miércoles, 13 de julio de 2011

Las metáforas evidentes

Esto es velocidad y no lo del llorica de Fernando Alonso. A mi este tío me caía bien, pero me revienta que cuando pierde es culpa de las bujías, de la lluvia, del calor, del agua del botijo que estaba caliente o del negro que es muy chungo. Eso si, cuando gana, es únicamente por lo muy requetebueno que es, que nunca da las gracias a nadie. Es como Nadal, pero al reves. La dan, Nadal, que sería como un palíndromo tontorrón.
Bueno eso, que el primer toro de la manada, que a eso de la mitad de la Estafeta le han entrado las siete prisas y, hala, a correr, que ha empezado a atropellar al personal, que cuando el de verde le ha visto por el rabi
llo del ojo se ha echado a un lado como el chiste del baturro y el tren pero al revés, palindrómicamente hablando. Y el Lecuona, que le ha pegado un revolcón de mucho cuidado y le ha hecho un boquete en la camiseta del Madrid, que por bien que zurza su madre, eso no se lo repara de ninguna manera y lo menos han de estar en setenta eurazos las camisetillas de marras, que para eso mejor los cuatro polos de hace dieciocho años del de verde.
Pero lo mejor de hoy, una cosa de ayer.


Un poco más allá de la mitad de Santo Domingo, donde la gatera de la Cruz Roja, iba uno de cuadros que trataba de zafarse de los toros que también corrieron lo suyo, ya se dijo por aquí. Delante de él iba el Pequeñico en su plan, carrera intensa corta, aparte y hasta mañana amigos. Total que el tío de cuadros se echa a su derecha y allí, según se coloca, sale rebotado. En primer plano, el Pequeñico dejando paso a los bravos que comenzaban a arrollar y detrás, el de cuadros que parece que le quiere arrancar un cuerno al toro. Resulta, por lo que se desprende de las fotos del Diario de Navarra, que un cafre que estaba resguardado al paso de la manada le metió un empujón de aquí te espero al d elos cuadros que le devolvió al paso de los animales, lo cual que uno, como sin quererlo, le metió el cuerno, que eso es como cuando se rompen los intermitentes aparcando, que no se puede estar en todo. Yo es que le metía una guasca al burro ese.
Vale, esto era el antecedente.

En als imágees de la tele de hoy se veía el traslado del pobre herido mientras contaban su peripecia. Era una herida de asta, peor no grave, o sea si, por ser herida de asta, pero que no, porque no era grave. La lógica navarra tiene estas cosas. Pero se quejaba mucho, le dolía un montón. Joé, milmachos, a ver cómo me lo contarías tú, me he dicho mientras escuchaba al de la Cruz Roja. Bueno, pues se veía al de cuadros tumbado en la camilla, tapadito y tal, mientras le echaban dentro de la ambulancia. Y junto a él estaba el Pequeñico, acompañándole en ese doloroso trance. Y me he dicho que igual sería amigo o igual no, pero que el Pequeñico ha de ser muy buena gente por quedarse tranquilizando, acompañando al pobre de los cuadros, retorcido de dolor por su heridita de chinchingoma, tan solo en ese pozo de angustia del daño que no comprendemos.
Y uno lo piensa y claro, a ver, la vida misma. El desgraciado que te pone bajo las astas y el que ni le va ni le viene, pero se queda para acompañar al que padece. El de verde mola, el de la gorra mola, el Lecuona mola, el Pequeñico, campeón.

2 comentarios:

Dulcinea dijo...

¿Y si en el vallado pusieran francotiradores para liquidar a los inconscientes?

No veo otra, la verdad.

Nodisparenalpianista dijo...

Jaja, oye, pues ahora que lo dices, Dulci...