sábado, 31 de mayo de 2008

La bombilla del gulag

El mismo día en que un grupito de pequeños parlamentarios proponían la eliminación del juramento como opción de compromiso al acceder a cargos públicos, esos mismos corpúsculos se apuntaban a posibilitar un aumento de precios de la electricidad leoninos. Pero de lo segundo casi no se entera nadie por la neblina que provoca lo primero.

Adalides de la libertad como los postcomunistas i ultranacionalistas con rasos totalitarios han demostrado el poco amor que tienen por la libertad o por los derechos humanos intentando –por ahora si éxito, aunque ojo avizor- limitar las posibilidades de elección en el momento de manifestar el compromiso al ser elevado a cargo público. O sea, que para estos lo que debe de hacerse es prohibir jurar según las creencias personales y limitarlo a una promesa sobre papel mojado. Papel mojado para ellos, porque, en todo caso se haría sobre una Constitución en la que no creen y que no comparten, que hay que modificar en aras de unos Estatutos que, pese a ser norma jerárquicamente inferior obligan a eliminar la superior. Luego, a renglón seguido, le pegan un subidón a la luz que me tiemblan las bombillas sólo de pensarlo. ¿Será para que, con la luz apagada, no les veamos las caras de sinvergüenzas cuando se proclaman como máximos defensores de las libertades?

viernes, 30 de mayo de 2008

Taladro percutor


Un tío que le pone a su garito de nombre Taladro, o es un plomo de mucho cuidado o está hasta las cejas del personal o es un vacilón de mucho cuidado.
Ya lo veo.

-¿Me pone un yintonic?
-¿Yintonic? ¿Sabe usted cuál es la historia del yintónic? ¿Y de qué marca? El yin y el tónic. ¿Le cuento un buena? Pues resulta que yo tenía una amiga que cuando le pidieron que qué marca queria, no se, al pedir un yintónic o una vodca con naranja o un güisqui con cola, le dijo, Chueps. ¿Lo pilla? Chueps, la tónica, en lugar de la ginebra. O el vodca, no se, pero entonces sería la naranja. ¿Le gusta a usted la chueps de naranja?...

Qué taladro.

O puede que el garito se llamara así porque fuera un centro de reunión de bricopijas. Todas con su manicura francesa, sus vaqueros elásticos que cuestan un pastón, estupendisimas o así, oyes pues, norteñamente o sea. Pues vaya. Eso si, un tanto chapucerrillas y marranotas, con restos de pegamento, cola blanca o No más clavos por las costuras, que cuando la cámara pasa un poco de largo, dejan unos pegotones por todos los sitios que lo llegan a hacer en pretecnología y les meten un cate de cuidado. Pero, claro, con esa manicura a ver quién les tose. Y tajadas con el taladro, la sierra de calar o la pulidora en la manom, a ver quién es el guapo que les dice algo.

-Hola nena, ¿cómo tienes las virutas?
-Oyes, pues, mocé, a ver ti te arreo con el tirafondos.

Porque megapijas vale, pero a la que les rascas un poco, o sea, les decapas las dos manos de barniz especial antihumedad para el jardincito ese que arregla el melenas jipilongo, lo que sale es lo que hay. Pues bien, oyes.

Un día me pongo los vaqueros rotos, unos alicates en el bolsillo y un lápiz en la oreja y me voy a tomar un cubatón en ese sitio. Y si hay bricopijas, pues hablaremos de bisagras, de grapadoras neumáticas y de arandelas. Y si el camarero es un pesado, le explicaré cuando saneé y barnicé el mueble de las herramientas. Y le dejo tieso allí mismo. Y sin la broca del seis.

jueves, 29 de mayo de 2008

La botella


Sobre un estante vio, de refilón, al levantar la vista de su cocacola, una botella verdosa y sucia, como con cosas pegadas, un poco extraña. Pero como estaba completamente metida en sus cavilaciones, no le prestó mayor atención.

En la Residencia Militar había visto un vino etiquetado de manera extraña, con un troquel del mapa de la comunidad. Preguntó y le contaron que uno retirado tenía una pequeña bodega y que embotellaba algunas especiales para vender allí, para amigos y así. Pensó comprar una caja para regalar a los de su Cuartel. Y me guardaré una. O dos, varias. Y cuando me retire estará como esa. Y me acordaré de hoy.

Estaba tan ilusionado con su nueva ropa que ni se fijaba en las cosas. Estaba tan ilusionado que ni se había fijado en lo fea que era la camisa, en que parecía atolondrado cuando habló con aquella chica. Estaba tan ilusionado con su posible trabajo que ni se fijó en que, en otras ocasiones habría descorchado una botella como aquella para celebrarlo.

Un buen verso merece un trago de absenta, soltó en una verborreica velada entre poetastros. Entonces parecía que competían a ver quién la decía más gorda, una manera como cualquier otra de creerse snobs. Parecía que competían a ver cuántas palabras raras metían por frase. Hasta que un día se diese cuenta de lo feas que resultaban esas cosas. Un buen verso vale la pena. Tan cierto como que su pluma estaba a punto de estallar contra el suelo.

Aquella botella esperaba un acontecimiento. Le había acompañado un día de pesca, siendo chavalote en su pueblo. Había estado refrescándose, atada a una guita, en el cauce, mientras pescaba truchas y barbos. Ahora reposaba en un estante, detrás, sobre la barra, mientras llegaba un buen motivo para celebrar. Pero esa es otra historia.

Un hombre al fondo ni veía ni era visto.

miércoles, 28 de mayo de 2008

La filarmónica

Hace unos días escribía sobre Hans Sharoun y el edificio de la Filarmónica berlinesa, que en aquel momento estaba en llamas. Según dicen, es uno de los espacios con mejor acústica del mundo. En su día, lo inauguró Karajan, y sigue siendo un lugar de referencia para los melómamos de todo el mundo.
Bueno, pues buscaba fotos mía spara ilustrar, pero por cuestiones técnicas, no las tenía amano, así que tiré de una de la Biblioteca Hans Sharoun que, dicho sea de
paso, luego cambié, porque era casi idéntica a la que ya puse tiempo antes en una entrada que dejé lincada allí. Lincada suena fatal. ¿Se os ocurre cómo podíamos decirlo? ¿referenciada? ¿encadenada? No se.

Pues he tenido medio tiempo, así que les pongo un poco de pegamento y os las dejo aquí.


Sigo pensando en Berlín, una ciudad fascinante. Otro día más cosas.


Esta es la entrada de la Filarmónica, con ese tremendo voladizo a modo de peculiar visera. Hube de retirarme bastante para meterlo en la cámara, incluso con el objetivo de 19 mm.

Desde detrás, otro alzado de la Filarmónica.Se ve que lo eliminar la simetría para coordinar los volúmenes no es cosa de los nuevos autores de museos. Puro talento arquitectónico para mayor gloria de la acñustica y del lacer musical. Arte llama arte.



La entrada de la Biblioteca de Berlín. El estilo es el mismo, el espacio. muy próximo. Tengo alguna foto más divertida frente a la Biblioteca, pero esas sólo las pegaré a partir del octavo cubata.

martes, 27 de mayo de 2008

Soy un mangui (II)

Lo he vuelto a hacer. Y no quería, esa es la verdad. Pero pasó.
Néstor, échame otro capote que esto se complica por momentos. En fin.


Resulta que estoy en el Mercadona. Allí, cuando llego a la caja, mientras empiezo a pensar cómo pongo las cosas en la cinta para que me queden en mejor orden para colocar en el carro, escucho a la moerna, que me parece que se llama Nuria, que le cuenta a voces a una que está como unas maracas y que procuro evitar, porque para mi que cuenta las cosas a boleo, que una abuela le ha montado un pollo de campeonato porque quería pasar antes y no sacaba los productos del carro o así. Paco, ya ves, hasta las mejores cajeras tienen un mal día.
La cosa es que, yo a mi bola, las gaseosas, unas cervezas -Alhambra 1925, no os la perdáis, es de película- unos yogures que me faltaban, galletas y así, vo echando a la cinta. La nena, Nuria, creo sigue con lo de la clienta, ecándome las cositas. Yo a lo mío, salgo con el carrito para devolverlo, sacar el duro y traeme de vuelta el carro, cuando veo que se me ha quedado dentro el frasco de pasta de dientes de menta que me llevaba. Y me llevaba literalmente, o sea, sin pagar.

