Australiano. Para más señas. Australiano de Australia, pero de mentirijillas. La globalización, la deslocalización, la vacación, estas cosas. Bueno.
Con el calor que nos chorrea por las sienes, un día me da por buscarme un sombrero. Tengo uno, al estilo de los panamá, pero no panamá, que son una preciosidad pero que resultan un tanto antipáticos para llevar de viaje. Bueno, eso si no llevas sombrerera, pero es que es la que faltaba en el equipaje para parecer una actriz alemana de esas de cabaré que luego se reciclaron en alemanorras cinematográficas de largas piernas y caras de mosqueo pero de los grandes. O sea, que no.
Total, que necesitaba un sombrero con ala para que me tapase del sol, de tela, para poderlo hacer un gurruñito y meterlo en la maleta y para poder mojarlo en caso de calores romanoides o italianizantes. Y como por aquí hay una tienda de ropajes militares, me acerqué a ver si encontraba uno tipo Tormenta en el desierto, que es como se llamó a la primera parte de lo de Irak, cuando no se atrevió el presi a llegar hasta el final por si lo del petróleo. Y ya ves. El otro día vi la autobiografía del General Norman Swarkorpf, que tiene nombre de champú y que se inspiraba en el béisbol para sus estrategias. Aún causa admiración cómo liquidó a la temible Guardia Republicana casi sin bajarse del F18.
Y fatal, me quedaban de pena, porque en realidad son como gorras de visera, de las del béisbol precisamente, pero con ala alrededor. Feo, feo. El estampado bien, pero no se puede ser tan faxionbictim.
El otro día, de paseíto por el Decathlon, que es un sitio que huele a vestuario donde uno se compra artilugios inverosímiles para romperse los ligamentos o para sudar hasta por los dientes, le pregunto a una nena si tienen sombreros. Me mira con cara de miedo. ¿¡Sombreros!?
Gorros, le dice Txispi, que ha aclarado Txispi que está atenta al agobio que le empieza a dar a la nena esa. No se aclara y para mi que nos manda donde los cascos ciclistas, los gorros de esquiador con ponpón y a sitios así de raros. Luego están las gorras esas de visera para disfrazarte de rapero cateto, que es como va el personal cuando se endosa la de Fernando Alonso o la de Fomento de Construcciones y Contratas, que el verano es lo más peleado que hay con la estética.
Nada, un fracaso total.
Esa misma tarde y en un segundo intento, esta vez con la asesoría de la Mamádelpianista, que de sombreros entiende un rato, damos con el australiano. El sombrero, digo. Ya sabéis, del estilo ese de los que llevaban las tropas australianas en la Segunda Guerra Mundial, de ala más bien ancha pero con una de ellas recogida, así como pegadita a la copa, que jamás he sabido por qué esa aversión contra la simetría de nuestros antípodas. Bueno, por algo será, hasta por no aburrirse. Total, que al saco, pago los durillos y a estrenarlo. Con la bici me va a ir de perlas, si lo sabré yo. Va a ser la bomba: un tío disfrazado de autraliano en bicicleta. Esto promete.
Pero eso fue el fin de semana. Ayer la bici sufrió un terrible percance. Pero esa es otra historia.
Con el calor que nos chorrea por las sienes, un día me da por buscarme un sombrero. Tengo uno, al estilo de los panamá, pero no panamá, que son una preciosidad pero que resultan un tanto antipáticos para llevar de viaje. Bueno, eso si no llevas sombrerera, pero es que es la que faltaba en el equipaje para parecer una actriz alemana de esas de cabaré que luego se reciclaron en alemanorras cinematográficas de largas piernas y caras de mosqueo pero de los grandes. O sea, que no.
Total, que necesitaba un sombrero con ala para que me tapase del sol, de tela, para poderlo hacer un gurruñito y meterlo en la maleta y para poder mojarlo en caso de calores romanoides o italianizantes. Y como por aquí hay una tienda de ropajes militares, me acerqué a ver si encontraba uno tipo Tormenta en el desierto, que es como se llamó a la primera parte de lo de Irak, cuando no se atrevió el presi a llegar hasta el final por si lo del petróleo. Y ya ves. El otro día vi la autobiografía del General Norman Swarkorpf, que tiene nombre de champú y que se inspiraba en el béisbol para sus estrategias. Aún causa admiración cómo liquidó a la temible Guardia Republicana casi sin bajarse del F18.
Y fatal, me quedaban de pena, porque en realidad son como gorras de visera, de las del béisbol precisamente, pero con ala alrededor. Feo, feo. El estampado bien, pero no se puede ser tan faxionbictim.
