jueves, 10 de enero de 2008

El explorador

A ver. Igual es un localismo y ya la hemos liado.


No se, es de mis tiempos de estudiante; aunque una vez yo le argumenté a alguien que yo seguía siendo estudiante, porque las lecturas, las conversaciones,las letras, las cosas que un día me gustaron, las que luego descubrí que no me gustaba, las que siguen por descubrir, aquellas películas que tanto me gusraton y que ahora no entiendo por qué, los cafés, los cuadros, mis cuadros, los cuadros que no robé, los cuadros que pintaron por mi, Oteiza y Miguel Angel, que son yo sin ser yo, que eran el que ya fui y quién sabe si seré, un poco todo, tal no se si me explico, o sea. Pero no coló. Tuve que pagar en el museo lo que tocaba. O no me ligué a la rubia. O sería morena. O si, ya no me acuerdo. Estudiante. Estamos.


A ver, el explorador, lo que decía.





El explorador era un abrelaras atómico que servía para un roto y un descosido, oye, que en medio minuto te tenía abiertas las latas del tomate o lo que hiciese falta. Porque en tiempos de los dinosaurios, uno iba al Aundía (aundía es aundía, cantado, menudo chiste, como para terminar en galeras. Estoy disperso hoy), cogía, no se, el atún, los tomates, las cosas de lata es un decir y para casa. Despensa. César se nos comía a palo seco y con un par de galletas media ristra de franfurs, que es que daba una squito verle que nop te imaginas. Yo le decía que para hacer el guarro se fuese al baño, peor no, allí le tenías en el sofá, viendo el resumen del furbo y poniendose ciego de galletas maría y franfurs. La vidorra del estudiante. Luego te lo cuento, joer.


Total que si había que abrir el tomate tirabas de explorador.

Oye, buscando la estampilla para lo de hoy, que si es que no os pongo dibujos os tengo distraídos que no me atenedéis, y que últimamente me comentáis mmuy poco, jolines, panda d evagos; descubo que hay exploradores para zurdos. Y yo, que para según qué, soy técnicamente zurdo, pues me alegro, hombre. Atención a la diversidad, aunque no vivamos en un armario, que también es incomodidad.



Porque las latas aún eran latas como Dios manda. O sea, pegadas y tal. Nada de abrefacil. Una amiga con la que tuve tratos me contó que su padre al abrefácil le llamaba el abredifícil y yo, cada vez que abro un cartón de leche, es que me troncho acordándome de la cosa; oye, que parezco un idiota cuando me pongo el café con leche del madrugón.

O sea, el explorador, que estoy disperso hoy.

Que iba a abrir una lata de calamares en su tinta de esa tan mala que te pone los dientes negros, pero que está de vicio, para combinar co unos espàguetillos y así, y ¡zas! que se suelta la tirica del abrefácil. O sea, más abredifícil que nunca. Y, joer, que no tengo explorador. A ver qué hago ahora. Cincel y partillo. Sierra de calar. Taladradora. Lo pisoteo. Pues no se. Quién fuese bricopija.


A ver que hago ahora, porque Saturno, que es la ferretería y tal para estos apuros ya está cerrada y me faltan fuerzas para andar despanzurrando latas. Bueno, pues nada, oye, alternativa. Tomatitos muy picados, atún, unas hierbicas buenas y a vivir. Mañana me regalaré un explorador. Que se prepare la jungla, que voy.

Por ahí nos encontraremos, y no habrá lata que se nos resista. O al menos nos dará para echar un rato hablando.

Ay qué cosas.









PD: No puedo evitarlo. Os dejo una cosa aquí y os invito a otra aquí. Molan. Se os espera, claro.

15 comentarios:

Juan Vico dijo...

Saturno, qué nombre más bueno para una ferretería! Aunque me quedo con lo de cincel y partillo: suena a destrozo seguro.

Néstor dijo...

Vayamos por partes: cuando falla el abrefácil hay que emplear soluciones brutales, de forma que le quede claro -a la lata- quien manda aquí. Lo mejor es un destornillador plano y te lías a meneos con la lata hasta que se abre o queda tan destrozada que la tiras y sacas otra (o te bajas al superplus 24 horas y te compras otra de las baratas, que no estamos para exquisiteces).
Los verdaderos jóvenes castores teníamos una navajilla suiza multiusos en la que se incorporaba un explorador de esos...