¿Debería destruir las pruebas Néstor? Joer, qué trabajo el mundo del crimen!!!

Vale, llamadme cutre, pero es que desde que me enteré de que la pasta de dientes es simplemente jabón con sabor a lo que uno le da la gana, pues mira, se derrumbó el mito, Y encima doce de cada diez dentistas son demasiados, pero que lo que importa es el cepillado, más que los jabones. Bueno, a ver, que es lo que hay, que al que no le guste me mande una caja de Corega o algo, pero es lo que hay.
Total, que cogí el frasco , lo eché al carro y, con la cara de póquer de -paradójicamente- mis mejores tardes de mus, me puse a guardar las bebidas primero y el resto de cosas después. Pagué a Nuria, que ya estaba un tanto pesadita, la verdad y huí de la escena del crimen con tanto aplomo como pude.
Sr. Roig, usted me cae bien, esa es la verdad, pero es que se me vino encima toda una conciencia de clase en cuanto tuve el frasco chorizado entre las manos que no pude evitarlo. Prometo seguir siendo cliente, pero es que, claro, si me ponene el bombón en la boca. Si vuelvo a ver a Nuria en la caja, me iré por donde la loca. Y que sea lo que Dios quiera.

lunes, 26 de mayo de 2008

A las cinco

Eran las cinco de la tarde.
Eran las cinco en el reloj de la plaza, un tanto ajado, crujiente y triste. Eran las cinco, quién te ha visto y quién te ve, cuando la grada estaba a rebosar, los mantones y los puros, los sombreros, el entusiasmo y el temor, la alegría, seriedad, emoción, los gritos, el arrímate, el apártate, el hoy bien, el mañana mejor.


Eran las cinco y comenzaron a pasar en fila. El Cirrostrato de Maracay abría plaza, de café y plata, en uan combinación un tanto complicada pero muy valorada en las Antillas. Detrás, con su habitual elegancia, El Niño del Nimbostrato, de azul marino y oro, con su mirada profunda clavada en los tendidos, como si con él no fuera la cosa. Cerrando, Estrato Chico, el más joven de los tres, revoltoso y bullanguero, que nunca se sabe bien por dónde sale, pero que siempre la lía y lo pone todo patas abajo.

A las cinco se paró el tiempo en la plaza en cuanto aparecieron los tres maestros. A las cinco los tres maestros cerraron plaza y allí se quedaron.



Y han suspendido la corrida y ahora a ver, primero si nos recuperan el cartelazo y luego a ver cuándo cae. En fin, paciencia y barajar.

domingo, 25 de mayo de 2008

Como no escampe...

Hoy resumen aún más sui géneris de lo habitual, que he de ir a buscar el pan y se pone todo imposible con los que compran pollos. De todos modos está lloviendo así que la peña igual pasa de salir de casa y tira de canalones congelados o de cosas de esas que nadan en las bechameles. Por favor, que asquito, ¿no?.


Bueno, la semana, lo de siempre, unos textos, unos comentarios, uno que pensaba iba a llevar mucho mensaje y no, otro que no y si, lo que confirma que no hay quien entienda la cosa y también que así es mucho más divertido. También fotos que se ven y que no se ven. Bueno nada irreversible. Lamento que haya vuelto un poco locos a algunos, aunque visto lo que se ha animado con la foto que si no si, otro día la pongo mal expresamente.





Es que me ve esta tarde con una imagen como esta, paraguas, katuiskas o Ninotchkas (que rusas y toros pegan bien)








Vale, pues voy dejandoos, que está lo del pan, y que la lluvia no levanta, con lo que va a dar morcilla a lo d elos toros. Si es que desde que tenemos trasvase que no es trasvase llueve día si día no. Eso si, no se recoge ni gota, porque en el Ayuntamiento prohibueron los tanques de agua que antaño había en los tejados de edificios pero no propuso alternativas. Que a modernos no nos gana nadie, pero a inútiles, tampoco. Ay.


Dos consejos antes de cerrar: Uno, que paséis por el salón noble del garito que tengo un invitado especial a punto de decaros la mejor de sus canciones. Lo otro, que en un callejón oscuro se siguen dando pasos atrás para resolver un casoque cada día tiene más pistas. Perseverancia hasta la victoria.


Buena semana para todos y a ver si despeja o en lugar de toros, nos van a tener que poner un vídeo de los Teletubis.

sábado, 24 de mayo de 2008

Me topo ayer...


Me topo ayer con una ilustración en una revista de libros a propósito del aluvión de novedades conmemorativas del Dos de Mayo, con una pintura -la reproducción fotográfica, se entiende- que retrata a Manuela Malasaña, heroína del pueblo de Madrid y de toda España. Y fíaje qte pareado más mono me ha quedado. Y van dos por el precio de uno, tengo hoy el día tontuno.

Yo creo que más de uno se cree que Malasaña es un barrio y no una señora, peor eso es otra película. Lo que me ha llamado la atención es que manuela Malasaña tiene cara de ser una chica que va en el metro o en el bus, según se tenga o no, quiero decir, que lee una novela gorda, mayormente histórica y que toma cafés cortos de café. Y con esa misma chaquetilla, que en el Zara, hará dos temporadas, tenían una clavadita.

Pongo en marcha el loquileto para sustraerlo convenientemente. Tener el retrato de una heroína como esta bien vale un buen robo creo yo.

viernes, 23 de mayo de 2008

Invisible

El hombre invisible

Estaba allí sentado.
Pero nadie le veía.



jueves, 22 de mayo de 2008

Mi vida en la aldea gala (II)

Catarineta. Estaba pendiente lo de Catarineta.

Que en realidad es Ocatarinetabellatchitchit, un personaje de Asterix en Córcega, de hecho el co-protagonista que da pie a una de las más divertidas y mejor dibujadas de toda la saga. Como el otro día ya quedó claro que aquí está lleno de aficionados, decid lo vuestro, a ver si opináis parecido o qué.



Pues resulta que Ocatarinetabellatchitchit, en adelante Catarineta, trabaja en El Corte Inglés. En donde los trajes de caballero, por más señas. Y, además de haber mejorado ostensiblemente su humor, resulta que ha aprendido un ofcio y no veáis cómo de bien.




Que cada vez que me leo ese Astériz y veo viñetas como esta, no se si es uan estampa de la negociación del convenio enntre el Comité Intercentros de El Corte Inglés y la dirección o el tebeo que estaba leyendo, oye.
Hola señor Catarineta, pero diciendo el nombre que usa ahora para la vida civil, que tampoco es plan de descubrile su secreto milenario. Tú llegas y le dices "tengo un compromiso y quería combinarme estos pantalones con una camisa y una americana" y en tres minutos estás que ni el Príncipe de Gales. Lo que sea. Y con una pulcritud y un saber estar que es para aplaudir, pero en serio. Yo una vez llegué en vaqueros cortos, por la rodilla, o sea, y aproveché para probarme una americana. "Le puedo ofrecer al señor unos pantalones de lana fría para que se haga a la idea de cómo le quedará, aunque si prefiere algo más informal..." Y entonces hay que decirle del modo más educado y elegante que a sus órdenes, lo que haga falta. Es que llegas y le dices "busco un traje así, fresquito parala boda de un amigo que está como unas maracas y se casa en Madrid el 31 de julio, o sea, sudando hasta por los dientes" y te dice "le puedo enseñar algunas prendas que seguro se adecuarán a lo que usted me requiere", luego te pregunta que si serio o informal y cuando trata lo de la talla, te ignora completamente con refinadísimo tono "yo creo que una cuarenta y dos". "Pruébese ésta, que es un poco más holgada y verá lo a gusto que se siente". Y es que da lo mismo que le dijeses que eras la Pantoja y calzabas la 36, que la pieza que te da te queda como un guante. Es que las mangas me gustan un poco más largas. Te dobla el brazo, pero en buen plan, nada de asuntos karatekiles y te explica, "ve, así doblado, justo por el puño". La camisa, los gemelos, no gemelos no llevaré, "ah, claro, ustedes los jóvenes..." De alquien que, con esa atención, se refiere a ti diciendo "ustedes los jóvenes" además de por su extraordinaria educación, hay que admirarle por su inteligente servicialidad. Es que es para comérselo con patatas.



