejor fulanito, o menganito, o zutanito, que es como butanito pero distinto. Vale, si, no diré que no, pero creo que Rafa Sánchez es, tras once años dando la cara y la voz en Al sur de la semana, el valor más al alza en la cadena. Sólo por esto, por la tertulia de los curas, ya merece un sofá muy mullido en el Olimpo de la radio.
Rafa Sánchez ha sabido hacer un programa informativamente atractivo, con un par de secciones que me gustaban especialmente, la del comentario económico y la de las novedades del semanario Alba, que, para más inri, es de la competencia, y un programa de entretenimiento del bueno. Es decir, que para entretetener, no te hacía sentir estúpido. Esto es radio, no tele, claro. El domingo le daba a la cosa de la literatura, el teatro y el cine, com Marías, Naya y el otro, que no me acuerdo. Y el comentario de mi muy leído, Lorenzo Silva, con y sin picoletos. Leed a Silva, que es mucho mejor que los suecos, dónde va a parar. Bueno, y a los suecos también, pero a Silva más.
La COPE vuelve a meter la pata. Puede ser que le salga bien, no digo que no, aunque vivir para ver. Pero dejar escapar a Rafa Sánchez es un error de bulto y espero, por su biern, que se arrepientan pronto de ello. Sánchez ganó un Ondas en la última edición de esos premios basura. Eso era un regalo envenenado: el régimen premiaba que la COPE se hubiese pulido a los grandes críticos. Gustarían o no, serían más o menos criticables, pero le daban un carácter distinto al dial. Y eso, me parece a mi, es bueno. Además, cuando le metes el dedo en el ojo a según quién, por patán que seas, será que en algo has acertado, pero en fin. A mi, ese Ondas me parece una chorrada. Un premio que entrega Buenafuente o Francino, pues en fin, cómo decirlo, para mucho no da. De ahí al Nobel, o sea. Peor el pasado fin de semana le dieron un premio que se llama Cossío, como el periodista y escritor, por la primera entrevista a Miguel Delibes recién fallecido. Si, si, habéis leído bien. Sánchez, en lugar de llenarse la boca de frases manidas y topicazos -como decía mi amigo Pedro Roncal- al uso, recogió todas las entrevistas que había hecho a Delibes en sus once años de programa y le volvió a entrevistar, mientras todo Valladolid y casi toda España -la Casa Real estaba en sus deportes, la política en su ciénaga, menos mal para nosotros- rendía honores a su escritor. Le fue preguntando a un Delibes recién llegado a la eternidad y él le iba respondiendo. Fue su hora con Delibes, al modo de las cinco con Mario. Ese programa reunió má talento que los últimos diez años de toda la COPE junta. Y la SER, y Radio Nacional, y Onda Cero y la birria de Punto Radio, porque llamarle a eso cadena, pues no se.
Ese premio, ese pedazo de programa fue el colofón a un trabajo de muchos fines de semana, de horas de radio acumuladas, de trabajo bien hecho, de calidad contrastada. Sánchez podría haber sido el perfil idóneo para los profesionales de la casa, con su ideario y con su cosa, sensatez y sentido, sin pelos en la lengua y con moderada templanza, con un trabajo comprometido y transparente. Pero parece que no van por ahí los tiros. Que van por otros derroteros, puede que más glamurosos y más sinérgicos, como dicen los cursis, por vía de alianzas raras y ententes televisivo-prensísticas. Tal vez sea cosa románticos indelebles: la batalla debería de ser no por ser el más escuchado sino por ser el mejor. Y lo otro, ya vendrá, o no, pero sin renunciar a lo bueno. Y por ahí, también llegan los anuncios. Pero el precio de las estrellas es el que es, que hasta la NASA está en quiebra.
Enlace

Cualquier día de estos, una Punto Radio cualquiera podrá comprar la COPE en derribo. O hasta la que está perpetrando el perverso Roures. Cuando pase, más de uno se preguntará qué es lo que hizo mal. Anda, siéntate y trae un vaso de agua, que se me va a secar la boca de decirte cuán imbécil puedes llegar a ser, amigo.
Pues nada, a ver si alguien sensato nos lo ficha, porque los aficionados le perseguiremos allá por donde vaya. Y si se lleva a los capellanes, pues mejor que mejor.
Y dos avisos más: en cuanto pueda, pero la última tertulia de los capellanes y hoy recomiendo especialmente los lincs, que no es mala manera de andar perdiendo el tiempo sin sudar demasiado.

miércoles, 7 de julio de 2010

Lo que toca hoy


Hoy lo que toca lo saben todos los que vagabundean sus minutejos por esta güep. Pero por si hay uno que, buscando loquiletos ha dado por arribar a este remanso de calma, por el mismo precio se le recuerda y asunto arreglado.
Hoy es San Fermín, así que por mucho que los brasas de Sudáfrica sigan con lo suyo -pero qué tíos más plomos-, hoy y aquí se habla de lo importante: el de verde.

