La verdad es que estuvo mal. No se si serían los nervios, la presión, el cansancio, la mala pata, la mala uva. La cosa es que el novillo le desarmó seis veces lo menos, le dio buenos pases pero de modo irregular con tanto deasrme, mató de mala manera y el público, en un arrebato de generosidad le premió sólo lo bueno -oljo, muy bueno- con una oreja hecha de cariño. En la vuelta al ruedo, que es cuando se colgó la imagen, le aplaudieron con ganas.
Luego me he acordado del llorón de Fernando Alonso, que pierde por culpa de todos y gana porque él es muy bueno. O del caradura de Messi, que o juegas para él o te condena al ostracismo, o hasta del poco acertado Contador, que tuvo la oportunida de decir estuve mal al principio y louego he hecho lo que he podido en lugar de esconderse en calendarios, durezas previas y preparaciones mejorables. Pues en lugar de malprepararte para el Tour, podías haber descansado hasta la Vuelta, que aquí al menos no te insultamos, majo. Pero ya lo ha arreglado: el año que viene no vuelvo al Giro.
Pienso en estos y veo aún más grandes las lágrimas del pobre Lama de Góngora. Un aspirante a matador que se responsabiliza de sus fracasos. Eso si que es una victoria. No creo que pase a la final. Pero a un tipo con esa actritud y esa limpieza hay que seguirle.