miércoles, 29 de agosto de 2012

El himno del mediador de seguros

Leo, asombrado, que existe un himno del mediador de seguros. La verdad es que no se muy bien qué es un mediador de seguros aunque, francamente me importa poco, muy poco. Ojo, con todo el respeto, que seguro que no se lo que me pierdo, pero la vida es así y el tiempo, ay, está limitado, y mucho, por la circunstancia. Vaya usted a saber lo que sería ahora de Armstrong, Lance, de haber mediado un mediador en su medianía. Me temo que al otro Armstrong, Neil, el mediador ahora, pues más bien poca cosa podrá hacerle, pero todo es poco para ganarse una buena intercesión, que el sitio entre las nubes también es un sudor ganárselo, cono que tenemos por aquí abajo, que ruina, ay.
Lo cual que vamos al intríngulis. Afinen los asuntos y a por ello. Con un par de pólizas bien puestas. Y que sea lo que Dios quiera.


Venga, todo a entonar, como estos señores tan elegantes que han escondido tan mal la botella de vino, ay, qué guasa tienen encima los tíos.

HIMNO DEL MEDIADOR

Primera parte

Somos los Mediadores,
un gremio muy especial
porque estamos en el centro
buscando la imparcialidad.
Convenciendo y asesorando
el cliente ganará
y seguro que al final
con nosotros se quedará.

Segunda parte

Nosotros asesoramos
y buscamos lo mejor.
Por nuestra independencia,
cercanía y rigor,
el cliente notará
que el esfuerzo es superior.
A cualquier enteradillo
nuestro análisis, el mejor.

Tercera parte

Nuestra meta va a ser
innovar y asesorar.
Mejorando a los bancos
a las cajas y demás.
Juntos y con ilusión
conseguiremos estar
a la cima como siempre
del sector asegurador.

domingo, 26 de agosto de 2012

La Luna menguante

Vaya, hombre.

Mal fin de semana para los lunáticos. 

or un lado Neil, el primero en pisar la Luna va y se muere de una cosa del corazón o así. A mi este astronauta me caía -me cae, pobre- fenomenal. Los astronautas, en general son gente maja. Bueo, no es que conozca uno a muchos, a ver, pero Gagarin, el pobre, estrellado -cruel ironía- probando un reactor, Aldrin o el otro, el que se tuvo que quedar en el módulo con la cafetera en marcha, a escasos dos metros de pisar la Luna, y John Glenn, que es un dandi, que me parece que hasta Umbral le escribió algo.
A mi me da que los astronautas son los últimos héroes, los últimos aventureros, los intrépidos, tal. Como Colón, peor ahora. En la prensa llaman héroe al negro ese que corre tanto y que es un chuletapiscinas que manda callar al personal cuando llega a meta. Yo es que estoy allí, me levanto, le mando a donde los pepinos y me largo, menudo idiota. Veloz, pero tonto perdido.


Y está lo de Lance. Otro que hasta anteayer era un héroe, pero del que ahora todos echan pestes. Mira, si has ganado siete Tures es que eres muy bueno. Pero claro, hay que darle leña. Llevamos dos años con el filete tóxico de Contador y ¿ahora hay que llevar a Lance a la hoguera? Me acuerdo del pobre Pantani. No, no. Y del día aquel que se les mató Casartelli, el del Motorola, que se dejó la vida de una castaña bajndo un puerto. Al día siguiente, el pelotón paró un poco y dejó que sus compañeros entrasen juntos en meta unos metros por delante. Los golfos de la organización les sancionaron por la componenda, siempre sensibles al dolor ajeno. No se si fue al día siguiente o por ahí, un jovencito del equipo le echó casta y ganas y ganó en la meta con todas las de la ley, homenaje al amigo recién caído y patada en los dientes a Leblanc y a lo de L'Equipe, los mismos desgarramantas que acusaron a Induráin, que despanzurraron el Festina, lo que quedaba de la Once y tal. Yo es que al Tur tampoco iría, y que les vayan dando por la Turandot.
Luego Lance tuvo los cánceres, se salvó milagrosamente, volvió, venció, vimos a sus preciosos chavalitos y a su guapísima mujer, tal y tal.

