El atardecido traía, dejaba ese fresco, ese frío que, cuando venía acompañado de neblina, iluminaba el camino de vuelta, tanto césped, tanto césped, luce bonito pero qué frío. Esos fríos eran de amplio gabán, de bolsillos llenos de trozos de versos, agujeros y demás parafernalia del disfraz de artista, lamparón y librito breve.
En la otra orilla ha de hacer calorcito, pues anda que no se ha de estar bien allí. Pero quédate en lo que hay, que bastante tienes. Y ya llegará, como todo, a su tiempo. Bueno.
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
8 comentarios:
Estoy muy espesa. No he entendido nada.
Marichunga, no le hagas la pelota.
juajuajua, no, le iba a decir que la mejor dedicatoria del póster o lo que sea esto es la que dice "que no me muera".... pobre iluso!!! juajuajua
Oye.... y qué incómodo es el frío cuando se cuela hasta los huesos...
Eooo... ¿hay alguien?
creo que esyo está vacio... podemos montar una fiesta...
Vale. María tú te subes al piano como en los viejos tiempos y yo monto una barra libre a costa del Pianista.
Voy a poner este cedé tan raro de Los Chunguitos.
!Que corra la Tanquerey!
Ups. El comentario suprimido es mío y me lo he cargado yo solita por hacer el tonto.
Habéis empezado la fiesta con demasiados lingotazos, Dulci, me temo.
Publicar un comentario