El otro día, de paseíto por el Decathlon, que es un sitio que huele a vestuario donde uno se compra artilugios inverosímiles para romperse los ligamentos o para sudar hasta por los dientes, le pregunto a una nena si tienen sombreros. Me mira con cara de miedo. ¿¡Sombreros!?
Gorros, le dice Txispi, que ha aclarado Txispi que está atenta al agobio que le empieza a dar a la nena esa. No se aclara y para mi que nos manda donde los cascos ciclistas, los gorros de esquiador con ponpón y a sitios así de raros. Luego están las gorras esas de visera para disfrazarte de rapero cateto, que es como va el personal cuando se endosa la de Fernando Alonso o la de Fomento de Construcciones y Contratas, que el verano es lo más peleado que hay con la estética.
Nada, un fracaso total.
Esa misma tarde y en un segundo intento, esta vez con la asesoría de la Mamádelpianista, que de sombreros entiende un rato, damos con el australiano. El sombrero, digo. Ya sabéis, del estilo ese de los que llevaban las tropas australianas en la Segunda Guerra Mundial, de ala más bien ancha pero con una de ellas recogida, así como pegadita a la copa, que jamás he sabido por qué esa aversión contra la simetría de nuestros antípodas. Bueno, por algo será, hasta por no aburrirse. Total, que al saco, pago los durillos y a estrenarlo. Con la bici me va a ir de perlas, si lo sabré yo. Va a ser la bomba: un tío disfrazado de autraliano en bicicleta. Esto promete.
Pero eso fue el fin de semana. Ayer la bici sufrió un terrible percance. Pero esa es otra historia.
10 comentarios:
Me parece que se te ha ido la olla, aunque sea dentro de un tocado australiano.jua, jua, jua,
¿Para tocar el piano también te lo pones? jua, jua, jua,
Tráetelo a la Bulla que te lo tuneamos, darling. Jua, jua, jua,
Hum... Bien, vale que te pilles un gorro australiano, pero en la bici -oh pianista- uno debe ir con casco.
Es una cruzada particular que tengo desde hace un par de años, que sufrí un pequeño siniestro.
Muy bueno, Pianista, muy bueno.
Yo creo que me compraré uno estilo Memorias de África para mis vacaciones de este verano. Ja, Ja , Ja.
Pero Néstor tiene razón para la bicicleta mejor el casco.
¿Y a tu bici qué le pasó? ¿Se te soltaron las dos rueditas de atrás? jua, jua, jua, jua,
Bueno si tiene ruedines, no le hace falta el casco ¿o sí? juas juas.
Pd.: Perdón es el calor ;)
Vale Cocodrilo Pianista Dundee, seguro que es genial.
Pero un Panamá auténtico, que también es una preciosidad, tiene la ventaja del transporte. El panamá se puede llevar enrrollado sobre si mismo y dentro de un cilindro, que cabe perfectamente en la maleta, bolsa de mano jipi, o incluso en el transportín de la bici.
A mi me ha venido a la mente un mini maletín con herramientas que tenía mi bici cuando era pequeño. Era de cuero y parecía las mochilas o carteras de ir al cole pero en tamaño paquete de cigarrillos.
Ay que viejo se siente uno cuando le vienen esos recuerdos.
Me descubro ante usted (el sombrero naturalmente)
Jasjas, Dulci, si me tocas el gorro, te chorizo la peineta, guapa!!
Jo, Néstor, que lo mío es bici urbana. Mira, cuando me obliguen, ahí estaré, con el casco como un campeón, pero mientras...
Joer, pues no me acuerdo, Myriam. ¿RRedford llevaba gorro? Por su edad, un casco de romano, lo menos. Oye, molaría en la bici, alea iacta est!!
Menos cachondeo, Dulci, que las hay que no saben ni hinchar las ruedas!!!
Vale, Myriam, otra vacilando. Si un día te persigue un Nodisparenalpianista en bici (y sin ruedines) no te llames a sorpresa, ¿vale?
Jo, FutBlko, es que el panamá auténtico es cosa muy seria. Lo m´´io es que se puede stujar, mojar, lavar y hacer un gurruñito. Ja, qué bonito esos maletines de heramientas, los de cuero duro que se ataban debajo del sillín por detrás, si. Hay una marca inglesa que fabrica herramientas y aperos varios (desde sillines hasta manguitos, los palitos esos para sacar las llantas, no se, de todo) a la vieja usanza. Oye, una fortuna, pero molan que no veas. Y luego para que te los mangue cualquier choricillo callejero. Ay.
¡El tipo del gorro australiano, a ése, a ése, que acaba de afanar en el mercadona!
Yo me quedo con la estampilla del Madelman o del geiperman o lo que sea.
Gracias a tus coaching. Ya te veía con el estampado imposible o a lo peor, con la visera de F.Alonso.
Porque, ya supongo que riñonera tendrás.
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