Bueno, pues lo dicho. Que mal, o sea.

domingo, 5 de agosto de 2012

El gafe soy yo

En la tele ha comenzado un partido de balonmano de chicas, España Noruega. La cosa no va bien. cinco minutillos y ya se han puesto dos a cero. El locutor dice que el problema es que no nos acercamos. Meten otro o dos, no se, y en una jugada de ataque pitan uno de esos penaltis raros a favor de las nuestras. Las españolas, digo. Zas, lo lanza y le da en todo el brazo a la portea. Voy a la cocina a beber algo. De vuelta oigo que por fin han marcado las españolas, pero en cuanto me siento, las noruegas vuelven a sus agobiantes ataques.


Al rato, después de un refrescante capítulo de Doctor en Alaska, pongo el partido y resulta que ganan las españolas 16 a 20. Persón, 17, acaban de marcar las noruehgas. las españolas vuelven a perrder la posesión. Apago la tele y escribo.


Ayer vi los diez últimos minutos del baloncesto. Perdón, Gasoles.

viernes, 3 de agosto de 2012

Cansancio olímpico

Esto de las olimpiadas es cansadísimo. Todas las mañanas escuchando la previsión de la radio, a ver si empezamos a ganas las veinticuatro medallas o no, oye, que se nos echa el tiempo encima y sólo llevamos dos chapas, me parece, u a de esa que tiene la cara cuadrada y para mi que es un poco neuras, que la oías cuando perdió la primera carrera en remojo y el otro día después de quedar segunda o tercera o no se qué y pe parece muy rara. Ayer, me parece, se olvidó el bañador. No se, no es normal, me parece, irte a la piscina a nadar, que es lo tuyo, y dejarte la herramienta, o sea. Aunque, claro, yo me he metido en la ducha con gafas. Y, verbigracia, en la piscina con gafas, vale. Pero no vivo de eso, quiero decir.


De esto de las olimpiadas he visto poco, pero hay una cosa que me ha conmovido. El segundo día, o así, andaban en lo de las bicis. Ganó uno que está a punto de jubilarse, con lo que la cosa ya suena rara, pero en fin. Los españoles entre muy mal y fatal. Han cogido la escapada buena, decían en la retransmisión, Jo, si, qué bien, Lo malo es que había otros veintidós en la escapada buena, pero en fin. En las teles habría que entrar con zotal...
La cosa es que termina, llegan todos, tal contentos o no, según y van dando la entrada, por goteo, de los rezagados, un ecuatoriano con la boca abierta, un japonés medio dormido, uno de Papúa Nueva Guinea, tanto viaje para nada, anda que no había gente por allí. Y en estas que llega un suizo. Fabián Cancellara.
A ver, orden. Un tío que se llama Fabián Cancellara no pega como suizo. Que es decir suizo y me da ganas de desayunar otra vez. Que un suizo en bicicleta camino del banco, aún, pero no se. La cosa es que Cancellara es un fenómeno, pero, ay, se metió una órdiga de mucho cuidado, y entró en meta con un capazo de minutos de retraso y sangrando como un becerro por el codo y el antebrazo derecho, si mal no recuerdo. Lo normal, después de haberse escachado en las carreteruchas de Birminghamo por ahí, es subirse al coche del equipo, echarle agua oxigenada a las pupitas y al hotel a ponerse ciego de paracetamoles. Pero el bueno de Cancellara, todo pundonor, siguió dándole al pedal entre raspaduras y heridas, quemaduras y moratones como un campeón. Y llegamos al tuétano del asunto.

Me cae bien, pero a mi no me la cuela. Este tío no es suizo ni de las afueras. Claro que el Pepete ese nuestro del pinpón... En fin, que yo no estoy hecho para tanta modernidad

Al cruzar meta, se acerca un asistente del equipo, le coge y le da un abrazo en plan, ánimo chavalote. Cancellara que se le abraza y se arrebuja como un niño recién apedreado por los cafres de sus amigos, buscando el refugio de su mami. Y así se queda, encogido, entre los bracos del asistente, quieto, callado, pensando, se supone, lamentándose, claro. Cuentan que sus opciones estaba ne la prueba contrarreloj, que lo de hoy era secundario, pero que con la castaña que llevaba encima, era dudoso que pudiese competir.



Dos días después, Cancellara corre la contrarreloj hecho unos zorros, no consigue medalla pero su dignidad no tiene premio.


Como los del furbo, vamos.