jueves, 31 de diciembre de 2009

Vísperas


Esto si que es despedir el año a lo grande, colgando un TulúsLotrec al lado del calendario de Benalmádena o de Benicarlo.
Como hace tiempo que no levanto ninguno, a ver si recupero las tradiciones, antes de que nos eche el año encima. Qué pesadez, dicho sea de paso.

Pues aquí, ya está.


PD: Mañana, o sea, el día 1, Dios mediante, a partir de las doce y pico, la crónica de los chinarros y los vieneses, como siempre, o sea.

miércoles, 30 de diciembre de 2009

lunes, 28 de diciembre de 2009

70 es hoy (II)

(sigo)

El mal, en el Tercer Reich, había perdido aquella característica por la que generalmente se le distingue, es decir la característica de constituir una tentación. Muchos alemanes y muchos nazis, probablemente la inmensa mayoría, tuvieron la tentación de no matar, de no robar, de no permitir que sus semejantes fueran enviados al exterminio (que los judíos eran enviados a la muerte lo sabían, aunque quizá muchos ignoraran los detalles más horrendos), de no convertirse en cómplices de estos crímenes al beneficiarse con ellos. Pero, bien lo sabe el Señor, los nazis habían aprendido a resistir la tentación.

Hanna Arendt. Eichmann en Jerusalén

jueves, 24 de diciembre de 2009

Feliz Navidad

Con esto de los Belenes, con tanto preparativo, estamos que ni tiempo queda para hacer las postales.
Al final, deprisa y corriendo le arranco otro ratillo al sueño para mis monigotes navideños. Es cosa de niños, lo se. Es cosa de niños buscar los plastidecores, recuperar los tres dibujines que medio me salen, pintarlos, buscarle la expresión al Niño -pequeñito, divertido, tierno, guapo, para comerselo, en fin- y dibujar un poco de nosotros mismos en ellos.

Es complicado, pero hay un Bebé recién nacido que quiere que le cantemos, que le arropemos, que le tiremos de los papos, que le hagamos cosquillas en los pies, que le apretjemos y que le inflemos a besitos.
Y porque en ocasiones igual cuesta, estamos especialmente contentos.

Feliz Navidad a todos.
Y que todos nos ganemos la risita de los bebés.

martes, 22 de diciembre de 2009

Hace unos días


Se estrena estos días -cuano lo escribí, unos días hace ya, si- , me parece, una adaptación de la novela 1984 a cargo de la compañía de teatro que dirige Tim Robbins. Se estrena en España, quiero decir, que es lo pintoresco del asunto. Bueno, pintoresco hay la mar de cosas, así que, ya que estamos, sablearé un poco a propósito del asunto. Supongo que a estas alturas todo el mundo sabe quién es Tim Robbins, que es el argumento principal para que se hable tanto de esta representación. Se trata de un muchimillonario -tuve hace años, tantos que ni
me acuerdo, un profesor que llamaba muchimillonarios a los que estaban forrados de pasta por todas partes. Megamuchimultimillonarios son sus jefes, ya sabemos- actor estadounidense, muy bueno en lo suyo, solvente director y pancartero pijoprogre en versión transatlántica. Le pasa lo que a todos estos, que están con todo lo guay y contra todo lo chungo, pero si uno se pone a rascarles un poco, se les ve de qué pie cojean a la primera de cambio. O sea, de la misma ganadería de gente que progresa y se enriquece chupando rueda de un sistema -mola llamar "sistema" a la cosa social; véase "el sistema que nos oprime"- que ponene a caer de un burro a la que pueden. Que una cosa es corregir todo lo corregible en aras de la mejora del ser humano y otra meterle palos en la rueda a todo lo que se menea. Esto es como la oenegé Save the children, que ha montado un festejo con la Aido-odia de primera vedette. La seifdechildren que propone carta blanca para matar en cualquier momento del embarazo. Yo, si fuese el de la oenegé me moría de vergüenza y de asco. Pero no soy de la onegé, a Dios gracias.

