Va y se muere Samaranch, que era un señor de lo del deporte. Que le llaman trabajo y ahí empiezan las dudas, pero en fin, esto ya no hay quien lo arregle. Dicen que fue el que modernizó lo de los Juegos Olímpicos, por lo de la profesionalización y todo aquello. Yo una vez gané un concursillo de cosas de letras por una redacción que debía de versar sobre los juegos olímpicos. Era yo un tierno infante y traté sobre el asunto, haciendo hincapié en que, en la Antiguedad, cuando los originales, se detenían las batallas para celebrar las fiestas en honor de las cosas del Olimpo, y aquello parece que gustó mucho al jurado. El jurado era el cura de la ermita y la Mamádelpianista, que, por mor de la limpieza en el concurso, no valoró mi redacción, con lo que, al parecer, fui con sólo una nota. Cuando dieron la copa, el mossèn dijo que se había valorado eso, las referencias que había hehco a lo de los griegos, lo que le había dado un cierto empaque a aquel asunto de tíos en calzas cortas pegando saltos que es, en resumen, lo de los juegos olímpicos, no nos engañemos. Ese fue el cénit y el final de mi corta, pero brillante carrera literaria, al menos en lo público. Oye y fenomenal.
A los juegos olímpicos los bobos de la tele y de la prensa les llaman olimpiada, porque son unos memos que no se han leído medio libro ni por casualidad. Antes se decía del inculto que por no tener libros, ni el de familia. Ahora que han abolido ese libro, por si liquidan la familia, ni eso cabe citar. Igual tampoco lo entenderían, criaturas. Ay.
Pues iba un día Samaranch con un arrechucho grave, va a ver y le da, al pobre. A tocar el arpa y que en Gloria esté, faltaría más. La cosa de la prensa, qué tropa, duda entre la loa bastante lameculos, con perdón, y la crítica progrepija. Claro, esto de ser amigo del Rey y toda la casa nostra es lo que tiene, que la legión de pelotas babea hasta hacer charcos. Y luego están los otros, que por contraste han de dar leña aunque sea a base de palillos. Que si fue falangista y que si no, o no se qué. Ya se sabe como somos cuando nos ponemos valientes, que ganamos hasta las guerras púnicas, si nos ponemos. Lo de a moro muerto gran lanzada. Pero desde lejos, no sea que le de un pronto y nos sacuda. A mi, que les arrollo. Pues en esas estaban los de la prensa global todos esos. Jo, que algunos tuvieron el rostro de colocar la foto brazo en alto para hacer sangre, con lo que podían sacar si echasen un ojo al album de sus jefes. Los compadres, al fin y al cabo, de esos que fieles al consejo del otro Conde de Godó -el de la Española- siguen al pie de la letra su máxima: estar junto al poder a cualquier precio. Hay que reconocer que eso si se lo trabajan, que ha de ser cansadísimo estar siempre al sol que más calienta. Pero, jolines, hacer leña de un referente en este asunto cmo el pobre finado, pues uy amnte, dónde va a parar.
A mi, en su día, cuando los dinosaurios, me parecia curioso lo de un español al frente de un chiringuito de ámbito mundial, de los que salen en los telediarios y prácticamente siempre para bien. O sea de como cuando Mayor Zaragoza en la UNESCO. Que es escribirlo y darme un repelús de cuidado. Vaya par, o sea. Pero oye, molaba. Cuidadín, que el COI, CIO en Cataluña, lo lleva uno de los nuestros. La casa nostra. Lo del CIO y COI es porque coi, en catalán suena así como un poco feo, por taco y por no demasiado diferenciado de lo españolazo, que hay que ver con los hechos diferenciales.
A propósito de toda esta monserga, llamémosle óbito del pobre Samaranch, me acuerdo de un asunto colateral que dicen los tontos. Tangencial suena mejor.
