Los lunes iba a comer con el cartapacio de las facturas y todo aquello. Los lunes del trimestre, porque los otros lunes, cada quince días, a veces menos, según, se acercaban a comer por echar el rato, tomar café hablar de cosas y pelear sobre si las Ardenas, el Alamein o Kurst. Todo había empezado por una apuesta, hacía años, cuando empezaba a tontear con su hija. Una tarde de apuros en el casino de su pueblo, tomando un carajillo, viendo al personal jugar al dominó, echando la tarde, espantando las moscas, el calor, los olivos, se pusieron a darle sobre si los tanques y los blindados. Y le preguntó al pretendiente que cuántos tanques juntos sería capaz de imaginarse. Pues muchos, le dijo inteligente y conservador, por no pisarle un callo al futuro suegro. Este chaval no se moja ni debajo del agua. Quince, dijo, porque una vez le contaron de un desfile. Más, más, fíjate, en las grandes batallas de tanques había cientos por cada contendiente, soltando unos pepinazos de miedo para contener los avances de los adversarios. Cientos. Pues si, cientos. Y le dijo, venga, te apuesto mi caña de pescar a que no me dices cuántos hubo en la batalla de tanques más importante de la guerra.
Y con la dichosa broma se puso a buscar. Y compartieron la broma, la tontería. Y se pusieron a leer sobre cosas de mecánica, de blindajes, de depósitos y de orugas, de calibres y balas trazadoras, de compartimentos estanco, de torretas de vigía y de tácticas envolventes.
Y con la dichosa broma se puso a buscar. Y compartieron la broma, la tontería. Y se pusieron a leer sobre cosas de mecánica, de blindajes, de depósitos y de orugas, de calibres y balas trazadoras, de compartimentos estanco, de torretas de vigía y de tácticas envolventes.
Y con unos cafés por delante pegaban la hebra sobre Montgomery o el general Guderian y los porcentajes de inclinación o si como vadear un río. Una tarde que las chicas se fueron a ver a una amiga o a tomarse medidas para el vestido de un bautizo o una cosa de la que ya ni se acordaba, terminaron sacando un planisferio para decidir cómo invadirían Suiza desde los Sudetes. Que cuando lo pensaba, se le ocurría que de contarlo, podría ser el cúlmen del aburrimiento terminar elucubrando esas cosas, pero los dos se divertían. No les gustaba el fútbol.
Tráeme las facturas y ya te haré yo lo de los módulos, le dijo un día que pasó a tomarse unas croquetas de su hija con un vinito y que le encontró sudando la gota gorda con la calculadora aquella del rodete que tanto ruido hacía. El primer lunes después del primer tostón de los módulos le llevó un tanque de juguete.
Cuando necesites, otra vez, que de algo me ha de haber servido ser contable media vida. Y hablaban.
12 comentarios:
Hará unas semanas que terminé de leer "Memorias de un Soldado" del Generaloberst Guderian...
Por unas croquetas, se pueden hacer los módulos, la estimación objetiva, los libros oficiales, y lo que haga falta.
El tanque parece de aquellos juguetes "Pallá"
Calculadoras de rodete... mmm... que ruidito más agradable y más familiar. Ese ruidito y el de las máquinas de escribir lo recuerdo con cariño. Me traes a la memoria la oficina donde echaba horas para pagarme la carrera.
Qué palizas el suegro y qué pelota el yerno, por cierto. Pero bien contado, oye.
Hum, pues si me invitan a croquetas, soy capaz de hablar de tanques y guerras más de una hora...
Te recomiendo -y a todos, claro- "Diez años y veinte días" del Almirante Karl Dönitz, el hombre que sustituyó a Hitler al frente del III Reicht. Hay que leérselo con cierta prevención, pero es muy intersante.
Querido Enrique, le veía a usted en esa división de tanques. Le sugieor que nos reseñe algo sobre el libro.
Bueno, FutBlo, depende de las croquetas, pero estas tiene pinta de ser estupendas, dignas de un buen cartapacio de módulos.
Bueno, si, agradable thatsa que se gasta el rollo de papel y no se encuentra el otro, cuando las cuentas salen mal o si se acaba la tinta, pero vale, si. Las mejores calculadoras, aquellas de la manivela, como los coche sd elas pelis mudas. Joer, suena al pleistoceno!!
Néstor, estuve a punto de comprarlo hace unas semanas. El almirante Donitz, al menos hay que respetarle por haber capitulado por fin. En el espacio temporal, y hablando de diarios, aprovecho para recomendar los de Victor Klemperer. Canela fina.
Tanque de...Tanqueray, supongo.
Uf, eso es un (buen)chiste de viernes.
Esto de ponerse al día es un poco trabajoso porque, ya ves, ando tarde y de medio "lao". Y ayer ya me estabas abroncando por no haberte dicho nada del capítulo del café pero es que no he tenido tiempo hasta hoy de leérmelo un par de veces más y con calma. Y tan contenta, vaya, del nuevo episodio. Tanques. Molan.
Jo, Marta es que si tú me dejas de hacer la pelota en este apartado, le pego un cierre a la persiana y a vivir que son dos días. Pero por ahora lo has salvado. La persiana sigue, engradasa y bien abierta.
Cierras la persiana del garito y te monto un pollo-güep de los que hacen historia por los siglos de los siglos. Amenazarme con éstas... Te voy a dar, Pianista. Sustos, los justos.
Juajua, Marta, ¿me estás amenazando? Hay que revitalizar la cuentaatrás cuanto antes!!!
Muy interesante
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