Una vez, al pasar vi una americana de invierno a buen precio. Le vi a lo lejos y me dirigí a él para que me asesorara.

"Señor Pianista, cuánto tiempo" porque no es de los que se toman tantas libertades como para llamarme Don Nodisparen.

"Querido Catarineta", y entonces le pregunté.

Y me dijo, si, eso está bien, pero permítame que le enseñe estas otras, que no están al mismo precio, pero que verá la diferencia en cuanto se las pruebe.

Por favor. Pero qué sensación. Hicimos el juego de las tallas y la clavó, como siempre. Me llevé una americana de pana de color garbanzo, como si dijéramos, que cada vez que me la pongo, me felicito de lo bien que me veo. Y me salió muy barata, algo más caraque la primera que vi, cierto, pero dónde va a parar, mucho más bonita y elegante. Y es a lo que vas, oye, a quedar como un pincel.
Luego uno termina comprándose las cosas en tiendas de desharrapados y jipilongos, porque por dos duros es lo que dan, pero si uno tiene un compromiso serio, ahí está el gran Catarineta, el hombre elegante.

miércoles, 21 de mayo de 2008

Berlín en llamas

Hans Scharoun fue un arquitecto alemán, creo que judío, que nació a finales del siglo XIX. Tras la Segunda Guerra Mundial y en una Alemania devastada, confeccionó un plan para remodelar urbanísticamente el Berlín que aún estaba en pie a este lado del Telón de Acero y diseñó las grandes líneas de la nueva ciudad. De su ingenio surgió una isla de edificios al estilo de la de los museos, llamada Kulturforum, cerca de Tiergarten, el jardín de los tilos, en donde destaca la imponente Filarmónica de Berlín que, entre nosotros, vista desde fuera parece que esté recién recubierta de fibra de vidrio, ese aislante que tanto pica si se toquetea. Frente a ese edificio se erige la Staatsbibliothek, la Biblioteca del Estado en Berlín, que en su honor lleva su nombre y que acoge unos tres millones de libros, aproximadamente. La idea, al parecer era hacer una gran línea de edificios e instalaciones culturales más o menos a lo largo de la ribera del río Spree, desde la Isla de los Museos hasta allí, pero la construcción del nefasto Muro partió por la mitad ese proyecto. De todos modos, a partir de los sesenta y tantos, se fueron levantando los edificos del Kulturforum.
De esa biblioteca que tanto me fascina, escribí una vez sobre la aventura que supuso visitarla. Un sitio lleno de libros y de ángeles es buen lugar para perderse, aunque no dejen hacer fotos y pese a que no se entienda nada.


Estaba preparando un texto para la güep y leo que la Filarmónica de Berlín, obra maestra de Scharoun está ardiendo como una cerilla. Es una pena. Pero la visa es así y lo alemanes también: si han sido capaces de reconstruirse varias veces en los últimos siglos, la Filarmónica nunca arderá del todo.
Os recomiendo, una vez más el Cielo sobre Berlín. Y que la apaguen pronto.


Esta es una imagen del interior de la biblioteca, extraída de aquella manera, pero todo fue en aras de la estética. Mil perdones, mis admirados berlineses.

Como meta, la arquitectura debe proponernos la creación de relaciones nuevas entre el hombre, el espacio y la técnica, dijo Hans Scharoun

martes, 20 de mayo de 2008

El penalti (fallado, claro)

De Panenka, claro. Eso era una suerte rara de engañar al portero para meterle gol. Que será lícito, no digo yo que no, pero suena a fullero, a trampa, a uno que aprovecha el resquicio para ganar el pleito, a sinvergonzonería. Oye, pero legal. Legal sinvergonzonería, o sea.

Veo, al pasar en bici, de vuelta de la bodega -otra vez sin Tanqueray, jolines, que el que se las lleva está hecho unos zorros, vale, pero el sábdo habrá o qué- un letrero de cosas de música.
Un grupo que se hace llamar Gregor Samsa. Qué chistosos, jajaja, son estos modernillos. Que luego contarán en las entrevistas lo de la proximidad fónica de Samsa y Kafka, que tampoco se mató el pragués en lo de buscar nombrecitos, vale. Y que , según pedaleaba, me venía a la memoroia lo del agrimensor K, que creo que también fue algo de una pandilla de desharrapados musicales, o así. El aviador Dro y el Agrimensor K. Menudo disco de duetos se ha perdido el universo modernillo.


Panenka, con ese bigotón, ese pelo grasiento, esa vocación de clenchas y ese chandal de tres tiritas imposibles era, sin saberlo, un gafapasta de campeonato (de fútbol) antes de los gafapastas, sin gafas y probablemente, sin pasta. Ay, qué mal.

Oí una entrevista a un idiota -sin perdón: es lo que era, el pobre- de uan especie de corpúsculo musical llamado Panenka, en Radio 3, claro. Ya, ya, da grima sólo pensarlo, es cierto. El sagaz locutor, al que pagan por cosas así, le pregunta "oye, ¿y de dónde viene el nombre de vuestro grupo?" Y el tío, que, ni corto ni perezoso le dice que no sabía, que sonaba bien y ya está. Que luego le dijeron algo de una cosa del fútbol pero que no sabía. O sea, como los que se ponen Tatchenko o La Costa Brava. Pues vale: nombres tan vacíos como vuestra música. Qué mejor nombre para los Stones que Stones, o que para mis Floyds que Pink Anderson y Floyd Council. Hasta Genesis es el lógico comienzo del gran Peter Gabriel. O Metallica, ¿cómo definirlo mejor?
De Panenka, Tedi, no voy a piratear nada, fíjate tú. Que madruguen y que suden si quieren ganarse los garbanzos, y que lean algo, jolines, aunque sea el Marca, a ver si se enteran por qué son tan jacarandosos poniéndose nombre, los tíos.
Y Panenka, con sus penaltis.

lunes, 19 de mayo de 2008

Lo que da miedo




"La opresión intelectual. El hecho de que se pueda llegar al control social a través de los medios -al famoso 1984 de Orwell es una pesadilla que muchas veces he tenido. Me parece terrorífico que toda la gente pueda ser igual, con pensamientos semejantes, sin hechos diferenciales. Me invade una sensación de nausea y asco cuando pienso en la uniformidad ideológica. Me pone enfermo la idea de que cinco personajes poderosos y bien alimentados nos dgan a todos los coiudadanos lo que tenemos de pensar."


Antonio Herrero, en una entrevista a Interviú, recogido en el libro "En vida de Antonio Herrero" de Luis Herrero. La Esfera de los Libros.

domingo, 18 de mayo de 2008

Del tiempo que me ocupa encontrar islas raras y de los amigos vagos que no comentan, jolines

Resumen rápido que estoy dándole a Lost-Perdidos y no hay quien le encuentre explicación a esto.

Lunes
Sería como el postpartido, o una especie de explkicación de por qué a mi el fútbol ni fu ni fa. A pesar de ello, de mis pocas exèriencias futbolísticas me han quedado tres o cuatro historias. Oye, como carbón para la caldera. Y de verdad, que el patio era así, oye. Mi amigo Paco, quees un manta no se pasa por el garito para confirmar.

Martes
Un poco de proselitismo floydiano tamposo está mal, sobre todo para recuperar discos menos oídos que los famosísimos. Invito a algunos comentaristas a que ls prueben a ver si se animan. Bueno, yo repetí, sobre todo la versión de Atom Heatrh Mother en Montreaux 74. Probad a bajarlo de por ahí. Y a Teddy morcilla, que su esgae mafiosa sólo ha ganado un 250% más que el año pasado. Una penita me dan... El floydianfan JMMacías no dice ni pío, oye. Por otra parte, me cargo accidentalmente un comentario de Luisa (bienvenida) pero intento arreglarlo como buenamente puedo.



En realidad el de la estampa es Teddy disfrazado de Errol Flynn a punto de descubrir el tesro de los piratones júligans de la Kate que se esconden en la isla de Perdidos, entre bobinas de cedeses y deubedeses y una panda de chins que las venden en las terrazas de los baretos.


Miércoles

Cito a María y la muy antipática ni se pasa para dar las gracias. Después de esta entrada, se queda en Mrí.



Jueves
Es más difícil encontrar la obra de Victor Hugo dibujante en la red de lo que podría sospecharse. O eso o que he estado torpe. A ver si le pongo más empeño y encuentro el castillo aquel que vio el pobre manazas de la pluma. A la agenda de cosas pendientes.

