miércoles, 5 de septiembre de 2007

Cuarenta años después

Principiaba mis pasiones pinkfloydianas, y como todo el mundo, escaso de dineritos y de tecnología para el pirateo, debía de cuidar mucho en cómo invertir mi escaso presupuesto. Recuerdo que lo primero que compré de ellos fue su álbum recién editado. Álbum no, casete. Fue The Final Cut, un disco muy controvertido. Es el punto y final de Waters en el grupo, ha sido denostado por los ortodoxos pero recuperado por unos cuantos, que lo consideramos una brillantísima continuación a The Wall. Peor en aquel momento yo no lo sabía. Sólo tenía algunas canciones grabadas de la radio y el recuerdo de haber oído el Wish you were here prestado. Y devuelto, claro. De hecho, una vez soñé que estaba en el Sepu y que a los pies de unos maniquíes desportillados había cintas y cintas del The Wall. Yo preguntaba a alguien si se podían coger. "Claro, chaval". Buscaba y elcontraba la uno y la dos. Y las oía en sueños. Qué suerte. Espero que al despertar las cintas sigan aquí. Pero no. Los pobres sueñan longanizas.
Después de esa primera cinta, The Final Cut, que escuchaba y escuchaba, pese a que a casi nadie le gustaba, compré, claro, el Wish you were here, que me había fascinado y que me siguió fascinando. Me parece que tiempo después cato The Dark side of the Moon, que, la verdad, me decepcionó. Estaba demasiado hecho a WYWH, supongo, y DSOTM me cansó. Además, creía reconocer la zarpa de Alan Parsons sobre todo en la cansina y ñoña Us an them. Por aquel entonces, Parsons ya me empezaba a provocar urticaria.




Resultó que cuando cursaba primero de BUP trabé amistad con un pinkfloydiano. De hecho nos agrupamos unos pocos bastante locos por la música, tendencias sinfónicas, protopunquis y así, un poco de todo. Iba a referirme a Oriol, el otro pinkfloydiano. Resultó que un día hablando, me cuenta que su tía tiene todos los discos de los Floyd en vinilo. Dicho y hecho. Le paso la lista de los que me faltan y me froto la smanos al pensar que un día de esos, me los conseguirá. Y así fue. Unos días antes de Semana Santa me pasa la bolsa d elas maravillas. Obscured by cloud, Meddle, y otrs más. Allí etaba The Piper at the Gates of Down. Sin duda es el disco emblema d ela banda, por encima de todos los demás. Porque es el único que interpretó Syd Barret, el alma del grupo mientras estuvo, y una especie de fantasma desde que lo dejó.
En casa teníamos un tocadiscos Belter de esos tipo maleta. Maleta de plomo, todo hay que decirlo. De la tapa de desmontaban los dos altavoces, porque era estéreo y se podía transportan cogido del asa. Si uno había merendado bien, porque pesaba un rato. Un equipo de música aún era un sueño, así que ahora tenía los discos, pero me era imposible grabarlos. De hecho, me daba cosa ponerlos en el tocata por si se estropeaban y la tía de mi amigo se agarraba un mosqueo completamente justificado. Mi amigo Oriol se iba de vacaciones y le era imposible grabármelo así que me iba a resignar a quedarme con las ganas. Recuerdo que hice pruebas para grabar directamente, por el aire, con una grabadora de pilas junto al bafle y debajo de una cama, para atenuar ruidos. Del resultado no queda ni rastro en la memoria, como se puede comprender.


Total, que un día, en el patio, donde las mesas de pinpón, o algo, no recuerdo, hablo con unos compañeros de clase sobre el asunto de los discos. Uno de ellos, también recién llegado, como Oriol, me dice que si quiero, él me los peude grabar. Nos conocemos algo, pero no puedo decir que fuésemos amigos en aquel momento. Luego nos relacionamos más. Alguien le puso de apodo Risitas, porque se reía, supongo. No se, la verdad. Risitas jugaba al baloncesto. Era bueno. En el equipo contrario estábamios unos un poco más maluchos, peor que nos lo tomábamos a pitorreo y els sacábamos de quicio, Y de los vervios, perdían. Risitas no reía, pero los demás si. Pero eso es otra historia. Otro día, ya veré. La cosa es que se ofreció a grabarme los discos y fue un detallazo, claro. Así que metí todos los discos en una bolsa, le puse cintas de casete de sobras por si acaso y le pasé el paquetón de discos.

Como vivía relativamente cerca de casa, un día quedamos y me los devolvió. Le di las gracias un montón de veces. A veces nos parece que suena a topicazo. No es cierto. Bueno, en mi caso cuando las doy. Creo que han devaluado el agradecimiento. Me da rabia, pero ese no es el tema.

Le devolví los disco a Oriol, agradeciéndoselo mucho y le pedí que le diese las gracias a su tía. Oriol y nos cambiamos tantos discos. Buenos amigos, buenos conciertos. Buen amigo, si.

Así que llegué a casa y empecé a saborearlos. Demasiado, todo aquello junto.

Poco a poco fui digiriendo los discos. Por fin me enfrenté al The piper at the gates of down, la obra maestra de la psicodelia, con algún que otro de Soft Machine y similares. En principio me fascinaron dos canciones, claro, Interestellar Overdrive y Astronomy domine, pero el resto me parecía excesivamente pop. Psicopop pero pop al fin y al cabo. Ya se sabe, a veces las primeras impresiones son un desastre.

