jueves, 20 de agosto de 2009
Mejorando la cartelería
Alguna vez he repartido leña por aquí sobre los grafiteros guarros que ensucian las paredes de por ahí de mala manera, que una cosa es decorar con dibujos y pinturas las tapias pintables. ¿Qué cuales son unas y cuales son las no pintables? Ya nos entendemos, ¿verdad? Más allá de sus contenidos, que cada cual arrastra lo suyo, digamoslo claramente, anduve hace unos años, en la primera paz de IRA fotografiándiolos los de las tapias de los barrios católicos y protestantes de Belfast. Ya digo, más allá de los contenidos, hay que reconocer que los murales propagandísticos eran hermosos en su utilidad y todo un espectáculo para el foráneo. Comparar eso con lo del botarate que pinta unos rayotes como señal de que él estuvo allí, pues no. Más claro aún: en la Est Side Gallery de Berlín, el cachito (un quiómetro) de muro que dejaron en pie se puede ver aún los restos cochambrosos de los murales del muro, sobre los que los idiotas de turno han puesto aquello de Manolo ama a Lupita, Osasuna a la Champions o Visca mi pueblicu, en toda suerte de idiomas y estupideces planetarias.
Hace unos días, en una calle cerca de la trinchera laboral, paseando, veo un letrero de esos de Manolo ama a Lupita. Y me encantó, porque el Manolo de turno supo escoger y trascender por su creatividad. Resulta que una compañía de esas medio subvencionadas que vive de ponerse a recitar en aborigen y con secundarios de culebriones autóctonos como actores principales presentaba en el teatro un montaje de Romeo y Julieta. Los pesados del teatro no paran de actualizar lo de Shakespeare, los muy tarugos. Será que aún no se han dado cuenta de la eterna vigencia de sus obras, de que cuando declama sobre los celos, vale igual para hace cinco siglos que para hoy, lo mismo que si trata de la cobardía, de la amistad traicionada, de la venganza, de lo que toque.
Lo cual que el Manolo sobrepuso al letrero de ese montaje sobre los Tarantos y los Montoyas su pedazo de corazón, para que todos supiésemos que por su Lupita estaba dispuesto a que el Ayuntamiento le multase por marranear la calle (ay, que me da la risa), para la admiración de este Nodisparenalpianista y para que, tras una fotomóvil, os escribiese este asunto.
Larga vida al amor de ese par de tórtolos y larga vida a los lectores del bardo ese del pueblo que todos conocemos y que tan complicado es de escribir.
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2 comentarios:
Actualizan porque no se atreven a crear.
Bueno, peor el del pintarrajo lo ha mejorado, no me digas que no, Dulci.
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