Érase una vez, siendo un tierno infante, aproximadamente de cuando lo de mi prometedora y brillante, aunque breve trayectoria literaria, que un día en el cole nos llevan a la radio. La Mamádelpianista, que le tiene mucha afición, nos gestiona ir un día a los estudios de Radio Nacional a ver cómo es un programa de radio. Esto lo solían hacer algunos papás, que concertaban visitas a empresas y sitios. Así, recuerdo como el papá de Carreras, un chaval que veía mal de un ojo, organizó una visita a la factoría de Cola Cao. Y nos regalaron un bote pequeño. Olía bien. La fábrica, digo, porque a Carreras se le caían los mocos. Lo cual que llama por teléfono, pide por Luis del Olmo, y le pasan. Hola Luis, que me gustaría que nos dieses turno para que los chavales del cole de mi hijo puedan ver tu programa. Pues nada, Mamádelpianista, te paso con mi secretaria y dile que te he dicho que escojas día cuando te venga bien. Oye, y dicho y hecho.
Aquello, supongo, me terminaría de enamorar por la radio. Fue como verle las tripas a los trucos de magia, como Juan Tamariz en calzón corto, en desafortunada metáfora, no se si me explico, ojo. El salón de actos, teatro o auditorio, no me acuerdo de cómo le llamaban, de Radio Nacional era una inmensísima sala con butacas una tarima, una mesa para doce personas, lo menos y un piano de cola. Tras un cristal, un técnico y muchos botones. Y Luis del Olmo más largo que un día sin pan, agitando el brazo y la melena. Eso era de cuando del Olmo era el frenesí de las ondas, de la creatividad a espuertas, social -no político-, apegado a la vida más que a la actualidad, flotando en las ondas y moviendo así las manitas para marcar las ráfagas y las subidas y bajadas de la música. Era como dirigir orquestas invisibles. Los críos con la boca abierta, el piano, al fondo.
Por allí deambuló la caterva de contertulios y colaboradores, entre los que figuraba el enorme Enrique Rubio, que en paz descanse, con lo de su timoteca nacional, el tocomocho, señora, vigile el bolso que hay rateros en todas partes y su elegancia de ladrón de guante blanco. Mira, ahora que le arreo a la tecla, me acuerdo de aquella tertulia de madrugada de Pérez Reverte de cuando el sirla y la lumi, que hablaban de cómo les iba en sus respectivos negociados, orillando por la tristeza del crimen y la maldad, como los esclavos de Miguel Ángel. Los apasionados de la escultura igual saben de qué hablo, esto es, el dolor del ala del ángel de Benlliure, que sabe de qué va y se duele por su propio mal. Vamos, digo yo.
Digo, por allí estuvo Enrique Rubio, todo porte y distinción, charlando de sus cosas. También Carlos Fisas, el de las Historias de la Historia, rico anecdotario, tirando a verderón y un poco marrano, al que siempre gustó comentar los devaneos de Isabel II y demás figuras de la efervescencia inguinal. También hubo invitados que fueron entrevistados y que finalmente se unieron a los conterulios ya mencionados. Entre ellos recuerdo a una señora cuyo nombre me quedo grabado por raro. Y por la suma, al matrimoniar. Se trataba de Bibis Salisachs, a la sazón esposa de Samaranch, Juan Antonio. La fama, la palestra, llena de Fernán Gómez y de López Vázquez, asaltada por Samaranch Salisachs. Anda que no sonaban raros.
Pues eso, Bibís Salisachs, melena leonina, bronceado brillante, delgadez extrema, un aire de señora de la Gran Vía en el exilio, un tanto demodé, pero que se sigue luciendo cuando sale de la reserva entre toda aquella gente, estuvo por allí escuchando los parabienes de del Olmo, las educadas galanterías de Rubio, todo un caballero, y las incómodas groserías de Fisas, que era un maleducado. No se dónde anda, si por aquí o en la otra vida, porque sus asuntos, con dos dedos de frente y pasada la malsana curiosidad anecdótica, no interesan a nadie medianamente sensato. La cosa es que, disfrazándose de erudito, comenzo a parlamentar sobre la sabrosa belleza de la invitada, que al principio anduvo coquetona, sin saber la que se le venía encima. Porque entonces, Fisas pasó del piropo, que siempre ha tenido su aspecto un poco fatalón, a la burrada gradualmente. Se puso en plan erudito, jugando un poco a ser Pancracio Celdrán y comenzo a hablar de que si en castellano viejo lo de holgar se refería a lo que placía al galán y que cuanto le gustaría a él poder holgarse con tan fermosa damisela. Y holgando por aquí, babeando por allá. Claro, con nueve años, diez, no pillábamos de la misa la media, pero el personal se reía un tanto asombrado. Ya se sabe esa risa por aluvión que le acomete a uno ante la vergüenza del que dirán si no se carcajea. En lugar de reconducir el asunto, Carlos, eso en los callejones, que aquí hay mucha luz, del Olmo le bailó un poco el agua para que prosiguiese con la gracia. Y así siguió el asunto, la una dejándose decir, el otro salando a lo grueso el asunto, Rubio tratando desmarcarse y los niños a por uvas. Bibis estuvo más bien inapetente, supongo, porque tampoco daría para más, digo yo, que otra cosa es su hermana, la ltalentosa escritora nonagenaria que sigue dando guerra con la sensatez propia de una dama de categoría. En todas partes cuecen habas o no.
