sábado, 22 de septiembre de 2012

Una de premios

El Ayuntamiento de Madrid entrega hoy -por ayer- unos premios por la promoción turística de la ciudad a los tres grandes museos de la ciudad, El Prado, La Thyssen y el Sofidú, que es como Umbral le llamaba al CARS, o sea, el Reina Sofía. También, y ahí está la sustancia, hay un premio para Lhrady, que es como la tierra prometida con caldo para los umbralianos. Luego está Arguelles, pero eso es la aventura. Y Pitita Ridruejo, que hace mucho que no sale, y a mi me da susto pro si está pachucha o algo.
Hay gente que a la Thyssen le llama el Thyssen, como si no estuviese claro quién llevaba los calzones y quien llevaba las cervezas en aquella singular asociación. A mi me da que le llamo LA Thyssen por galería y no por museo. EL Reina Sofia por museo, claro. Que llamarle a un museo Centro de Arte es una pijada de tomo y lomo, mayormente afrancesada, lo cual que Umbral le llamase Sofidú, al estilo del Pompidú. El Pompidú es bello en lo antiguo, cursi en lo moderno e ignorante con altivez. Y a ver quién me lo niega. Lo mejor del Pompidú es la leyenda. Y los chistes. Se me ha inflamado el Pompidú de la caminata que me he pegado para llegar. Que es como lo de cuando al coñac le quisieron poner jeriñac, que suena como a retrete. Oiga por favor, me dice usted dónde está el jeriñac. Y todos nos entendemos.





 

Cojo esta curiosa nota de este sitio, que cuenta estupendamente bien la historia.

Lhardy es desconocido y así ha de seguir. Si acaso, uno mira por el cristal. Pero no más, lo mismo que no nos subiríamos a hombros de la Venus de Milo. Claro que así, mal negocio si lo más que hace uno es mirarle las longanizas y leerle el mito, y, como mucho, hacerle pelis Garci para sacar e refajo que se dejó la reina aquella sandunguera y cachondona en deshabillé o sin. Pues eso, el negocio con los mitómanos, los muertos de hambre y los raros. Para los exquisitos, la leyenda. Un día me propuse hacer algo de dandys y esnobs. Buen premio para Lhardy, si señor. Y para los otros, claro.

3 comentarios:

Dulcinea dijo...

Uff. Pues vaya con los premios. El Prado ya no es que era. Desde que la gestión la lleva quien la lleva es un desastre: que si la distribución de las pinturas, que si la ampliación mal aprovechada, que si el pegote del claustro de los Jerónimos, que si el surtido de libros en la tienda (hoy sólo es merchandising). Me pone mala. Este verano en la visita a "El último Rafael" volví a coincidir con un vigilante de sala que me conoce de otras visitas y con el pego la hebra. Es un tipo leído, culto y rebotado con el staff.

El Reina Sofía tiene mejores temporales que fondo permanente. Ahí lo dejo. Y lo visito menos.

La Thyssen. Bien gestionada. En femenino porque ella forma parte del proyecto. La reciente de Hopper me encantó. A mi la baronesa me cae muy bien, y desde que el calzonazos de su hijo se deja mangonear por la trepa de la novia me da bastante pena.

Lardhy está sobrevalorado. Que fue el picadero de la reina casquivana. Vale. Que los presuntuososo dicen haberse bañado en su caldo. Bien. Que si no hay esnob en Madrid que no haya estado. Vale. Pero yo veo más continente que contenido, no se si me explico.

Después de despacharme a gusto, reconozco que: mejor para Madrid ser conocida por tres museos de bandera, que por ofrecer alcohol sin control y sexo gratis como pasa por aquí.

Atiza dijo...

Os sigo leyendo desde Martha`s pero la vagancia me puede y entre Margarita y Daikiri no tengo un minuto, osssea. Lhardy, estupendo. En esos días de frío seco, su caldo es exquisito. Maravillosa la vitrina de los hojaldres calientes y encanto especial el del Samovar.

Fdo. Josemi (el de Herrera)

Dulcinea dijo...

ENTRADA NUEVA YA,
ENTRADA NUEVA YA,
ENTRADA NUEVA YA,
ENTRADA NUEVA YA,
ENTRADA NUEVA YA.