En el Diario de Navarra, tan noble para sus cosas, veo que le deben de tenero ojeriza, porque no le han pillado ni en una foto. En el encierro de la tele se le ha visto buscar hueco frente a un toro, para mi que Chucero, 585 quilos, castaño y bellamente armado, y casi trastabillado por uno que iba al lado de azul y al que ha metido un viaje de cuidado. Nuestro güali es majo, pero tiene carácter, lo que hoy está muy mal visto, en esta España de titaflojas, con perdón, que nos toca padecer. Unos de unas colonias que promueve la Generalitat, su Frente de Juventudes, por así decirlo, les prohiben ver al chavalerío lo del furbo de hoy. Pero no porque sea un festejo del multimillonarismo opio del pueblo actual, sino por españolazos. Lo contaba Herrera, lo mismo que una nena de un cole o algo así a la que insultaron unos compañeros macarras por llevar la camiseta de la selección española. En una muestra de atinada sensatez, los profes del claustro le han dicho que mejor no se la ponga más, porque no se puede ir por ahí provocando. Como cuando lo de las faldicortas y las violaciones, pero las feministorras calladas como lo que son. Muditas que solo hablan cuando les dan cuerda.
Mira tú el juego que me da el de verde.


Lo cual que en una esquinica de la tele se ha visto como el de verde se ha descolgado para esperar al siguiente toro y, ya casi sin cabeza, parecía que se podía poner entre sus astas. Me sigo tirando de la moto: sería Pistolito, castaño de 53o quilos, número 173 y una cornamenta de quitar el hipo. En la tele antes daban catorce repeticiones y desde muchas, pero que muchas cámaras. Pero la tele está de recorte de presupuestos. Así que se nos pulieron al gran Solano por un quítame allá esos duros y a cambio nos han puesto al tan simpático como prescindible para estas lides Ciudadano García. También han puesto a una chica mona que pregunta obviedades que tiene la fascinante virtud de ser menos antipática que la del año pasado. Para aportar algo con sentido e interés han puesto al radiofónico Patxi Cervantes, que anda más perdido que un pato en un garaje. Cervantes estaba en Radio Nacional poniendo voz a la restransmisión del encierro, uno de los espectáculos radiofónicos más emocionantes que uno pueda escuchar. Ni punto de comparación con el taladro del furbo. Pero escucho como en Radio Nacional también han metido tijera y se han pulido a la mitad de locutores. Todo esto a mi me enerva, pero tiene su sentido. El Ente Público ha de recortar gastos para pagar las jubilaciones forzosas de todos los tíos de cincuenta y pocos para arriba que fueron sustituidos por la caterva de tontos de los Españas directos y similares. Y porque así, contratando a las productoras de Roures, Buenafuentes y otros de la jet rojilla, los amigos nos echarán el capotillo laico de San Fermín cuando nos vengan mal dadas. Hablando de todo, no se qué estará haciendo Cuatro en derribo, con el Kukuxumusu por ahí de taja. Anda que no les supo sacar los cuartos el tío, joer.

Total, que hoy han comenzado los encierros. Hoy torean bajo presidencia de Yolanda Barcina, que cuanto más leña le dan, mejor me cae. En el Caisdeparxe ese del Tur -ay, la del Tur, que no se me olvide- se habran puesto el pañuelico y el quiosquero (pinchad, pinchad), nada más verme, me ha dado el Diario.
Pues eso, que viva San Fermín.

sábado, 3 de julio de 2010

La victoria en Roma

Ganar al fútbol en Roma también tiene su aquél. Y con trampa aún más. Cuentan las sagas de la época que al equipo español, con Zamora como guardameta, le dieron hasta en el carné de identidad en el desempate contra Italia, porque la presión era lo que era y los organizadores debían de ganar, a mayor gloria del fascio. Pero eso, si uno se aburre, busca y lo lee por ahí.

Yo iba con otra cosa.

Para entonces, yo ya estaba retirado de los laureles del balón, como he ido contando en episodios anteriores. Pero de ahí a no tocar bola nunca más, tampoco. Esto es como cuando se le escachufló la rodilla al pobre Espartaco, por cierto, jugando al fútbol para una cosa benéfica. Después de la tira de operaciones, el pobre hubo de retirarse y, desde entonces, como mucho sale a dar capotazos en algún festival y si algún íntimo le pide para las alternativas. Y el maestro sigue toreando como le da la gana. Y nos privó de muchas más tardes por el dichoso fútbol. Pero esa tampoco era la historia.