Qué gran fotógrafo Centelles. Y qué mentirosos lso que suelen reseñar esta foto. Es del año 36 y los que se fríen a tiros son comunistas y Poums o Guardas de asalto, no me acuerdo bien. Facciones del Frente Popular que resolvieron su tripartiteces a tiro limpio frente al Ayuntamiento.

Tim Robbins pontifica sobre todo, porque esa es una ventaja del pijoprogre, poder decir de todo y vetar las voces ajenas. En la cartelería de su adaptación pone cosas tipo que no se qué porcentaje de gente (mucha) está de acuerdo en la videovigilancia en sus respectivos barrios. Y, claro, eso a Tim no le mola. Es lo que tiene vivir entre el apartamento en Manhattan, la dacha en Beberly Hills y los días de asueto en la Toscana o en Venecia, que la videovigilancia no mola. Otra cosa es que en tu esquina more un camello, te líen botellones de jueves a domingo o que un travestón de dos por dos te diga hola guapo ¿tienes un cigarro?. Esas cosas a Tim no creo que le asusten ni le molesten, son problemas de los reaccionarios, que somos unos quisquillosos. Y no llevamos tabaco.
Claro, la pijoprogresia fetén flipará con la contestación comprometida de este artista tan reivindicativo. Cualquier cosa antes de leerse el libro, no sea que se despierte la neurona. Se ha hablado siempre de utopía, de negra premonición a propósito del libro de George Orwell, eso si, inspirada en el comunismo rampantre de su época. Orwell sabía mucho de las artes de las familias comunistas, que no dudaron en eliminar al disidente con métodos muy expeditivos y que él mismo vió a su alrededor. Ahora, hay unos estudiosos que han analizado las referencias de 1984 a los acontecimientos que vivió Orwell en su estancia barcelonesa en la guerra, en los años más duros, cuando en Barcelona iban a tiro limpio por el centro histórico comunistas, los del POUM, socialistas cobardones y los anarquistas a su bola, matando burgueses y curas. Que luego ve las fotos esas de los bombardeos y d elos milicianos parapetados detrás de los caballos muertos cerca de la Plaza de San Jaime y dicen, joer, qué defensa frente al ejército franquista. Y no, de eso no hay ni una foto. Que la mayoría de bombardeos fueron desde Montjuic hacia el casco viejo para liquidar la resistencia del POUM y lo de las trincheras era el tiroteo entre las facciones republicanas -armas p'al pueblo- que resolvían así sus habituales divergencias políticas. Eso entre amigos. Luego el personal salió a la Diagonal a aplaudir a los carlistas de Montserrat que abrían la entrada de los nacionales.
Desde que leí hace ya un buen puñado de años 1984, he sido un defensor a ultranza de esa novela, que sigue siendo un texto de incomodísima vigencia. En la novela se cuenta, por ejemplo, que para evitar una tensión excesiva entre los no miembros del Partido, se les permitía pequeñas transgresiones, algunas críticas políticas, un cierto liberalismo en lo pornográfico y hasta la ingesta clandestina de alcoholes de pésima calidad. Somos la órdiga de la resistencia. Y así seguían tragando.

Pues nada, Tim, tú a lo tuyo, a actuar de modo extraordinario y a vendernos la burra que te interese, que nosotros pagaremos con esa sonrisa de complicidad que tienen los botarates.

sábado, 19 de diciembre de 2009

En conciencia


Varias veces he contado mi rendida admiracion por la inteligencia de Montoro. Así que mejor me uno a su admirable columna. Que parece una viñeta, pero es más.

jueves, 17 de diciembre de 2009

Dónde estás, hermano

Reivindicar a Supertramp a estas alturas no se yo el recorrido que tendrá. Desde que ando con el emepetrés, he hecho lo que casi todos, andar recuperando audiciones antiguas a la vez que procuro descubrir cosas actualísimas. Un poco de todo, como si dijéramos. Claro, entre esas reuoperaciones, el París, de Supertramp, ya digo. Que no todo va a ser Simian Mobile Disco o los Soulsavers. Cosas.

