El verano sienta mal a los poetas se decía el voluntarioso letraherido mientras se iba olvidando de lo que creía buenas ideas. Debería de anotarlas, porque luego se me van de la mente. Tanta luz no puede ser buena ni para la vista ni para la tez ni para nada, y volvía a mirar la reproducción del grabado de Victor Hugo como diciéndose eso es lo mío, caramba.
Eso no es poético, no cabe el “caramba” para nosotros. También decía “nosotros” a pesar de que siempre echaba pestes de todo colectivo, agrupación, hermandad o, por qué no decirlo, clan o tribu que se le pusiese por delante. Los poetas somos lobos esteparios, aunque la estepa le sonara a chino y el libro a topicazo. Tendré que trabajarlo más.
También debería de hacer algo sobre el verano de las ideas, cuando éstas sudan y terminan oliendo, y sobre el otoño, que despeja las malas al arrullo de la brisa, como a la hojarasca. También huele a castaña, como muchas de las cosas que perpetran los del Ateneo y los del bar del Parque. Ni que me inviten voy.
Pero no caía en lo bonitas que eran las castañas. No se daba cuenta de que, si en lugar de tanta tontería se hubiese esforzado en explicar esa sensación que tenía al pasear bajo los castaños, a veces pisando las hojas, a veces no, a veces escuchando su memoria, a veces oliendo el pasto húmedo del rocío, a veces porque iba a buscar un libro, a veces porque huía de si mismo, que las dos cosas eran la misma y seguía sin darse cuenta, esa sensación de ver las bolas de pinchos que escondían las castañas, una de pinchos primero, una piel durísima que resiste hasta el fuego y al final una carne dulce y sabrosa, calida.
Ni siquiera era capaz de calibrar cómo se estaba mintiendo, con aquella cuartilla de papel pautado llena de garabatos y con unos versos subrayados en lápiz rojo, a modo de aviso de lo que merecería la pena ser declamado el día en que los bobos del Ateneo dignasen su sacrosanta institución abriéndole sus puertas..
Pero aún falta mucho para que llegue el verano y me tenga que despojar del gabán, el chaleco y la falsa corbata de lazo.
13 comentarios:
Viva el otoño, con las hojas desparramadas por el suelo del parque, que las arrastra el viento, que, al pisarlas, hacen ruido; que la castañera instala su caseta; que huele de maravilla; que refresca y empiezan casi las bufandas porque el viento se cuela por todas partes...
Y las mentiras, las huidas, el Ateneo... tan bien colocados en la escena.
aún falta superar el veranillo de san miguel...
Queda verano y veranillo.
Y luego sí, qué ricas las castañas y qué bonitos los castaños...
a mi que me encanta el otoño!
Ayer lo inauguramos en casa con unas lentejas!!! me encantan los jerseys y el suelo cubierto de hojas y las lluvias de vez en cuando y.... todo
A mí el otoño me parece precioso e incluso romatico.:)
Marta ¿a que otoño es un poco Rodin?
Y lo que te rondaré, FutBlo.
¿las lentejas con guindillas, María? Yo he comido hoy lentejas, peor en ensalada. Por aquí aún se resisten los calores.
Myriam, ¿quisiste poner "reumático"?
Otoño es ¡TOTALMENTE! Rodin, Pianista. Si viviera cerca de ese museo, creo que me pasaría horas y horas allí perdida, aunque fuera sólo leyendo en un banco. Qué lugar...
Yo estuve en Navidad, Marta, pero era otoño. Clauel, Rodin, el mármol, la pierda más cálida, el bronce, todo...
Ja ja me como las letras me lo has pegado (esto es un virus) sí reumático también, pero quería decir romantico
Yo siempre llevo una castaña guardada en un monederito. Decía mi abuela, que era una señora muy estupenda, que daba buena suerte.
Cosas de meigas en las que yo creo, un poquín.
QUE YA ES VIERNESSSSS
Por fiiiiiiiiin, es viernes:) ¿Actualizaras?
pianistaaaaaaa istaaaaaaa istaaaaa (eco) ¿hay alguien ahi???
El otoño es una estación seria, al reves de las otras tres. Piensa en los proyectos para el curso, la caida de las hojas, el viento, las visitas a los cementerios, anochece pronto etc
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