jueves, 8 de febrero de 2007

Caídos

Enfrente de un solar que derribaron hace un tiempo, han pintado las siluetas de unos tipos en el suelo como los de tiza que se ven en las películas cuando les ponen a los muertos mientras esperan la llegada del juez o de quien toque en esos casos, que no se. Ya sabeis, unos monigotitos que señalan cómo cayó el finado. Pues hay tres tíos pintado así en mitad de la calle. Todo muy de intervención urbana, instalación, performance, de eso. Ya se sabe, ciudad de modernillos.

Los monigotes quedan frente, ya he dicho, a un solar en el que había una casas antiquísimas que debían amenazar hundimiento. En otro rato le dedico media línea a eso. La otra fachada, la de enfrente se entiende, es la de una casa que ha de tener, lo menos, trescientos años. Bueno, igual son más o menos, pero para el caso, tampoco vamos a ponernos estupendos.

Hace unos meses, esa casa tuvo su minuto de gloria -o de miseria- a causa de un desalojo. Los robinjudes de la modernidad, justicieros de lo social, guerreros contra la especulación y tralará, se hicieron fuertes en su vivienda-centro social. Ya sabeis, clases de diábolo, gimnasia erótica, malabares y beilis casero. El sostén de la cultura occidental. Total que los nuevos sócrates, pacifistas y dignificadores de lo social le vieron las orejas al lobo y decidieron prepararse para resistir al malvado azote del capital. Lo normal.

La prensa, siemrpe atenta a las inquietudes de sus lectores


Cuando se presentó un sábado pro la tarde el Séptimo de Caballería de la Policía Municipal para desalojar a los cantamañanas que allí moraban, se encontraron con una suerte de blindaje casero, un sistema de defensa y evacuación, todo tipo de trampas para los visitantes hostiles y demás artimañas para defender el fortín. Lo que tienen los justicieros, ya se sabe. Vaya, lo de los manuales de guerrilla urbana de los setenta que tanto éxito tenían entre grupos maoístas, radikales independentistas de todos los colores y anarcoterroristas en general. Ay, perdón, que le acaba de reventar un tímpano a un melífluo modernillo.

Lo cual, que cuando entran los municipales con el antidisturbios y toda la cosa, ¡plaf!, como en los dibujos animados, pero de verdad. Sobre uno de ellos cae una masa voluminosa, no se seguro si de cascotes, cemento, hierros o qué.

Los robinjudes que huyen por el sistema de pasadizos que da a la calle trasera y los de la Caballería, que para cuando reaccionan sólo pueden pillara los rezagados mientras evacúan al herido. Las señoras del carrito de la compra que preguntan, nene, ¿que sabes qué pasa o qué?

El herido en cuestión queda en coma. Y del coma parece que no sale, según decía un brevecín en el periódico, que si llega a ser más corto, debe letras, como las casas contra las que combaten esos golfos. Y ahora ya no se si ese pobre hombre se recuperó, si sigue como una lechuga o si finalmente falleció. Porque la prensa esa que es tan libre, tan independiente y tan chupiguay, no se atreve a informar sobre estas cosas, no sea que la Municipalidad les quite los anuncios o los robinjudes se les suban a la rotativa. La canallesca, ganándose el título a pulso.

Esto fue a finales de verano. ¿A que de los que sabíais algo, ya ni os acordábais de este sucedido?



Algunos días, mientras veo al moro vigilante que está apostado en la esquina de enfrente, me acuerdo de ese pobre chaval que terminó descalabrado por la cuadrilla de miserables. Caundo vi lo de los monigotes pensé que igual era parte de un happening muy modernillo y tal, hecho en homenaje al pobre tipo, o así. Yo qué se, que en un arrebato de decencia, los tíos esos habrían decidido ir al hospital a llevarle unas flores, dar la cara y pedirle perdón a la esposa, explicarle a su nene como se puede ser tan bestia para haberle hecho eso a su papá. Me figuré que las siluetas eran las de su irresponsabilidad de bon vivants en versión canutera y juergusta de fiesta non stop que por fin habían fenecido y devenían en gente honrada.

Ya, si, pardillo. Ya ves. Al menos la pintura no patina si se humedece.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

con lo de pardillo, con perdón. Y con el resto también, por supuesto. De una gente que se instala con todo el morro en casa de otro y luego no sólo no acepta que les echen sinó que encima montan trampas para evitarlo no puedes esperar ni un ápice de decencia, ni de perdón, ni de mira niño qué bestias somos por lo que le hemos hecho a tu papá. ¿Por qué no dejan ellos su coche abierto y con las llaves puestas para que lo use cualquiera que pasa por la calle? total, su papá les puede comprar otro... Tienen una jeta impresionante, y ya sólo faltaba que fueran también unos animales (encima se creen que son tan guays y tan modernos). Qué pena...

Anónimo dijo...

pero... ¿cómo? No entiendo.

Si la Mayol dijo que el movimiento okupa era una forma de vida alternativa... y su parejo que no iba a detener a nadie por okupar casa ajenas ...

concluyo que los incívicos, memos irresponsables, bárbaros, brutos, tramposos son los del séptimo de caballería. ¿cómo se les ocurre meterse con los adalides de la paz y la cultura?

Mira, oye, que los de la urbana se hubieran quedado tomándose un carajillo en el bar o poniendo multas. Que para eso les pagan. Los del Ayuntamiento.

Y la prensa lo mismo. Tanto rollo con esos pobres creadores escasos de recursos. A tapar y a callar, no sea que les quiten la subvencion, prebendas varias o por ejemplo les caigan querellas.

Que en una democracia saneada como la nuestra es lo que toca.