Pero no era del París, su gran discazo, del que iba a letrear, sino de Brother where you bound? paseando por ahí, he visto que les etiquetan como progresivos, que es un cajón de sastre donde meter a todo aquel que tocaba bien y hacía alguna canción larga en los setenta. Las etiquetas, que a veces lían más que aclaran.
Ese disco lo graban tras la salida del grupo de uno de los dos colíderes, Roger Hogdson. Supertramp era un grupo raro. Tenía dos jefes y el más conocido era un saxofonista con cara de teleñeco. Vestían un poco así, entre jipilongo y esquizofrénico cogiendo ropa en el Corte Inglés a oscuras, pero de la sexta planta donde el batiburrillo de los saldos, como si dijéramos, con lentejuelas y pañuelos de flecos mayormente. Y melenas por todas partes. Luego cantaban en falsete y aquello resultaba muy pintoresco, claro. Es releerlo y asustarme.



Total, que por aquel entonces, siendo un grupo de gran éxito y de mucho predicamento entre los hermanos mayores de cada cuál, va Roger Hogdson y decide emprender su carrera en solitario. Ríos de tinta y puñaladas en el hígado, porque se lleva sus canciones, el grupo que resiste y se tiran los platos a la cabeza, en plan Sofía Loren de cuando le tiraba la vajilla a Mastroianni, qué tiempos, Bibiana. Aquello coincidió, poco más o menos, con la pelea aún más encarnizada del otro Roger, o sea Waters en su intento de mangancia a Pink Floyd. Dos rupturas casi a la vez en dos de los grupos más escuchados por, ya digo, los tetes y tatas grandones. Luego estaba Led Zeppelin y en plan más bestia Black Sabbath, pero para las audiencias medias, esos fueron, posiblemente, los más enormes. También daba morcilla Alan Parsons Project, pero es que me da hasta vergüenza recordarlo. Menudo castañón. Ni una palabra más. Bueno, una: uf.

Ahora, hace un mes o por ahí, leí que en realidad nunca hubo ruptura traumática en Supertramp -lo que relaja el paso del tiempo- que todo se debió a lainminente paternidad de Hogdson, que entendía incompatible con el ajetreo de la banda y que mejor hacía mutis por el foro y le daba a su guitarra en plan más relajado. Vamos, que para no tener bronca en casa con la parienta jipilonga, pues a comportarse, pues muy bien, oye. Bueno, pues será por eso, pero entonces la daga toledana brilló como nunca.
Hogdson, nada más irse, hizo un buen disco muy al estilo de su banda, bien, o sea. Luego algunos más hasta que se puso a recuperar el repertorio de Supertramp en plan acústico o así, piano y poco más. Bien, es agradable.

Pero estaba -hay que ver cómo me alargo- con el disco, el de Supertramp. Ahora, ya he comentado, dice Hogdson que no, que nada de peleas ni malas caras, que les dijo a sus compañeros que se piraba, no hombre, quédate, como el amiguete que para en la segunda cerveza y dice que se retira, venga una más, bueno va, y hala, ocho cubatas y a bailar con una farola mulata, pero el que no, en plan íntegro, que lo que sea por el nene. O por la bronca de la jipilonga.
Se esperaba con expectación lo que pudiesen hacer los que quedaban sin la mitad creativa del grupo, lo de siempre. Y salieron con un album maduro, serio, que en ese sentido superaba con creces sus anteriores trabajos. Ahí si que se escucha un disco de tipo progresivo, que camina desde un pop elegante y muy bien interpretado hacia los meandros de un rock con desarrollos largos, cambiantes, juegos de ritmo, virtuosismo y muchos colores vocales. Una gran producción que crea unas bases sonoras llenas de efectos y ambientes, donde se acomoda de modo muy brillante la música que sigue siendo Supertramp -pienso, por ejemplo en la primera canción, Canonball- con un toque más elaborado, tal vez menos jovial, pero mucho más adulto, pro así decirlo. El título sin duda se pregunta por Hogdson, dónde estará, ahora que el grupo se decide por darle un giro a su estilo y por avanzar por ese nuevo río rock. Según avanza el disco, No in between, también se mete uno más en la cosa conceptual, en las cancione sun poco más largas, mejor elaboradas, con distinos movimientos, esa soberbia, majestuosa entrada en Better days, todo un torrente desbordado de sonido y efectos que, sin renunciar a la marca de la casa, se acerca a lo de los dinosaurios del rock.
En este disco, y aunque no aparece reseñado entre los instrumentistas, David Gilmour hizo los solos de guitarra. Gilmour, con la herida recién abierta de los Floyd, en mitad de pleitos por el nombre del grupo, sin norte creativo tras la salida de Waters, no dudó en meterse a echarles una mano a los huérfanos Supertramp. Por ahí, más o menos, Waters hacía lo propio en aquel disco-película de Paul McCartney, el que poco después tocaría en The Cavern una serie de rocks de toda la vida con una minibanda de lujo: el propio Gilmour a la guitarra y uno de los Stray Cats me parece. Fue en mitad del pozo creativo de Gilmour, que parecía subsanar su escasez como autor con un resurgir como intérprete, con los Who en directo o con su amigo Pete Townsead en s gira particular.

