Las tapas de las sartenes son un regalo muy del BBVA, Banco de Buisconsin, Vermont y Alabama, muy del gusto de ser asaltado por los cuatreros que se esconden más allá del Rancho de Bonanza
Las sartenes tienen su tapa, ya sabemos, pero luego uno termina comprándoselas sueltas donde pilla, porque o no van, o las compra de cuatro en cuatro -y reciclo las otras tapas- o se pierden. Una vez perdimos una sartén de hierro como las de las pelis del Oeste, en las que James Stewart freía unos huevos y unas salchichas o algo. Oye, perdida, perdida. ¿Dónde está la sartén? Y la sartén que desapareció. Buscando. Y nada, que no, que no hubo forma. Ni en el ropero, ni en el altillo, ni en el almmacén de las cosdas de la limpieza, ni en donde las heramientas, ni en el baúl de los tesoros, todo lleno de gafas de sol, un ajedrez enorme y varios estuches de cartas, de las de jugar y de las de leer. Que ya se ve que vaquero no soy, porque a ver cómo metía James Stewart en el petare de la manta mexicana aquella de colorinajos no ya la sartén y las salchicas, sino los huevos, que es escachan a la primera d ecambio. Y encima el tío hacía café a la luz de la luna, con los lobos aullando de fondo y fumando, ahí en mitad del bosque -que te pilla el ministro y entre el colesterol, la nicotina y la petaca de güisqui que seguro llevaba escondida en la sobaquera, te mete un decretazo que te funde- , lo cual que además de la sarten y la comida, llevaba la cafetera, el café y el monilillo, dos tazas, porque siempre está con otro comanchero y un chisquero para prenderle. Oye, fijaos en el choricillo que lleva dertás de la silla de montar el vaquero, que ahí todo eso no cabe, a ver si no. Y que además cuando están ahí con la panza llena, llegua el arapajoe a levantarles la peluca. ¡Cuidado!, ¡detrás del seto!
Bueno, lo de la peli seguriá en otro rato. Que las sartenes son muy suyas. porque las levantas y tienen condensada el agua. Y entonces qué haces. Porque si las dejas con el pitorrillo hacia arriba, o sea normal, gotea sobre la cocina y lo pone todo perdido. Y si les das la vuela a ver cómo la coges después, que te fríes los dedillos. La semana pasada en una decisión bastante tonta por mi parte, lo reconozco, le puse encima un plato a la tortilla que estaba cerrando. Cuando fui a darle la vuelta me churrusqué un dedo, claro. O sea que fatal. Claro, para ir a comprarlas, que sería lo suyo, lo normal sería tomarles la medida a las sartencicas. La de las tortillas de patatas, la de los huevos fritos, la de hacer el socarrat con lo que queda de la paella, o sea, todas.
Así que si en lugar de hacer el tonto con la güep, hiciese lo que toca, estaría con el centímetro liándome con los diámetros de las sartenes de marras para ir al PacoCien a ver qué pillaba. De todos modos, y ahora que me fijo, James Stewart llevaba un buen ajuar, pero tapas, ni una.
10 comentarios:
¡¡Jaja, Pianista, qué bueno!!
Pensando en el fargüest, se me ocurre que si el vaquero era listo y silencioso, podía sorprender al navajo o al cherokee de turno con un sartenazo en la cocorota. Puestos a buscar utilidades al asunto...
Hum, creo que prefiero al FUTURO BLOGUERO cuando se mete en la cocina... Pero para echarme unas risas, prefiero tus aventuras. Sin duda.
¿Qué tal el dedo siniestrado, por cierto?
Pero qué rupestre eres, Pianista. Las sartenes tiene tallas.
Si son para dos personas tienen unas medidas diferentes que para cuatro personas. Y luego dentro de esos dos grupos tienes la pequeña, la mediana, y la grande.
Y luego depende si son de teflón, o de fibra, o de aluminio, o de acero.
Exactamente pianista, y dónde llevan el café el azúcar o las típicas beans, esas judías rojas que también calientan en el fuego. Para cargar todo eso no sólo hacen falta caballos, sino auténticos porteadores. Y para organizar todo en el rulillo ese en la grupa del caballo. ¿Quién sabe organizar así?
Al que sea le encargaré que me haga la maleta para el próximo viaje este jueves, a ver si logra esconder las tapas, las sartenes, la comida, la petaca y el Tanqueray.
Me voy hacia Jolibú.
Si, Marta, y si encima llevase tapa, se la podía encajar entre los piños. Por otra parte, el indio igual se le bebía el café, así que una pelea complicada.
Uy, Néstor, que a mi noo me has visto entre pucheros, aunque no le quito el mérito al insigne ChefFutBlo. Nada, nada, el dedo estupendo, a juego con el resto.
Vale, Dulci, tallas, y luego llega el ministro y se pone a hacer estándares de talla: que si caniquilla, discóblo o anillos de Saturno. Y vete al de la sartenería y se lo explicas. Muy malamente.
Joer, FutBlo, te lo montas mejor que los vaqueros haciendo maletas, Por cierto, reflexiono: ¿lo de las judías flatulentas y los salticos a la grupa del caballo sería para espantar coyotes, con perdón?
Ay, Pianista, es que me mondo con tus sartenes y tus tapas!.Claro que yo creo que el asunto del pitorrillo lo tienen más que las sartenes, las tapas, que son las que gotean, y ensucian según como las pongas en la encimera que si además es de pechiglás hasta la queman. Por eso ahora son de Carrara o de Silestone, proporcionalmente tan caras como Zen sea el estilo de tu cocina.
Eh, y cuidado si el pitorrillo tiene esa olgura que da la pátina del tiempo porque puede que además de ensuciar, te quemes!
A mi juicio, mejor salpicar, sin duda.
Envidia, envidia es lo que tienes del Stewart y sus picnics, con las moscas y las arañas comiéndole las tapas. ¿A que eso no sale en las pelis?
Como decía mi abuelo: ¡Con lo bien que se come en casa!
Ay, Atiza, pero qué bien me has entendido. Y luego, lo d elas medidas. Un desatre, sin duda.
Altea, pero qué sabio tu abuelo. Morcilla para los del picnic de arañas y ratoncillos de campo. Viva la civilización!!!
hola, pues solo paso para avisar que llegué a tu blog buscando en google: la patata ya no vuela, se comio a mi gato y eso que no tengo ¿un cafecito?
Saludos
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