Aún no se sabía ni cómo ni dónde había sido, pero el presidente del Patronato, Joan Rigol, ya afirmaba en la televisión del Régimen, que el pirómano de la Sagrada Familia* es un perturbado. Uno, que no le rinde pleitesía ni a la tele del régimen, ni al Régimen ni al Arzobispo del Régimen -que por cierto no toma medidas contra un cura que se jacta de haber pagado los abortos a dos chicas-, se acuerda de aquello de la infausta y criminar República que al mes de proclamarse por la cara celebró el asunto haciendo arder un buen puñado de iglesias, mayormente en Madrid.
Y se acuerda también de las proclamas de las pacifistas lesbianorras esas del otro día en la Capilla de la Complu, que entre tanto mensaje de buen rollo y así, colaron, como quien no quiere la cosa, pintarrajeado en sus chichas lo de "violentas" y en las paredes de su web lo de "la única iglesia que ilumina es la que arde". Cosas de los de la paz que nos meten en las guerras.
Pero ya se sabe: el fanático soy yo por decirlo. Con lo bien que estaría ardiendo.*La Sagrada Familia es el templo barcelonés recientemente consagrado pro Benedicto XVI como basílica, en cuya homilía señaló el avance del aticlericalismo agresivo que recordaba el de los años 30. Le dijeron de todo, lo que confirma lo acertado. El Arzobispo, escondidito en Montserrat, supongo.