Resulta que por entonces, hasta el último minuto no había nada decidido, de modo y manera que se llegó al último partido de modo agónico, o sea, que o ganabas o tururú, a casita a dormir y dentro de cuatro años Dios dirá. Eso lo sabemos ahora, por entonces, mi escaso entendimiento llegaba al resumen infantil.: hay que ganar a los goeslavos. O algo así.No se muy bien, pero aquello fue todo un acontecimiento que debió d eparalizar al país entero, porque nos quedamos sin patio. Las cosas se miden así: un día te quedas sin cole y te llevas un alegrón, pero en realidad es porque ha pasado algo muy tremendo, así que si se cambia algo tan firme como el patio del mediodía es que los acontecimientos son tremendos. Solá, el profesor de cuarto que recita el Ave María cuando estamos formados enel comedor, con el micro aquel extraño que se pone en la barbilla, que no se parece nada a los que usan los de Aplauso, la revista musical de la tele que te trae a tus cantantes favoritos y que hace aquel concurso de baile que es, en realidad un muestrario de acróbatas macarras y nenas escuálidas que lanzan como peonzas, dice que segín terminemos de comer, bajaremos al primer piso y nos juntaremos en un distribuidor muy amplio que da acceso a las clases de primero y segundo, para ver el partido de fútbol. ¿Y el patio?
Que es lo que le pesa a uno cuando la perspectiva histórica vale menos que la hora del recreo. Claro, considerando antes si un partido de fútbol puede llegar a alcanzar ese nivel. El de perpectiva histórica. Fútbol es fútbol, dijo el clásico, y a los clásicos no hay que enmendarles la plana, salvo que hablen en fuera de juego.
La cuestión es que, cuando terminamos de comer, vamos bajando en ordenado desorden, según las instrucciones de Solá, hasta el primer piso. Solá es un profestor con fama de ogro que te echa la bronca seas de su clase o no, en cualquier sitio donde te pille. Dicen que es terrible en el aula y parece un gruñón de mucho cuidado. Siempre viste una bata azul mahón lo que le da un aspecto de electricista peleado con el polo positivo y el polo negativo, es decir, temible. Por eso, si dice que hay que bajar, bajaos todos sin rechistar, pro lo que pudiera pasar, que somos niños, pero no tontos.
Pra el evento, han rescatado un viejo televisro del tiempo de Carlomagno, lo menos. Es un armatoste enorme, brillante y pesado que recibe la señal en blanco y negro, por supuesto. Estamos, año más, año menos, en el tiempo de Cousteau y su mundo submarino en blanco y negro,. Yo diría que ni siquiera en los escaparates d elas mejore stiendas se ven aún las teles en color, pero de eso no me acuerdo, así que mejor no insisto. La cuestión es que aquella era en blanco y negro y ya está. Con antena de cuernos, lo cual que se veía borrosa y se oía bien, aunque no entendiésemos nada al MAtías Prats padre de turno, que sería él, pero d eeso tampoco me acuerdo. Creo que José Ángel de la Casa recién empezaba a fumar tabaco emboquillado, es decir, que hace la tira.
Arranca el partido pero no se entiende nada. Los goeslavoes esos son yugoeslavos, que eran unos de un sitio poco recomendable, como la Historia persevera en recordarnos de continuo. Hace unos años, al parecer, ya nos vimos en semejante papelón con esos tíos, que el que gana sigue y el que no, al arroyo, y nos tocó a nosotros el chapuzón, así que el afán de venganza también aparece por allí. Bueno.
Van pasando cosas, pero yo no me acuerdo. La pintura de las escaleras y de los pasillos eran de aquel verde suave tan escolar, y había baldosines. También hubo goles y júbilo, cuando eran d elos nuestor. ¿Quiénes son los nuestros? Los de rojo. Pero si es en blanco y negro. Pues entonces los de negro. ¿Y los de blanco? Pues el Madrid, hombre. Ah, claro. Entonces, el árbitro... Las conversaciones del fútbol son un poco así, incluso cuando se entienden. En los lavabos, pro los que vamos apsando en fila antes de ir al comedor, para hacer un pis y lavarnos las manos, hay unos garfios en la pared, como si dijéramos, con una especie de peras de jabón sobre las que uno desliza las manos para untarse bien y para frotar con denuedo, a ver si se arranca la mugre y los pintarrajos del rotulador. Me gusta aquel olor del jabón. Lo sigo recordando, juntro a la luz que entraba en lso lavabos, los niós lavñandonos las manos de cuatro en cuatro, cuatro grifos, cuatro niños, germánica distribución, y a la fila del comedor, que ya tenemos hambtre y como lleguemos tarde, Solá nos echará la bronca, y eso si que no.