Pero lo mejor, el aire ese largo, progresico, sinfónico y, creo que por primera vez en Supertramp un tanto triste, apagado, melancólicoy con una cierta amargura, como las naranja cuandosalen muy requetebenas, que pasan del ulce al amargo y del fresco al ácido si soluciones de continuidad. Una maravilla. Me gustan las naranjas.
Sobre dieciséis minutos dura la pieza central del disco, Brother where you bound?, una canción que arranca con Winston Churchill, con la Internacional y que se desarrolla, por un diálogo voz saxofón, unas martilleantes baterías, un ahogado chillido brother, brother! y un rítmico rocanroleo acelerado que le arranca las piernas hasta al bailarín más amodorrado. Y así, subiendo y bajando se suceden los movimientos que le llevan a uno hasta la cosa sinfónica, que, la verdad, sigo sin saber del todo lo que es, pero que me suena a esto.
Termina el asunto con una canción un poco floja, que resulta más bien al barrer la sala de conciertos de los cachuetes que a una explosión operística de las que muere hasta el apuntador. Nada, bien está terminar así, porque sirve para realzar aún más la pieza anterior.
Bueno, no se, igual hay más cosas para contar, pero en realidad lo que hay que hacer es ponerse y escucharlo. O sea, que a buscar. Y si no aparece, se lo presto a quen me lo pida, jolines, faltaría más.


lunes, 14 de diciembre de 2009

En el metro


Estamos. Cuando saco mi tarjeta, resulta que no me queda ni un viaje. La máquina expendedora, su tabaco, gracias, los botones, debo de estar perdiendo un metro, los punquis que merodean. Español, español, español, belga, español, español, irlandés, español, portugués, español, español. Cuánto pesa Europa. Los punquis han entrado.
Paso por la máquina, a eso le llaman cancelar, qué crueldad, cric-cric, y procuro bajar rapidito la escalera. descorazonador oir llegar y oir marcharse el metro cuando uno está en mitad de la escalera, atrapado por unos perezosos que ni pasan ni dejan pasar.
Usted tiene suerte, señora. ¿Suerte? Suerte, si señor
a, le dice un sudamericano a una gorda. No funciona el reloj que indica lo que falta para el siguiente convoy. Belmonte cuenta sobre el miedo cómo le crece la barba y cómo conjura el miedo. Dos de los punquis. Llega el metro.


Los punquis son punquis pero también cursis. Cursis disfrazados de punquis, con sus pulgas y sus piojos, la cabeza estrafalariamente rapada, con mechones largos en mitad, las tachuelas en la piel, en la nariz, vaya usted a saber dónde más, ropajes militaroides, camiseta de tirantajos mugrientos, pinchos y aspecto agresivo, un patinete de esos modernos debajo del brazo. Un par de cursis.
Son dos ñoños que se dicen ñoñeces bajito, porque eso suena bien a corto, pero si te escuchan la has liado, cursilón. Y eso es lo que son: dos cursilones de enciclopedia, que se dicen, regados de ron o de litrona, yo qué se, lo que todos los cursilones, ay tus lindos ojos, chachachá, lo que toque.
Belmonte le pregunta a su miedo y trata de razonar, aunque él procura acorralarle. Le consigue mantener a raya, aunque en momento dado, cuando se viste para salir al ruedo...
Hola, no te había visto.
Los punquis están sentados frente a una puerta que se abrirá en cuanto lleguemos a la próxima parada.