Viernes
Me lio de entrada y cuelgo dos. Dejo la buena, la que tocaba y me reservo la otra para otro día. Han caídos dos comentarios que intentaré recuperar como buenamente pueda. Bueno, los museos en silencio mejor, ¿no?

Sábado
Iba pillado pero el gran Mingote y las nubes me salvan de dejar la página en blanco, como un día le prometí a Altea que ba a dejar. Bueno, pues para otro día. Mientras tanto, mi piscina invisible sigue vacía. Que con las multas de Teddy voy a poder llenarla.

Domingo
Bueno, más vale tarde que nunca.


Pues nada, lo de siempre, queda abierto el ex-chat. Feliz semana a todos y gracias por estar al otro lado de la pantalla.

sábado, 17 de mayo de 2008

Sigue lloviendo


Si es que ha sido montar la chorrada de los barcos y la patraña del trasvase que no es trasvase -Lingua Terti Imperii, Victor Klemperer, cómo se parecen éstos a aquéllos- y ponerse allover. A llover con tontuna, no jarreando a lo bruto, pero oye, con una cierta persistencia y algún que otro chaparrón. Y los del Ayuntamiento regando la calle, con un par. Eso si, ya se pueden llenar las piscinas. Y con tanto marrano moderno y pulgoso sobrevenido, al final hasta nos va a sobrar y todo, oye. Bueno, seguimos.

viernes, 16 de mayo de 2008

Oigo cosas sobre los museos

Oigo cosas sobre los museos y las exposiciones, a propósito del día éste sobre los susodichos. Bueno.
De las muchas cosas que se comentan me interesa una: la popularización del museo, o mejor aún, de la exposición como objeto turístico. Los turistas son un tostón. Los nuestros, o sea cuando salimos a dar la murga por ahí, que Berlín parece Chamartín, o los ajenos, que Chinchón parece Hong Kong. Bueno, que el turista, propio o ajeno sea un plomo, pues se puede sobrellevar con una cierta paciencia si sólo se dedica a retratar monumentos, a tostarse en la arena o a ponerse hasta las trancas en restaurantes locales. Pero donde se hace insoportable la cosa es a la que se empeña todo el personal en ir a ver lo del arte.

¿Clasismo? Bueno, por resumir muy mal resumido, algo de eso habría. Pero es como todo, yo no me meto con los que se gastan un Potosí yendo a ver lo de Fórmula 1, que es una forma tonta de gastarse el dinerito viendo como una pandilla de desaprensivos merecería ser multado por todas partes. Cada cual a lo suyo, vale.
Pues eso, que se ha puesto de moda ir de museos. Y eso está bien, objetivamente hablando, pero es un rollo, desde un punto de vista subjetivo. Porque la acumulación, en este caso, no es buena. Sobre todo, teniendo en cuenta que los nuevos visitantes no son vocacionales, sino inducidos por las guías modernas y los reportajes de la prensa guapa. O sea, que en el suplementillo de viajes te hablan de la estación de tren reconvertida en Museo de Orsay y allí que te encuentras a comandos de compatriotas que van dando voces, de quince en quince, camisetas de Beckham o uno de esos –una vez en Berlín, creo, vi a un zumbado con la del Osasuna- y haciendo fotos a diestro y siniestro, sobre todo frente a los carteles de “prohibido hacer fotos”. Esa vocación entre ácrata y totalmente rupturista es lo mejor que están aportando. Demuestra que no son aficionados a la cosa artística que, si sales del circuito de las grandes guías, no pisan una exposición ni por casualidad. Bueno, si es gratis igual si, pero tampoco, que entonces parece que es como si no valiese y tampoco mola mucho. O sea, que en el Rodin –por suerte- casi no hay turistas alpargateros, que en el Capitolino pocos, que el Lázaro Galdiano lo conocemos cuatro gatos de Madrid y alrededores y que la Sforza, pese a albergar a Gene Hackman, tampoco la conoce casi ni el Tato.

Luego está lo de las Exposiciones. De eso, mucha culpa la tiene la Thyssen, que está sabiendo combinar un nivel considerable con un tono popular evidente. Lo malo es que a base de hacer de esas dos y hasta tres al año, el nivel, a veces es un poco escuálido. Pero menos da una piedra, vale. Un día haré una lista, peor ahora apunto algunos nombres que garantizan el éxito de las exposiciones temporales: Picasso, Matisse, Denosequién a Picasso, Warhol, los desnudos en…, Denosequé a Picasso, el retrato en…, los desnudos de Picasso, Dalí (un poco menos), los retratos de Picasso,… Y claro, si Picasso, ni fu ni fa, pues fatal.
Llegados a este punto, y sabiendo de mi natural pasión por los loquiletos, se comprende que haya decidido echarme al monte y liarme a mangar cuadros. Mayormente de museos discretitos y hermosos. Mira, me acordaba esta mañana del escultor Mateo Inurria, del que hay unas salas chulísimas en el Museo regional de Córdoba, o así, enfrente, como si dijéramos, de la cervantina Posada del Potro. Una pieza en el de Bellas Artes de San Fernando. Y poco más. Qué injusto, tanto pesado con Picasso y al pobre Inurria no le visita casi nadie. Me llevaré algún mármol. Y a ver quién es el guapo que me pilla.

jueves, 15 de mayo de 2008

Un día vio a Victor Hugo

A veces era así.

En mitad de lo que fuese, le daba un arrebato y lo dejaba todo para darle salida.
En este caso se le vino a la mente aquel castillo, en un peñascal, todo de negro, papel de dibujo, entintado, atormentado, creía. Le vino el Victor Hugo dibujante a la mente. En el catálogo. Y su mente voló.

Localizó el dibujo, anotó el nombre, salió zumbando a la casa de las pinturas, donde enmarcaban cuadros, vendía tubos de pinturas y pinceles, las cosas. Allí encargó la lámina y escogió un marco sencillo, de madera clara, que parecía iba a acompañar de modo muy elegante, austero, discreto. En doce, quince días como mucho estaría. Dejó una paga y señal aunque no hacía falta y le dieron un recibo amarilleado y escrito con plumín antiguo. Lo guardó en la cartera, que, al sacar, arrastró su pluma. Mientras caía pensó oooh pero al ver que no se había roto, se agachó y se dijo menos mal, por suerte no se me ha roto.

Su mente regresó cuando se le escurrió el voluminoso libro que fue a parar sobre su pie izquierdo, más concretamente sobre sus dedos. Se dolió.

La mancha azul de la pluma. Vio Victor Hugo. Aquí quedaría bien. Ese papel del color de la croqueta. Y su mente huyó fugaz.

miércoles, 14 de mayo de 2008

LLegó la A y se fue

Cuenta María en lo suyo, que el otro día se le desparramaron las letras en el autobús. Considerando que es una chica a la que le llueven las ideas, pues cualquier cosa puede pasar.

-Ahhhh -oigo entre el asombro y con poca sorpresa que alenta la A-. Yo no me caí -sigue con aplomo y una cierta altivez- más bien me abalance, altanera y altisonante a buscar nuevas metas y aterradoras aventuras. Tú ya sabes cómo soy.

-No me negarás que a veces un tanto atolondrada -le contesté.
-¡Acabáramos! -me dijo orgullosa. Y media vuelta después se alejó sin mirár atrás. Anodadado me quedé y me sentí, por un nminuto, minúsculo ante su altísimaa sombra.


martes, 13 de mayo de 2008

Dos colinas


Me encuentro en la prensa de hoy, o sea de ayer, pero eso es una referencia temporal sin mayor relevancia, con la foto que pego aquí. Se trata de una especie de síntesis de dos discos de los Floyd bastante conocidos pero no de los más relevantes: el del cerdo y el de la vaca, digamos.


