jueves, 28 de agosto de 2014

JAVQ

No se por qué, había una cierta afición en acortarle el nombre al personal, naciendo simpáticas composiciones con las siglas. Eso a mi siempre me ha parecido mejor que los diminutivos, que según la barba del interesado, puede quedar hasta ridículo. Sobre todo, si terminan en i. Michi, Lichi, Pichi, Chumi, Michi, ay ese ya lo he dicho, fatal.
JAVQ queda fenomenal.
Pero se lee de pena, la verdad.
Era Vidal-Quadras. Que para nosotros era único, claro. Lo de la Q esa delante de la a siempre me ha parecido de un esnobismo exótico fenomenal, y más conociendo al personaje. Ahora que lo escribo, esto es, que lo pienso, JAVQ si tenía un cierto aire de dandi de vuelta, como de jubilado de la ventisca y rendido a la brisa de las tardes frescas -qué frescas, frías de reventar termómetros- de la parte del campus que daba al riachuelo. Vidal-Quadras ha sido un periodista de raza, de tinta, visera y manguito, que según cómo parecía fugado de Primera plana, pero de cuando era Luna nueva, me parece que era, aquella antigua, si esa, la de Cary Grant. Era tan buena persona que del mundo de raterillos que era lo de los papeles -hoy muchos han descubierto su verdadera vocación, pero como ese es un asunto de letrinas, aquí ni lo comento- se pasó al de la docencia. Porque más que profesor universitario de Comunicación (ponpón), pasó a ser maestro de redactores, lo que parece que no suene tan bien pero que, no nos engañemos, amigos, es mucho mejor.
De sus clases recuerdo poco. De él recuerdo mucho. Ahí está el quid. No daba consejos aparentemente raros y divertidos pero repletos de sabiduría, de sentido común  y de la bondad del cristiano bueno,que se le salía el cariño por las orejas.
Cosas de la vida y de los tejemanejes del delegado de mi clase -las cosas de la prensa, ay-, en este caso absolutamente inútiles, porque se trataba de uno de los  profesores más queridos de la Facultad, le escogimos padrino de nuestra promoción. Qué cosas, que los apadrinados escojan al padrino. A mi me parecería más lógico a la inversa, pero yo siempre he sido un poco contracorriente en estas cosas.
Lo cual que en la graduación nos colocó un discurso divertido y cariñoso, así como era él, que gustó mucho a las familias y sobre todo a las mamás y a las abuelas. Recuerdo, como si fuera ahora, los dos consejos que nos dió. Lanzó uno y todo el personal con la boca abierta. Este hombre se ha vuelto loco. Luego lo explicó, y nos reímos. Nos reímos de lo tontos que éramos por no haberlo entendido a la primera. Luego nos dió el otro. Mucho más serio y que también desarrolló con su tranquila facilidad.



JAVQ era un enamorado de la Universidad, de su historia y de su campus. Como Soria, se sabía todos los árboles. Y también se sabía los jardineros, los bedeles, los conserjes, muchos, muchísmos alumnos, muchísimos antiguos alumnos. Sería por eso que todo el mundo le quería. Porque él quería antes.

Total, que los de mi promoción estamos huérfanos de padrino. Y como yo lo del padrino siempre me lo he tomado muy en serio, estoy un poco encogidico, un poco pocho, como cuando los árboles se empezaban a pelar y parecía que la primavera nunca podría vencer a aquél puñetero frío.