martes, 8 de diciembre de 2009

Inmaculada


Claro, de Miguel Ángel hsta el pellejo ese que dicen que es su grimoso retrato en el Juicio Final.
Veo, según termino los Belenes, algo de un dibujo recién expuesto. Qué tío, cómo os la ha coldo.
Hablan de que si es una obra inacabada, o un boceto o no se qué zarandajas.


La Virgen amamantando al Niño Jesús. Luego, con los años, a esas obras les llaman Maternidad, como si no fuese exactamente lo mismo. Miguel Ángel terminó lo fiundamenal el cuadro. Lo demás lo acabamos nosotros, que tan tontos no somos.
Pero qué bonito, jolines.

viernes, 4 de diciembre de 2009

El pedal

Pues resulta que hace unos días, unas semanas, noto un ñec ñec en la bici. Uy. Vaya, parece que hoy no lo hace. dos días. Ñec ñec, otra vez. Y s eme aparece el fantasma de la avería irresoluble. Una vez, un listo de un taller de bicis me dijo que qué chula, si, pero que los recambios cuestan la tira de conseguir y que llantas, bielas y hasta una rueda con freno de contrapedal son relativamente fáciles de encontrar, pero que como se me rompiese el pedalier, íbamos apañados.
Uno dice pedalier y ya parece que haya hecho do
ce veces la Lieja Bastogne Lieja, o como se llame, cambiándole las gomas a Poulidor. El listo, digo, en plan agorero, que mejor me vaya haciendo a la idea y tal. Y me suelta que si me decido por tirarla y cambiarla por otra, que é le la aceptaría, porque anda coleccionando bicis antiguas y tal. Y el muy tacaño me dice que valor no tiene, porque en el cuadro hay unas marcas como de haberse dado un castañazo de cara considerable, así que como antigüedad no vale un duro. Pero por si acaso, que se la regale. Tócate las palometas.
Apesadumbrado por los negros presagios del listo, yo me veía con el pedalier a trozos en una mano y con el revólver en la otra, a punto de descerrajarle un perdigonazo en el manillar, como hacía John Wayne con el fiel caballo de la pata rota, que también se la podían entablillar. digo yo, y dejarle por el monte con su pasto y con sus yeguas, que una cojera bien puesta siempre ha resultado elegantísima y a los hechos me remito. Mira Byron, por decir.