Las chimeneas tienen un aire -un humo tal vez- que nos retrotraen a la Battersea Power Station, la factoría eléctrica abandonada en don de se hicieron las fotos del disco Animals. De éste se dijo que era una respuesta sinfónica al naciente punk de la época, cuando los Sex Pistols declaraban su odio hacia grupos antiguos, como Pink Floyd. ¿Alguien sabe qué fue de los Sex Pistols y su espiral de resurrecciones?
Animals está en un punto complejo de la discografía floydiana, tras el inconmensurable Wish you were here, para muchos su trabajo cumbre, y justo antes de The Wall, para muchos otros su trabajo cumbre también. En esa cordillera, el Animals pasa por ser como mucho una colina o incluso un valle digno del peor de los olvidos. No para este que suscribe, siempre defensor de uno de los grandes trabajos del grupo, que antes de ser grabado rodó por escenarios durante años y años. La parte musical, muy por encima de las letras pseudo-orwellianas de un Waters a medio camino aún de llegar al gran relato que supuso el -en mi modesta opinión- sobrevalorado The Wall. A estas alturas del Telediario, Animals sigue siendo el disco que más me cuesta quitar después de haberlo puesto. Es decir, que cuando arranca, no encuentro momento para hacer una pausa, por la intensidad que tiene. Otros son mejores, pero sus primeros treinta minutos son los más intensos.

El otro álbum es Atom hearth mother, una pieza larga con arreglos orquestales y que se tocó algunas veces con toda su pompa, sus tubas y toda la cosa en algún jardín de Londres. Gratuito, para todos, así a lo bestia. Qué tiempos. Además, en ese disco, hay una pieza experimental muy extraña y tres canciones más que pueden parecer de relleno, pero que, en otro ámbito, habrían sido reconocidas como perlas de cultivo. En tono casi acústico, en contraposición con la gran pieza -suite le llaman- que podría ser la piedra angular de esa cosa que llaman rock sinfónico, que suelo usar y que, habitualmente, soy incapaz de definir. Hay versiones no orquestales de Atom heart mother, entre ellas la del festival de Montreaux del 74 o por ahí, que muestra cómo reconvertían las partes orquestales para las ejecuciones en formato de banda roquera.

Se trata de una canción larga, por encima de los veinte minutos, con abundancia de sonidos y efectos pregrabados, lo que ilustra y da color a la melodía, coros y una mezcla muy equilibrada de música siinfónica y eléctrica. Al parecer fue esa la que interesó al coreógrafo Roland Petit a elaborar un ballet qie iba a ser representado con la interpretación del grupo en el mismo escenario. Fue un proyecto realizado sólo a medias, a partir de canciones ya escritas y sólo con un par de representaciones así, es decir Floyds y bailarines. Hace poco lo desenpolvaron y le metieron canciones posteriores, muy conocidas para sacarnos los cuartos a la famélica legión de aficionados, capaces de tragarnos casi cualquier cosa con el apellido Floyd.

Luego el pie de foto, lamentable como se puede comprobar, le devuelve a uno a la circunstancia, o sea, pero queda las ganas de repescar esos dos discos. A ver, que llevo dos directos en el emepetrés para ir abriendo el apetito. Ya os diré si me siguen gustando, pero será que si.

lunes, 12 de mayo de 2008

El futbolero que nunca fui


Futbolero nunca he sido, claro. A ver, que estando donde estamos, es complicado no haber pateado algún que otro balón, pero con más que entusiasmo que sentido, más por lo circunstancial que por convicción o sea, echando el rato en lugar de viviéndolo apasionadamente. Supongo que, aún sin saberlo, me atrajo la elegancia y un poco la pereza del portero, allá al fondo, viendo los acontecimientos de lejos, pasando bastante y luego, resignándose ante la derrota. Hermosa la estética del perdedor, lo único bueno de la derrota. Ganar es de horteras.

A mi me gustaba ver saltar a los porteros, pero de ahí a hacerlo yo, un trecho. Eso de arrastrarse como una lombriz no era para mi, con lo cual, por alto iba bien y hasta donde me llegaban las piernas también, pero tirarme al suelo, eso si que no. Y mi trayectoria se fue truncando salto a salto que no daba. Pero mantuve mi egregia dignidad. Eso ante todo.

A ver sino tengo razón: un señor de negro, con gorra, como un campeón d ela elegancia, aunque sea enseñando los muslos, pero sin tirarse por el barro como si tuviese vocación de lombriz o de croqueta. La elegancia del arquero que permanece perpendicular al suelo.

Claro, ante ese sentido tan, digamos, estético del fútbol, fui sobrepasado por algunos desaprensivos que no tenían ningún problema para ir dando brincos de punta a punta del área. Y, dada mi poca pasión por la idea, me tuve que reciclar en lo más descansado que quedaba en aquél extraño juego. Me reconvertí en defensa leñero, central, para correr podo y fácilmente regateable, esa es la verdad, las pocas veces que iba al trote a enfrentarme contra los atacantes. Pero eso fue después.

En los partidos del cole, me quedaba con mi amigo Paco bajo los palos. Paco era de esos que he comentado, un loco que se tiraba al suelo y todo. Con los años, siguió jugando y rompiéndose los dedos cada dos por tres por balonazod mal chutados, pero bien parados. Bueno, pues nos quedábamos en uan de las porterías, superpobladas, en el patio, que los Jesuístas nos animaban a compartirlo todo y salir entero del pario era un modo de instrucción como cualquier otro. Allí se podían jugar simultáneamente seis partidos o más, con sus seis porteros, seis pandas de atacantes y de defensores, seis balones que se cruzaban entre ellos, que a veces hasta chocaban y que causaban cada día alguna baja entre los despistados jugadores que renunciaban a la visión periférica para fijarse en su pelota. Enonces, como surgido de la nada, un balón de cuero gastado, hinchado a punto de reventar les impactaba, con suerte en la mejilla, con mala suerte, en plena cara. Caían como fulminados. Oye, y cada día uno. Tipo diez negritos. Una vez, en el baloncesto, que pasaba parecido, a una amiga de lieron tal castañazo que se fue al suelo y del coscorrón, conmoción cerebral. Todo se arregló, porque andar entre Jesuítas curte y sirve para los combates del cuerpo y del alma. Pero el chichón no se lo quita nadie, pobre.
Paco y yo charlábamos, esquivábamos goles ajenos, hasta a veces disimulábamos para paráselos accidentalmente a metas amigos y solíamos detener los nuestros. Era jugar con portero y medio, ya digo. Pero aburrido, un rato. Hasta que un día me dio por innovar.

Supongo que sería a la salida de un córner, que pide mucho el jugar por alto. Paco, me aburro, le dije, Esto es un rollo, no tiene emoción. Te voy a hacer penalti, ¿vale? ¿Qué cómo?, un momento, un momento... Y zas, despejo de puños de modo impecable. Los malo que gritan penalti, penalti y Paco que chilla, no, no, el portero es él, es él, Nodisparenalpianista eres un... y no sigo que puede haber niños. Yo, en una esquina, partido de la risa, los de mi equipo que si estaba loco, los malos diciendo, pues es majo este chaval.

Claro, me lo perdonó, porque es un buen tipo, pero de vez en cuando se lo iba haciendo, y pasaba lo mismo, despeje excepcional, el portero es él, Nodisparen eres un... penalti y gol. Y nos echábamos unas risas.
Con el tiempo nos hartamos del fútbol, lo normal, y nos pasamos al baloncesto. Y aún nos reímos más, porque formamos dos equipos que siempre jugábamos igual: los serios contra los del pachangueo, que, además de reirnos más, terminábamos ganándoles. Estaba mi tiro de piedra, el tiro de espaldas de Pedro, Puny atacando a carcajadas -qu-e tío, a veces se paraba, dejaba el balón solo y se doblaba de la risa, Paco diciendo "estáis locos" mientras hacía el loco y Risitas, que era el mejor de los buenos, mosqueándose porque les vacilábamos y les ganábamos. Un día se liaron a tortas él y Pedro. Cosas entre amigos. Pero esa será otra historia.

domingo, 11 de mayo de 2008

De ¡vivan las caenas! a ¡fuera los tramposos! (dentro de un orden)


Lunes

Arranca la semana de las trampas con una reflexión sobre lo que mueve a la compasión de algunos. Según parece, al menos por lo comentado, queda bien claro lo que he intentado decir. Incluso para quien procura confundir: el tramposo ha de conocer las reglas para estopearlas. Me alegro tanto por unos como por los demás. Supongo que hay que decir estas cosas. Habrá que agarrarse al mástil aunque haya tormenta y seguir hasta que escampe.


