miércoles, 2 de febrero de 2011

El falso simpático



Ya se lió.
Si es que lo sabía, a la que cuestionas esas verdades inveteradas, tienes el jaleo garantizado. Mi defensa del soso enero frente al chispeante febrero no ha caído en saco roto. Porque esa es la cuestión, no nos engañemos: desenmascarar
al falso simpático. Todo el que ha deambulado más de veinte minutos por esos mundos de Dios conoce la existencia de simpáticos, verdaderos y falsos. De los verdaderos, poco más que decir, así que pasaremos fugazmente sobre ellos. Bien, simpáticos, pues vale.

Los falsos. Los falsos, en general, gustan poco, salvo los sellos y los billetes como rareza para los coleccionistas, otra gente rara, pero dejémonos de más jaranas. Los simpáticos falsos son esos que te sonríen siempre y te hacen chistes para darte mejor la morcilla que los anipáticos te endosan sin venir a cuento. Oye, más profesionales. Todos conocemos simpáticos falsos, quiosqueros, camareras, vecinos, qué se yo. Y
meses.


Febrero va de fíjate qué chiquitín doy, que hasta me faltan días, pero, ñaca, quién este libre de gripe feril en febrero que escupa el primer termómetro. Vale, jolín es cosa del frío. Ya, joer, pero enero qué, el mismo frío o más y no es tan puñetero. O los marzos aquellos, resabiados y semiprimaverales. Y los abriles lluvias miles. O un junio en Pamplona, que me acuerdo yo de ir con abrigo.
Y encima es corto pero no tanto. Que lo único que se les comenta a los febreros es la tontería del 29. ¿Cuándo celebra el cumpleaños los que nacen el 29? Pues como los de Bilbao, cuando les da la gana. Y, encima, casi nadie se ha percatado de que los 29 de febrero suelen ser lunes de mucho sueño y mucho frío, de apagarse el calentador en la ducha, de no haber café recién hecho, de dolor de garganta -si te libraste de la gripe, la faringitis acecha, cobarde- y de que por corto que esea, cuesta igual llegar a din de mes, como si fuese la curva veintiuna de los Lagos o del Turmalet, que ya no me acuerdo.
Luego está la inusticia del pobre lunes, que como a casi todos les cae mal, yo le tengo cariño. Porque el que es un malaje es el domingo por la tarde.

3 comentarios:

Dulcinea dijo...

Pianista, no se puede ser simpático falso, porque para ser simpático hay de ser espontáneo. Vamos, digo yo.

Tú hablas de los pelotas que quieren caer bien, o de los cobardes que te sonríen mientras te apuñalan.

Yo soy alérgica a los pelotas y les fulmino según me tantean. Así todos sabemos las cartas que llevamos.

Dulcinea dijo...

Febrero es igual de chungo que enero.

Olga Bernad dijo...

Lo bueno que yo le veo a febrero es que es un mes donde todo el tiempo bueno está por venir, y no está demasiado lejos. Es que te empieza marzo y abril y mayo, y se te gasta la primavera en un pis pas. Es un sufrimiento. Y hasta el año que viene no hay otra. Con el frío que hace por Zaragoza en invierno y el calor intolerable del verano, la casi inexistente primavera es una bendición. Y eso, pues que en febrero está entera, sin mácula, sin que nada falte. Aunque futura. Bueno, nada es perfecto.