Igual es cosa del lubricante, me engañaba yo, y le metía medio litro de tres en uno al pedalier, que tenía que ir de suave como las bielorrusas del patinaje artístico cuando se caen de culo, que se van de punta a punta sin despeinarse. Entre el fútbol y las bielorrusas dándose culetadas, pues en fin, o sea. Aquello parecía que dejaba de sonar, pero sonaba al cabo de un ratico. No podía ser cosa de aceites. Y yo viendo, como en los dibujos animados, al listo frotándose las manos y a John Wayne por allí, con el capote en la granja del hermano.
Pasan días. Unos suena, ñic ñic, otros no. Hasta que anteayer noto que clec, se me traba un pedal. La verdad es que estaban un poco viejales, pero tiraban, y esa es la cosa. Ojo, aparece un rayo de esperanza, igual el pedalier, extraordinariamente bien lubricado, está de fábula y lo que anda hecho unos zorros es el pedal. Para quien lo haya padecido, es extraordinariamente antipático que rueden los dientes, gire la biela y que el pedal quede fijo. Más aún si uno frena con los pedales, que es cosa que entendemos los del contrapedal. Para los que no hayan entendido ni media palabra de esto último, la idea es que es muy molesto. Y ya está.
Total, que en un semáforo me paro, miro y veo que se me están saliendo los cojinetes por todas partes. Eso también es molestísimo, ni falta que hace el decirlo.
Atención, moto 2, se confirma que se escachuflaron los pedales. Y eso le tranquiliza a uno por lo del pedalier, pero trae anexas otras dificultades. Una vez hube de cambiar los primero pedales y el listo de la tienda u otro de otra, que anda que no hay centellas en el asunto, me cambuó un pedal y me dijo que el otro no podía. ¿Cómo que no puedes? No, es que está muy duro. Ya, joer, ¿y ahora voy con uno si y otro no? Y el tío cutre me perdona la vida y me dice que no me cobra la hora de trabajo. La cosa es que acabé en el Yudego, que es un mecánico de coches que había enfrente de casa y que es como un Terminator pero en amigo. Dame, dame, le mete al pedal un lubricante anticorrosión industrial que un poco más y nos ahogamos, saca una especie de hélice con un agujero enmedio que es como una llave para sacar tuercas y hala, a girarla sacando bola, que ya digo, le arrea media torta a Mike Tyson y le pone las orejas al bies. Estaba un poco duro, pero ha salido. Joer.
Los Yudego, porque eran tres hermanos, dejaron su garito y andan ahora viviendo la vida por ahí, muy bien por ellos, pero fatal para mi negociado. Me veo tra vez en el listo blandengue. Pero antes consumir todas las posibilidades. Comentando estas cosillas con una ciclista del trabajo, me dice que ella hubo de cambiarse los pedales hace un tiempo, y que se apañó a su aire. A ver, es maja y tal, pero no daría el perfil de bricopija. Quiero decir, que si ella pudo, un auténtico bricomán no sólo puede hacerlo, sino que debería, al menos, colocar tres tubillones y con una sierra de calar darle el cambiazo al sobre de la cocina por el mismo precio. Y con la barba bien peinadita. Qué tíos.
Ayer me trae la llave del 15 y un puñado más. Cuando llego a casa me preparo un capuchino, a veces, pero no en este caso. Trato de probar a ver si cede el pedal, porque si es así, me compro la pareja y me los cambio. Pues si, si que cede. Y el otro también. Vale, ahora si que voy a por el capuchino.
En un rato de tarde nos escapamos Txispi y yo a Correos, que he de recoger unos libros y tal y de camino, en un taller de coches me dicen que ahí cerca hay uno de bicis, a ver si hay suerte y los encuentro. El figura que atiende al negocio está reparando algo, me dice que espere y se ore el rasrarsras de una cadena recién puesta y finísima de grasa. Me gusta ese sonido, como el de un cambio que salta bien. Ya ves tú qué tontería.
Es una gozada hablar con gente que entiende del oficio. ¿Es mountan bike?, me pregunta. No, de paseo, holandesa, vaya. Y me dice que mejor ese otro, que es más amplio y grueso. Hablamos un poco y le pregunto que si se me escacharra el pedalier tendía recambios y me dice que si, que algo podría apañar y del contrapedal también hay cosas pero caras. Ochenta euros o por ahí. Bueno, le digo, es que a mi me gusta más que el freno normal, es más cómodo, más seguro y para ciudad mucho mejor para esquivar gente. Y tanto, me contesta en su castellano un poco de Georgie Dann, lo cual pega mucho con ser coequipier de un gascón en la París Roubaix, pongamos por caso.
En el portal de casa le doy a las llaves y cambio los pedales en un pispás y tres manchas de grasa. Para probar, le doy la vuelta a la manzana con la excusa de ir a por pan. Fantástico. Georgie Dann tenía razón. El pedal es mucho más cómodo, porque pisas más ancho y aprovechas más la fuerza.
Y el pedalier rueda que da gusto.
Hala, hasta la próxima. Y para el agorero, morcilla.

PD: FestivaldeBelenes, que nadie falte

martes, 1 de diciembre de 2009

¡Ya arrancó!!!!


¡¡¡¡¡¡El FestivaldeBelenes!!!!!!!!!

Se anima a todom el personal a que se de un garbeo por allí. Cada día, la última hora desde Belén, con conexiones con las caravanas de Sus Majestades, unidades móvile sen los rebaños de pastores, cobertura aérea angelical y huyendo de los romanos (que son unos chungos).
Lo vamos a pasar bien!!!!