PD: soy el segundo en comentar: ¿qué me llevo? ¿un explorador?

María dijo...

¿conseguiste el explorador? jajajaja yo, como nestor, tenía una navaja de esas. Uno se la llevó a Burundi y dio mucho juego. Ya contaré... me das ideas para seguir con el "chat"!!!

Mar dijo...

Comento, comento... que se nos enfada el pianista...

Tu historia me recuerdó a que una vez en un aeropuerto ví como un abuelillo amenazaba al policía del detector de metales por quitarle un chisme de esos para poder embarcar...

No sigo, que yo también ando dispersa..

saludos

Dulcinea dijo...

Tenazas, martillos, cuchillos haciendo palanca, cascanueces, hasta llaves inglesas he usado para intentar abrir latas.

Yo a ese explorador le llamo abrelatas raro.

Anónimo dijo...

Yo tengo una Victorinox la mar de chula para cuando voy a la montaña. Pero de paso, me ha salvado de tantísimos otros apuros urbanos o semi...

Son divertidos esos chismes. Y utilísimos, claro. Pero divertidos. Tienen algo de Inspector Gadget. ¿O será al revés?

Nodisparenalpianista dijo...

Jaja, todo un clásico Saturno. Y antes, los otros dos hermanos del padre Saturno tenían una tienda de maderas, bricolajes y carpinterías que se llamaba Castor. Les decíamos los castores. Eran la mar de divertidos. Yo es que me acuerdo y me parto de risa.
A ver, Néstor: me preocupas. Que en lo de ayer nos confesaste lo de tus novias chungas relojeras. Oye, pues vale, mira, ahí se quede y a vivir. Pero que hoy cambies de bando me preocupa ampliamente. ¿Un explorador? Joer, tío...
Juajua, María, acabo de pasar por Saturno y me he comprado uno. ¡Que tiemblen las latas!!!
Jaja, Mar, no me enfado, os pincho un poco que os veo un poco vagos en el 2008... Si los detectores de metales hablasen. Porque yo no soy un mustafá majara, pero he colado de todo en sitios extrañísimos. Y lo mejor: la mayoría de veces sin darme cuenta.
Dulci, otra adicta al abredifícil. Y a las tiritas, presumo.
Marta, la Victorinox es, sin duda la vanava más torera. Es cierto, son chulísmos esos cacharritos.

Anónimo dijo...

te quejas de que te comentamos poco, pero cuando lo hacemos no contestas...
(y eso quieras que no desmotiva al personal...)
¿quién es ahora el vago???

Anónimo dijo...

Yo creo que con una buena piedra, algo de fuerza y mucha suerte, se puede abrir una lata.
Si el invento no funciona, te quedas sin lata y con las ganas. Y la próxima vez te acordarás del abrelatas, te dejarás la lata y darás la lata...jaja
Mejor para la próxima, bocata de "chori".

Nodisparenalpianista dijo...

Vayavaya, que no cunda el pánico, que el tiempo es como decíamos ayer, uan cosa antigua y con un poco de mala sombra. Esa es la cosa, agitar al personal, como el explorador hace con las palmeras para tener algo con que sacar el vientre de penas.

Nodisparenalpianista dijo...

Apunto bocata de chori, Txispi, pero sin mirar a nadie!!!

Altea dijo...

¡JO, QUE ME HABÉIS ABIERTO EL HAMBRE ENTRE TODOS, Y NO CENO HASTA LAS Y PICO!
Malasombras.
Desalmados.

Nodisparenalpianista dijo...

Jo, Altea, pues ya sabes, escóndete una lata de sardinas y verás que perfume dejas en tu garito. Oye, o llama a un telepizza, pero cualquier cosa antes de pasar hambre, jolín.

Adaldrida dijo...

Yo NUNCA he sabido abrir una lata, ni con explorador ni con tirilla ni con nada. Hago así chunchunchún, cuatro agujericos mu bonicos y a otra cosa mariposa. Vivan los tetrabricks!!!

Paco Becerro dijo...

Yo también soy de "el explorador" y su raca raca raca que no te falla nunca.

Has hecho bien en comprarlo. tan eficaz y tan sencillo mecanismo.

Sigo leyendo y poniendome al día.