Dese entonces hasta hoy.
Samaranch enviudó hace tiempo y luego volvió a matrimoniar, parece,con otra señora que se le da un aire a la primera. Luis del Olmo va como alma en pena con dentadura postiza de talla equivocada, como la señoras esas de la Gran Vía a las que la peluca se les ha movido, que siguen en sus días de gloria por no haberse adaptado a los tiempos. Enrique Rubio parecía todo un señor, así que estará estupendísimamente bien, vigilando que no se cuele ningún fullero y Fisas, pues igual se habrá atemperado con el tiempo. El movimiento olímpico, que le llaman, con sus banderas y sus antorchas, los torsos depilados y el culto a la fuerza devanea entre la potencia de los esteroides, la estética filonazi y un aire de neorreligión filomasónica que asusta un poco. El funeral con toda la cuadrilla de tunantes, con el honorable y los otros honorables con cara de póquer, en el saloncito de estadillo patufet, la bandera de los anillos, el Príncipe deseándole buen viaje a la eternidad, que ya puestos a cursiladas le dices que ya ha alcanzado su lugar en el Olimpo, yo qué se, la psicofonía de Freddie Mercury, que por un momento pensaba yo que pondrían lo de Los Manolos, aylolailolá, los atletas como un solo hombre, el Crupier Máximo de Mónaco con los bolsillos llenos de fichas y los Borbones en plenitud, con la lágrima a punto, que esta vez si les ha ido bien de agenda y no cuando lo del juntaletrillas ese de Valladolid, carca y apolillado, dónde va a parar, hombre, entre una tenida en plan logia y una cola de miles de vecinos despidiendo al señor de la gorra que se cruzaban por allí. Ay, qué dolor.
La dentadura, bien, gracias.
miércoles, 28 de abril de 2010
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14 comentarios:
Este señor nunca me cayó bien, y no suelo ser de los que cambia de opinión por haber fallecido.
Lo siento por sus hijos y familiares que seguro le echan de menos, pero no entiendo tanta historia con él.
Acaso porque dicen que trajo los JJOO a Barcelona? Yo creía que BCN ganó porque era la mejor candidatura, o es que todo es mentira?
En fin, que descanse en paz y Dios le tenga en su Gloria.
Saludos
Estás muy poco puesto en temas sociales. Mercedes Salisachs no es hermana de Bibis, sino su tía, y Samaranch no se volvió a casar.
Siempre me gustó Bibis, de lejos, mucho más interesante que su marido, con quien, por cierto, compartí -ya muerta ella- un vuelo París-Barcelona cuando el primer Roland Garros de Nadal.
Ni que decir tiene que Samaranch iba en la punta alante y yo, con la plebe, en la punta atrás. Bueno, con la plebe no, porque Emilio Sánchez Vicario, si no recuerdo mal, tuvo a bien sentarse entre nosotros. Que por cierto, Emilio en directo, qué personaje, da para un post y para trescientos. Prometido lo tengo.
Por cierto, gracias por reivindicar a Enrique Rubio, de quien siempre fui devoto. No sabía que había muerto. Lástima.
Amén, FutBlo. Tampoco me cayó a mi, pero yo echaba pestes en vida y ahora me compadezco por él. Me joroban los cambios de camisa de esos cobardones.
