domingo, 21 de febrero de 2010
50+1
El asunto es que hace cincuenta años y uno más que se nos murió Boris Vian. Lo de celebrar las fechas redondas y todo eso. Bueno. Boris Vian es un autor levemente conocido que gusta mucho a todo el mundo, mayormente de oídas. En un mundillo muy determinado, se le cita con mucha profusión, porque es una especie de artista a la page. Creo que se dice así, porque mi gabachuá sólo da para insultar de modo un tanto sicalíptico, del estilo es usted un lápiz y está en el tercer piso. Claro, la gente se queda a cuadros. Epatar es el único fin, y a fe mía que lo logro, yesuileruá. Total, que como les suena que iba dando la murga con una guitarra con lo de la Guerra de Indochina, se lo apropió la famélica legión cuando lo de Irak. Y hala, Vian por un tubo, que entre los culturetas del Babelia no paraban de citarle sin conocerle. Anda que si le hubiesen leído... en fin.
Un día va Boris vian y se muere, que es algo que suele pasar, así que yo toco madera. La leyenda cuenta que palmó según salía de ver una adaptación cinematográfica de Escupiré sobre vuestras tumbas, una novela que firmó con el seudónimo de Vernon Sullivan, en plan negra, tiros, racismo, macizas y negros. Esto ya lo he escrito, me parece. Pero ya que estamos, repito y así queda un poco más holgado. Resulta que Boris Vian padecía una enfermedad cardiovascular congénita que le tenía muy cascadete y que solía pasaportar a los afectados en cuanto estaban lo bastante maduritos. Al parecer si es cierto que murió después de ver la peli, pero fue un día o dos después. Que parece ser que muy buena no era, vale, pero que de ahí a acusarla de asesinar a su creador va un trecho. Más viendo -leyendo- la retranca que solía gastarse Vian. Ni harto de vino me lo creo yo. Una vez, hace unos cuantos años, en la Fnac se sacaron de la manga un minicilo de conferencias y cosas sobre Vian. El plato estrella era la proyección de esa película. Lo demás, cuatro chisgarabís que iban a repetir topicazos que habían leído en el Babelia, o sea. En fin, que suspendieron la película por problema scon la distribuidora o con la Esgae o con no se quién, que nos fuimos de cervezas los borisvianeros que habíamos quedado para el evento y que una medio loca con la que compartía ratos libres me montó un pollo por mensajillo de teléfomno porque decía que la vi y no la saludé. Sólo faltaba un perro que hablase para completar el homenaje-performance. Mucho ojo con los perseguidores.
A Boris Vian se le ha editado de pena por aquí. Incompleto, desordenado y muy mal traducido. Bruguera hizo lo suyo, expirmir todo lo exprimible, pero al menos lo intentaron. De ellos guardo el grueso de su obra. Luego, los modernos de Tusquets, pero mira que son modernos y estupendos, reeditaron con sus portaditas tan estupendas, su papel tan bueno y sus traducciones tan pobres. Creo que no añadieron ni un título a los de Bruguera, pero igual me despisto. Lo cual que algunas editoriales pequeñajas fueron sacando cosas. Hace no mucho, Hiperión ha publicado dos de sus poemarios. El primero lo tituló tan mal que da hganas de no comprárselo a ellos. Le pusieron "No quisiera morir", que resume una cosa que escribiré luego sobre sus dos obras mayores. En una serie de versos bastante jocosos, humor negro, va relatando un serie de cosas que le gustaría hacer antes de morir. El último verso le da un giro total de manera que la cara de tonto sonriente se te convierte, en seis palabras, en rictus serio y pensativo. Ese "morir", en castellano fetén es diñarla, espicharla, palmarla, estirar la pata irse a tocar el arpa, dejar de fumar, yo qué se la de maneras que tenemos para traducir no las palabras sino la idea que expresa el autor. Pues parece que a los de Hiperión no se les terminó de ocurrir una buena. Aunque la fama de ser editorial señera en la cosa de los versos se mantiene. El prestigio de la casa a tomar viento fresco. En fin. Las editoriales pequeñas. Tengo una de sus obras de teatro en gallego, menos da una piedra. Otra, fotocopiada. Ya digo, la piedra. Morcilla para los de Cedro, que es la esgae de los picaletras.