Martes

Resuelvo el día elogiando los virtudes del espray. Claro, que de la capa de ozono no digo nada. Por cierto, de eso ya no habla nadie, con lo elegantes que son las capas, que lo único bueno de la Nochevieja es Ramontxu y tal. Lo de la semana de las trampas venía, quisquillosos míos, por las dos actualizaciones fuera d iempo que hice para resolver lo del fin de semana, dos de mayo y todo aquello, que dejé colgadas por falta de maquinorra. Ahora, amigos güeperos, funciona una cosa para programar las entradas por días, de modo que se puede dejar que la tontería funcione sola. La lástima es que los comentarios no se puedan revisar solos. Eso se resolvería si hubiese un mínimo de educación por parte de algunos, pero, como se ve, la dictadura siempre viene por las minorías. Con lo que concluyo que somos más, somos mejores y tenemos más sensibilidad. Me congratula tener esta parroquia. Y si no, pues fisfis para que al menos huela bien.


Miércoles

Los politontos si que son una lacra para la música. Teddy, chato, ¿para cuándo un canon contra los horteras?


Jueves

Por primera vez me uno a una de esas cadenas que, por otra parte, tan poco me gustan. Pero hago alguna que otra trampilla (la semana, si) para adecuarla a mis cosas. Me ha gustado hacerla y me ha gustado leer las que se han ido sucediento, tanto aquí como en las güeps vecinas.


Viernes

Una entrega más del vienés. Ahí si que no hay ni trampa ni cartón, os lo garantizo.


Sábado

Más que tirar de armario o de frigo, tiro de apaño para resolver el asunto y seguir en otros menesteres. Esa redistribución de tiempo me ayuda a preparar algunas cosas de aquí y de fuera que ya irán cayendo. Intentaré mejorar el nivel, porque me queda mucho trecho, aunque no se si lo conseguiré. Echadme una mano.


Domingo

Bueno, majos, que ya es muy tarde y luego me decís que a ver lo que tardo. Venga, que paséis una semana estupenda y que disfrutéis de vuestros politonos, de l perfume de los espraises, de sorbos de café y hasta de listas, que también tiene su gracia.

sábado, 10 de mayo de 2008

Armario o frigo


Para el calro oe lfrío, más o menos, Pero no, no va de eso.

Que tengo algunas ideas guardadas, medio escritas, pendientes de remate, de pegarle la estampilla y así. Y, hoy sábado, un día un poco complicado porque se hace jorobón el ir pasando por lo garitos para dejar cositas pudiéndose ir uno a tomar unas cañas, a pasear, a hacerle fotos a las flores o a dejarse mojar por la lluvia, los gustos y las condiciones de por ahí, pues tampoco va a gastar dinamita en salvas.

O sea, que me guardo los minuticos para ver si voy terminando las cositas de por aquí, os pongo un cromo y hasta mañana, que será otro día.

viernes, 9 de mayo de 2008

Otro sorbo de café

(Antes)

Le contó las dificultades para estudiar allí. Entonces, se me ocurrió preguntar en la otra a ver si podía matricularme. A pesar de tener que recorrer unos ciento veinte quilómetros, merecía la pena, por cosa de la seguridad y porque allí no le habían preguntado ni que hacía ni que no. Me comentó el jefe de estudios que, dada mi circunstancia laboral, valorarían cómo poder adaptar un plan de clases y de trabajos que garantizase mi formación, adecuada a los calendarios. Igual tardaremos un poco más en terminar su licenciatura, me advirtió, pero si lo desea, que por nosotros no quede.

Y aquí estoy, entre papeles de solicitudes. Ya ve, la cosa, por el mal ambiente de aquí lo he encontrado bueno allá. Bueno tampoco, ya me entiende, pero algo mejor. Al menos cuando estoy en las clases.


Bueno, joven, no se deje cegar por las impresiones, le contestó el General. A veces las cosas sólo parecen lo que son pero a veces son y hasta parecen lo que son o algo menos. Mire, ¿se acuerda de cuando las lluvias torrenciales aquellas? Por entonces yo estaba en Burgos, en un destino cómodo, la veteranía, ya me comprende usted, le dijo entornando un poco los ojos, como signo de cierta complicidad, como diciéndole tómese tiempo y usted también se ganará un buen puesto. Vimos en la televisión lo que estaba ocurriendo y nos pusimos a disposición, como es de ley. Pero surgieron las dudas, claro. ¿Quiere usted un cigarrito? le preguntó mientras le hacía un gesto con dos dedos, como de tijera al mozo que estaba en la barra del bar.
Declinó el purito que le trajo el chico de pelo rapado. Mientras lo cogía le iba diciendo que hacía bien, que mejor no tener ningún vicio, pero que él, a su edad, pues bien poco podía hacer ya para no sucumbir ante esas cosas un poco tontorronas, y lo encendió al tiempo que le invitaba a una copita. A eso no me dirá que no, ¿o está de servicio?

Acompañaron el café con un licor de hierbas digestivo. Nos planteamos dudas, claro está. Allí varios de mis compañeros, de mis subordinados, gente de la familia militar se había dejado la vida y por lo general, no éramos muy bien recibidos. Y eso duele, claro está. Ya, claro, y recordó, pero prefirió olvidar de inmediato. Licor de hierbas, seco, sabroso, áspero y dulce a la vez. Pero es nuestro deber, y no cabía más que lo que tocaba. Ir a hacer lo que tocaba. Eso es.

Por allí anduve haciendo lo que se podía, asegurando pasos, desbrozando para desarmar los diques que había formado los aluviones, hasta achicando agua de un cementerio en un pueblillo que ya casi ni me acuerdo. Impresiona ver salir de una casa de pueblo un ropero de dos puertas medio flotando por la calle. Ya, me figuro, tuvo que ser terrible. Si, lo normal. Es decir, era lo que había que hacer. A veces nos toca en seco, a veces sobre mojado. Cuando le pudimos devolver el armario a su casa, aquella mujeruca nos miró con los ojos muy abiertos, pero no dijo nada. No es que esperásemos algo más, pero me sorprendió su silencio. Entones oímos alguien que llamaba, qua habían localizado unas bestias ahogadas y que teníamos que enterrarlas para evitar las infecciones y esas cosas. Nos dirigimos hacia allí los dos soldados que me habían ayudado y yo mismo. Mientras salíamos pensé que la mujer vendría a la carrera para decirnos gracias, para darnos un bollo de pan o simplemente, para decirnos adiós. Peor no fue así. Simplemente cerró la puerta, echo la llave y vi que miraba por un ventanuco a los lados, buscando a ver si alguien había visto como salíamos de su casa. Ya no tenía ojos de sorpresa sino de miedo. Entonces, pensé, esta gente nos necesita. Y comprendí a mis compañeros, los que ya no estaban.

Dio otro sorbo del café. Miró los papeles y, por un segundo, no supo seguro dónde estaba ahora.

jueves, 8 de mayo de 2008

El fantasma de las cadenas

Aquí donde me veis, con mis erratas –tipografías bailongas las llamo yo- y mis leñazos, mis cancioncillas y mis cuadros robados, el loquileto y el uniforme de bricoman, nunca he sido demasiado entusiasta de las cadenas.
Ya se sabe, los radicales libres somos así, y encima tenemos un tipito envidiable. Pero es lo que pasa con las reglas, las escuadras y los cartabones. Que un amigo de esta página, el entusiasta Alejops, que es nombre y saltos de alegría al mismo tiempo, me invita a participar de un asunto sobre lo que a uno le apetece y lo que le cruje. Propone seis de cada, pero como a mi no me gusta ese número y me considero, dentro de lo que cabe, mesurado y reflexivo, pondré cinco de cada y al que no le guste que pida el libro de reclamaciones. Venga, al ajo, que no llegamos.


Algunas cosas que me gustan dentro de su irrelevante intrascendencia

1. El diseño de los envases de los medicamentos, mayormente genéricos. Tan sobrios, tan faltos de originalidad, fondo blanco, color plano, letras en negrita. Pero, ¿quién quiere más?

2. La humilde letra n, que se descubrió de la castiza boina, y no como su orgullosa vecina ñ, y que aspira a unas vacaciones o al meno a un buen puente de varios ojos, como la envidiada m. En el fondo, ella sólo es una u, la más modesta de las vocales, y encima volcada. Nada de nada.


3. Encontrarme papelitos, puntos, postales tarjetas, lo que sea en los libros de viejo. Entonces me imagino la historia del lector.

