Yo soy más bien refractario a las cosas de anotar. De anotar de modo organizado, me refiero. Me gusta el mundo del papelito. No tanto del llamado postit, la hojita esa de papel engomado, amarrillo mayormente, pero no del tiempo, sino de serie. Que el papel amarillee es lo suyo, a unos gusta, a otros no. A algunos nos trae la memora que nunca tuvo. Está bien.
El papelito, anotar en papelitos. En la vuelta de la lista de la compra, de la tarjera del autobús, de una hojita de las de al lado del teléfono, en cualquier sitio. Luego, claro, te pones a buscar y ya la hemos liado. Empiezan a aparecer teléfonos desconocidos, lechugas, patatas, vinagre de Módena, del otro, vino rosado, dos botellas, tinto tres y a ver si encuentro el recambio de lo del perfume del baño o algo, una hoja de un libro que encargué y que ya recogí y un papelito del Boada, d elas fotos, que no se si ya me dió o no, que un día me presento con él a ver qué me da, que recoger fotos misteriosas también ha de tener su aquél.
Total, que lo intento una vez más y me compro una. De hecho, aún tengo la misma encargada en una tienda de esas de patufets y butifarras, que como son muy así, han pasado de traérmela en castellano, porque supongo que embrutece demasiado a sus cosas cantonalistas. Como me cansé de esperar, la compré en una papelería que me la tuvo en un pispás, me salió más cara y pagué a gusto. Y hí luce, esplendorosa, estupenda, apenas con lo de los cumpleaños anotados y así. Total, luego me olvidaré de mirarlos...
Dadme tiempo, un año agenda, los clips de colorines para otro quinquenio, ¿vale?
Y es que la naturaleza no me llamó por esa complicada senda. Uno, que es maximalista, como si dijéramos. Y total, un día se parece tanto a los demás, que a ver quién es el guapo que los distingue. Pero como la naturaleza es como el junco o el bambú, firme, resistente, fuerte, pero también adaptable, flexibre, dinámica, pues allá que me voy, que me gasto los duros y que me propongo usar la agenda. Y no sólo para meterle dentro los papelitos marranos de las listas de la compra y los teléfonos ignotos, sino para anotar, no se, las cosas esas que todo el mundo dice que son tan importantes. Bueno, que quede constancia, blanco sobre negro, o, en este caso, naranjón sobre naranjita, que intentaré darle buen uso y hacerla uno de mis libros, como si dijéramos, de cabecera para el año que le da nombre, o título o algo. Otra cosa es que lo consiga, claro.Pero que conste que ganas hay.
O así.
9 comentarios:
Prueba a señalar los días de vacaciones, a rastrear los posibles puentes, o a planificar las gripes de la temporada. Todo eso anima mucho.
Yo también soy refractario a eso de anotar, y menos en vacaciones, como ahora...
De momento disfruto de buena memoria, asi que la usaré mientras dure...
Un abrazo.
Yo no sé que haría sin mi agenda. Aunque también practico lo de los papelitos y es un desastre. Luego nunca los encuentro y desespero.
Lidia.
Bonita entrada, pianista. Comienzas el año con empuje.
Yo tiro de agenda ajena; sí, ya sé, mucho morro...
Me encantan los papeles volanderos, por cierto.
Jo, pues lo mío no tiene nombre. Si supieras las que tengo, una para cada cosa, y luego resulta que lo que me soluciona la vida es la agenda del móvil, que está siempre a mano y además avisa, cosa que no hacen los papeles, por muy organizados que estén.
Lo que tú dices: quod natura non dat, Salmantica non prestat (o algo así)
Jojo, Dulci, touché... estoy pensando en tatuármelos. De todos modos, este año no tengo fieeta el día de comenzo de las rebajas!
La memoria es lo que tiene, amigo Enrique, que suele ser bromista e intempestiva: cuando menos se la espera, nos llega con sus sorpresas. ¡Sinfónico abrazo!
AnónimoLidia, eres la imagen de la no-agenda, te pega tan poco. Reina del papelito.
Me sobrevaloras, JSVico, pero no tanto como a tus agendas consortes. Excelsa figura, por otra parte. Las hojas importantes son las que saben volar.
Jaja, Altea, si es que al final, pese a tu odio por Matrix eres una Technological Victim!!!!
A mí me gusta tener una agenda y estrenarla (eso es apuntar los cumpleaños, los días festivos, vacaciones...). Pero luego la dejo encima de la mesa y ahí se le van acumulando cosas encima y más cosas, hasta que al final ya no sé ni dónde está...
total que acabo con los papelitos, en los bolsillos, en el bolso, en la mesa tapando la agenda...
no ha entrado el comentario?
Parece que no...
Bueno eso, que yo también tengo mucha ilusión en enero con las agendas, pero al final, soy de papelitos como vosotros.
Es un fastidio, necesito una agenda que me recuerde que tengo que usar la agenda.
Feliz todo
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