Hace tanto tiempo que para mi que aún corrían ucedesaurios por la política, pero aún no estaba yo infectado por la pasión política. Hay que aclarar es eso es lo relativo a las cosas de la polis, no el mercadeo partidista que tanto padecemos, que luego la gente confunde churras con merinas y no es plan. Por eso es tan complicado el acomodo en la partitocracia, esa degeneración de la democracia que nos toca padecer. Aunque claro, mejor que China si estamos, pero con menos medallas, que, al parecer, es lo que mola. Todo es raro.
Ahí está, un matao que fue quince años el único de la cantera del Barcelona, el pobre Moratalla, a punto de arrancarle un tobillo al pobre Iriguibel. El de detrás es otro, pero no se, joer, que esto no es Frankfurter, que ya no se cómo queréis que os lo diga, jolines.
Ya digo, hace la tira. En la tele echaban fútbol. El Barcelona vestía una camiseta amarilla con una franja doble en vertical, una línea azul y la otra granate, la segunda equipación, que le llaman, porque los espectadores cegatos o televisivos, mayormente en blanco y negro, podían confundir a los jugadores de los dos equipos. Bueno, oye, cualquier argumento es bueno para vender más camisetas y hacer caja, que es a lo que estamos. Aquella jornada de sábado vespertino, el Barcelona, poderosísimo equipo por entonces, saltaba al campo del Sadar a plantarle batalla a un equipo de aguerridos y voluntariosos, aunque humildes navarros. Por entonces, aquel Osasuna jugaba sólo con futbolistas de la zona y el Promesas, su filial, era un equipazo de aúpa. Luego el primer equipo hacía lo que podía, o sea, bien, lo justo, vamos.
Por primera vez se retransmitía un partido de fútbol desde el estadio osasunista, un, por entonces, correoso campo donde las visitas solían pasarlas canutas, aproximadamente. De todos modos, el Barcelona era mucho Barcelona, como siempre, pero más. Iba primero en la liga, perseguido con la Real Sociedad aquella de Ormaetxea u Ormaechea, que ya por entonces daban la murga con lo de la tipografía enrollada en las banderas. Bueno.
En aquel partido, creo yo, nació el gafe de la camiseta amarilla.
A ver si no, que con esa pinta de bestia y con esa cara de mal rollo, el bueno de Puyol nos va a dejar sin dormir a todos los niños de Unicef -que no es publicidad, que os lo creéis todo, incautos-, pero con ese colorín, no va a ganar más que disgustos, y si no, al tiempo, ya se verá.
La cuestión es que el Barcelona le sacaba un puñado de puntos de diferencia a la Real y que faltaban pocos partidos para terminar el campeonato, ocho, no se. Pero llegaron al Sadar, victoria segura.
Y llega Patxi Iriguibel, valentísimo delantero de poblado bigotón y marca. Y no solo marcan una vez, sino que vuelven a marcar. Esta gente… Total, que el Barcelona aquel de Simonsen y Schuster, de cuando antes del Madrid, imaginaos la de tiempo que hace, recortan con un gol y consiguen empatar después.
Aquello va alargando y llegan al descuento.
Y justo antes del pitido final, va Lumbreras, el enorme, glorioso, tremendo Lumbreras va y mete el gol del 3 a 2. Sólo hubiese faltado que marcase Enrique Martín. Pero oye ya estuvo bien.
El jarro de agua fría se puede uno imaginar que sería de órdago. Al pobre Udo Lattek se le quedaría la cara de pasta de boniato, que luego le adjudicaron fama de borrachín y Schuster y su santa, la que salió en el Interviú enseñándonos el Bundesbank para solaz y cachondeíto no demasiado fino de las aficiones rivales del nibelungo, le solían recriminar las merluzas que pillaba antes de los entrenamientos. El navajeo habitual, vamos. Al aficionado le sentaría como una patada donde no suena, pero al fin y al cabo, qué son dos puntitos. Esto se recupera. Pero no fue así.
Cuesta abajo y sin frenos, el Barcelona anduvo renqueando lo que le quedó de liga, con derrota contra el Español incluida – cosa que suele tocar bastante la moral al barcelonista tipo, como si dijéramos- y la Real Sociedad, a base de cerrojazo y Arconada, de Satrústegui y más ganas que otra cosa, con ayudita final de los leones, se llevó al capacho la liga. Y López Ufarte, que si se iba o que si no.
Yio, de todo eso, me enteré de refilón, porque jugaba a soldaditos o algo así, cerca del televisor. Gritaba ¡Gol! cuando había gol del Osasuna, o sea, tres veces y me quedé prendado de la camiseta amarilla que yo vi gris clara en la tele. Esa camiseta era hermosa por bonita y porque sumó la leyenda del gafe. Y la derrota es hermosa. Y épica.
Pero el que gana, gana.
12 comentarios:
Pero..... ¿tu hablando de futbol?? qué cosas!
Este año el barça gana la liga, fijo!
Por cierto, primer, segundo y tercer comentario.... ¿me llevo yo todos los premios?
Pues vaya, que ya no sé qué pensar. Últimamente me tenéis descolocado: vuelvo de vacaciones y no solo no me haces los resúmenes, sino que ahora hablas de fútbol... Pianista, te mereces unas vacaciones. Y María, dos o tres vacaciones, que últimamente lanza su tesis, antítesis y síntesis ella solita (por cierto, el Barça este año no gana ni el Joan Gamper ese).
¿En qué quedamos? ¿Te mola el fútbol o no? Yo es que no me entero.
Nada, nada, al Barça ni agua. A ver si con un poco de suerte baja a segunda.
Pues eso que el que gana, gana.
Y para un año (cada 15) que nos toca a los del atleti... pues eso...
Aupa Atleti
Saludos a todos.
He vuelto a la blogosfera..
¿Te gusta el futbol?, que decepción, querido pianista ja ja
¿Estais seguros que éste es el garito del Pianista???
El atleti nunca pierde, nunca!
Jo, que he llegado tarde. Pero voy.
María, el comienzo de curso, que me sienta fatal.
Juajua, María, seguro, si. La de chapas y con el árbitro comprado.
Si, los tres, que ya van a ser más de los que ganará el Barcelona el los proximos cinco años.
Néstor dixit (exministra, y pixit): me merezco vacaciones. Y María sin premios!!!
Ni pizca, Dulci, peor me hace gracia lo de los gafes: desde que el sotanillo les fue a ver, no levantan cabeza los pobres.
Yepa, FutBlo, bienregresado, lo mejor del Atleti, el exosasunista Aguirre!!!!
Jaja, Myryam, por supuesto. Que no!!
Altea, en realidad soy tan júgan furbolero como tú motera pingüina. O sea, a tope.
Eso es Atiza. Solo que a veces se deja marcar más goles que los rivales.
...porque si no perderíamos una de nuestras señas de identidad, no lo olvides. Y éso no vale.
Juajua. No me digas que encima admiras al gruñón de Zapatones, Atiza.
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