martes, 29 de septiembre de 2009

La feria de los libros, primera incursión


Ya está aquí otra vez la feria de los libros. Por llamarle algo, que cada año es más cutre. Y eso sin librios electrónicos. Antes, se llenaba el Paseo de Gracia de punta a punta de casetas abigarradas, que casi no s epodía caminar por la calle. Eso en septiembre, que era cuando se vendía el libro viejo y tal. Luego en mayo o junio, o por ahí, cuando los calores tempranos, había una feria de libro nuevo, que uno miraba salivando y se decía, pues cuando estén en la de viejo. Esa fue bien hasta que empezó a ir menos bien, y entonces, puesto si, puesto no, eran de la Enciclopedia Catalana, que es un producto de una editorial muy subvencionada para
mayor gloria del nacionalismo rampante. Sigue en quiebra técnica, pero gozando de la buena salud que suelen tener los cadáveres alimentados con dinero público. Lo de siempre.


Este año hay menos tramos ocupado, menos de la mitad del Paseo pero es que además, en varios espacios se ha abierto hueco entre casetas. El año pasado me explicaron un poco por encima el pastón que pide el Ayuntamiento por metro cuadrado de caseta, los mínimos y los sitios para contratar. Vamos, que es cosa de kamikazes. No me extraña la cara de aburridos y d erabiosos que lucen algunos caseteros.
Voy donde siempre y me han guarado uno de Umbral, una cosa sobre lumis y tal, o sea. Vale, pues muy bien. He de volver, porque me siguen retirando material. Voy pregntando pero nadie tiene nada, si acaso, algunas ninfas y un hijo más de Greta Garbo. Una mujer me dice que claro, que como en Madrid se vende mucho aquí traen poco. Es la lógica condal.
al final de la bajada, como si dijéramos, veo a una mamá con carrito de bebé y a un rubiales que mira sin ver, porque no llega. Cuando se acerca al cochecito, destapa a su hermano y le mira con curiosidad de mayorzote. Este, le dice la mamá. Este es del cuerpo humano, ¿te gusta? Y el rubiales asiente. Cuando alcanzo su altura, es decir, su paso, no su talla, le veo y me suena su cara. Es... miro a su mamá y creo que es ella. Vuelvo a mirarle.
!Es Jan! !Jan, el de la galleta!

Normal que le compren ese libro. Así aprenderá que hay que comer primer plato, segundo y postre para hacerse mayor. Y que no hay que llorar en el cole, jolines.

3 comentarios:

Dulcinea dijo...

Si es que al final, el Barça será más que un club, pero Barcelona es un pueblo.

La feria del libro ha sido escasa y repetitiva. Los mismos libros, en los mismos idiomas, colecciones de quiosco, autores de feria de libro, ediciones vetustas que no antiguas.

Poca chicha vaya.

Un hurra por la mamá de Jan, por saber llevarle a sitios interesantes desde pequeñito. Ahí tenemos un futuro lector aunque sea un poco llorón.

Nodisparenalpianista dijo...

Pobrete, Dulci, si no lloraba!!!

Altea dijo...

Jo con las grandes capitales, oye. Si al final resulta que os conocéis todos :-)