Juanito era un delantero peleón y bullanquero, la pesadilla del Barcelona, malencarado y gritón, de esos que exaspera a las defensas. También dicen que es buena gentepero ya se sabe cómo son los futboleros, a cada cuál su sambenito. Por lo visto, es un chupón, caracolea sin parar y pierde muchas ocasiones por no soltarla, dicen sus críticos. Cuestión, que en uno de sus regates imposibles, alguien, un goeslavo d eaquellos le arrea una coz y se lo han de llevar en camilla despuñés de un cuarto de hora de revolcones,que parece que se muere. Eso no se si era por perder tiempo o para que expulsasen al que le cascó, Rompepiernôvic, o como se llamase. El respetable de allí que se enfada y que comienzan a decirle de todo a Juanito. El otro, que les manda a hacer puñetas en malagueño o les hace gesto o algo desde la camilla y empiezxan a tirarle hasta el rosario de su madre. Además del verde colegio, hay baldosines, creo que ya lo he dicho. Hay unos azulones oscuros que, de puro feo, aún me acuerdo. Y zas, de pronto, entre los bocatas de mortadela y las cosas que les tiran, los camilleros encogiditos, pobres, le meten un botellazo en la cabeza que ahora si que parece que lo han matado. Y estalla la revolución, o casi. Los niños gritamos, contagiados de no se sabe qué, porque a ciencia cierta no queda claro si estamos indignados con el cafre de la botella o estamos jaleándole por haber dejado tonto al símbolo aquél del antibarcelonismo, que tontos no éramos, ya he dicho, pero el virus del futbolismo radical ya pululaba por ahí. Nos hemos quedado sin patio, así que gritar tampoc está tan mal.
La cosa terminó en una victoria histórica, la más importantde desde Lepanto, y nos abrió la puerta a aquel Mundial que se jugó en la Argentina de Videla, el mayor triunfo de su gobierno, dónde va a parar. España estuvo por allí haciendo el pamplinas y la gente que no lo vio recuerda el clamoroso fallo de Cardeñosa contra Brasil.
El cromo de Cardeñosa estaba cotizadísimo. Le salió a un niño que no caía simpático y aquello no le ayudó nada.
miércoles, 16 de junio de 2010
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8 comentarios:
Pianista, que en el 77 ya había tele en color en las casas, y por lo tanto en las tiendas.
Como referencia tomo el funeral y entierro de Franco, la Coronación del Rey y la Transición; y lo vimos todo en color.
El futbol es cosa de extraterrestres.
Estooo ¿y la encuesta? aunque sea sin pucherazo...
a mi que los mundiales no me gustan.... buaj!!. Me aburren solemnemente es como si todos se pusierande acuerdo para jugar mal... y encima la carbonero robando protagonismos...
Es estupendo esto que has escrito pero comprendo que estoy tan de vacaciones que no me entra ni una sóla idea más en mi cabeza.
María hija, tú es que estás a otras cosas, mona.
Dulci, el Caudillo se murió en blanco y negro y la etiqueta de Paternina que le arrearon al Borbñonb en las Cortes las pintaron unos conspiradores del Informe Semanal con retulas Carioca. Es una de tantas conspiraciones silenciadas por los que ya sabemos.
Uy la encuesta, me la boicotea el Gugle, Dulci!!!
A mi ya ni Mundiales ni locales, María, pero me da cuerda para meter rollos, así que bien. La nena esa es el prototio de mujer objero de la Sexta, pero luego los machistas somos los otros. En fin.
Atiza, ante tal situación se requiere nuesto trabajo, no pegarnos la vidorra padre cual zánganos de relleno en un capítulo de la abeja Maya, chata. Hala, joer, que más vaga y nos sales sindicalista. Y deja a María tranquila con sus menesteres, marujona!!!
Pianista, pianista, que tú sí que sabes...
¿De furbo? Poco y obligado, que España y yo somos así, señora.
¿Pero qué epica del furbo? Con la pasta gansa que cobran por correr en calzón corto detrás de una pelota...
Eso si pierden, porque si ganan se forran -aún más- como canallas.
Yo les haría pagar cada vez que pierden. Y de sueldo, les cascaría el interprofesional mondo y lirondo. Y los desplazamientos de su bolsillo como los de tercera. A ver quién querría ser becam.
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