lunes, 16 de abril de 2007

Lo que queda del Muro


Porque viene a ser esto de lo que se trata. Del Muro original y que rodeó al Berlín aliado, se dejó en pie casi un quilómetro y medio en el barrio de Fredrichstrasse en una zona del Este profundo. Al parecer, por iniciativa de una especie de agitador cultural, el fragmento que ahora se conoce como East Side Gallery se restauró y se conservó como muestra de lo que había sido el muro berlinés y de la reacción popular (curiosamente por el lado no popular, sino federal, qué cosas) al pintarlo con todo tipo de grafitis alusivos en tono tragicómico al conflicto berlinés.
Hasta aquí todo estupendo, fantástico.
Y claro, uno se acuerda del beso aquel un poquito así entre Breznev y Honecker, del Trabant que hacía reventar la tapia, o de las caritas aquellas de colorinajos. Y bueno, del deseo a la presunta realidad, es lo que hay. Lo alemanes, siempre tan cuidadosos, tan limpios, tan detallistas, en esta ocasión parecen tan interesadamente olvidadizos y despreocupados como en algún que otro asunto.
La East Side Gallery es una vergüenza. El Muro lo han agujereado en tres sitios para dar paso a hoteles o a garitos un poco tenebrosos cerca de la playa artificial del Spree. Los dibujos y pinturas están llenos de garabatos y monigotes. Claudia ti amo, Osasuna Champions League 2006, cursiladas como “Nunca más muros” y demás idioteces, la mayoría de los cuales en alemán y otros idiomas incomprensibles. Claro, los dibujos originales están hechos papilla. Además, las inclemencias del tiempo los han ido deteriorando y sólo de vez en cuando se pueden apreciar los mejores trabajos originales o los nuevos con un poco de claridad.
La ciudad de Berlín trabaja en un proyecto de zona verde, paseo junto al río, o playa artificial en el que los resto del Muro serán la barrera que separa la zona verde de las calles y su ruidos tráfico. Estupendo. Pero al paso que va, o lo restauran pronto o van a tener que poner unas paredes de pladur. Cuesta creer que el mismo Ayuntamiento que reedifica media ciudad en diez años es incapaz de ponerle unos toldos y unas vallas de separación o unos cristales para tapar un Muro que continua siendo uno de los principales motivos turísticos de la ciudad.
Y por si fuera pequeño el número de catetos autóctonos, en la pintura de un autor que firma junto a su nombre “Catalunya, España” los carpetovetónicos se dedican a tachar el nombre de su fijación freudiana. Cada cual de la suya, por descontado, que en eso de la memez, el empate está garantizado.
Cada día que amanece, el número de tontos crece.

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