4. Que me toquen pipas peladas cuando como pipas. Encontrar cacahuetes de esos chiquitos de piel muy roja. Por desgracia, ahora no localizo dónde los venden y tampoco es plan empezar a perder tiempo para encontrarlos, no seamos extremistas. Las pipas en los toros.

5. Planear la gira por Las Vegas que haremos JMMacías, JSVico y yo, en donde nos retiraremos empapados en Jack Daniels, ecándoles duros a las maquinorras y jugando interminables partidas de póquer mientras les dedicamos nuestras mejores piezas a las peroeres piezas del lugar. Nosotros ya nos entendemos.


Una serie de cosas que me desagrada y que me atormentan un poquín, pero dentro de un orden

1. El número seis. Mira, qué tontada, pero es así. Que unos me caen mejor que otros. hace tiempo escribí sobre eso aproximadamente, pero me temo que nadie me entendió. Si el seis es azul es que no lo soporto ni en pintura.

2. La camisa que no quieres que se manche y se mancha. A ver, que no soy un marrano, no quieres que se manche ninguna, pero el lamparón es proporcional (en tamaño y aparición) a la necesidad de que no aparezca, o sea. La sopa es una enemiga conocida, pero el enemigo acecha. Ojo avizor con la goma que recubre las puertas del metro para no espachurrar los dedos. Tienen mugre por un tubo. Como las ruedas de la bici, otras que tal pintan. O manchan.

3. La fruta verde. Y que las naranjas y las mandarinas no estén de rechupete. Joer, que estamos en España, que si aquí no hay cítricos decentes, ya me dirás dónde. Y últimamente pasa bastante, que digo yo que aquí dejan lo que queda para sacarle más duros por ahí fuera. Que se me repita la fruta verde. En tono levantino también, la paella congelada. Joer, ¿para eso liamos la del dos de mayo???

4. El ruido. O sea, los sonidos poco agradables y no deseados. Chirridos, alineaciones del furbo dichas a voces, politontos, topicazos, politiqueríos, resentimientos y demás basurillas. Sobre todo, porque tapan lo bonito. El papel que se arruga, la tela del abrigo al rozar la camisa -sin manchas- la cáscara del cacahuete, el hola qué tal, cómo ha ido, aquel ruido de chistorras del vinilo, las chistorras friéndose y las gotitas de lluvia. Mis adoradas gotitas de lluvia. Cuánto silencio, pero qué lejos.

5. La gente incapaz deganarse el respeto de un niño. Pero no me gusta hablar de eso.

Bueno, y ya que me he apañado las reglas como me ha dado la gana, invitro a todo aquel que se anime y se atreva a hacer algo parecido a esto. En primer lugar al propio Alejops y a Néstor, que ya lo han hecho, pero pueden repetir, que les ha quedado muy bien, y en segundo a todos los demás, sobre todo a la reencontrada amiga Carcajada, que me tiene en un sinvivir con su vida Guadiana.

miércoles, 7 de mayo de 2008

El politono

O el politonto como lo rebauticé un día. En la misma línea que el jaicutre es al jaicu, el politonto lo es a la música de verdad. Por politonto me refiero a esamusiquilla o, más técnicamente, la sintonía pesadita y machacona. O sea, el jugueteo de siempre, lo de inventar palabros, será que las aspas del loquileto siguen agitándome la pelambrera. El politonto. Bueno.

Oigo una de esas tonadas que usan los anuncios. En concreto es un tío que silba, en el anuncio de telefonillos. Es completa y absolutamente insoportable, claro. Porque la cancioncilla, que una vez la oi entera, es un pretexto para incluir un silbidito que apenas dura siete, ocho segundicos, de modo que se puede ir repitiendo a modo de soniquete torturador para cualquier mente más o menos equilibrada. La burra que venden los del márquetin, que si vinculas un ruidillo o una música chinchona a tu producto, se fija más en la sesera y tal. Y será verdad, que asocias el toque de corneta a lo de la mili, aquella antigualla, o el sonido de la cacerola a la hora de comer, lo que sería la campana al perro de Pavlov, como si dijéramos. Va a ser que los del márquetin a veces aciertan.


Yo conocía a una politonta que no paraba de silbar esas mentecateces. Que la tenías al lado y parecía que habías llamado a las averías del teléfono, que te dejan en espera con la dichosa sintonía de marras mientras se te llevan los demonios. Esa es otra, merece un temita también.

La pobre politonta es receptiva a toda esa suerte de canciones-taladradora. No en vano, cantaba aquello de la camisa negra, que no era un himno socialfascista italiano, sino una matraca de Chayanne o uno de esos. O de Juanes, que todos son clónicos de Ricky Martin. Del Ricky Martin de antes de ponerse cebón, que ahora tiene el cuello más ancho que la cabeza. Qué tío. Que yo conocí a una María el año aquel de “un pasito p’adelante María” y todo el mundo se lo cantaba, y que las doce primeras veces pues aún tenía gracia, pero es que luego era para cambiarla el nombre a la muy idiota, angelica de nena. Y cómo le copiaban los clones más o menos cutres de la cosa. Oye, y algo tendría de bueno Ricky Martin, que hasta le ha versioneado –palabro, con perdón- Los Acusicas, mejorándolo bastante, dicho sea de paso.






Éste no se quién es, pero a mi ya me pone de los nervios sólo con verle. Y el diseñador gráfico de la portada... otro que tiene un trago, no me digáis que no.


El politonto, vamos, que era lo que publicitaban en los programas de la entrepierna de Tele5 y alrededores. Y la politonta ejerciendo, o sea, tontadas en todas direcciones, que si silbidos, que si camisas negras, que si riguitones -¿riguitonos?- de gasolinera o gasolina o así. Qué tormento de mujer. ¡Molotov, vuelve!

Lo cual que al final resulta que si, que asocias una musiquilla histericoide a un producto, los relacionas con bastante facilidad, con lo que los odias a los dos por el mismo precio y entonces echan al publicitario que se ha de ir a arar o a la mina. ¿Que no tengo razón? Pensad en Verano Azul que oyes la sintonía y le pegas una patada a la tele, pinchas las ruedas de la bici y si te encuentras a una churri que se llama Desi no le pagas las cocacolas. Pues que curre el publicitario, que bastante daño hacen de por si. Y luego está Teddi -hola Teddi, ¿qué hay de lo nuestro?- y los de la cosa musical que si el top manta, que si la crisis que si todo el rollo ese, que le ha puesto canon al móvil para que cuando el silbo canario esté de politonto, encima de padecerlo nos chorice unos duros. El politonto canario, ahora se me querella y me hunde.


Bueno, mientras hago hucha por lo que pueda pasar os invito a que me digçáis cuál es vuestro politonto del telefonillo Y que Dios nos coja confesados.

martes, 6 de mayo de 2008

Espray

O aerosol.

La cosa es que pinte.
O que ahuyente los tufillos.
O que liquide a los bichitos picajosos o reptantes.

Está bien el aerosol. O espray.


PD: ya está
al día lo de estos días. Una pequeña trampa, pero es que tampoco se puede estar en todos los sitios, jolines. Si apetece, leéis, si gusta, comentáis.

lunes, 5 de mayo de 2008

Varados

A propósito del salvaje ese de Austria que tuvo encerrada a una hija durante más de veinte años, durante los cuales abusó de ella, la maltrató y engendró siete hijos, no se, oigo comentar que es un horror y todo lo demás. En efecto.
Pero me llama la atención un comentario que hacen a vuelapluma. Como casi siempre, como casi todos, opinando y pontificando sin tener no ya las informaciones completas, sin ni siquiera los titulares bien leídos. Una mala costumbre aparejada, supongo a la velocidad, a las prisas y la superficialidad en la que estamos sumergidos.
Recuerdo, no se si lo he comentado aquí, pero suelo hacerlo, aquello tan interesante que nos contaba don Carlos Soria -voy camino Soria, cantábamos yendo a su despacho a la carnicería del examen oral. Qué manera de salir tan vapuleado y con tanta educación. Mi estimado Sr. Pianista don Nodisparen, de usted esperaba bastante más que un mero aprobado, así que le daré la oportunida de que se luzca en la próxima convocatoria. Oye, y te ibas contento con el cate-, aquello de Sos del Rey Católico y lo de las varas de medir. En la plaza Mayor de Sos del Rey Católico, la villa navarra salpicada en el mapa aragonés do nació Fernando, el de Isabel y todo aquello, hau una señal sobre un arco. Era la de las varas de medir. De modo que los que trataban telas y esas cosas iban allí, ponían su vara y verificaban si era correcta la dimensión, para evitar trampas y piratadas varias, que sisa que te sisarás te puedes hacer de oro. Bueno, pues con ese símil nos explicaba cómo la ética tenía medida porque en si misma era la medida. Bueno, un asunto lateral a lo de ahora. Sigo con el hilo.
El dato, de entre todos los espeluznantes, que más les impresionaba era cómo el canalla ese había incinerado a uno de los bebés que tuvo con su hija. Horror. Sin duda.