Luego lo oí, lo oí y lo oí un montón de veces,claro. Al cabo de los años, en un intercambio de discos, mi amigo Joan y yo completamos nuestras respecticvas discografías. Entonces, me copio en CD el disco. Salto tecnológico.

No es un disco fácil, ni mucho menos. Es complejo y muy interesante. En cierta manera hay que dejarse llevar por él. Y verle los colorines.
Cuando grabaron ese disco, en Abbey Road, los Beatles estaban con el Sgt Peppers y hay una canción, nunca verificada, que dicen que tocaron los Floyd, en la que Lennon y McCartney hicieron los coros. No se, está en piratón y la verdad es que es irreconocible. Igual es todo mentira, pero tiene su gracia.

Otro tópico sobre The Piper es que es el único disco en el que aparecen los Floyds en la portada. Pues tampoco, porque en el Ummagumma también salen. Haciendo el tonto, pero qué más da. Con ese pedazo de disco (el directo) se podían permitir el lujo que les diese la gana.




Bueno, todo esto viene a cuento porque esta semana se reedita, cuarenta años después de su puesta a la venta, The piper at the gates of down. Supongo que cada disco tiene su historia. Esta es la mía. Y a mi me gusta.

10 comentarios:

Belén dijo...

...y a mi tambien!!!!

Un beso

:))))))))))

enrique dijo...

Estupenda historia, casi paralela a la mía y los Floyd.
Yo me inicié escuchando WYWH y DSOTM, también en un viejo tocata. El menor de tres hermanos, me nutría con la música que ellos traían a casa.
Siempre me han apasionado los Pink. Su primera etapa no la he descubierto hasta mucho después, en mi adolescencia era algo casi mítico, la etapa con Barret, oscura y psicodélica, casi maldita por el viaje astral interminable de Syd y el LSD.
Personalmente me gustan más los Floyd a partir de Meddle. La última vez que he echado gasolina, me hizo gracia ver que en la gasolinera vendiera una versión remasterizada de Oscured by Clouds. No pasan de moda...
Recomiendo la lectura de un libro de Fernando Forcada Miranda titulado "Pink Floyd; más allá de muro". He aprendido muchas cosas y disfrutado de sus páginas.

J. dijo...

Erudito pinkflodiano, pianista. A parte del coleccionar postales feas -sí, tengo una de la mezquita de Córdoba que te haría morder la pantalla de envidia-, el gusto por el Gintonic y la admiración por B16 y JPII, nos une ese pedal mitomaníaco. De verdad que tuve que dejar de leer libros y reportajes de los Beatles. O eso, o ya podía ir pensando en dedicarme a escribir sólo sobre ellos.

Me ha gustado, piper.

Paco Becerro dijo...

Y a mi. Pianista. A mi también me gusta y mucho.

Nodisparenalpianista dijo...

Jaja, Belén, gracias. Que lo sepas, estamos a punto de abducirte en la secta de los Floydianos.
Enrique, es que usted debía ser un capitalista, con su elepés y todo esto. Yo tiraba de casetes, pero para el caso, sería lo mismo, claro. Yo ahora he cogido de la biblio uno de un tal Nicholas Schaffer, a ver qué tal. De todos no, pero de casi, casi casi todos los discos guardamos una cierta memoria, ¿no?
Gracias, J (punto) gracias. Solo aficionadillo,. He tenido fases, y de hecho duranye una larga temporada casi los dejé de escuchar, pero poco a poco he vuelto. La cabra tira al monte, ya se sabe, ¿no?
Gracias FutBlog. Pues os animo a que le déis una oportunidad al disco. Y ya comentaremos.

Anónimo dijo...

¿¿¿cuarenta años??? ¿¿¿entonces cuántos tengo yo??? Mi adolescencia suena a Pink Floyd.


Pienso que Pink Floyd son únicos. Distintos. Diferentes a lo habido antes y después. No se si muy buenos, no tengo tanto dato como el pianista, pero sí especiales.

Anónimo dijo...

¡Bravo, pianista! Nada es comparable a aquella pasión adolescente por la música... ¡Si hubiésemos tenido entonces internet no habríamos vuelto locos! Pero no sería lo mismo...

Anónimo dijo...

Pues me alegro si te alegra. A mi los PF me dejan más bien frío, pero creo que es por mi más que supina ignorancia musical (haré que me lo miren).

Nodisparenalpianista dijo...

Bueno, Dulci, de buen rollo pero si hace años celebramos lo del cuarto centenario de tu churri, echa cuentas... De todos modos la música de los Floyds rejuvenece, así que no te preocupes por esos detallitos.
La verdad es que nos hubiese ahorrado la pasta que no teniámos, Pierrotlefou, peor entonces no hubiésemos conocido aquellas expediciones discográficas, las manos sucias de pasar y pasar carpetas, ese olor tan desagradable y tan evocador como es el del vinilo... luego J (punto) me llama nostálgico, pero es me provocáis.
Néstor, nadie nace enseñado. Lo mejr es dejarse impregnar por las cancioncillas. Y al final te termina gustando Rachmaninof, Los Clash, el Cojo Peroche y los Floyd. ¿qué música no me gusta? Pues la que suena mal. Todo lo demás está por descubrir.

Manuel de la Rosa -tuccitano- dijo...

De pink floid y de supertramp lo tengo casi todo en vinilo...que música..eso si es no el koala...

Vaya post..