Una vez en un tren, de cuando en los trenes la gente hablaba, pero entre ellos, quiero decir, porque no había telefonillos y las velocidades no eran tan elevadas como para que el personal no tuviese ocasión para departir. Anduve hablando con un tipo que hacía fotos aéreas.
En los pasillos de las cabinas de literas había siempre uno con la mirada perdida que fumaba en silenco, una chica con aspecto entre tímido y asustadizo que cuando se le daba pie hablaba por los codos, un par de tíos grandes con aspecto de comerciales que conseguían botellitas de licor, uno gordo que roncaba y al que le olían los pies, una señora que decía cómo voy a dormir entre desconocidos, otra señora, silenciosa y más bien pequeñita que no pedñía ayuda pero que agradecía de modo muy sincero que la ayudasen con el maletón y la caja de cartón atada con una cuerda sintética blanca y a veces un revisor pirata que por unos duros te apsaba a un camarote vacío o que vendía cocacolas y licores de tapadillos.
Había uno de traje con aspecto de suficiencia que comenzó a comentar en fuerte tono de voz, para que le oyese la chica con cara de buena nena, asustada, que miraba nerviosa por la ventana, algunos lugares comunes. A mi me gustaba echar un rato largo en el pasillo, viendo pasar los quilómetros y haceindo sueño, para subirme a la litera rendido a ver si así caía de golpe y ni sentía los ronquidos del uno y el olor de pies del otro.
Lo cual que el tipo aquel iba diciendo, pues a ver si llegamos, menos mal que yo ya tengo para repostar y tontadas así. El ausente miraba, ni se inmutaba. Y el vocero, seguí a ver si la nena le decía. Y como no parecía demasiado acostumbrado a la sutileza comenzó ahablar de que si las montañas y los tejados y vaya usted a saber qué. Así que alguien le rpeguntó que de qué estaba hablando. Y lo lanzó: que él tenía una empresa de fotografía aérea. A mi, que me gustan las dos cosas, me interesó, soprendentemente. Y le di una poca de coba. ¿Y cómo hacéis? ¿En avioneta y con visores? ¿Pilotas y fotografías o vais dos? Y así. Resulta que el tío lo que hacía era vender las fotos. Es decir, que era un comercial de una empresa, que era un tío con una avioneta y una cámara de fotos y él que intentaba venderles el asunto a todo aquel que pillaba. A esas alturas, el Johhnie Walker y el calorcillo, el Dyc y la mezcla de la moqueta de la Renfe, el tabacazo y los pinreles del otro colega ya le habían hervido bastante, con lo que tenía la lengua más ligera y, contrariamente, más torpe. Le hacía chistes a la chica tímida, que pasaba aún más de él. Le pregunté si volvía de vacaciones y que qué estudiaba. A la chica, digo. ¿Y eso? ¿cómo lo has sabido? Y nos pusimos a hablar. El pesado se fue a hacer duetos de ronquidos con el de los pinreles u otro. En el pasillo nos quedamos el ausente, la buena nena y yo. Y charlamos un ratazo. Y bueno.
Me acordaba del botarate aquel, de cómo se le iría a hacer puñetas el chiringuito, con lo del guguelmaps y toda la pesca, los gepeeses y demás. Yo me veo al tostón aquel diciéndole a uno que si quiere fotos del prado desde arriba y el otro diciendo que total pa qué, que si el sobrino le enchufa el guguelmaps y lo ve por la patilla. Y venga ya, la crisis dando morcilla pero bien. De todos modos, como esa raza de pesado comercial es infatigable, seguro que ya anda vendiendo pólizas de algo raro y dando la brasa a las buenas nenas. Tienen su historia, si es verdad.
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7 comentarios:
He viajado un rato en ese tren, mezclada entre los pasajeros, escuchando conversaciones ajenas. Me he reído un poco del "tostón". Y he echado de menos estas pachangas en los viajes largos. Como dices, ya no pasa. Cada uno enchufado a lo suyo y que no le molesten. Es una pena.
Marta
Es que los viajantes profesionales son un tostón. Siempre tienen un tema del que hablar y siempre quieren hablar: son incombustibles. Hace un tiempo, en un avión me tocó al lado un pastor de no sé qué iglesia de los penúltimos días del adventismo del primo segundo de Joel que me tuvo sometido (en riguroso inglés) durante una hora y pico... Llegué a pensar en darle al freno de mano...
juajuajua.... esto debió de ser hace mucho, mucho tiempo. Porque eso de fumar en el tren.... no?.
Me gusta como lo cuentas.
Esas tertulias murieron con los casquitos del ipod, walkman o similar.
Claro que también desapareció la relación cariñosa con los vecinos, con el panadero, el kiosquero...
Sociedad asocial
Estos comerciales qué rollo tienen. ¿No se dan cuenta que provocan que la gente les huya?
Sí, Néstor, a mí me pescaron un día por la calle dos mormones y me dieron una paliza increíble. Y folletos, y su teléfono, y qué se yo. !Menos mal que al empezar les había dicho que no tenía tiempo y que no me interesaba!
Es que cuando la gente se pone pesadita se pone pesadita, muy buena entrada Pianista me dan ganas de viajar en tren y todo
Si, bueno, Marta, pero al menos ahora huele menos a "pieses", que no es poco, oye, la verdad.
Pues ya sabes, Néstor, de endiñas un oiga usted, que yo soy católico, apostólico y romano, y de la paliza no te libras, peor al menos puedes meter baza!!!
Tanto, tanto, María bienhallada, que igual tú ni habrías nacido...
Jo, pues si, FutBlo, pero, a ver si me convences ahora, con esta peste de moderneces, querido atlético, a ver cómo me convences de que me ponga una guifi de paganino, jolines.
Jo Dulci, es que ya se sabe, los mormones, que nos tocan... yo siempre fui mucho más de mormonas, dónde va a parar.
Pues Myriam, ya te aviso que te cojas el peusec. Ojo, no por tí, faltaría más, sino por los vecinos indeseables, que mucho ave, pero a veces huele a zorrillo...
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