Resulta que leo en una guep muy educada de un ocasional comentarista una cosa sobre lo pesados que son los psicólogos que no paran de inventarse males, dolencias y sufrimientos para la vida moderna, como si no hubiese bastante con lo que hay, o sea. Y me he acordado de una chorrada que vi hace unos días en la prensa económica. Si, si, revuelo, chillidos, gritos de admiración y de sorpresa ¿¡pero tú cuándo duermes!!!?;si, hasta tengo tiempo para echarle un ojo a la prensa económica. Es lo que tiene ser un dandy y un bon vivant, erizos y erizas -joer, ya está el otro yo, o sea el él- gueperos y gueperas.
Bueno, o sea que en el sepia de turno le dedicaban una página entera en esa tontada del management o así a un descubrimiento de unos centellas de Berkeley o alrededores. Que mira que han salido tontos de Berkeley, que tenemos encumbradas las universidades estadounidenses y allí, como aquí, como en todos los sitios, pues tiene de todo, listos, listillos y tontos de la boina. La boina y el management. ¿Quién se ha comido mi boina? Pues uno con un hambre que pa qué.
Centrémonos.

Los de Administración, de la tercera planta,
que es que son la monda cuando están fiesteros
Una página entera dedicada a lo que un tonto de la boina ha llamado "irdecopyng". Bueno, eso no era, se lo han trabajado algo más, pero en sustancia, es lo mismo. Que se han dado cuenta de que la peña desengrasa, descarga la furia, se desestresa, se relaja y tal si se toma una copichuela con los amiguetes al salir del tajo, se echa un mus, se zampa unas tapas y se toma vino y medio.
Lo que digo, menudos tíos los de Berkeley. O alrededores. Luego, que era la sustancia, ponían seis sitios en Madrid, Barcelona, Valencia, Sevilla, qué se yo, así muy ambientales, lounge, combinados, gente guapa y tal, donde relajarse. A mi me puso de los nervios leerlo o sea que mal, ya digo.
Y me vi en Tapas Manolo, dánole salida a unas banderillas de guindilla y bebiéndome unas cervecitas de esas tan fresquitas y bien tiradas que saben servir los camareros de chaquetilla blanca y repeinados. O en Vinos Ochendegui echando unas cartas en un tapiz añejo, grasilla, pesetas en lugar de amarrecos y uno que no se entera y que pregunta si la brisca se juega a dobles. O quemándome al darle un tiento al ardiente pincho de pimiento relleno de rabo de toro mientras pongo a caer de un burro al jefe, jefa, vasco, vasca, erizo, eriza -¡otra vez, será...!- en el Bareto de Anacleto. O tomando unos vinos de esos buenos que sabe pedir uno en el Piano Bar Cabaré La Reme, que tiene un pasado que mejor no desenterrarlo, pero que oye, para llorar las penas y ahogarlas en una buena añada, pues muy bien.
Y es que lo veo venir. Porque lo mismo que yo, lo ha podido leer vuestro jefe. Y ya os veo fichando para "irdevinyg" con el jefe, el informático tonto, el informático pelota el misterioso chupatintas, la secretaria buenorra, el comercial palizas y el peritochispa que nadie sabe por qué pero sigue por allí, y sin ponerle papel a la fotocopiadora. Que os tomásteis a proma lo de las batallitas de bolas de pintura, lo del fin de semana de juegos en la naturaleza o lo del amigo invisible. Si si, gracioso, pero a ver a quién le divierte gastarse una pasta en unos deubedeses, una gargantilla, un buen vino y que le regalen unos calcetines con cara de alce.
Ya sabéis como soy. Padezco por vosotros, así que a la mímima señal, salid huyendo como conejos ante una cazuela y escondeos en la primera tabernucha que tenga pelotillas de papel y cabezas de gamba por el suelo.
Os estaré esperando, al piano, al fondo.