Preparé una cuartilla, le hice unas líneas en paralelo, transversales. Luego otras vericales, así, como haciendo cuadraditos. Luego me calcé de moral y de actitud, como decía mi amigo Gabriel y me puse, casi de estrella del acid jazz, a perpetrar dibujines. Y no entendía nada.
Que cogía dos puntos y te sacaba un edificio en perpectiva, que con tres rotrings te sacaba la planta de lo que me diese la gana, que una vez me dio por sacar edificios imposibles y monumentos flamígeroscon nombres raros como "Un arco circunstancial" o algo parecido. Pero no, no coordenadas ni nada, la cosa artística es que ni a tiros.
Si la cuadrícula no, que -pensaba- te abre las puertas a las caras de Modigliani, ya me dirás qué es lo que se puede hacer.
Bueno, pues a robar cuadros y a probar con otras cosas. Y seguí probando. Y robando, claro.
5 comentarios:
Vaya... a ver si voy a tener que dedicarme a los cuadros... Porque, vamos, eso de la cosa artísitica peor que a tiros. A bombazos -atómicos-. Sí, me sumo a la idea de los cuadros. A robarlos, quería decir.
En unos días, Marta, reibirás en tu domicilio el equipo del perfecto levantacuadros: capucha, pistola (de agua, somos gente pacífica), el manual de instrucciones del loquileto, un juego de ganzúas absolutamente inútil y un pliego de crucigramas, sopas de letras y ladrillos de Javier Marías, para matar de aburrimiento las horas muertas.
Bienvenida al club de los manguis.
Yo también quiero. Me pido las Meninas para empezar. Y aporto la bocina para despistar a los vigilantes. En vez de sopas de letras, sugiero sopas de ajo, que son lo más bueno que hay. Bueno, también está la tortilla de patata, la paella, las croquetas de mi madre, el jamón cortado a virutas y las naranjas. Creo que no me dejo nada. El chocolate negro es capítulo aparte.
Perdón por no hablar de la entrada pero hay algo más importante. ¡Algo está cambiando!
¿Qué jugaste a qué deporte? ¿Y que te gustó cuánto? Ya te lo decía yo...
Lidia
ME ADHIERO
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