viernes, 3 de agosto de 2012

Cansancio olímpico

Esto de las olimpiadas es cansadísimo. Todas las mañanas escuchando la previsión de la radio, a ver si empezamos a ganas las veinticuatro medallas o no, oye, que se nos echa el tiempo encima y sólo llevamos dos chapas, me parece, u a de esa que tiene la cara cuadrada y para mi que es un poco neuras, que la oías cuando perdió la primera carrera en remojo y el otro día después de quedar segunda o tercera o no se qué y pe parece muy rara. Ayer, me parece, se olvidó el bañador. No se, no es normal, me parece, irte a la piscina a nadar, que es lo tuyo, y dejarte la herramienta, o sea. Aunque, claro, yo me he metido en la ducha con gafas. Y, verbigracia, en la piscina con gafas, vale. Pero no vivo de eso, quiero decir.


De esto de las olimpiadas he visto poco, pero hay una cosa que me ha conmovido. El segundo día, o así, andaban en lo de las bicis. Ganó uno que está a punto de jubilarse, con lo que la cosa ya suena rara, pero en fin. Los españoles entre muy mal y fatal. Han cogido la escapada buena, decían en la retransmisión, Jo, si, qué bien, Lo malo es que había otros veintidós en la escapada buena, pero en fin. En las teles habría que entrar con zotal...
La cosa es que termina, llegan todos, tal contentos o no, según y van dando la entrada, por goteo, de los rezagados, un ecuatoriano con la boca abierta, un japonés medio dormido, uno de Papúa Nueva Guinea, tanto viaje para nada, anda que no había gente por allí. Y en estas que llega un suizo. Fabián Cancellara.
A ver, orden. Un tío que se llama Fabián Cancellara no pega como suizo. Que es decir suizo y me da ganas de desayunar otra vez. Que un suizo en bicicleta camino del banco, aún, pero no se. La cosa es que Cancellara es un fenómeno, pero, ay, se metió una órdiga de mucho cuidado, y entró en meta con un capazo de minutos de retraso y sangrando como un becerro por el codo y el antebrazo derecho, si mal no recuerdo. Lo normal, después de haberse escachado en las carreteruchas de Birminghamo por ahí, es subirse al coche del equipo, echarle agua oxigenada a las pupitas y al hotel a ponerse ciego de paracetamoles. Pero el bueno de Cancellara, todo pundonor, siguió dándole al pedal entre raspaduras y heridas, quemaduras y moratones como un campeón. Y llegamos al tuétano del asunto.

Me cae bien, pero a mi no me la cuela. Este tío no es suizo ni de las afueras. Claro que el Pepete ese nuestro del pinpón... En fin, que yo no estoy hecho para tanta modernidad

Al cruzar meta, se acerca un asistente del equipo, le coge y le da un abrazo en plan, ánimo chavalote. Cancellara que se le abraza y se arrebuja como un niño recién apedreado por los cafres de sus amigos, buscando el refugio de su mami. Y así se queda, encogido, entre los bracos del asistente, quieto, callado, pensando, se supone, lamentándose, claro. Cuentan que sus opciones estaba ne la prueba contrarreloj, que lo de hoy era secundario, pero que con la castaña que llevaba encima, era dudoso que pudiese competir.



Dos días después, Cancellara corre la contrarreloj hecho unos zorros, no consigue medalla pero su dignidad no tiene premio.


Como los del furbo, vamos.

3 comentarios:

Dulcinea dijo...

El deporte me cansa mucho y los juegos olímpicos más. Mira que son pesados. Y las caras de velocidad que ponen. Y las supersitiones como acariciar la pelotita del pin-pon, por ejemplo.

Yo creo que son unos tarados. Yastá. Ya lo he dicho.

Dulcinea dijo...

Dos apuntes.

1 Las chicas del voley-playa. Hay que ver el interés que han despertado en el público masculino. Equivalente al interés que han provocado los chicos de waterpolo entre las féminas. Hay que ver cómo es el deporte.

2 Chascarrillo que se difunde por ahí. La escasez de medallas para los deportistas españoles no tiene que ver con su esfuerzo sino con lo feo que es el chandal que de hortera que es hasta les trae mala suerte.

Nodisparenalpianista dijo...

Dulci, gafe localicazo. Glups.