¿Así que su tía? Vaya, vaya, ya decía yo. Pues su tía mola más, intelectualmente hablando, que es lo que se estila aquí. Oye, de lso Vicarios, se de muy buena tinta que son unos chulos, unos groseros, gentuza de muy poca educación. Ahora, con dinero, pero eso. Vamos, me han dicho. De cuando en el Real Club de Tenis no les echaban a todos de golpe (por cafres) porque les ganaban campeonatillos y ya se sabe lo que luce arrimarse a la victoria. Joer, es que tenemos una sociedad civil que fa fàstic, releñe.
Qué apropiada la portada de su libro. Enorme Enrique Rubio, un caballero como ya no quedan.Menudo contrasrte con esta cuadrilla de mangantes.
A Salisachs (la tía) la vi de cerca en una presentación universitaria. Una señora muy educada a la antigua, pero también muy antigua en su pensamiento, o al menos, eso me pareció a mí.
De todas formas, hace años leí una biografía de Bibis, y me da que esa señora tenía la cabeza impecablemente amueblada. Por lo menos, hablaba varios idiomas desde la infancia, mientras que su marido sólo aprendió inglés a trancas y a barrancas rozando los 60.
En cualquier caso, coincido contigo. Nunca es que me haya encantado Samaranch, pero me parece que sacar ahora su pasado azul está de más. No me gustaría pensar que el día que muera Adolfo Suárez -ojalá lejano-, el titular fuera que fue Ministro Secretario General del Movimiento.
Me uno a tu deseo sobre Suárez. La cosa es que en su día fue Secretario General del Movimiento y antes y después muchas cosas más. Pero ya se sabe cómo son los sectarios, Lepoin. Sobre todo cuando son conversos, como la mayoría de esos caraduras.
Enturbiar el mérito ajeno, ese sí es deporte nacional. Así que no me extraña que se intente machacar al que fallece, cuando no se le ignora, que es el mayor de los desprecios aunque se tiña de problemas de agenda.
Lo que me sorprende no es que se quiera lesionar a Samaranch, sino que su mancha sea el haber sido falangista, y esto lo digan los que tienen pasado falangista, o son hijos de falangistas ilustres.
A mí me da igual quién ha sido qué, o que color político tiene, pero me toca los volantes que me quieran decir qué es correcto o qué es incorrecto pensar, opinar, o votar.
Samaranch, en paz descanse, me pareció siempre un flojo.
Coincido con lo que habeis dicho de Suárez. Menudo débito tiene el Borbón con él.
Yo el premio a la memez se lo doy sin duda a Mayor Zaragoza. Porque a los Borbones me da nosequé.
Ahí te doy la razón Pianista. Prefiero al peor de los Borbones, que a la mejor de las repúblicas que han vivido nuestros mayores.
Eso si que es un buen resumen, Dulci, lo de flojo. Ya se sabe, el deporte nacional si que debería de ser olímpico.
Lo mejor de los borbones es ver lo que pasa cuando no hay borbones. O sea, que al clavo ardiendo, Atiza.
A eso iba yo, Dulci. Otra cosa eran los Trastamara.
A ver, Pianista, hablamos de la memez de los que tenemos, no de la Institución en sí. Mi admirado E.García Serrano, hablaba de "memez laureada" (Ay que risa!)
Jolines si es que todavía te crees que todo se pega menos la belleza. A Atiza no se le pegan ni las sábanas...Ojito!
Es que hay dinastías que no están para nada, Atiza. Sigo con mis Trastamaras. O con don Juan de Austria y sus calzas rojas, poniendo de los nervios al rey, su medio hermano.
Ah, don Juan de Austria, el más fiestero de la Corona más seria de Europa en su época. Jolines, que el negro era el color de la Corte y él iba de colorines. Las crónicas cuentan que era guapísimo y que volvía locas a las mujeres. Me imagino que sería el pariente hippie de la familia pero que como liaba y ganaba pollos tipo Lepanto, pues el tristón del Rey no tenía otra que tragar.
En el Escorial está su tumba, (no en el Panteón de Reyes, ojo) y hasta su estatua yacente tiene un aire vacilón.
¿Qué hubiera pasado si él hubiese sido el Rey y el tristón el medio hermano?
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