Pues resulta que ahora, Tusquets se ha descolgado con la traducción, esta vez bastante mejor que las anteriores, de la primera novela de Boris Vian. Se titula Trouble dans les andains y aquí le han puesto A tiro limpio. Ni una pregunta porque no se la pertinencia del asunto. Se trata de una novela corta muy desmelenada, que comienza con una fiesta, sigue por un robo, una serie de persecuciones, otra de crímenes tontorrones, un sapo gigante, una cueva, explosivos, un anticuario tuerto o cojo, ya no me acuerdo, y todo así.
Esto, que suena a chusco, lo es.
Pero eso es lo que uno espera de Boris Vian. Dentro de su obra hay una parte muy de ese estilo, febril, divertido descacharrante y con poca cabeza. Es una explosión de palabras raras y de personajes aún más extraños. En ocasiones el hilo argumental tiene algún sentido, en la mayoría. Es un espectáculo en si mismo, y dónde le lleve a uno no tiene ningún sentido. Es el puro placer de disfrutar con sus vertiginosas imágenes. Este texto meha recordado mucho a su segunda novela, "Vercoquin y el plancton", inédita en España, creo, pero si en Sudamérica. Se la compré por el interné a unos argentinos de la Argentina y me llegó en perfecto estado de revista. Media novela es excepcionalmente buena. La otra es un tanto cansina: en cuanto cede a la agitación y se calma la cosa, tiemblan las piernas.
Otra cosa son El otoño en Pekín y La hierba roja, sus obras mayores, que también aparecen en escenarios alocados y delirantes, en el que transcurren historias bastante más complejas y profundas de lo que uno s eimagina y lee a primera vista.
Total que un día hojeando por ahí, leo en el suplemento cultural de los jueves de La Nueva España, magnífico, por cierto, una reseña de este título. Esto fue hará un mes. El viernes compro el libro y me lo zampo en dos viajes. Desde entonces, ando pendiente de alguna reseña o de algún comentario más. Y ni uno. Está pasando completamente desapercibida su publicación, lo que no me entra en la cabeza. Se trata de un texto inédito hasta ahora, fácil de leer y de un autor citable. Pero nadie le está haciendo caso. Pero eso si, periódicamente, los letraheridos que se transmutan en vigorosos columnistas de opinión siguen haciéndoselo venir bien en forma de cita superficial, y periódicamente también unos cuantos montan teatrillos cabarés a propósito de sus canciones y sus anécdotas apócrifas en Sant Germain. Y siguen sin leerlo, los muy jetas. Y Tusquets sin promocionarlo.
Ya se apañarán. Mientras tanto, nosotros disfrutaremos del pianocóctel. Sobre la hierba roja.
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11 comentarios:
Intenté "la hierba roja" y pudo conmigo.
Ya sé, ya sé, parece que te esté oyendo increparme en francés ;)
Vuset anpatitcrayón, Dulcinuá.
Pedazo transcripción fonética, Pianista. Tronchante.
Me recuerdas al pobre Tip en aquel número que simulaba traducir al francés lo que decía Coll.
Yo, Boris, Boris...conozco a 3, el que empinaba el codo, mi monitor de lucha libre, y al que le mango el panfleto.
Ah, y la firma de mi amiga Conchita, "1 de 50", collares, pulseras y anillos. Muy monos, Pianista. A ver si hago una entrada y te muestro lo que me gusta...
¿Has visto esto y esto?
Jo, Atiza, eso de tener un monitor de lucha libre que se llame Boris impone un montonazo.
¿Que tienes monitor de lucha libre?
Cuenta, cuenta...
Un cuatro por cuatro, Dulci.
Muy bueno, Altea! Los periodistas de esa facultad están todos medio majaretas. Oye, y da igual a qué promoción mires...qué tíos!
Bueno, bueno, esta ristra de comentarios si que ha sido digna de Boris Vian: conjuntos de protoperiodistas a caballo bailando en su facultad, un monitor de lucha libre, el olvido del gran Boris Karloff y uno al que le roban el periódico y, consecuentemente se baja los calzones. Siya lo llevo diciendo hace mucho, lo mejor del garito, la parroqia.
Oye pues ahora que lo dices mi amigo Boris, el de la prensa que no lee porque yo se la tiro a la basura, (basura con basura, que yo sí que sé reciclar, oye)sí que gusta de bajarse los pantalones. O eso me suena a mí...
Por cierto, no distingo a Alfredo...
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