martes, 12 de marzo de 2013

El sol en la esquina

Caminaba apresurado bajo un sol, anticipo primaveral, tan sorprendente como agradable, camino de una cita a la que no llegaba tarde, aunque las pausas podían resultar fatales. Hablaba por teléfono con la HermanadelaDulci para felicitarla y para ver a qué hora nos llamaríamos luego. Lo cual que al doblar una esquina vi a Roger Hogdson sentado en el suelo. Esta vez si que no se me escapa, pensé, mientras casi perdía el hilo de la llamada. Me detuve y terminé de hablar con la HermanadelPianista, vale, pues a ver si para comer coincidimos, y si no, después.
Roger Hogdson el mendigo, quiero decir.

Ya os conté que le volví a ver hace unas cuantas semanas, pero cosas de las prisas malas, no me pude parar ni a darle los buenos días. Esta vez no me pasaría.

Hola, le dije.
Estaba sentado de cara al sol, disfrutando de la luz y del calorcito, con un vaso de plástico que aún tenía un culín de cerveza. Me miró
¿Cómo estás? Antes de que me contestase, seguí. Sería por miedo, digo yo. Por miedo mío, quiero decir, a que me dijese, pues aquí, viendo cómo me sigue dando tortas la vida. Supongo que tan valiente no soy.
¿Puedo invitarte a comer algo? ¿Te apetece un bocata o algo?
Bueno... me miró... igual un pincho de tortilla.
Vale, si quieres te lo traigo. Pero no me dio tiempo a más. Se puso de pie y se metió en el bar de al lado. Como a veces son muy malajes, pasé justo detrás, por si le decían algo. Y se lo dijeron. ¿Qué pasa, Sebas?, ¿tomas algo?
Y se calló, claro.
Hola, ponle al señor un pincho de tortilla y... ¿Qué quieres beber?
Me miró con sus ojos azules y pequeños, tristes como la pena más gorda y tranquilos, como el dolor una honda puñalada. Casi pidiendo perdón, un vaso de vino, dijo. Pues le pone un vaso de vino también. Muy bien.
Me quedé mientras se lo preparaban.  Sebas a mi izquierda, callado, esperaba.
Pagué todo lo discretamente que pude, que fue muy poco, la verdad.
Bueno, cuídate, y hasta otro día.

Llegué un poco tarde a la cita en cuestión, pero no pasaba nada.

5 comentarios:

maria jesus dijo...

Jo pianista ¿porque lo cuentas así, tan triste?

Nodisparenalpianista dijo...

Porque le recuerdo de hace la tira de años, María Jesús, de cuando andaba por las calles de las tiendas de discos. entonces no era vagabundo. Y ya ves cómo está ahora.
Por mi, que no se quede sin un pincho.

Altea dijo...

Qué fuerte. Hay mogollón de peña pidiendo por ahí que hace poco se ganaban la vida con su sueldillo, como to quisque.
Ay, madre.

Dulcinea dijo...

Por alusiones: la Dulci no tiene hermanAs. Tiene hermanO. Uno. El hermano-de-la-Dulci, of course.

También yo he notado un punto de tristeza, como María Jesús. Lo suyo sería alegrarse porque recibió ayuda.

Dulcinea dijo...

Que tiempos aquellos en los que el Pianista nos mimaba, actualizaba el blog, nos ponía encuestas y resúmenes semanales...

ENTRADA NUEVA YA
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