La cosa es que principiando la insultante juventud, anduvimos este que suscribe y le da a la tecla y una pandilla de amigos a Roma. Era con lo de Taizé, que era un pío pretexto para ir de viaje por dos duros con la pandilla de amiguetes a hacer el cafre por allí, dentro de un orden, que éramos unos buenos pipiolos, tirando a inocentones, por mucha música punqui y por mucha tienda marrana por la que anduviésemos. La cuestión es que entre aquel puñado de casi imberbes e imberbas, erizos, erizas, tal, lo de siempre, había poco talento para el balón aunque una cierta voluntad. Estábamos esperando en San Juan de Letrán, detrás de la basílica, en la explanada, donde los jardines y los perros y las chicas que esperan una cita pero parece que les han dado plantón, donde los señores de pantalones cortos pasean, fuman y gesticulan, donde tres japoneses pasan despistados, un holandés busca la Scala Santa y otros vuelven del mercadillo diciendo que mucho mejor el del otro lado, que dónde va a parar. Pero era invierno, ya he dicho, creo y si no, lo digo ahora, porque fue en Navidad. Y en Navidad, Roma es una preciosidad, claro, pero hace un frío que pela. Pues eso, frío, de tarde se hace de noche, lo normal. Y la cosa era que estábamos esperando a que fuese la hora de las tiendas donde nos daban las tarrinas de comida. Yo, cpor la cosa del queso, hacía acopio de bollos de pan y manzanas y con alguna marranada más iba sobreviviendo, aproximadamente.
Bueno, que estábamos allí esperando y aparece uno con un balón. La memoria es lo que tiene, que a veces tururú, pero yo diría que eran unos italianos y unos yugoslavos. ¿Apunti, prego? La Spagna contra l'Italia. Los yugoslavos no se lo que decían. Vale, pues jugamos. Ya digo, éramos unos paquetorros, pero al menos estaba Paco, portero pasional de los que se tiraba al suelo, así que yo no podía hacer más que quedarme de estorbo defensivo. Entre otros, estaba Joan, furibundo barcelonista, experto y conocedor de la materia, pero torpe con el balón como pocos. Lo cual que estuvimos por allí chuta que te chuta por el césped, bien, resistiendo el ataque de la horda italoeslava, con sudores y dolores, en plan fuerte de Baler. Patadones y trampillas, lo normal, pero no sabemos bien cómo, la cosa es que resistíamos el empate.

Y de pronto, la jugada maestra. Yo no me acuerdo bien de los detalles, y hablandolo con Joan, ajustamos las versiones. Yo siempre en la retaguardia que es más descansado y se puede dar más leña. Pero, supongo que por el frío, o los nervios o qué se yo, se me ocurrió salir al ataque un poco. Fuese lo que fuese, en un momento tuve el balón a mis pies. Y eché a correr por lo sencillo, esto es, en línea recta, por el lado de la derecha, que le llaman banda, tipo extremo. Es que lo escribo y me da la risa floja. Pero era la sustancia del asunto. Lo cual que debí pillar despistados a los tíos aquello,s porque me dejaron llegar al final. A todas esas, Joan, que era, a la sazón el guía del grupo -siempre con el plano diciendo la próxima a la derecha y llegamos al Ara Pacis, aunque no pocas veces llevase el mapa del revés, en fin- había avanzado por el centro del área, corriendo en plan pies un poco planos, pero que al final, como lo importante es llegar y llegó, estupendos pinreles. En ésas estábamos, yo en la banda, Joan en el centro, con algún otro de los torpes españoles y los italoeslavos por allí. En estas que le meto un castañón a la pelota de órdago, que se va directa hacia Joan, que le doy en toda la espinilla y zas, el italiano que hacía de portero, que no puede hacer nada por parar el balón. Gol; por fin el beso de la gloria en nuestra frente. Y un toldo de las tientas de las viandas que se abre. ¡Final, que ya se puede ir a buscar la comida!. Uno de los nuestros que coge la pelota y aprieta a correr para que no le puedan coger nuestros rivales. Hemos de sacar, protestan. Ah, no, el partido ha terminado, hemos ganado y a cenar. El partido era hasta la hora de la cena, ¿no? Y les devolvimos la pelota para evitar accidentes, que una entente entre la camorra y la banda yugoeslava podría haber terminado con nosotros en medio minuto.
Joan y yo fuimos heroicos en lo del fútbol por primera y última vez, creo, en nuestras vidas, pero nos reímos las tripas. Y nos seguimos riendo cada vez que recordamos la historieta.
Ya digo, la victoria en Roma, sabe mejor.