Eran las cinco de la tarde.
Eran las cinco en el reloj de la plaza, un tanto ajado, crujiente y triste. Eran las cinco, quién te ha visto y quién te ve, cuando la grada estaba a rebosar, los mantones y los puros, los sombreros, el entusiasmo y el temor, la alegría, seriedad, emoción, los gritos, el arrímate, el apártate, el hoy bien, el mañana mejor.
Eran las cinco y comenzaron a pasar en fila. El Cirrostrato de Maracay abría plaza, de café y plata, en uan combinación un tanto complicada pero muy valorada en las Antillas. Detrás, con su habitual elegancia, El Niño del Nimbostrato, de azul marino y oro, con su mirada profunda clavada en los tendidos, como si con él no fuera la cosa. Cerrando, Estrato Chico, el más joven de los tres, revoltoso y bullanguero, que nunca se sabe bien por dónde sale, pero que siempre la lía y lo pone todo patas abajo.
A las cinco se paró el tiempo en la plaza en cuanto aparecieron los tres maestros. A las cinco los tres maestros cerraron plaza y allí se quedaron.
Y han suspendido la corrida y ahora a ver, primero si nos recuperan el cartelazo y luego a ver cuándo cae. En fin, paciencia y barajar.
lunes, 26 de mayo de 2008
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8 comentarios:
Las cinco no es una buena hora. Demasiado tarde para ser pronto.
Lidia
Pues los seis toritos bravos, siguen cantando "Que llueva que llueva la Virgen de la Cueva"
Los más contentos por la suspensión.
Oye, pues a mi, que los toros ni fu ni fa, me ha encantado tu prólogo a la corrida (lástima de Cirrostrato, ja, ja, ja...).
Muy bueno, Pianista. A creativo no te gana nadie.
por cierto, ¿os pusieron el video de los Teletubis? ;)
AnónimoLidia, me ha encantado.
Llamar "torito" a un JuanPedroDomecq es un tanto aventurado, a la par que imprudente, Plentzia.
No me toques los cúmulonimbos, querido Néstor...
Nada, ni Teletubis, ni Pocoyo, ni Supernenas, Dulci. Y a ver ahora si se animan a repetir cartelón.
Mal rollo. Yo tampoco entiendo ni cascorro de toros, pero eso de que suspendan los espectáculos que uno espera es como estar preparando un postre buenísimo y que al final se espanzurre todo. La miel en los labios.
Los hay con suerte. Cómo vives, Pianista!
Bueno, Altea, pero eso es como si el postre helado te lo traen caliente y medio deshecho. Mejor que te digan que no merece la pena y disfrutarlo otro días. Helado de toro, Ferran adria lo patentaba, seguro.
Joer, Atiza, que son toros, no el yate de Khashogui. Y ni toros, nubes!!
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