Pero no hay que irse tan lejos, cuando aquí mismo, a escaso quilómetro y poco, un tío trituraba bebés humanos para hacerlos desaparecer. Y con subvención. Al fin y al cabo es casi lo mismo: uno mata y borra pruebas y el otro, cuando se le muere el niño por causas creo que naturales, lo hace desaparecer tambien. Lo distinto es que en un caso hay que decapitar, trocear o abrasar al niño que no merece vivir y en el otro es un accidente fruto de la acción de un degenerado. O sea, tíos basura y tíos basura. Pero ya se ve, las varas de Sos del Rey Católico no miden lo mismo para evaluar unas vidas y otras. Luego, nos extrañamos de cómo se permitían los crímenes estalinistas, los de los jemeres rojos o los del nacionalsocialismo. Lo que sea por no asustarnos al mirar al espejo.
Y ahora, a bailar el chiqui chiqui.

domingo, 4 de mayo de 2008

El retorno



Con esto de los puentes, el dos de nmayo y tal, se me han quedao en el tintero algunas entradas. Aunque, lo se, es un poco chapucero, voy a actualirar hasta los dçias perdidos, y ya que empezamos mal, este resumen no va a ser un resune, sino un anticipo dee pasado, o sea una cosa que no es muy normal, peor a estas alturas de la güep, ya deberíais de estar un poco acostumbrados, majos.

Empiezo por ésto.

Un único favor se os pide: que si leéis lo de los días anteriores y os apetece comentar lo hagáis en su sitio, por una cuestión de orden y tal. Ya sabéis, iré respondiendo.

Y muchas gracias alos pacientes comentaristas que habéis ido dejando cosas. O sea, lo de siempre. Venga, buena semana a todos.

sábado, 3 de mayo de 2008

El 3

Ya he dicho por aquí que a mi Goya, pues eso, en pequeñas, ínfimas dosis. Pero si hay que hacerlo, pues me pongo sibarita y escojo, pues claro que si. Como de lo de hoy ya hablé en su día, pues le pego aquí la estampilla y que nadie se asuste si se va al Prado y sólo puede ver las alcayatas.


Este, que es el del 3 propiamente dicho, lo dejo, porque es una chulada, pero me da un poco de mal rollo. Bueno, no se, en el loquileto hay sitio

viernes, 2 de mayo de 2008

Galdós

Ustedes no pueden figurarse cómo eran aquellos combates parciales. Mientras desde las ventanas y desde la calle se les hacía fuego, los manolos les atacaban navaja en mano, y las mujeres clavaban sus dedos en la cabeza del caballo, o saltaban, asiendo por los brazos al jinete. Este recibía auxilio, y al instante acudían dos, tres, diez, veinte, que eran atacados de la misma manera, y se formaba una confusión, una mescolanza horrible y sangrienta que no se puede pintar. Los caballos vencían al fin y avanzaban al galope, y cuando la multitud encontrándose libre se extendía hacia la Puerta del Sol, una lluvia de metralla le cerraba el paso.

Perdí de vista a la Primorosa en uno de aquellos espantosos choques; pero al poco rato la vi reaparecer lamentándose de haber perdido su cuchillo, y me arrancó el fusil de las manos con tanta fuerza, que no pude impedirlo. Quedé desarmado en el mismo momento en que una fuerte embestida de los franceses nos hizo recular a la acera de San Felipe el Real. El anciano noble fue herido junto a mí: quise sostenerle; pero deslizándose de mis manos, cayó exclamando: «¡Muera Napoleón! ¡Viva España!».




Aquel instante fue terrible, porque nos acuchillaron sin piedad; pero quiso mi buena estrella, que siendo yo de los más cercanos a la pared, tuviera delante de mí una muralla de carne humana que me defendía del plomo y del hierro. En cambio era tan fuertemente comprimido contra la pared, que casi llegué a creer que moría aplastado. Aquella masa de gente se replegó por la calle Mayor, y como el violento retroceso nos obligara a invadir una casa de las que hoy deben tener la numeración desde el 21 al 25, entramos decididos a continuar la lucha desde los balcones. No achaquen Vds. a petulancia el que diga nosotros, pues yo, aunque al principio me vi comprendido entre los sublevados como al acaso y sin ninguna iniciativa de mi parte, después el ardor de la refriega, el odio contra los franceses que se comunicaba de corazón a corazón de un modo pasmoso, me indujeron a obrar enérgicamente en prode los míos. Yo creo que en aquella ocasión memorable hubiérame puesto al nivel de algunos que me rodeaban, si el recuerdo de Inés y la consideración de que corría algún peligro no aflojaran mi valor a cada instante.

Invadiendo la casa, la ocupamos desde el piso bajo a las buhardillas: por todas las ventanas se hacía fuego arrojando al mismo tiempo cuanto la diligente valentía de sus moradores encontraba a mano. En el piso segundo un padre anciano, sosteniendo a sus dos hijas que medio desmayadas se abrazaban a sus rodillas, nos decía: «Haced fuego; coged lo que os convenga. Aquí tenéis pistolas; aquí tenéis mi escopeta de caza. Arrojad mis muebles por el balcón, y perezcamos todos y húndase mi casa si bajo sus escombros ha de quedar sepultada esa canalla. ¡Viva Fernando! ¡Viva España! ¡Muera Napoleón!».

jueves, 1 de mayo de 2008

Entre el casco y la Corona

Leo esta especie de broma reivindicativa contra la absolutamente desquiciada normativa barcelonesa para el uso y disfrute de las bicicletas en vías urbanas. La verdad es que semejante despropósito sólo se puede atribuir a una ingesta sin duda excesiva de algún espirituoso por parte de los próceres de la urbe o del pringadillo que hubo de pasar a máquina el tostón que le metieron sus jefes. Luego, que estás en lo que no estás, con lo de las deudas del Fórum, recalificando cosas o haciéndote el sueco con lo de la vulneración de las alturas de los rascacielos de los patufets y firmas lo primero que te ponen por delante. Una normativa antiruidos que el propio ayuntamiento vulnera, una regulación antipipis, una caravana con Carliños Braun y la cuarilla de pulgosos y cochinadas similares, cosas.


No es del Frankfurter Allgemeine Zeitung, sino del Diez Minutos, pero según estas estampillas, los Urdangarines van con todas las pijadas de protección (no obligatorias, por cierto) aunque parece que no respetan las distancias de seguridad.
Lo que dice poquísimo bueno sobre los normativizadores municipales y sobre la innata elegancia de los susodichos. Otra cosa sería el Príncipe de Gales, dónde va a parar.


Pero lo que interesa más de este asunto es la manera de esta reivindicación. A través de una denuncia a terceros que, además, son miembros de la Familia Real. Dos pájaros de un tiro.
Leñita a la institución, que pasaba por allí, y uso de la delación como arma cargada de futuro. La delación está muy mal, porque es el chivaterío institucionalizado, o sea, la cobardía de ley del que pretende sacar algo en limpio del vertedero. Ya sea para decir que los del cuarto segunda tienen al Zar escondido en el trastero, ya sea para decir que el papi rompió el carné del partido nazi o que la plasta de la churri, la chinachurri, quiere tener otro crío. Y, oye, medallita al chivatón.
Luego nos extrañamos de lo que pasa, pero me parece poco, pensando en un cuerpo social que ve como una gracieta, un chiste picaruelo, una broma pasadita de rosca algo tan rastrero como la delación.
Hombre, tampoco es para tanto, dirá alguno. Tal vez. En un sitio con comisarios lingüísticos, donde esa comisaría decide qué pelis se traducen a qué idiomas, que me obligan a no ir más de ochenta en una autopista o que me echa ala calle si quiero fumar, tal vez si es para tanto y para mucho más.