miércoles, 4 de agosto de 2010

Tres veces Rudy

Rudy

Rudy me da rabia. No lo soporto y ya está. ¿Por qué? Pues porque me da la gana, que es el fundamento más sólido cuando no hay más fundamento que ese. Igual es sólo cosa mía, pero hay cosas que son así, que te gustan o te repelen, te provocan simpatía o las rechazas, que te gustan o te repatean. Rudy no me gusta y ya está.

A ver si no.No puedo con Rudy Aragón. Esos pelos y esas gafas. Igual hay quien aún lo recuerda de un tiempo que salía mucho en la tele, de cuando ya no era payaso de aquella cuarta o quinta generación de los payasos aquellos huidos de la Cuba comunista. Hay que ver cómo ha terminado la familia. En fin. Hubo un tiempo en que ese tío, Rudy trató de hacer entrevistas en serio o algo parecido, o magacines con Nieves Herrero. Por si faltaba algo para que nos cayese gordo. Fofoti ya tenía un trago, pero es que este... Me acuerdo de cuando Iñaki nos contaba que de crío, en Logrono, le llevaron al circo, que se anunciaba con los Payasos de la Tele. Y por allí sólo apareció el pobre Gaby, que ya estaba para sopas de ajo y los Gabytos, que era una colección de hijos en plan clon que iban por allí tocando el saxofón. Iñaki vivió una de sus grandes decepciones y se unió a la legión de los que odian el circo. Lo normal, o sea.


Yo le daba al regüín del caset cuando sonaba Rudy de Supertamp, de su directo en París, siguiendo por lo del saxo. Mira que es bueno ese disco. y, lo admito, mira que es buena esa canción. Pero me repelía. Y no por el falsete de Hogdson, que no la cantaba, sino por el nombre. Además, ya no me acuerdo muy bien de loque decía, pero se me hacía antipática la letra, la historia del fulano en cuestión. Y ya digo, me la solía saltar, con que en caset siempre resultaba un poco complicado. Total, que a base de bobinar y rebobinar, más me valía orla para no perder tanto tiempo y tanta pila. Es que iba a la luz o a pilas, qué antigüalla. Si es que desde que bajamos del árbol, no paramos de innovar, qué agonía, jolines. Y, total, para escuchar las tribulaciones de un tío que se llama Rudy. Me la salto. Pero si la reescucho, me gusta. Qué dolor, ay.


Casi aseguraría que fue en la segunda temporada de Urgencias cuando apareció un personaje llamado Rudy y su esposa. Eran dos ancianitos que se acercaron al servicio de emergencias del County General donde fueron atendidos por un servicial e imberbe John Carter. De hecho es poco dato, porque durante toda su presencia en la serie, Carter fue siempre así, servicial e imberbe, con algún que otro periodo golferas y tal, muy poco creible, la verdad. La cuestión es que la esposa de Rudy tenía algún tipo de demencia senil y algún que otro mal asociado. Carter hizo lo que pudo y se extralimitó dándole esperanzas al pobre Rudy sobre su recuperación, pero cuando descubrió lo inevitable de lo que le ocurría, culpó al joven médico de todos sus males y le puso en un brete de consideración. Resultaba tremendamente angustiosa la situación del prometedor médico, aprendiz de brujo, que había metido la pata y que había causado no pocos males a sus pacientes y que se alargó durante varios episodios. El compungido Carter era desdeñosamente repudiado por Rudy incluso en el funeral de su esposa, creo recordar. Vale son peliculillas, pero era muy interesante ver como en esa serie se abordaba la medicina desde un punto de vista muy humanístico. Vale, cierto que es la única forma de hacerlo para la tele, porque si no hay chicha humana, no tiene interés por mucho que a uno le gusten los cateteres, los menudillos, los aneurismas de aorta y el clampado, que es una cosa que no se qué es, pero que cuando lo decía Benton, hay que hacerle un clampado o se nos quedará en la mesa, suena o a botánica o a carpintería.

Pero Rudy me caía mal.
Cierto, que por la inexperiencia de Carter y por su temor a abordar de frente lo que pasaba, que su santa estaba en las últimas, al pobre Rudy se las hacía pasar canutas. Pero Rudy era un pesado. Y un poco chungo. Y para mi que había bailado claqué. Yo juraría que era Don Ameche, que había sido un gran actor en sus tiempos y que había rejuvenecido en Cocoon, o por ahí. pero me caía gordo. Y mira que estaba flaco el tío. Para mi que si se llega a llamar Bob o Fred o Matt o de otra forma, me hubiese caído mucho mejor y a Carter jamás le habría perdonado.
Ya que estamos, lo termino de contar. Creo que en la siguiente temporada volvió a aparecer Rudy, cuando fue el quien cayó malito y volvió a cruzarse en el camino de Carter, que siguió pasandolo fatal, pero que tuvo la oportunidad de enmendar sus anteriores fallos. O sea, que Urgencias no sólo era el Clooney moviendo la cabeza como si tuviese el cuello roto y dando mala vida a la sabrosa enfermera Hataway. Pero Rudy, lo de Rudy no había forma de arreglarlo.

En el mundo del deporte también tiene su tela. Rudy Ventura, que en Gloria esté, lo uno no quita lo otro, no jorobemos, era un pesado que tocaba la trompeta cuando el Barcelona ganaba. O perdía. Pero qué brasa de tío. Le asocio con las marisquerías esas de la Barceloneta donde siempre se decía que estaba Migueli y su novio, dando la murga entre carabineros y gambones como caballos, dándole a la trompeta, tururú, un alemán que dice olé y la mujer de Schuster, la vikingona aquella que se desplegó en el Interviú y que no pocos cachondeítos le trajo al jugador por esos campos de España. Qué broncas era el tío. Menos mal que luego se nos calmó y hasta se puso simpaticón. O uno del baloncesto, que se llama Rudy fernández y que yo siempre he confundido con otro pesado de las cestas, el Ricky Rubio ese. Ricky, Rudy, joer, es que no pueden llamarse de forma normal. Y todos con la pesadez de la NBA, que no paran de jugar a todas horas. Anda, hombre, vete para allá y no nos tuestes. pero el tío vuelve, me parece. O se va. O no, o qué se yo. Por cierto, Ricky me recuerda a Villa, por lo pesetero y por el arrebato de chulería que se les ha subido a los dos en cuanto han sido más que un club. No se yo.

Y la música. ¿Alguien ha soportado algún disco de Ricky Nelson? ¿O de Ricky Martin? Ay, no que era de Rudys, esto. Bueno, es igual, esos dos, otros plomos. Y vamos a dejarlo mal, que se me está subiendo un mosqueo fino que me va a terminar arruinando la tarde, y eso si que no. Pero el aviso está en el horizonte: si se te aparece Rudy, cambia tu rumbo, amigo. Nos vemos en la sala noble.

1 comentario:

Dulcinea dijo...

!Ni hablar! Carter estaba estupendo, con ese aire de inocencia sazonado con un puntito canalla. Su historia familiar, sus padres, su abuela, su fortuna, sus adicciones.

Menuda historia cuando se va a Africa y tiene un rollo con aquella enfermera de aspectop asiático que no recuerdo su nombre.

O cuando monta un consultorio gratuito para pobres y Lou Grant le estafa toda la pasta.

Era bueno y estaba como un queso. Envidioso.

Y de Cloney chitón que la jataguay era una lagarta que se había cepillado a todo el servicio de urgencias incluido pacientes ;)