lunes, 9 de abril de 2012

Los deberes y la cancha

Hay por aquí cerca una pista de baloncesto, hay quien le llama cancha, que es una cursilada imperdonable, así que en adelante pista, en la que a todas horas hay jugando unos cuantos filipinos. La tienen tomada, por la vía pacífica, que desde lo de Baler, a los filipinos se les tiene por gente pacífica y tal. Luego está lo del Frente Moro aquel, que es una cuadrilla de salvajes islamistas, perdón por la redundancia-repugnancia, que andan matando por la jungla desde hace la tira. Creo que parte del acuerdo para que Apocalypse Now se pudiese rodar allí fue que la producción dejase dos de los viejos helicópteros, precisamente para usar contra la caterva de bestias esos. Hay gente que se piensa que lo de los mojamés es cosa nueva, en fin.

Los del baloncesto están dale que te pego todo el día haciendo ruido con las cestas, porque son de chapa y cadenitas en lugar de cuerdas, algo ruidoso y pesado, como el propio Ayuntamiento que las ha puesto allí. Que enfrente haya una biblioteca confirma que son tontos y que no hay manera de recuperarlos.
Los filipinos son chiquitos y voluntariosos, dos circunstancias un tanto contradictorias para la cosa del baloncesto. Más que chiquitos, parece que estén compactados, así concentraditos, como si tuviesen un peso sobre los hombros y les tirase para abajo, achinándoles los ojos y dejándoles un poco chiquitajos. Hasta a mi, que tampoco rozo las nubes, lo normal, apañao, me hace sentir ala-pívot pero sin desgarbo, porque esa es otra, la elegancia del baloncestista es indiscutible: no existe ni por casualidad, que está pareciendo que les tengo ojeriza a los bajitos, los baloncestistas, los filipinos y los voluntariosos, y nada más lejos que eso. En todo caso una cierta admiración perpleja ante cuatro manifestaciones del ser que no poseo y que ni siquiera rondo.

Estábamos en que como no levantan mucho el vuelo, corren veloces y tiran desde lejos con no poca precisión, porque ahí está el meollo. Que a falta de altura, le echan voluntad. Y eso me parece a mi admirabilísimo. Será porque no es una de las virtudes que mejor me iluminen, me gusta la gente voluntariosa, que es como la cinta esa que llama americana, que sirve para un roto y para un descosido y le saca a uno de los apuros más estrambóticos. Eso, que con voluntad parece que se suple la falta de centímetros, y se entretienen, sin botellón ni peleas chungas, echando el día, la noche y la madrugada, que no se si serán los mismos, pero que más vale que hagan turnos, que no paran. Otra cosa será qué sería lo que deberían estar haciendo a todas horas, si lo del estudio, lo del trabajo, ambos o no sabe/no contesta.

Y ahora me vuelvo a mis cosas, que se me acumulan los deberes.

8 comentarios:

Dulcinea dijo...

Mientras los que jueguen sean chavales, lo hagan por afición y no haya pasta por medio de los clubes, me parece sano.

Lo malo es que les envenenen con competiciones salvajes, que los clubes paguen y los padres cobren y que los chiquillos acaben siendo mercenarios del deporte.

Atiza dijo...

O lo que sería peor, pagar una especie de "impuesto revolucionario" a otras bandas por utilizar la pista.

Dulcinea dijo...

Exacto Atiza. Incluso podría pasar que la cancha se convirtiera en un escenario para ajustes de cuentas, que también de eso hay.

Yo no se qué elementos positivos le ven al deporte: lesiones, pasta para la ropa, tiempo para dedicar, golpes, disgustos, palizas entre contrarios... eso cuando no se acaba delinquiendo.

Que les das una pelota y acaban en Sing-Sing.

Nodisparenalpianista dijo...

Pero cómo sois. A mi lo que me sorprende es que estén los veinte tíos ociosos dale que te dale a la pelota. que mejor eso que levantando carteras, pero en fin, que sin trabajo esto no tira. Y digo yo que de qué comerán, o sea.
El deporte es una colección de insoportables calamidades, Dulci, en efecto. Atiza, jolines, lo que no se te ocurra a ti para sacar unas pelas...

Me he acordado de una vez que, cerca de allí, jugaban unos al fútbol. Uno, que los vio por la ventana decía, mirad, la primera vuelta del Pakistán-Marruecos. La segunda, en el patio de la Modelo.

Altea dijo...

Pues a mí me encanta el deporte, chicos: no hay como un partido de fútbol en el sofacito, con patatas fritas, pinchos de jamón y cerveza fría. Voces, inocentes insultos a los contrarios... Se descarga un montón. Sanísimo.
Al día siguiente, en el trabajo como nuevos.

Atiza dijo...

...sí, si, Altea, y el desayuno del día siguiente se convierte en un "no poner ni el güevo", maja. Y lo que decía hoy uno que no estamos "ni para cafelito ni para periódico".

Altea dijo...

Pero si es lo más barato que hay, montarse el finde en casa propia.

Dulcinea dijo...

Te veo medallista de ese deporte que dices, Altea. Yo también lo practico pero en vez de ver partidos, veo pelis. ¿crees que puede ser considerado deporte o es obligatorio que haya algun deportista en la pantalla?

Uy Atiza, que nuestra máquina de café se nos ha estropeado y como hay profes que se llevan el periódico a casa, resulta que se cumple la amenaza "ni café ni cafelito".