Voy leyendo las tontadas hasta que llego al tal Jesús. Y resulta que es Jesús Ordovás.
Por poner en antecedentes. Un día vuelvo del súper, con el carro atiborrados de cosas y la musiquita en las orejas. No fue el día de la hoja y de la otra cara de la hoja, que eso fue una mañana y lo que narro ahora aconteció una tarde. Minutos antes de las seis, para más señas.
Está terminando el Diario Pop, un programa que frecuento, que emiten de cinco a seis, justo la hora a la que empieza El Ambigú, programa que frecuento uno poco más. Me pilla saliendo del ascensor, las bolsas que casi se caen, el carro que avanza a patadas, las llaves en la boca, un plan, una música que ya había oído días atrás. Es difícil de describir. Una chica canta en castellano, con un cierto aire raperín sobre una base de esas tan modernas que parecen un vacile del tecnopop ochentero, así como de Casiotone cutre. Me resulta gracioso, simpático. No, no es el concierto nº2 de Beethoven por Askhenazy, pero hay tiempo para casi todo. Entro en casa, dejo las bolsas de mala manera y echo de menos el boli que debía estar allí y que nunca aparece cuando se le necesita. ¡Ay, mis maestros, cuánto campo les quedó por trillar! Tendré que confiar en mi memoria.
Jesús Ordovás, el presentador del DiarioPop opina sobre la moza cuya canción ha emitido, que puede ser, en cierto modo un contrapunto, una competencia saludable a la Mala Rodríguez. De su reciente disco, Diego Manrique, el del Ambigú, dice que no le va mucho y que le cansa la actitud que “qué mala, pero que chula soy, que te doy”. Bueno Diego, llamándose María Rodríguez, o te abres paso y defiendes el pasto a codazos o lo llevas claro. Otra cosa es llamarse Vladimir Askenazy, que o acabas de esprinter del Telekom o de virtuoso del piano.
Bueno, pues ahí estábamos, yo vigilando que no se me cayesen los yogures y Ordovás diciendo lo de la chica aquella. Claro, mi débil memoria ya no está para estas cosas. De hecho, nunca lo estuvo, no querréis que espabile a estas alturas. Así es que, pensé, si aquí lo ponen, igual lo oigo otro día, y si no, como la compararán con la Mala, pues ya oiré algo por ahí.
En los días siguientes, picoteo la radio pero no acierto. Una tarde con conexión decente me pongo a buscar, pero no encuentro nada. Y me olvido.
El jueves pasado -hace unos jueves apsados, quiero decir- o así ,estoy echándole un ojo a la güep de Radio 3 para ver si dice algo de La Salamandra, un programa de fin de semana que ha desaparecido sin dejar rastro. Cosas del ERE aquél, supongo. En estas que viendo los programas que tienen su propia güep, descubro que el DiapioPop está entre ellos. Allá que voy. (id, id, cobardones)
Y estoy un rato viendo las fotos esas tan divertidas de Jesús Ordovás con distintos músicos, las colaboraciones que ha ido haciendo por ahí, todo un poquito. Y ¡chas! la pestaña de contacto. ¿Con cuidado? Bueno, también, no es plan molestar a nadie.
Anteayer -hace unos anteayeres, no os pongáis estupendos-, por fin retomo el hilo, veo un mensaje que me huele a espam. Cuando despejo la maldición de la calva veo que el tal Jesús es el mismísimo Ordovás, que me resuelve la duda. Es ésta o ésta otra, viene a decir. Oye, y yo emocionado. Joer qué tío. Esto es respeto por la audiencia, por su público y tal. Anda que no hay buzones para contactar con la peña que nunca funcionan. En cambio, me ha contestado, me ha resuelto la duda y me ha procurado un alegrón. Le contesté diciéndole más o menos eso, que gracias y que menudo ejemplo de respeto por los del otro lado del altavoz. Ahora a ver si busco el disco.
Hoy -exacto, otro hoy-, oímos en el trabajo un trozo de Discópolis, del gran Julio Ruiz. Hay invitado. Es el propio Ordovás, que repasa su vida profesional porque a fin de mes -de julio- se larga de Radio 3. El ERE de las narices, que va a dejar la emisora como un páramo de desolación. Oye, sin problemas, se contrata a cuatro idiotas de Globomedia y asunto arreglado. Cuando Ruiz le pregunta que qué le parece eso de que su generación se vea en la calle, Ordovás elegantemente dice que eso supondrá la llegada de savia nueva a la emisora, nuevos modos de hacer la radio, estilos, puntos de vista y que estará bien. Si es que encima le puede la corrección y el saber estar. Yo insisto que para hablar de los Arctic Monkeys vale cualquier memo que haya oído a los Clash y a los primeros Cure después, pero para explicarme el antes y el después de, no se, Led Zeppeín, un poner, se necesita trayectoria, talento, sensibilidad, inteligencia y oficio.
Lo prometido es deuda y la deuda queda saldada. Que iba a hacer una entrada.